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jueves, 2 de junio de 2011

4079.- ALFREDO PÉREZ ALENCART

Alencart en el Aula Fray de León de su Universidad
(Foto de Enrique Carrascal)



Alfredo Pérez Alencart (Puerto Maldonado, Perú, 1962).

Texto bio-bibliográfico y selección de opiniones y poemas
realizada por Enrique Viloria Vera, escritor venezolano.

Tuve el placer de escribir el ensayo Pérez Alencart; la poética del asombro (Madrid, Verbum, 2006) del poeta y ensayista peruano-español, quien desde 1987 es profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad de Salamanca. Allí lo conocí y allí tomé contacto con su obra y actividades. En 2005 fue elegido miembro de la Academia Castellana y Leonesa de la Poesía, y desde 1998 es coordinador de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos, que anualmente organiza la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura en colaboración con la Fundación Camino de la Lengua Castellana. En 2009 recibió, por el conjunto de su obra, el Premio Internacional de Poesía “Medalla Vicente Gerbasi”, otorgada en Caracas por el Círculo de Escritores de Venezuela.
Indicar también que fue Secretario de la Cátedra de Poética Fray Luis de León, de la Universidad Pontificia de Salamanca (1992-1998), director de la Revista Cultural Iberoamericana “El Cielo de Salamanca” (2002-2006) y vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Salamanca (1992-1995).
En poesía ha publicado La voluntad enhechizada (2001), Madre selva (2002), Ofrendas al tercer hijo de Amparo Bidon (2003), O feitiço da vontade (2004), Pájaros bajo la piel del alma (2006), Hombres trabajando (2007), Cristo del alma (2009), Estación de las tormentas (2009), Savia de las Antípodas (2009) y Aquí hago justicia (2010). Oídme, mis Hermanos (2009) es una antología bilingüe hispano-alemana, traducida por Herbert y Sigrid Becher. Libros o poemas suyos han sido traducidos al inglés, italiano, portugués, árabe, serbio, francés, hebreo, búlgaro, vietnamita, ruso, japonés, estonio, indonesio, rumano, filipino, croata, turco, alemán y coreano. Ha sido invitado a encuentros poéticos en varios países de Europa e Iberoamérica.
Como antólogo ha preparado libros de Gastón Baquero (Cuba), Gonzalo Rojas (Chile), Alejandro Romualdo (Perú), José Hierro (España), Olga Orozco (Argentina), Jesús Hilario Tundidor (España), Reynaldo Valinho (Brasil), Nancy Morejón (Cuba), António Salvado (Portugal), Ramón Palomares (Venezuela), Carlos Contramaestre (Venezuela), Elicura Chiahuailaf (Chile), José Jiménez Lozano (España) o Álvaro Alves de Faria (Brasil), por señalar algunos.



ALGUNAS OPINIONES SOBRE LA POESÍA DE ALENCART

Castilla y León, esta querida parcela nuestra, vive un momento especialmente brillante, muy feliz, en lo que a poesía se refiere. Alfredo Pérez Alencart forma parte de este milagro, por la alta calidad de su obra, toda ella importante, por la firme suavidad, seriedad y hondura de su lenguaje poético. Todo ello unido a su alta inspiración, a sus sentimientos igualmente elevados y auténticos. Admirable su dedicación a la poesía. Y el rigor e intensidad con que se entrega a su difusión. Y su generosidad hacia la obra ajena, su acercamiento cordial a todos los poetas. Desde el otro lado del mar nos llegó, para nuestra fortuna, el regalo de esta voz, de esta presencia. Por ello, nuestra gratitud (2004).

ANDRÉS QUINTANILLA BUEY (Presidente de la Academia
Castellana y Leonesa de la Poesía. Falleció en 2008)




La voz de Alfredo Pérez Alencart, poeta de nuestro tiempo, se levanta en toda circunstancia: una voz fuerte que dice tanto lo épico como lo lírico. Esta voz que es la de la poesía nacida del hombre Pérez Alencart se dirige hacia nosotros: recuerda el destino de todo individuo, contribuye a alabar la tierra, sea la tierra nativa del Perú, la tierra elegida de España o Portugal, tierra amada, cuna de lejanos antepasados del poeta. Además, la voz de Alfredo Pérez Alencart nos llega como un testimonio de lo sagrado y aun tiende a sacralizar lo profano. Su diversidad, su resonancia humana, caracterizan esta poesía cuyos recursos aparecen sin cesar con sorpresas infinitas. No olvidemos esta voz: escuchémosla, resonará durante mucho tiempo en nosotros mismos.

