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lunes, 20 de junio de 2011

4140.- ESTHER SELIGSON


ESTHER SELIGSON
Poetisa, escritora, ensayista y traductora mexicana. Nació en la Ciudad de México el 25 de octubre de 1941, en el seno de una familia judía, y murió en la misma ciudad el 8 de febrero de 2010. Estudió Literatura española y francesa en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Historia del arte en la Secretaría de Educación Pública (SEP) y cultura judía en el Centre Universitaire d’Études Juives de París y en el Mahon Pardes de Jerusalén. En 1969 fue becaria del Centro Mexicano de Escritores. Impartió clases de historia del teatro y de pensamiento judío y coordinó talleres de arte escénico en distintos centros universitarios, entre ellos la UNAM. Colaboró, además, en numerosos medios escritos y tradujo la obra del filósofo Émile M. Cioran.
OBRA:
Tras la ventana un árbol (1969)
Otros son los sueños (1973, Premio Xavier Villaurrutia)
Tránsito del cuerpo (1977)
De sueños, presagios y otras voces (1978)
La morada del tiempo (1981)
Diálogos con el cuerpo (1981)
Las figuraciones como método de escritura (1981)
Sed de mar (1986)
Luz de dos (1989)
La fugacidad como método de escritura (1989)
El teatro, festín efímero (1990)
Indicios y quimeras, isomorfismos (1991)
A campo traviesa (2005)
Toda la luz (2006)
Negro es su rostro. Simiente (2010)
Todo aquí es polvo (publicada póstumamente, 2010)





TIEMPOS DISTINTOS

I

Sube y asciende la burbuja
el olor
la voz
cercana voz de una presencia
Estalla la primavera
florece la piel sobre los huesos
que invernaron
yemas tiernas respiran
en el arbusto
tan dorado el aire
que respira el aire
miel derrama y pan caliente
Y el mar
el mar rompiendo su
soledad
ola tras ola
en la playa desierta
No hay palabras para tocar lo profundo
para expresar lo profundo
Pero a veces
a veces una caricia
leve
leve caricia de los ojos en los ojos
Febrero florece rojo
oro la primavera y blanco
carmesí el ciclamor
anís en el monte y salvia
caseríos silenciosos
Los niños y los amantes saben
olvidar
en los manantiales y ríos arbolados
que hay fronteras en pleno bosque
y granos de pólvora entre la menta
Tierra de promisión
Sangre de hermanos riñe a las anémonas
allá
en las arenas
volcanes duermen
bajo la lluvia menuda
¿quién le da nombre
a las montañas?
¿qué paz tan ansiada
puso límites al desierto?
Allá
entre las rocas ígneas
sedimento de noches sin memoria
a fuerza de rodar milenio
tras milenio
florece otra primavera
solitario diálogo del hombre
con los cielos
y las acacias
tenaz
una flor se abre en la oscuridad
-así protege la alcaparra sus frutos un
punto donde la eternidad
es comienzo donde
el secadal
se mojará torrente
Ahí también
una presencia
una voz
cercano olor
Y el mar
mar de corales
mascullando peces
-Diadema Argonauta Emperador erizos
fluorescentes
Cruza la caravana
navío de sueños
navegando generaciones
constructores de Tiempo
¿qué amenaza hoy esas estelas?
¿qué odio ciego las mina?
Sangre de hermanos tiñe a la diorita
Pero a veces
a veces una sonrisa
una mano que se tiende
una palabra
Allá




II

Voces llegan a la piedra
y voces
vienen de la piedra
en el pelo de la virgen
se enredan y caen florecidos
sus cabellos
en las canas de la vieja gimen
lagrimas que ya lavaron
pecados y rencores
de la piedra brotan
a la piedra escarban
los votos de la novia
y el piar de pájaros en su velo
las esperas de la madre
Palabras
tintineo de siglos
en las grietas de la roca matriz y matriz
y raíces el murmullo de huesos ancestrales
raíces como granos de arena grita su terca fidelidad
tiene el mar al suelo
palabras en cada rostro
reguero de plegarias surco de paisajes
reencuentro de añoranzas como parches zurcidos a la ropa
arden pabilos de luz
en el canto de la piedra




