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jueves, 2 de junio de 2011

4078.- VALERY LARBAUD


Valéry Larbaud
(Vichy, 1881- id., 1957) Escritor francés. Fue amigo de Gide y su actuación fue decisiva para que se conocieran en Francia las obras de I. Svevo y de J. Joyce, cuyo Ulises tradujo en colaboración con el autor (1929). Su obra maestra es A.O. Barnabooth, poesías y diario íntimo (1913). También son notables sus numerosos ensayos de crítica literaria. Tradujo a Samuel Butler y a Ramón Gómez de la Serna.

Obra
Poèmes par un riche amateur (1908).
Fermina Marquez (1911)
A.O. Barnabooth (1913)
Enfantines (1918)
Amants, heureux amants (1923)
Beauté, mon beau souci (1920)
Ce Vice impuni la lecture (1925)
Jaune bleu blanc (1927)
Aux couleurs de Rome (1938)
Sous l'invocation de Saint Jerome (1946)
[editar]Edición en español
Larbaud, Valery (2002). Amantes, felices amantes.
Larbaud, Valery (2000). De la tierna edad. Ediciones Igitur.
Larbaud, Valery (1984). Diario íntimo (1917-1920). Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert.
Larbaud, Valery. Fermina Márquez. Espasa-Calpe.
Larbaud, Valery (2005). Obra completa de A.D. Barnabooth: el pobre camisero; Poesías; Diario íntimo. Ediciones Igitur.
Larbaud, Valery (1988). Obra completa de A.O. Barnabooth. Trieste.
Larbaud, Valery (2001). Las poesías de A.O. Barnabooth. Editorial Pre-Textos.





Oda

Préstame tu gran ruido, tu gran andar tan dulce,
Tu deslizamiento nocturno a través de la Europa iluminada
¡Oh tren de lujo! y la angustiosa música
Que se enreda a lo largo de tus pasillos de cuero dorado,
Mientras que tras las puertas laqueadas, de picaportes de cobre pesado,
Duermen los millonarios.

Recorro canturreando tus pasillos
Y sigo tu carrera hacia Viena y Budapesth,
Mezclando mi voz a tus cien mil voces,
¡Oh Tren-Acordeón!

He sentido por vez primera toda la dulzura de vivir,
En un camarote del Nord-Express, entre Wirballen y Pskow.
Resbalábase a través de las praderas donde pastores,
Al pie de grupos de grandes árboles semejantes a colinas,
Estaban vestidos de pieles de corderos crudas y sucias…
(Ocho de la mañana de otoño, la bella cantatriz
De ojos violetas cantaba en la cabina de al lado).

¡Y vosotros, grandes vidrios a través de los cuales he visto pasar la Siberia y los montes del Sammiun,
La Castilla áspera y sin flores, y la mar de Mármara bajo una lluvia tibia!

Prestadme, oh Orient-Express, Sud-Brenner-Bahn, prestadme
Vuestros milagrosos ruidos sordos y
Vuestras vibrantes voces de reclamo;
Prestadme la respiración ligera y fácil
De las locomotoras altas y delgadas, de movimientos
Tan cómodos, las locomotoras de los rápidos,
Precediendo sin esfuerzo cuatro vagones amarillos con letras de oro
En las soledades montañesas de la Serbia,
Y, más lejos, a través de la Bulgaria llena de rosas…

¡Ah! es necesario que esos ruidos y que ese movimiento
Entren en mis poemas y digan
Por mí una vida indecible, mi vida
De niño que nada quiere saber, sino
Esperar eternamente cosas vagas.

Poésies de A.O. Barnabooth, 1913


Traducido por Evar Méndez y Francisco Luis Bernárdez (Martín Fierro, 2ª época, N° 16, Buenos Aires, mayo 5 de 1925)
Fuente: La traducción literaria. Antología del poema traducido, por Lyzandro Z. D. Galtier. Tomo II. Ediciones Culturales Argentinas. Ministerio de Educación y Justicia, Subsecretaría de Cultura, 1965




El don de sí mismo

Me ofrezco a cada uno como su recompensa;
Se la doy incluso antes de que la hayan merecido.

Hay algo en mí,
En el fondo de mí, en el centro de mí,
Algo infinitamente árido
Como la cima de las altas montañas;
Algo comparable al punto muerto de la retina,
Y sin eco,
Y que sin embargo ve y oye;
Un ser con vida propia, el cual, sin embargo,
Vive toda mi vida y escucha, impasible,
todos los parloteos de mi conciencia.

Un ser hecho de nada, si fuese posible,
insensible a mis sufrimientos físicos,
que no llora cuando lloro,
Que no ríe cuando río,
Que no se avergüenza cuando cometo una acción vergonzosa,
Y que no gime cuando mi corazón está herido;
Que se queda inmóvil y no da consejos.
Pero parece decir eternamente:
"Estoy aquí, indiferente a todo."

Es quizás vacío como lo es el vacío,
Pero tan grande que el Bien y el Mal juntos
No lo llenan.
El odio muere ahí de asfixia,
Y ahí el amor más grande no penetra nunca.
Tomad por lo tanto todo de mí: el sentido de estos poemas,
No lo que se lee, sino lo que habla a través mío a mi pesar:
Tomad, tomad, no tenéis nada.
Y adonde vaya, en el universo entero,
Encuentro siempre,
Fuera de mí como en mí,
El irremplazable Vacío,
La inconquistable Nada.

Versión de Claire Deloupy









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