MAX ALHAU (Poeta francés. Premio "Antonin Artaud", entre otros. Es crítico
literario de las revistas "La Nouvelle Revue Française", "Europe" y "Autre Sud")





Las poesías de Alfredo Pérez Alencart son para leerlas desde cualquier ángulo, pues sus palabras se desplazan alegres, tristes, triunfantes, desde el verso mismo, o sea, desde la cuestión de la creación poética. He ahí el secreto de la gran belleza de los poemas de este poeta del Perú que echó a caminar con su poesía a cuestas, y solamente se fijó la meta de llevar consigo, a donde sea que vaya, el agua de su poesía. Todo el mundo, la naturaleza, los ríos, la vegetación sin rumbo, la tierra en permanente mudanza, el amor, la comunión del ser humano con los cielos y con los abismos, el deleite de la vida frugal, la necesidad de encontrar en los rostros de los hombres y de las mujeres el propio rostro, hallan esencia abundante en sus temas poéticos. Desde que leí la obra de Alfredo Pérez Alencart tuve la certeza de que la poesía podía salvarse, todavía; también supe que a partir de ella se podía soñar con levantar un mundo nuevo, diferente, significativo, pleno de imágenes iluminadas, de caminos confiables. Palabras de belleza natural, y dichas a tiempo, pues, son las de Pérez Alencart.

DELFINA ACOSTA (Poeta y periodista paraguaya. Es Premio Nacional
de Poesía “Roque Gaona” y Premio de Poesía “Pen Club de Paraguay”)







Alfredo Pérez Alencart, poeta de dos tierras y descubridor de otras más, busca en su poesía la mejor manera deudora de la tradición castellana, que puede vivir y crecer a despecho de las modas literarias. Pero al mismo tiempo, recrea su mundo particular buscando lograr una obra original, tanto en su temática como en el trato, al construirlos profundamente, ajenos a la imagen anticipada. Los versos no han sido obligados, por la carga, a dejar su vuelo inconcluso sino que continúan en la tela de las palabras, permitiendo que busquemos en ellos la fuerza de la inteligencia y la transparencia anidada en lo oculto. Él no proyecta su integridad, solamente, en una figura conocida, ser legendario o mítico, sino que busca en los alrededores, en su gente, seres vivos y anécdotas de la vida diaria para captar el son de su verso. En vez en inventar máscaras de sí mismo, el poeta adopta las caras y sus voces para expresar la historia, su historia, tan personal como las del resto, donde capta las visiones del mundo, prototipos, deseos o temores en un grado igual que otras emociones y circunstancias efímeras. Ya que el poeta en sí es un ser cómplice. No es una poesía pura como reclama más de uno, sino un campo de reflexiones, donde la cultura y la experiencia personal son inseparables en casi toda la trayectoria del poeta Alencart.

ABDUL H. SADOUN (Poeta y traductor iraquí. Director de “Alwah”, revista cultural árabe)






Te escribo para decirte que me encantó, pero con E mayúscula, Madre Selva, sobre todo el “Soliloquio ante el río Amarumayo”. Este es un gran libro y un gran poema. La voluntad enhechizada también es muy bueno, tal vez incluso es más perfecto que Madre Selva, más maduro, pero siento que tiene algo más forzado, un propósito que está impuesto como si aquí sí se quisiera "pagar un tributo a la tierra". En el otro no hay tributo porque son los sueños de la tierra los que hablan, no tú. Espero con sumo interés ese tercer libro del que me hablaste (15-10-2005).

RAÚL ZURITA (Premio Nacional de Poesía de Chile)





Americano obligado a vivir bajo dos cielos, Pérez Alencart recoge en Ofrendas al tercer hijo de Amparo Bidón otra muestra de ese lenguaje tan suyo y tan rico -ese lenguaje de Hispanoamérica que acabará salvándonos el nuestro- para dejar que ahora también la razón hable... La palabra está aquí dominada, y esa especie de teoría que es el deseo es como una ofrenda más “imantada”, es decir, apaciguada por el poder reflexivo de la palabra. Hay, sí, mucho de ofrenda en este libro, de palabra que se nos da humildemente reconciliada con el ser. Es el triunfo, sin más, de lo que el autor reconoce como “armonías interiores”.

ANTONIO COLINAS (Premio Nacional de Poesía de España;
Premio Castilla y León de las Letras)







CARTOGRAFÍA DE LAS REVELACIONES

(Breve antología de poemas inéditos)



MUJER DE OJOS EXTREMOS

Mujer de ojos extremos: soy todo convulsión
durando en músculos de flamígero presidio; soy el juzgado
y condenado cuando me ausento a veces por el otro
tiempo de la manzana; soy el ángel rehabilitado
que te sigue con su ala de amor, gentileza
contra los bárbaros; soy el que desdeña pertenencias
que no hacen falta, manos en ardimiento,
violín flotando por aguas amargas, por soles trizados
pero siempre a tu lado, a las veintitrés lunas de tus huesos,
a tus noches henchidas quedándose para que bese
tus sueños y cosquillee tu torso hasta volverte
gacela del Líbano viniéndome cuidadosa.