III

canto rodado
palabras heridas Me preguntas quién es
memorias del desierto ese niño es un niño
corazón atribulado que llora
pies descalzos y a su lado la mujer
desnuda la voz que llama de abiertos ojos azorados
silencio en el silencio en la tierra busco
No más preguntas a la tierra clamó
sólo dos manos que se elevan miel y leche
y el lucero vespertino para el hijo
que se abre zafiro entre las nubes Escombros respondieron
Diáfano el aire y orfandad
hasta transparentar lo invisible Entre ellos no obstante
y calar cascajo de cañón
en su entraña de nuevo brotará la menta
se diría la Faz –Tierra de promisión prendida
a las colinas y correrán trajineras las hormigas
su mirar absorto en la ciudad ¿No escuchas cómo la vida
respirando el trajín duele?
de sus creaturas Qué manera de roer
hasta confundir los soplos sin tragarse nunca el bocado
su escabel qué gozo
con techos y ventanas Soñé que me extinguía entre vigas
su morada apresada
con los umbrales del desierto derrumbe de casas y más casas
Perros ladran en los caminos Qué pesadilla me dije
los andariegos avientan piedras abriré los ojos
Tierra de promisión moveré las piernas
En el huerto abandonado Pero nunca desperté
un árbol Después me llevaron
solitario respira a un sitio más oscuro
la nostalgia de sus nidos. atado el rostro
Un hato de cabras se atarda segadas las manos
en el roqueda1 una y otra vez dispararon
el crepúsculo salpica La misma historia me dije
de estrellas a la planicie y quise cerrar el libro
vigilia de insomnes el fuego desmembró las frases
Vuelo de un arco Todo volvía a comenzar
tendido entre dos muros sólo el hombre yacerá
viejos sostenes de historias legendarias polvo en la ceniza
orgullo del etíope ¿Por qué vendrán las mariposas
hijo de Salomón y su reina de Saba a agonizar bajo mi techo?
airoso andar del armenio -Qué soledad
bajo su cofia puntiaguda me dijo ella,
Qué nueva y qué antigua qué fatiga ya ves
es esta voz que se derrama y no aprendemos el amor
Camino sobre las huellas de otras huellas ese pequeño, cotidiano
pisadas de otros siglos sin mayúsculas
mosto atemporal fermentado aunque a veces
pueblo tras pueblo a veces sí..
calles y templos Bajo el emparrado
adobe contra adobe obesa octogenaria
mazorca entre mazorca zurciendo aún
trillo a trillo ojos de lince dedos de acero
me contó su vida
del Cáucaso a Belén
una guerra y otra guerra
había perdido la cuenta
turcos ingleses y jordanos
y de los judíos no quiso hablar
-Para qué, tú eres como ellos.
Sentí el pecho
como urna cineraria
el alma friable
En tazas de porcelana china
preparó café
el cielo rusiente
cinglaba sus palabras
-También mi abuela
quise agregar
Mas no era caso repetir
tan idénticos afanes
En el jardin floreaban
Pasionarias




IV

Un mundo de desolaciones esperanzadas
¿es un mundo?
La esperanza es desnuda
viejo horizonte
viejo dragón de luz
¿quién detiene tu aliento
y que no avasalle?
Tan tierno el soplo de la Vida
tan desolado
Que me den un tambor
y una flauta
llamaré hasta que brote
de la tierra un Pardés
-un huerto florido tierra
sin trampas
sin ruinas
-Tierra de promisión hasta
que el humo
de esas bocas que tragan
y degullen huesos
sueños palabras
sea verde
como verdes serán los aparejos
se dice
del Enviado
Este mundo que recorremos a ciegas
en tardes de plata y malva
tardes de dioses arrodillados
en el brocal de la tierra
para beber su calor
¿no escuchas cómo duele?
Allá









DOS POEMAS DE “ORACIÓN DEL RETORNO” (Jerusalem, 2006)

VII

Envejezco Madre llevo a bordo mucho lastre
mas no quisiera aliviarlo pues tampoco ando a la deriva
navego entre islas que son calles que son ciudades
que son islas entre nosotros que son ríos
que son ribera desierto llanura navego
llevada por el ritmo de mi sangre
oleaje de memorias sin varadero
No quiero olvidar desprenderme dejar de ser pasado
no quiero perder ningún recuerdo ningún olor ningún instante
borrar ninguna imagen
aguardo no sé muy bien qué, es decir sí
y Tú lo sabes Madre, no hay enigma
al final del laberinto está la Luz
y hacia ella se enardecen mis anhelos
Nada más.
No me basta lo que alcanzo toco miro
me queda siempre un dejo de carencia
por más plena que sea la entrega
del creciente invoco ya a la luna llena
del mañana que será menguante retengo
lo fugaz lo tardío lo mendrugo
centinela de gestos y detalles coleccioné
miniaturas nimiedades entusiasmos
la tristeza en ánforas de barro mal cocido
los sueños en páginas sin quicio
celebré todo vuelo toda caída
y pedí perdón por mi indigencia mi sordera
el ciego ímpetu de inflamar a las palabras.



