Murvin Andino Jiménez, San Pedro Sula, Honduras. 1979. Poeta y narrador, licenciado en Letras con especialidad en Literatura por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula. Su obra ha sido publicada en periódicos y revistas de Honduras, México y Brasil, además publicó en 2009 su primer poemario, Corral de Locos. Mimalapalabra.2009. Ha obtenido los siguientes premios: Primer lugar Premio Oscar Acosta año 2001. Mención de honor Instituto Cultural Latinoamericano, Junín, Argentina, 2001. 3er. y 2do. Lugar Juegos Florales de Santa Rosa de Copán en los años 2006 y 2008, respectivamente. Parte de su obra poética y narrativa ha sido publicada en revistas literarias de Honduras (Mimalapalabra, Umbrales), México (Circulo de Poesía) y en Brasil por el poeta Antonio Miranda. Ha publicado el libro de poesía Corral de locos (mimalapalabra, San Pedro Sula, 2009) y participó en representación de Honduras en el festival de poesía de la Ciudad de Pereira, Colombia, en agosto de 2009. Además, es promotor cultural y miembro de mimalapalabra editores.
De
CORRAL DE LOCOS
San Pedro Sula, Honduras: Mimalapalabra editores, 2009
Canción triste
De este lado la vida es breve y trastornada,
es delirio, es andar con la esperanza a cuestas
susurrando besos.
De este lado la locura muerde,
tiene cara de mujer, de niño,
de hombre muerto.
De acá en adelante estás viejo, lento,
preparado para no volver.
Ya escribiste y amaste tu locura.
Aguanta el frío cruel, el destino,
las cosas que no podrás olvidar,
los reflejos que te hiciste con llanto.
Olvida tu proceder en el amor,
tu lugar de silencios perdidos,
tu leve medianoche violenta.
Después, aun de este lado, aún breve,
crece, olvida, nadie es nadie para no quererte,
para no escuchar tu canción triste.
Alguien encendera las luces
Alguien encendera las luces,
cortará mis venas, cerrará la puerta.
Mi mejor mentira, mi dulce odio.
Alguien como la lluvia,
con furia en los huesos y pasión desenfrenada.
Sangre por sangre será la consigna,
y en cada grito el dolor por esperanza.
Alguien encenderá las luces,
después de mí y hasta el día del juicio,
para borrar la soledad o para no volver,
sin nada más que odio en la mente,
apenas una mano al final, lejana y olvidada.
Corral de locos
Es ese dolor que mata… demencia atroz y seductora,
apiádate de mí y de los menos olvidados,
ahora es tiempo, sálvanos.
La muerte describe una ventana perdida,
humo y veneno en el próximo segmento
revisten instantes de amargura.
La razón, torpe condena del desierto,
no se distingue en esta luz,
las voces sangran pedazos de violencia,
los viejos gritan el frío y el tormento.
Nada importa…
Viene después la muerte,
cuerpos fugaces circundan las últimas horas,
volamos desde otra puerta, sin destino.
La salida es el día siguiente,
los vicios y el abrazo con la muerte,
el caos y las voces incesantes.
Intenta salvarte,
intenta soñar con todos y no alejarte,
y si distingues la vida será otra caída.
Nada me regresa al mundo,
no hay naufragios ni lugares recordados,
no hay espacios, fantasmas o figuras,
el temblor es el mismo,
y el vacío extiende su dominio.
Morir… es esa furia irreversible del olvido,
sueño redentor de la nostalgia
que nos depara el último suspiro.
Lugar desconocido
Vuelve la noche,
vuelve el silencio y se repite.
Oigo los gritos en la otra calle.
Demasiados tropiezos con la puesta del sol,
eco de voces en los bares,
y medianoche endemoniada, la farra continúa.
Lugar para la muerte, instinto del enfermo,
palabra contundente que pudre la carne frágil.
¿Oyes la soledad noche-pasar?
¿Sientes el vino en el espacio de tu mente?
Sabemos todo,
también nos perdemos cada día, hora o silencio.
La hora del abismo
Oscuro y desolado está el mundo.
Vamos a dormir,
a pasar la noche desvelando estrellas.