Tú, que tienes de Querubina, alúmbrame con luciérnagas
y cuida mis desgracias, mis espectros de dos lenguas,
mis miradas deshilachadas, mi vida individual
y colectiva: cuídame hasta la última edad, diluvia
en mi fisiología, relaciónate, relígate, ora conmigo ahora
y en la hora del gozo, del llanto de la exacta realidad,
creando a fondo la comunión carnal y los vientos
favorables del espíritu.

Yo te necesito, mujer de seda y acero: necesito tus ojos
extremos para crucificarme tan de continuo,
para ser testigo de tus llamas sin corrupción, alimento
para mi supervivencia que ya rectificó su rumbo
y atraviesa tu noche única de prodigios como si hubiese
sido un sueño apretado a nosotros mismos,
en plena acción de tierras y cielos aplicándose
al oído tus susurros y los míos.

Mujer amada: espósame con invocaciones
que nombran lo amado, con emoción continua, con risas
que destellen eternidad y asedio a mis partes mortales,
aisladas por tu respiración en mitad de la almohada:
centro vivo, pulsación que me concierne, cerebro febril
gravitando en la certeza de mis manos, movimiento
libre de tus nervios principales en cuya rotación
nunca quedo a oscuras.

Mujer de ojos extremos: te cobijo ahora que sientes frío
y el ruido del mundo atasca historias a la orilla de tu río,
de tu bosque, de tu cielo de tantas estrellas,
allí donde bailé contigo baladas y promesas
hasta hacerse agua nuestra boca tan temprano, juntos los dos
pero distintos a todos, éxodo tras éxodo para gestar
al unigénito portador de todas las sangres
de aquellos forasteros
que nos legaron un corazón alejado del odio.

Yo te beso,
moza madurada bajo el roce íntimo
de mis días vertiginosos.







MIENTRAS TANTO

Mientras los inquisidores comprueban
que el hombre existe
y llena su zurrón de pérdidas y ganancias,
él sigue residiendo donde los relojes avanzan
con su derecho a no dar la última hora.

Quieren taparle la voz con las manos de la intriga,
mientras alzan sus copas color envidia
o perpetran postergaciones y panfletos;
pero el hombre sigue con su único menester:
sumar a sus crónicas las primicias
de indesmayables vuelos.

Así camina entre el aliento de las gentes,
apartando celos y malentendidos,
ofreciendo amor con las pestañas de sus ojos,
palabra a palabra dispuestas a perdonar
trampas de la ciudad pequeña.

Las ventanas de su corazón están abiertas.
Es cuestión de preferencias, de no huir del asombro,
de saber que el tiempo es dulce y mezquino:
así va sintiendo cómo la ciudad pequeña
va amarrándose al tallo envolvente de su espíritu.

Mientras se empeñan en dejarlo de lado,
queriendo evaporarlo con amargos
incendios viscerales, él destila buen humor,
ofrece de comer a los pájaros
y termina por creer que tantas zancadillas
sólo fueron sueño.








LOS HUESOS DE ALREDEDOR

Estos huesos de la fosa descubierta
iban por el camino rojo
de la vida.

Desde hoy cambiarán de postura: sólo de lugar,
nunca de destino, nunca como esos
cuya baba era de cal y de estólida locura
fusilante.

Hoy Pepe Mateos ha encontrado los huesos
de su padre (1936-2007): hoy lo he visto sudar
bajo un cielo de granizo.

Lo he visto en un pueblo de Castilla, escarbando
la tierra con sus uñas y con el ADN de su sangre.
Lo he visto exhumando 14 cadáveres hasta ordenar
sus huesos queridos.

Hoy he visto llorar a Pepe Mateos,
llorar con ojos de huérfano, como niño todavía
con sus lagrimales resecos
soportando veintitrés mil días de duelo.

Lo he visto en Pelabravo
limpiando los huesos del padre para inhumarlos
como corresponde, para que la muerte
no siga amasando más tristezas.

Lo he visto conversando con Luis Calvo
mientras peinaba sus canas y guardaba las gafas,
porque desde hoy puede ver
cómo se alarga la sombra de su padre,
libremente,
por la fría meseta castellana.






ESPEJISMO DE LO AUTÉNTICO

Ser dueño de bosques desaparecidos
es pertenecer a la derrota de un mundo
que otorgó fulgores a mi infancia
antes de la rueda turbulenta del fuego,
antes que se extinguieran los frutos que teñían
hasta la médula del alma
de los míos que redescubro ahora si los evoco
por este páramo de alguna flor
sobreviviendo endeble sobre el estío
en cuyas brasas parecen crepitar las lindes
de aquello que pensé cuando joven,
rápido en probar del manjar de la ilusión.

