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lunes, 14 de mayo de 2012

6953.- DANIEL CLEMENTE BUCHACA


DANIEL CLEMENTE BUCHACA
(Igualada (Barcelona) 1984), desde el 2008 reside en Barcelona. Técnico de laboratorio de diagnóstico clínico

Poemario:
-INCIENSO Y TINIEBLAS. Editorial: Poesía eres tú, 2011





EXTRACTO DE LA OBRA INCIENSO Y TINIEBLAS:



LA HISTORIA DE UNA PIEDRA

El caso es que estoy
recién levantado,
aliviado
de un dolor de costado.
El olor a lluvia,
los zapatos mojados,
el choque de la luz de las farolas,
es todo
gris igual
¿no?
Y ya voy un pie por delante
cuando
lo quiero destruir todo
(mi impaciencia congénita
me pide nuevas ambiciones
siempre sediento
de algo más por sentir…)
De golpe,
miro alejándose
una piedra por la lluvia,
su dócil fluir,
su
domada sien calcárea.
Su historia
es tan buena como la mía.
Como lo es cada gramo
pulido e inmortal de mi vida,
cada mirada distraída
que no iba a ninguna parte.
Igual de válido
por lo menos.
¿Por qué necesito
luces ostentosas,
banales demostraciones
de mi felicidad?
Si me paro a detener un día gris
y comprendo,
si puedo detener una millonésima
de segundo
y decirme que no es el color,
que si lo quisiera
una brizna de hierba
sería el todo.
“¡Has hecho muchas cosas
en la vida, ¡que interesante!”
dijo por decir,
una chica sin rostro
que ya no recuerdo.

Y no sé puede que sí
pero,
de qué va el tema
¿de pisar muchos sitios,
de probar muchas vidas?
¿O de comprender ni que sea
la historia de una piedra…?




UN DÍA OSCURO

Un día me levanté
en el cerco que rodea
las veredas de mis sueños.
Era
una noche muy fría.
Ya no sentía nada
Se habían comido cientos de hojas el cúmulo prohibido
de ahogadas legumbres en el plato.
¡Como pesa
sobre la mesa
el saberse vivo
sin un día que llevarse a la boca!
Quise no tener
la boca llena de tierra y hormigas
y decirle a todo el mundo
que me ardían los ojos de maldad;
pero muchos tenían los dedos
flotando en la suave mansedumbre
de un cesto de frutas de plástico
no les culpo,
es una vida fácil…
Como si fuera mejor mi elección,
sacarme los ojos
para en su horadada locura
buscar linternas.
Al final
Lo conseguí.
En un sombra pulida y densa de oscuridad
me tragué el nihilismo de mis umbrías
y me dije en un estertor:
“mentiras nunca más”.
¡Caray! Cuanta sinceridad
—dijo un gato negro —
¿y piensas ahorcar la primavera
en tu patio
y esperar que no caigan
las hojas en otoño?
Dije que sí
pero al final fue que no.





TIERRA

El sonido de la jungla
silba ardiente sobre mí,
el dulce paladar de las serpientes
envenena mi voz de dulzuras,
soy
como
una esquirla de flor hecha de cedro,
madera de roble y ungüento,
majestuoso y lustrado
de luz incolora.
Como
una armonía
que me descuelga
de las lianas
y me deja
otra vez
en la cuna pura,
en la falda mismo
del valle.
Me acurruco en su regazo
y lleno de agua del rocío
me despejo
me restriego los ojos.
Buenos días
tierra.





NO SABER NADA

Es ingenuo pasearse
por el mundo
con un clavel dorado
cargado de buenas intenciones
en la mano.
Esquirlas multicolor
¡oh sí!
tantos dolores
¿y para qué?
¿por qué no nacer
con el alma castrada,
engullir
sopas de sobre,
atún de lata
¿ no saber nada?
No enamorarse del amanecer,
no aspirar aromas de otras fronteras,
no saborear jugos imposibles
¿por qué no
cambiarlo todo
sólo para
ser uno más
y no sentir dolor?
Pues no
me tocó
el espíritu fractal
cargado
de metalingüísticos dolores
que no van a nada.
Es bonito
a veces
me mata.






LÁGRIMAS DE CERA ROJA

Caen lágrimas de cera roja
del techo de carmín,
mi cabeza busca senderos
que aún estén por abrir,
voces lejos de la ventana
lejanas arenas desconocidas,
soles que no sean de hormigón.
Pero me atrapa la lentitud
con la que se mueven hacia mí las paredes,
quedo aprisionado entre los lomos
de dos caballos locos que chocan contra mí.
Luego siempre emerjo de mis propios gritos
y me levanto otra vez dispuesto.
Y de repente
caen de nuevo lágrimas de cera roja
del techo de carmín.
Mis monstruos reaparecen
y son yo mismo
y reaparecen
y son yo mismo
¡Saldré al balcón a pelearme contra algo que no sea yo mismo!

¡Ey!

¿Donde están los mares brillantes las perlas de jardín?
Me prometiste una risa eterna para siempre
¿Donde nacen los aromas que no volveré a atisbar?
Y

(…)

un silencio que lo sacude todo
es el mejor fin.





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