La ebriedad es una sombra,
y el mundo una plaga del olvido,
ninguno salva,
los destinos son caminos desgarrados y sombríos.
Mi existencia es la soledad,
sin amor, mi ser es la carga de los vicios,
el sitio de mi cuerpo,
mi sangre, los besos ciegos y torpes.
Oscuro y desolado está el mundo
y es casi la hora del abismo.
La noche abraza a los guerreros moribundos
A Rose
Ahora es el fuego sometido.
Ahora es la carne, la hoja, la piedra,
perdidos en la fuente del tormento como el navegante
en el horror de la civilización que purifica la caída de la noche…
Alejandra Pizarnik
Acércate a nacer, al dolor de estar vivo y a la muerte,
la vida es un precipicio, la nada cósmica.
Sube a nacer conmigo, dolorosa criatura,
extraña distancia de las almas y las mentes,
ven a contemplar el mundo y sus despojos,
a vagar con las estrellas que cayeron del cielo.
El día finaliza con las mismas heridas.
Vengan los siguientes, el demente ha muerto,
quedan la soledad y la esperanza,
los cementerios que aguardan su caída.
La noche abraza a los guerreros moribundos,
y sombras que se abrazan ante un espejo ciego
desnudan cada mañana la certera agonía.
Murmuran los fantasmas desde otra distancia
el comienzo de su angustia,
muerden, matan,
gusanos escarban la carne muda.
Todos contemplan el vacío,
sufrimos el espanto del mortal,
morimos por la eterna criatura,
demencial y lúgubre de las últimas cenizas.
El día se rompe,
volamos entre sueños y figuras olvidadas,
desnudos y sórdidos.
¿Dejarías el dulce pálpito de la vida?
Nos llaman las voces del tiempo y la materia,
nos llaman el polvo y el viento, los dioses.
Una luz muere suavemente,
y en nosotros todo es incierto,
como el viaje al otro mundo,
dos espejos blancos y ciegos
que se agotan en los besos.
El frío nos enseña a sufrir,
anuncia la muerte.
El fuego libera,
limpia el alma de las sombras.
Satúrname, mata mi voz,
salva mi espíritu del miedo,
salva a los viejos del infierno, a los malditos,
canta conmigo,
huye de todos y ven a mí, eterna compañera,
a soñar con mi tormento.
Escucha, la muerte no cura las heridas,
nos cambia el rumbo.
Seremos fieles al infierno y al dolor,
cadáveres ausentes,
susurrando recuerdos,
locos, viejos y destruidos,
entre cosas pasajeras desde otro precipicio.
Carne y frío llenan el mundo
y momentos eternos que no soñamos
dejan letales heridas.
El amor no borra los secretos, los esconde.
Pasa el tiempo y sus carnívoros días
en cada uno de los besos que nos damos.
La noche calma el dolor y la posible venganza no se
olvida,
nos lanzamos a las tercas lecciones del amor,
volamos y fingimos querer, lloramos algunas veces,
pero la noche nos envuelve
y caemos otra vez.
Sombras
La sólida luz volvió a ser simple y vacía,
hagamos una fiesta,
el vino es siempre agradable,
vamos a embriagarnos otra vez
antes del viaje y antes del retorno,
vamos a cegarnos al odio.
Aquí me rompo la vida y me despido de lo bueno,
el espíritu me estalla en partes que sangran,
tiempo que llora silencioso.
Lo invisible, lo menos abrazado aguarda
y sufre el enigma del veneno.
Lo que preguntan mis mentiras es un desierto con
estatuas;
puertas cerradas y fantasmas que nunca olvido.
Del fuego surge un cuerpo enfermo,
relámpago eterno
que mata el tiempo distante y condenado.
La carne tiembla y sufre conmigo
los espacios rojos de este mundo.
Vine a mi encuentro con la vida,
a llorar por la partida de las sombras,
por la profundidad de los caminos y las voces
que reviven en mí.
Sólo encontré escombros,
el vino me hizo postergable,
todo fue un mañana incierto,
nadie vio la caída,
nadie escuchó el llanto.
La luz espera en el barro del principio,
última mirada, termina el infinito,
digamos adiós a las diosas,
Good bye my lover, good bye.