Esta mirada por encima del secarral
aparta trofeos de oxidado latón, sedentarias
aureolas, juegos fosforescentes
que adulteraron la humilde ceremonia
de existir sin acaparar.

Acechan desiertos con sus siglos de arena
coronando la envoltura de la tierra. Acechan
climas ensayando arrojos en latitudes
equivocadas. Acechan semillas
amargas y días de ceniza apurando pesadumbres
en lo profundo de los ojos o del corazón
desmesurado, propenso al entusiasmo
que ya no vuelve con lenguaje amparador.

Duele el aire que hostiga entre los rastrojos,
echado yo sobre la hierba seca del verano
cuyos llameantes dedales tocan mi piel
como fieras. Va y viene lo que pienso ahora,
a la izquierda del zarpazo susodicho,
resarciendo la otra existencia que emerge
más allá de vitrinas acicaladas,
inventario de lo que no gira adentro
de uno mismo.

Heme aquí visionando árboles que ardieron
o fueron cortados con diáfana impunidad.
Heme aquí entonando la canción del regreso
bajo los truenos inaudibles del recuerdo.

Aquí, aquí, aquí, donde el estío me combate
con las alas de un pájaro angustiado.






NOCHE TATUADA

Humanamente abierto al roce sacramental, ganado
para las alturas hasta confundirme en deseos profundos,
mis extremidades desfilan apresuradas, como pájaros
salvajes picoteando deleitoso fruto.

He traspasado las inmediaciones del sueño y la vigilia.
He saltado con todo el cuerpo para legislar plegarias
y silencios que dilaten formas exactas.
Vine con mi costumbre, con mi sumergida labranza
incontenible. A empujar tu inocencia vine,
a calcular las dádivas de tu vientre. A vestirme
con tu hermosura, a enjuagar la noche he venido,
alojando mi unidad primera en el surco abierto del amor.

¡Oh vastísima pasión a media altura, edifica el clima
donde triunfe la cálida lengua de los arpegios!
Así es, a rasgar la noche con luz que muscula más luz
abalanzada desde los ojos desplegados por un querer
que manotea de pronto mortales impaciencias
o palomas de veinte colores rozando el horizonte
alcanzable de esa mujer con patria que no tiene frío
porque su talle es dulce llama esbelta
donde se transfiguran los anhelos.

Entre colinas descanso los minutos
que enfrutecen la piel por cuya memoria se entreabren
las compuertas del paladear solamente dichas
en cascada, aromas verdaderos del alambique
que más enloquece.

Siente. Estoy avanzando.
Mi boca filtra tu alquimia que remonta todo mi yo
con los ojos cerrados, escarbando la sangre del armazón,
torciéndote en mil sentidos por el aposento blanco.

Abrazo morosamente y reconozco divinas deudas
cuando empieza el goce que me alcanza destilando sales,
preludio de las llamas del amor con nombre
de mujer izada no por mera casualidad.

Pedí el fuego y se me concedió en toda su totalidad.
Sólo soy el cuerpo que te contiene mientras crece
la noche y reaparecen milagros reconocibles
tomando posición.

¡Oh entusiasmo, guarda en tu puño firme
la contraseña
de este encarnado deleite!







DE LO SIEMPRE AMADO

(Homenaje a Teresa de Cepeda y Ahumada)

De por vida nos une un reino fuera del tiempo,
un reino que transfiere palabras contra la desesperanza,
alas para nosotros mismos
y para sobrevolar las cicatrices del Diluvio
y ventear aires sin veneno
a los pulmones del albañil que moldeará más barro
del palomar que es dialéctico templo
porque está en nuestro pecho sin coágulos ni fronteras,
fundando moradas humildes, silabeando
el porvenir, albergando al Espíritu invulnerable.

:: (Abre tu boca / la Vida está en la LLAGA / lejos
de los prelados / lejos del óbolo / de las estatuas) ::

Henos aquí, por aires donde aúllan verdades
relampagueadas en la comunión con el Cielo
de la memoria, verdades emparentadas
al terral de la vieja Castilla que aún busca su contento
celebrando con vino casi alado
la muerte con resurrección.
Oh, poderosa realidad
de lo siempre Amado en el horizonte impar
de esta Babel que poco trasuda la sangre del Dios
que nos escarba la salida con átomos salvajes
y palomarcicos
y palomas
que enseñan a volar leguas arriba
picoteando raíces de páramo como pan de cada día
volviéndose plegarias
hasta hallar cobijo en el nidal del retorno,
adobe y tapial contra el exterminio.

