Jon Mirande
Jon Mirande Ayphasorho (París, 11 de octubre de 1925- íd., 28 de diciembre de 1972) fue un escritor francés, considerado uno de los poetas más importantes de la literatura en euskera del siglo XX.
Nació en el seno de una familia suletina, que había emigrado a París. Empezó a trabajar en 1944 como traductor en el Ministerio de Finanzas en la capital francesa, trabajo que continuaría realizando y aborreciendo durante toda su vida. Residió siempre en París, aunque viajó a menudo, por lugares como Bretaña, Inglaterra, Irlanda, Holanda, Alemania y Dinamarca.
Si bien dominaba más de una docena de lenguas, el euskera predominó en su creación literaria, a pesar de que no era su lengua materna: sus padres casi no sabían francés cuando llegaron a París,[cita requerida] pero Mirande no tomó la decisión de aprender vasco hasta que tuvo unos veinte años. Vivió con sus padres casi toda su vida y a partir de aquella edad siempre se comunicó con ellos en euskera suletino. Tradujo al euskera a autores clásicos en otras lenguas, tales como John Keats, Edgar Allan Poe, Hugo von Hofmannsthal, Franz Kafka o Federico García Lorca y a escritores de literaturas minoritarias, como los bretones Goulven Pennaod y Per Denez. Era académico de lengua bretona y conocía bien todas las lenguas célticas, tanto vivas como muertas.
Muy influido por Nietzsche y Spengler, desarrolló un pensamiento anticristiano, antidemócrata y antisemita. Su ideal era el paganismo precristiano de los celtas, y creía firmemente en la superioridad de dicha etnia. En algunos de sus escritos defiende abiertamente el nazismo. Aun siendo independentista, condenaba tanto el nacionalismo vasco confesional del PNV como el marxista, por ser ambos de raíces judeo-cristianas y por tanto debilitadoras del espíritu.[cita requerida] Desde aquel ambiente parisino tan lejano del País Vasco, sus posiciones filonazis chocaban frontalmente con la totalidad de los escritores vascos, aunque fue apreciado por su extensa cultura y genio literario. Fue propuesto por Koldo Mitxelena como miembro número de Real Academia de la Lengua Vasca, pero los académicos, en una gran parte sacerdotes, rechazaron la propuesta.
Publicó sus primeros trabajos en la revista Euzko Gogoa, que se editaba en Guatemala. Participó después en numerosas revistas, como Egan, dirigida por Koldo Mitxelena e Irrintzi, publicada en Caracas por Andima Ibiñagabeitia. Sus textos provocadores eran rechazados muchas veces por los editores. Junto con Txomin Peillen, en 1962 fundó la revista Igela, euskaldun heterodoxoen errebista, de la que sólo se publicaron seis números. Participó junto a Goulven Pennaod en la revista en bretón Ar Stourmer.
Se suicidó por sobredosis de barbitúricos el 28 de diciembre de 1972, tras un largo período de profunda depresión. Sus restos mortales reposan en el cementerio parisino de Thiais.
Obra literaria
Sus poemas, dispersos en las numerosas revistas en que colaboró, fueron recogidos en la antología póstuma Orhoituz (Recordando), en 1976; y luego en Poemak 1950-1966 (1984). Sus poemas se insertan en la tradición del simbolismo francés, especialmente de poetas como Charles Baudelaire (tradujo Las flores del mal), en cuanto a la utilización frecuente de temas provocadores, como la prostitución o el onanismo, pero divergen de la tradición simbolista en su exaltación del paganismo: canta a la muerte heroica en poemas como Eresi (Elegía) y Godu abestia (Canción goda).
Es autor de una única novela, Haur besoetakoa (La ahijada), escrita en 1959 pero publicada en 1970 por la editorial Lur, con una presentación de Gabriel Aresti, de ideas políticas totalmente antagónicas. Hasta la llegada de Aresti, nadie se atrevió a publicarla, y el mismo Mirande se planteó la posibilidad de traducirla a otro idioma y probar suerte en otro país. La novela de Mirande ha sido comparada con la Lolita de Nabokov, aunque el mismo Mirande dijo que no tuvo oportunidad de leerla. La novela narra la relación de pedofilia entre el protagonista y su sobrina y ahijada Theresa, de once años, con un desenlace trágico. Se tratan tres temas intocables a la vez: La pedofilia, el incesto y el suicidio, por lo que se convierte en imposible de publicar en el mundo editorial vasco de su época.
Traducciones de sus obras al español
La ahijada. Pamplona, Pamiela, 1991. Traducción de Eduardo Gil Bera.
Claroscuros. (Ilhun-argiak) Leioa, Universidad del País Vasco, 1992. Traducción de Felipe Juaristi. Introducción y bibliografía de Eduardo Gil Bera.
Una escueta antología bilingüe (euskera y español) de sus poemas puede leerse en la Antología de la Poesía Vasca (Euskal Poesiaren Antologia), Madrid, Visor, 1993.
BALADA DE LOS VASCOS HONRADOS
(Que al mismo tiempo es una plegaria
dirigida al dios vasco Ortzi,
hecha por uno que no es honrado).
Son anchos de cuerpo, ágiles,
se cubren con boina,
hablan vasco y creen en Dios,
voz nasal —por lo grande—,
son muy, muy honrados,
y se creen hidalgos ...
...Aunque sus maneras sean de villano.
