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sábado, 3 de septiembre de 2011

4734.- RUBÉN ROMERO SÁNCHEZ


Rubén Romero Sánchez (Madrid, España, 1978).
Licenciado en Humanidades (Univ. Carlos III de Getafe, 2000) y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada (Univ. Complutense de Madrid, 2002). Ha publicado el poemario La Luna lleva tu nombre tatuado (Huerga y Fierro, Madrid, 2001, Premio Villa de Leganés Local) y la plaquette Lo que importa (Cuadernillos La Fumarola, 2002). Fue premiado en el Ciudad de Getafe en Relato Corto y Poesía, ganador del Premio Internacional Los Molinos en 2000 en poesía y finalista en el Villa del Río 2005 en relato corto y en el III Premio de Relato Corto 2007 de la editorial Paralelo Sur de Barcelona.
Ha publicado en revistas como Qi; Cuadernos del Matemático; La Fumarola; El coloquio de los perros o "Paralelo Sur". Ha sido recogido en la Antología de relatos hiperbreves, de Publicaciones Acumán (Toledo), en 2006, y en la Antología del Beso. Poesía última española, de Mitad Doble Ediciones (Málaga), en 2009. Algunas de sus obras han sido traducidas al árabe.








a la mierda los sonetos, el mar, la belleza,
a la mierda Petrarca, los maizales de Hopper,
la lánguida calada de Oscar Wilde.
a la mierda la sonrisa de un niño,
mi estéril fiesta de cumpleaños,
Shakespeare, Dante, los juegos infantiles.
a la mierda con los náufragos,
que no hallen costas de mil palmeras,
a la mierda con la rosa intacta y pura y dura,
a la mierda mi infancia, las canciones,
el trágico destino de mi boca.
a la mierda los puentes levantados,
a la mierda el púlpito, el verso endecasílabo,
a la mierda la insípida nostalgia,
el cáliz sagrado de la podredumbre,
a la mierda los falsos profetas,
y también los verdaderos,
a la mierda Walt Whitman,
que se joda con su barba argentina
y sus buenas intenciones.
a la mierda Catulo, Lesbia y sus cien besos,
a la mierda con Camus, con Lear,
con el ritmo vendido.
a la mierda las manos llenas,
los hospitales en mayo,
la Luna en septiembre,
los labios que no di.
a la puta mierda mi poesía,
la Poesía con mayúscula,
efímera blasfemia impotente,
sudario que mi voz amortaja.
a la mierda el dios renqueante de mis versos,
a la mierda el dios que nos perdona,
el santo manicomio que me vela,
haberlo intentado y haber fracasado.
a la mierda la tristeza, el dolor y sus caprichos,
mi costado de mártir, las manos que toqué,
a la mierda los ilusos, los desheredados,
los pobres de espíritu,
a la mierda la esperanza.
a la mierda Sócrates el ético,
a la mierda lo que amé,
a la mierda aquello que demente perseguí,
lo que huyó de mi cama, lo que lamento.
a la mierda el olvido,
a la mierda las palabras que no bastan,
a la mierda yo al fin y en conclusión.
a la mierda lo que nunca dije,
ya es demasiado tarde.
y a la mierda y termino el amor,
que me ha hecho lo que soy.









You are innocent when you dream
(Tom Waits)


entonces supo que toda decisión es errónea
que da igual cuántas veces lo pienses
porque sólo elegirás el arma del verdugo

descubrió que algunos vencían batallas sin lucharlas
y que otros vendían sus falsas palabras de hombres falsos
conoció a mujeres a las que habría podido amar
y otras que lo amaron y morirá sin saberlo

a veces pensaba que la tristeza no iría por él
creía en sí mismo
y creía que siempre estaría a su lado

todos guardamos un muerto en el armario
a unos se nos nota
otros hacen caja con el asunto
él sabía que los perros vienen de la lluvia
y que los mejores años siempre han pasado

coge tus recuerdos
hazles un buen lazo
y arrójalos al mar
al infierno
que cuando el miedo venga por ti
o la tristeza
no encuentre sitio en tu cama
y se joda y le toque dormir en el suelo

no hay camino más abrupto
que intentar conservar lo que nunca fue nuestro.








te recuerdo en París
no en el Chelsea Hotel
en tus manos mi sangre y mi amor
hacían juego
señores
en la cama se transparentaban
nuestras antiguas derrotas
en tu boca había un nombre
que ya no era el mío

silencioso vagaba hacia tu corazón
extranjero
perdido el mapa de vuelta a tus caricias

te recuerdo en París
hace ya tantos años
soy más viejo que entonces
y mi amor también es más viejo
pero aún recuerdo tu boca
y cada día hasta el último día de todos
seré un exiliado de tus fronteras









¿Qué es poesía?,
dices mientras clavas tu mirada ausente
en el mar sin barcos de la alfombra,
¿son los platos buceadores
que ninguno de los dos queremos fregar?
Yo deslío una nueva excusa,
un nuevo gruñido, un nuevo traje de novia,
pero tus manos se han cansado de aplaudir
en este teatro vacío
al que llamamos nosotros,
los actores se han puesto en huelga
de frases inconexas,
el texto dramático ha adquirido
dramáticas connotaciones.
Y tú con tu mirada ausente
divagas sobre si poesía
es esta noria sin sonrisas,
o este flexo polifemo de las ruinas.
¿Que qué es poesía?
Y qué más da,
¿acaso va a pagar nuestra hipoteca a la vida?






Qué nos queda aparte de un autobús semivacío
y una marquesina que nunca volveremos a pisar.

Deja que te encierren, susurraba mi madre,
así al menos dejarás de hacerte daño.

El mar besó mi cintura y me dijo que todo lo que pensaba
era imposible y que yo ya debería estar muerto.

La cárcel o el manicomio al fin y al cabo no son sitios tan malos,
siempre es peor estar pidiendo disculpas.

Y caminaba a su lado y trataba de aprender su perfume,
porque sabía que tarde o temprano habría de buscarlo.

No, no voy a dejar que me encierren,
no creo que los barrotes se conviertan en palomas.
(La Luna lleva tu nombre tatuado, Huerga y Fierro, 2001)





“desperté para encontrarla o para
deplorar su ausencia para siempre.”
(John Milton, El Paraíso Perdido, VIII)


te diré que sólo soy un hombre,
que le quemo a la aurora los dedos cada día,
te diré que encierro tu boca en cada plancha,
en cada tuerca esquiva, en cada hierro furtivo.
tu vientre donante de dos rosas erguidas
susurra mi nombre mintiendo a la Luna,
y tu nombre acechando en mi baraja
mis promesas se juega a los chinos.
te diré que sólo dios sabe cuánto te quiero,
que le como la oreja a la penumbra
para que ahueque el ala
y nos deje dos noches seguidas
como un Zeus descalzo.
te diré, te diré y te cantaré
los secretos de todos los amores
que aún no han sido traicionados,
la herida del dios de los humildes,
las gestas del héroe sin bolsillos.
te diré que sólo soy un hombre,
un hijo adoptivo de Adán,
el último a quien buscan en el cielo,
alguien que atrapa dragones
si su princesa quiere encenderse un cigarro



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