:: (Viola los estatutos de la muertE / húrgale
su nariz / y meteorízala hasta que diga ay, ay, ay) ::

Del palomar del pueblo salen latidos que nos relajan,
no porque tengamos astilladas las alas
sino por el oleaje de revelaciones
de la sangre iluminada en cánticos para el Cielo
que destella cuando Teresa, nuestra hermana, tan alta vida
espera apoyada en sus últimas lágrimas
y en las manos del destierro.
Ay, palomita de las oraciones
que más cuentan, paloma pieldivina
deleitosamente prisionera nidificando la llama que no quema,
aléjate de las aves agoreras
y camina por zonas de tolerancia o vuela con el peso neto
de tu declaración de ardiente fe
y aléjate siguiendo la medialuna de tu temblor,
aléjate de las aves de rapiña
y no mudes los Evangelios por peste de idolatrías,
por corazones que palpitan a medias,
por escenificaciones de amor deshabitado, insipidez
tras insipidez tras insipidez.

:: (Apasionada travesía por tierras del Tormes y el Adaja /
Guardiana / danos tu sonrisa / para esta Eucaristía) ::

Pronunciamos la Palabra
alquimiándola en el sistema solar del éxtasis, en las arterias
de la perduración antítesis del mundo,
en el mimbral de las ternezas a la intemperie,
en la relojería de Enigmas / Misterios / Milagros
mordedura del Hacedor a precio de rescate soltando perdón
contra historietas de brujas hechizándonos las venas.

No más inquisiciones.
Henos aquí para dar 67 besos a la Dueña de los palomarcitos
místicamente prendada del nazareno,
a quien alimenta de su puchero, mientras transita sures
o Reforma uno y otro palomar, como el mantenido
desde de la infancia, muriendo sin morir
en el connubio que se le volvió eterno.

:: (Deshuesada tu carne / Espíritu eres = Espíritu serás /
Cepeda & Ahumada / Ávila + Alba de Tormes) ::









AQUÍ ESTOY PARA VIVIR

Aquí estoy para vivir
mientras el alma me suene

MIGUEL HERNÁNDEZ


Porque sé que la memoria quedó preñada de silencios
yo abro mi boca para no quedar pasmado
cuando las alacranes busquen nido otra vez por este suelo.

Y porque yo tengo un hermano que antes
dejó caer sus lágrimas por el infierno de los suyos,
en mi sangre acumulo su propia sed
y abro en surcos mi corazón mientras pueda, mientras
el árbol de la vida no sea cortado con ráfagas de plomo
o se utilice para hacer crucifixiones en la calle
o para envigarme los ojos con siglos zurcidos
con el terrible hilo de la envidia.

Embadúrnome de esperanza, limpio manantial
donde deslavar el odio y aquellas heridas
que traspasan mi costado. Y despídome. Y levántome.
Y deténgome donde mi familia que crece en una claridad
que no pisan las hienas, que crece sobre un símbolo
más fuerte que el miedo o que toda piel de cordero
erizada de revanchas.

Y aunque por tu cárcel voy a entristecerme
y aunque a tu sufrir yo vaya a consolar, debo seguir
cantando a la vida renegrida, hermosa a pesar de los tragos
amargos, de las estocadas o de la pústula que mana
del hueso antiguo de aquel Caín.

Ahora estás en mi corazón, vivo compañero antiguo,
hermano tan presente con tu puño
repleto de amor.

Repleto de amor quedo en tu pliego de testimonios
cuyos bordes rojos se han repintado para siempre. Tampoco
hoy se perderá tu canción en los pedestales de mi tiempo,
en mis días desembarazados del luto inmenso,
de huérfanos y viudas junto a la cara destapada de los salvajes.

En mi tiempo no rompen las venas
pero debo estar con ojo de lince, atento al movimiento
de estatuas demacradas que cuestionan la equidad
en esta tierra. Y entre besos de descansada paz hay
que recordarle a la gente el bumerang de las adversidades,
la casa siete veces saqueada, el oxígeno insuficiente y los cielos
apagados donde quedaron sepultadas las memorias.
Despertándote lejos de los gusanos de la descomposición,
ahora estás en mi alma.

Ahora estás en mi alma y en la savia que baña la noche,
oh hermano caído en el sartén hirviente
de quienes buscaban derretir tus horizontes. ¡Deja
que también yo salude a Ramón y a Federico! ¡Deja
que sea yo quien pode tu llanto con nuevas leyes de amor!