IX

Cautiva de tanto sueño contrariado
hoy quiero libre ofrecerles perdón
a final de cuentas sin duda recibí la parte de felicidad
que en este mundo me corresponde
A tus pies ofrendo Madre
la servidumbre de mis reproches
quémala
la carcoma de repetirme en la misma letanía de dolor
quémala
la turbia resaca de remordimientos
quémala
la viciosa costumbre de esperar lo improbable
quémala
la excusa del miedo que paraliza cobarde
quémala
la bastarda disculpa del amor rechazado
quémala
la mezquina astucia de apresar el tiempo
quémala
la distorsión que se juzga fiel certera
quémala
la calculada incapacidad de reparar el daño
quémala
quema las escorias que lazan mi vuelo
y bendice Madre lo que aún me queda por andar…









VIÑETAS JEROSOLIMITANAS

En este instante
el ahora cae de mi boca
y prohibido conservar
en un plato sus migajas
convocaciones fechas
tiempo

Voy aprendiendo del desierto
a no empeñarme en huellas
a desmoronar en el camino
los edenes del oasis
se acabó la lucha
por sorprender en la Quimera
sus secretos

Segundo tras segundo
no llegan las horas
a cicatrizar en un recuerdo
los pies asidos al silencio
sin el tedioso anhelo
de anhelar
la luz en ascenso
se apega a su propia sombra
una astilla una gota

Algo lejano y entrañable
avisa el viento
golpea tenaz ligero
tiembla
un aroma de olas
un no sé qué infantil
a la deriva

Vaporosa la mañana extiende
sus faldas de rocío
lodo son los bordes de la piedra
inútil sellar las rendijas
el frío se colará igual
la lluvia deslizará su humedad
en la herida

El viento borra a la luna
con pinceladas de nube oscura
ruedan las hojas secas
sin garbo
en torbellinos desquiciados
¿De qué reflejos
se empapará la tarde
en el crepúsculo que la cubre
amante presuroso?

Fugaz y perezosa
la luz del otoño
se licua rápida
cobriza
quebrada evanescente
gélido suspiro
de sombra y transparencia

Un pájaro se atarda
quizás espera como yo
alargar aún el verano
la luz dorada que no pardee
tan pronto
al caer el día

Me deslizo por un borde oscuro
sin dar testimonio de los días
a un lado y otro hay muerte
así a secas
muerte
astillas de vidrio plomo huesos
insomnio pesadumbre

Camino por un borde sin aristas
no resbalo no tropiezo
no veo enemigos al acecho
sin embargo mis pasos se confunden
astillas fierros

Desciende la tarde
sobre los cuerpos mutilados
descansan los rayos
de un sol caliente aún
bajo la hierba chamuscada
los rostros miran
hacia ninguna parte
en el crepúsculo de la noche
que cae
escombro entre escombros
los ecos de una batalla inútil
crepitan
y el viento no refresca
nada dispersa
todo yace compacto
como un gran charco coagulado...









DÍAS DE POLVO

A gente entende pouco do semelhante.
Cada um de nos é um enigma que a maior parte
das vexes fica por decifrar.
Miguel Torga



Estás tan lejos me dicen tan sola
y respondo nunca lo suficiente
nunca lo bastante lejos la soledad
siempre hay quien la interrumpe el teléfono
el cartero vecinos y esa necia costumbre
de procurarse víveres no nunca lo bastante
sola lo suficientemente lejos transijo
pago cuentas hago la fila en el correo
saludo sonrío tampoco el mar que me acompaña
está solo cuántos veleros barcos lanchas
guardacostas lo ocupan

A veces nos salamos el mar y yo
muy de mañana en un llanto mutuo
remojo los piés en su espuma fría
y escucho la risa de Adrián que se revuelca
me digo entonces que aún estoy cerca
demasiado cerca
que me ha anclado el dolor a la orilla
a este cuerpo nunca suficientemente solo
ligero lejano
ay tan presente



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