(Que el dios Ortzi me libre
de parecerme a ellos).
En un principio vivían en las tinieblas.
Pero de lo alto llegó la luz a Euskadi:
Dios y Ley Ancestral.
Ahora viven iluminados
iluminados y honradamente
como buenos demócratas.
(Que el dios Ortzi me libre
de iluminarme como ellos).
Tienen una gran cultura,
de cuentos, refranes y nanas,
entienden de política,
pelota, baile, villancicos
y púdicos cantos.
Incluso saben leer el misal.
(Que el dios Ortzi me libre
de leer como ellos).
Saben multiplicar
y se enriquecen en América;
pero también allí son honrados,
se reunen en las sociedades patrióticas,
aunque más a menudo
se reúnen en la iglesia.
(Que el dios Ortzi me libre
De enriquecerme como ellos).
Se casan formalmente
con la bendición
del cura o del alcalde
—porque su gusto es
de lo bueno lo mejor—
con muchachas virtuosas.
(Que el Dios Ortzi me libre
de casarme como ellos).
Se me olvidaba
alabar en estos versos
su nacional vestimenta,
la camisa blanca
que lucen los domingos,
acaso tan limpia como su corazón.
(Que el dios Ortzi me libre
de ser tan limpio como ellos)
POSTDATA:
Del mismo modo que tú, Javhe,
eres el Señor de los vascos
como lo fuiste de los judíos,
que Ortzi impida,
suceda lo que me suceda,
que me haga tan honrado como ellos.
Traducción: Felipe Juaristi / Koldo Izagirre
PARIS-BEURET
En las sucias casas
de una calle de París
hay una aún más sucia,
se me cae el alma
de sólo nombrarla,
allí trabajo yo
escribiendo papeles.
En una sucia oficina
me aburro trabajando,
no salgo hasta las seis.
Los compañeros de trabajo
somos grandes amigos;
cada mañana me saludan
sin decir palabra, pues me quieren
como a Dios el diablo.
Hablan al modo de los cuervos
—coa, coa, coa, coa—
siempre mal del otro:
ligeras son las lenguas
de mis compañeros de trabajo.
Me levanto a la mañana temprano
y voy al trabajo... a rastras...
cada vez que entro allí
se me cae el corazón
al oír a todas esas
malvadas viejas,
trabajando la fama ajena,
echando pus por la boca;
no paran de hablar
desde la mañana.
Las mujeres de la oficina,
lo mismo las gordas que las flacas,
todas son feas.
Uno huiría de ellas
espantado, si pudiera...
Yo tengo que aguantarlas
—y eso es lo que me aflije
durante todas esas largas horas—
(¡yo, un hidalgo vasco!)
¡Oh, mujeres del demonio!
Procuro mirar al cielo
aunque ello me aflije aún más,
al darme cuenta
de que debo continuar allí.
Pero, para ahuyentar mis penas
me pongo a escribir versos,
muchos hermosos versos vascos,
—que es lo que me gusta—
me aplico en ello hasta las seis.
Así, en una oficina
rodeado de parlanchinas
paso los horas,
paso los días,
se me cae el alma
sólo el nombrarlas.
Cada día más loco
emborronando papeles con la pluma
en la querida oficina de Beuret,
en una calle de París...
Traducción: Felipe Juaristi / Koldo Izagirre
UN DÍA, EN ZUBEROA
En verano,
en los calores,
estuve contigo un día en Zuberoa...
De tus labios
volaban palabras vascas como abejas al sol
eran agradables al oído —y al mismo tiempo dolorosas.
En Zuberoa,
un día terrenal,
estuve contigo oyéndote y escuchándote.
De eso hace
un año... dos años... y otros más...
muchos años más: no creí que fuesen tantos...
Tantos soles desde entonces:
tantas cálidas palabras
y frías mentiras, desde que te perdí... en Zuberoa...
¿Dónde estás, pequeña mía, y con quién?
—O estás sola, mirando a la noche con tus claros ojos,
en tu cuarto,
en Zuberoa—?
Traducción: Koldo Izagirre
RECORDANDO
Encabritados relinchaban los negros corceles.
Acometía el fuego la campiña cercana.
Sacudíamos la fatiga, el lamento de las viudas
era a nuestros oídos canción alegre.
Arrogantes miraban los buitres,
ahítos de carroña humana, a punto de reventar.
Entre los helechos sangraban copiosamente las muchachas
de las heridas infligidas a sus vientres desgarrados.
En las noches frías y plenas
la felicidad renuevan nuestros doloridos corazones
recordada por los siglos de los siglos.
Los que como nosotros caminan, ¡Amigo!
bajo el claro de luna en los jardines de la muerte
¿volveremos acaso a ver el sol de mediodía?
ORHOITUZ
Zaldi beltzak irrintzika zeuden.
Sutan ziran inguruko zelhai
gorak. Hartzen genduen atseden,
alhargunen intziriez alai.
So ziraden, bekhaitz, saiak oro
giza-hiroz ok egin beharrez.
Garoetan neska sabel naro
zaurituen odola nigarrez...
Gau joriak zithal hotz zerion
geure bihotz-min-gai 'ta zorion
orhoitua gizaldiz gizaldi.
Lagun! Hilkar-lore-baratzetan
genbiltzanok, ilhargi zuritan
noiz dukegu, diztirant, Eguerdi?
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