De abrazar con ambas manos está hecha la amistad, de cavar
por las trincheras sin armisticio o cuando se abre el sepulcro
a la espera del prodigio. Tierra con tierra te acompaño
para heredar la semilla germinada, prolífica contraseña
dentro del cuerpo dulcemente mortal en tu plegaria
desnuda, tiritando hasta volverse infinita.
Menos lágrimas sobre la ardiente piedra roja. Menos lágrimas
bajo el humus que abona nuevos sueños. Entretanto,
mis ojos ven cómo crece el futuro
y cómo el hambre puede nuevamente aparecer.

El hambre puede nuevamente aparecer
si el odio es el pan que nos sostiene. En cualquier lugar
me estremece ver lánguidos niños con el cuerpo evaporado.
Si mi hijo no tuviera qué comer, yo cuestionaría tal impiedad
pidiendo exorcismo para todos. A veces el hambre
se adivina. No había nada para los tuyos, salvo cebollas. Los
dos parecían tristes.

Parecían tristes, pues triste es toda contienda voraceada
por dientes ojivales y bisturís que abren inocentes
carnalidades. Rebélate en el amor, rebélate en la palabra
hasta que se derrumbe la violencia y se pudran
los tambores de lata y los verdugos muertos ya estercolen
el chiquero de la bestia. Quien custodia la palabra
es porque ya caminó por su misterio. Quien vive
en amor es porque ya besó su fértil sementera.

Levemente viene el amor desde el más viejo de sus viajes
y nos arrastra sin moverse, y nos entra como agua
que bien humedece la tierra cuando llueve.
Sagrado es el amor a la palabra. Sagrada es la palabra
Amor si talla epitafios para todo el odio del mundo.

Talla epitafios para todo el odio del mundo con voz
de profeta de una tierra ardida y de un pueblo
que conoció sucias cuchilladas o copas rebalsadas de ceniza.
La sangre purificada tiene derecho a reinar
en el corazón de todos, sin blindajes que la embalsamen,
sin olvidar los hechos del poeta que mostró
sus horribles cicatrices.

Y vístete de pájaro, español de las Españas viejas y nuevas.
Así amansarás a los fantasmas rupestres cuyas iras
aún no ha pulverizado el tiempo.

Acelera el milagro,
porque
aquí estás para vivir.







EL VINO DE LA ESPERANZA

Que no falte el vino
y surja por la otra cara del porvenir, goteando
sus milagros debajo de los párpados
o más acá del recuerdo que se revela memoria adentro,
cual sol levantándose en nosotros, en nuestro
paladar con todas las edades de la sed,
principio y final de un secreto al rojo, abierto
a la resurrección.

Cuídese la viña para que no falte el vino
que acompaña los días celebrantes o cuando debemos
cruzar hogueras de tristeza, como en esos momentos
que buscamos estar próximos a los ausentes.

Una copa de vino ayuda a las palabras polvorientas
y vence al que dicta sentencias: Vence
porque su raíz no tiene ataduras, salvo en los labios
de lo más amado.

Que no falte el vino en barricas encuevadas
para una historia que sucede en muchas partes: alguien
descorcha una botella y pacta la insistente señal
o la proclama de ofrenda colectiva bajo el cantar
de las apariciones.

El vino de los fondos alumbra alas amparadoras,
como ángeles del gozo y del miedo
presintiendo vuelos que no limita lo finito.

Hay una divinidad soplando adentro de la sangre
los mandamientos del instinto.
Hay un clamor ritual en el cuerpo de roble
donde el vino se oxigena.

Que no falte el vino
porque así nunca nos faltará la esperanza.









SOMOS MIENTRAS COMPARTIMOS

Mortalmente clavados en la Tierra,
somos mientras compartimos agua y aire,
puertas sin llaves que detesten
porque siempre dan a las coordenadas del júbilo
que no ofusca la emoción más pura

Yo, por ejemplo, tuve hambre
cuando los truenos retumbaban por la meseta
y ningún garbanzo danzaba sobre el plato
para amenizarme el día.

Mas alguien compartió conmigo sus migajas,
escuchó mis historias americanas
y se acostumbró al castellano de otro reino,
magnético como este
en sus noches desiguales,
en sus cantos inversos de los dos mundos
que ahora soy, humano en fin
de la gran vegetación, del páramo o de las
montañas astures

Y aunque no todo es felicidad
porque hay noches de duermevela,
estos rincones me otorgaron su brillo
hasta hacerme hijo suyo
en espíritu siemprevivo, saboreando
y masticando
hasta los épicos nutrientes de sus sueños.

Hermanos,
sabiendo que todos somos del mundo,
sigan buscando esa piedra preciosa
en cuyo suelo hallarán
donde recostar la cabeza.