People are strange
Estás allí, de pie ante el último suspiro,
antes alguien soñó contigo
y con la fuerza de tu abrazo:
mortal, lacerante.
También me llamo silencio.
Hombre universal,
sombra ciega y distraída
que espera en la silueta de la muerte
la terrible despedida,
extraño, torpe o asesino.
Ella no vuelve…
¡Cuántos momentos perdidos!
Besé su frente para marcar la despedida,
para más tarde en la noche y en el viaje;
luces rojas las del fuego infernal,
grito absurdo.
Un brazo sin cuerpo me saluda,
miro el polvo y lloro.
Otra sombra fatal rodea las calles;
final trágico para las almas.
Viene el amor, el último adiós perfecto…
y me confunde.
La puta muerte o todos con el mismo espanto gritándole a la luna
ya no me queda sino ser fantasma
entre los fantasmas y cien veces más sombra
que la sombra que siempre pasea alegremente
por el cuadrante solar de tu vida.
Robert Desnos
Desaparece el último espejo.
Todavía es tiempo,
todavía se crece entre las cosas.
Desaparece la voz, la sombra es una espera.
He colgado sueños en el mundo,
he cortado lluvia para no cortar mis venas, he llorado.
Nadie escucha, todos cuentan mi trágico final,
el silencio lo permite.
Suena la puerta, es un sonido como de muerte,
podrían haber quedado solos y no saber de mí.
Podrían dormir un tiempo
mientras defino su camino.
Los que nunca alcanzaron nostalgia.
Sólo digan que tuve miedo.
He pensado salir a media noche,
conozco mi vida.
No sé cuánto he pensado en morir, no importa.
Soy de los que nunca quisieron amar,
el que estuvo despierto cada noche.
Voy con cuidado, alguien dejó su olvido,
su extraño recuento de heridas.
El retorno del agua desde la creación del sueño.
Alguien que dejó de pensarme, también olvidó
amarme,
pero nunca salió de mi mente.
Alguien creyó cerrar sus ojos a mí, creyó atarme:
una de tantas personas dolientes.
Decidí olvidar.
Tengo asuntos pendientes,
decidí alejarme de todo,
dejar de ser carga, inútil bulto.
Cambié de opinión,
todos se irán a la mierda… todos,
les doy la libertad de matarse.
Les doy como opción la locura: el alimento de los
dioses.
Les doy un par de minutos,
un cuchillo, un revólver.
Pasé por aquí y pensé amar…
Iba dejando de odiar la vida…
Iba escondiendo momentos…
y de noche me dio sueño su abrazo.
Miedo, eres un ángel, voz infinita.
Sonido de los dioses.
Deseo el sueño, prefiero esperar que me destrocen,
esperar el último gusano,
antes que caiga el frío…
Locura, vértigo de las diosas…
Paraíso artificial.
Amaneciste tocando mi rostro,
amaneciste rozando mis piernas.
Mataron a todos
mientras vivían fuera de ti.
Quemaron a todos quienes quisieron volar.
Los de las puertas…
Los que soñaron la última noche…
Los del beso delante…
Amantes infieles…
Alguien después de hoy tendrá la intención de
odiarme,
alguien desde su isla querrá mi corazón; morderlo o
tirarlo a las moscas.
Es un lugar perdido,
nadie estuvo para salvarme,
y donde nadie conoce la fe.
Todos quisieron ser dios,
creyeron la verdad que no existe.
Respondo con silencio.
Alguien me culpa.
Tengo miedo.
No tengo más que odio,
dulce odio,
dulce furia,
Un interminable día devastador de ciegos.
He dicho miedo, dolor, furia.
He dicho lo que todos temían, que los odio.
Hoy volveré a quejarme por todo,
tengo fuerzas para gritar.
¡Malditos!
Asesinos de diosas, de diablos…
Asesinos…
Despierto, desconozco la vida,
he sido cruel,
desconozco la muerte.
Despierto, sólo hay escombros,
lo importante sería estar solo,
dormir para siempre,
lograr salir de la ebriedad sin un hueso roto.
Lo vital sería olvidar,
lo único sería la muerte…
la puta muerte.
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