PASO AL LENGUAJE DEL ALMA
(Los poetas)

Nos resucita el lenguaje del alma, el hondo acento
de tablas resonantes trasladando sílabas electrizadas
desde la boca bendita del trueno. Nos regresa
la nunca apagada promesa que tapa el yerro de los hombres.
Nos precipita a la existencia el deseo azul impreso
en sangres que germinan asombros.
Nos amanece el fogonazo acantonado en el predio
donde descansan las revelaciones. Nos enraíza
lo insondable que gobierna con maestría
el mediodía de la creación, plegando su corazón
saltarín para colocarnos años encima.

Así vamos acumulando premoniciones,
como si sucediesen muertes cultivables o vidas
enseñando cómo horadar secretos, cómo cambiarnos
de traje para el viaje donde nos lavarán las cicatrices
de todos los inviernos.

¿Estamos en diálogo con las venas del enigma,
con su lengua adiestradora de cada destino?
No queremos decirlo de pronto. No entramos
en ello como si fuera una contienda ganada.

Hemos escuchado al transparente espíritu
que dona palabras necesarias. Sabemos de los hilos
que sujetan nuestros cuerpos, de las ideas
levantadas para que el milagro sea cotidiano y pase
por nuestra garganta, ya convertido en llamarada
de invocaciones.

Despertamos porque las escamas de la noche
humean legendarios temores. Es difícil no arder
en medio de lo oscuro, protegidos por los párpados
del silencio habituados al paso de los cielos
más taciturnos, atados a la esponja del recomienzo.

Quizás sea ocasión para saludar a los arcángeles.
Quizás vayamos al otro hemisferio con la varita mágica
de la alegría. Quizás los pájaros cantores
llenen el aire de silbidos premonitorios. Quizás
sólo vendimiemos hipnotizadas
horas de guardia.

Alguna vez los desastres muestran su negra faz
y dejan que escuchemos el trombón que exaspera
hasta la zozobra. Alguna vez no vemos el faro
que advierte de escalofriantes acantilados. Alguna vez
los zarpazos nos hacen añicos en medio de la pena.

Marchamos por el desierto de las calamidades,
aprisa pestañeamos ante mortajas o amuletos de tupidos odios.
¡Ay con esta plantación de catedrales extenuadas!
¡Ay con estos medicamentos acribillando cuerpos!
Seguimos adelante porque sentimos las heridas
que nos hacen culpables a todos, que nos instalan
en la plaza pública donde se practica el oprobio.

Mas he aquí que agarramos el cable de alta tensión
que contiene lo venidero y lo presente, el fragor del pasado
y la honda luz que logra aclimatarse
en la ciencia del corazón coronado de mensajes.

Somos miembros de un linaje dispuesto a todo sacrificio.
Y así nos hundamos en el foso, vamos descarnando
atropellos, mostrando por nuestra cuenta
lo que al hombre lleva a la ruina.

No es el oro el que nos traba la mandíbula
sino la ofrenda enamorada, capturados pero libres
en medio de realidad tan poderosa
que los amanuenses no logran describir.
¡Váyase al infierno quien se cree rico con diamantes!
El amor nos hace danzar
como en las mejores fiestas, al tañido de un eco
amarrado a lo desconocido.
Divino es el amor que nos instala el alma
ricamente vestida para la pura entrega.
Por las puertas del día paseamos nuestro amor,
orgullosos como el trovador que cautivó a la doncella.

Alguien dirá: éstos son unos complicados
que se preguntan dónde comenzó el misterio.

Nosotros decimos: si no estás comprometido
con el futuro, sigue soez en tu presente.

Ayer nos dedicábamos a cosas agradables
pero un bisturí operó nuestros sueños, dejando heridas
que sólo podrán curarse
cuando los pulmones amanezcan cantando
la sencillez de renovados juramentos.

No necesitamos E-mail para comunicar que están volando
pájaros heridos o que la primavera llegó
con sus fragancias silvestres.

Hoy cargamos las piedras del ángulo
que antes arrastraban los herejes.

Séanos permitido forcejear con la descripción de los comienzos,
con la duda el interior del grito virgen o con la atmósfera
que nos recarga el alma
porque somos víctimas de saltimbanquis
que nos colocaron las primeras cadenas de fuego.

Vengan unos minutos de descanso para este lenguaje
desgarrado con el que rompemos
el fango que atora el caudal de nuestras vidas.








EL CIRCO

Instalado el circo para la función incancelable
la multitud se inflama bajo una carpa en cuyo ruedo
el anfitrión anuncia el comienzo de las payasadas.

Me sobra dolor para reír felicidades inventadas.
Basta raspar el maquillaje para ver que los payasos
están a punto de llorar, que el griterío agota su paciencia,
que confluyen desastres vitalicios transitando
la humedad de sus miradas.

En las gradas galopa la desmesura
porque persisten olvidos de otras desesperaciones,
partes del mundo dando aletazos de despedida,
ejecuciones por partida triple… Hay una desmemoria
general que sale a relucir, exhalando el veneno
de sus propias leyes reveladoras de ausencias .

Más allá de los aplausos, el anfitrión ansía coronarse
como el más visible de los cruzados,
como el más obsequioso de los parlanchines.
como el prócer que guiña a la masa creyéndose admirado.

Lanzo piedras contra la jaula y acallo el parloteo
inexplicable que sale de su boca. La culpa
no es de los payasos contratados para esta comedia
ofrecida a quienes nada importa el trasfondo nauseabundo.
Hay grosera embriaguez ubicua, repentinos palos
de ciego: moho, mucho moho en la corona
y en la caperuza del anfitrión que ahora gesticula
como un orate, arañando el aire con negros dedales,
contaminándolo con sus gases.

Miro y creo verlo como un espantapájaros
cuyo sastre empeoró su villana figura. En las gradas exigen
potro de tortura para quien lanzó las piedras
que frustraron promesas de nuevos paraísos en lengua
del anfitrión. Me pongo a dormir y sueño
que los vociferantes serán abducidos por el gran ojo
de su propia ceguera. Y ruego que no pasen necesidades
los pobres payasos contratados para la farsa, los equilibristas
que se desmayan siempre, los enanos que no pueden
digerir grandes hechos, los domadores de elefantes
con mil años encima... Me despierto y hablo
con voz tronante para que nadie ampute la vida de muchos,
ni les impulse a saltar a la arena de los leones.

Éste el precario aporte
a lo doméstico de mi propio tiempo.








LA MESA ESTÁ SERVIDA

Ni pan ni vino en la pobreza de estas represalias
por inducir a que coma la multitud, sane el leproso,
camine el paralítico y vea el ciego de nacimiento
o aquellos que nunca quieren ver lo injusto.

Hermanos: siéntense conmigo por amor al Maestro
de quien tomamos ejemplo aunque nos vaya la vida.
Tomen asiento en esta mesa servida sólo de amor
y no me olviden cuando comploten contra mí
por decir que la verdad nos hará libres, por pedir
de beber a una mujer que además es extranjera,
por responder con acierto a los nuevos Nicodemos,
por estar contra la lapidación de las descarriadas.

Hermanos: no olviden cuidar de mi familia
cuando me tilden de loco y me envíen al manicomio
por decir que el Maestro caminó sobre el mar,
por creer que convirtió el agua en vino
o por poner nombre a los seis resucitados


Hasta el pan y el vino me han quitado, hermanos,
pero vengan a sentarse aquí conmigo, pues presiento
algo peor. He visto rabiar a los psiquiatras de la Bolsa
cuando dije que los ricos deben vender sus posesiones
y repartir lo obtenido entre los pobres.

Esto no me lo perdonarán, pues ya no sólo soy demente
sino comunista, delincuente peligroso, desadaptado,
infeliz revolucionario de pacotilla o poeta idiota
que no se ha dado cuenta que vive en el siglo veintiuno.

Renuentes a dar la cara por temor a represalias,
¿vendrá a sentarse conmigo algún hermano solidario
o deberé compartir en soledad todo el inmenso amor?

Barro del paraíso con espíritu del Gólgota soy
y perdono lo que me hacen, y perdono
lo que me harán.








TROFEOS HUECOS

Se agotaron los prestigios.
Hasta el niño menos viejo sabe que tras el cristal blindado
muchas manos ensucian la mecedora de los sueños,
restan opciones, ignoran el código del arpa taciturna
y exhiben identidades acordadas.

Mejor dejemos que alardeen por su cuenta
esas sombras que dan vueltas
pero no aran la tierra de labor, no fertilizan los surcos
heredados ni captan la luz maciza del alma
que es la gloria, verbos que el cemento no deja libre
porque no están ungidos sus cuerpos aplastados,
sospechosamente neutros, sin secretos de estado, sin
lenguaje suficiente que conmueva por adentro.

Nos despedazan, nos devoran, nos ponen
en punto muerto: comienza otro lunes demasiado brutal
para nuestra estatura, otro lunes tiranizando
su escándalo. Qué tristeza esta obra que encalla, que
encanalla, que hincha desmayos y desganas.

Se agotaron los prestigios en medio de la pena,
del invierno, de las tenazas del viento blanco,
del rayo sin víctimas rico en metamorfosis espurias,
voceadas cual pétalos sin parangón traspapelando papeles,
cambiando en lugar de éste y éste, poniendo demasiados
voltios para la juerga, para la bolsa, para la alfombra
por donde pasarán ciegos y sordos solamente,
solamente,
solamente,
solamente…


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