Alberto Acosta-Pérez
(La Habana, CUBA, 1957)
Poeta, narrador, traductor y promotor cultural.
Se graduó en el Instituto Superior Politécnico "José Antonio Echeverría". Máster en Desarrollo Cultural (Instituto Superior de Arte de La Habana), y en Gestión, Políticas Culturales y Desarrollo (Cátedra UNESCO de la Universidad de Girona, España).
Es miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, y del Instituto Histórico y Geográfico de Spirito Santo, Brasil.
Labora desde hace más de dieciséis años como Director de Promoción y Relaciones Públicas, en el Gran Teatro de La Habana.
Libros publicados:
Como el cristal quemado (poesía, AHS, 1988).
El Ángel y la Memoria (poesía, Diputación de Soria, España, 1990).
Todos los Días de este Mundo (poesía, Extramuros, 1990).
La Noche de Paolo (poesía, Ministerio de Cultura, 1991).
Éramos tan Puros... (poesía, Letras Cubanas, 1992).
Alabanza del Sueño (poesía, Letras Cubanas, 1994).
Diario di Sabbia (poesía, Trieste, Sociedad de Amistad Italia-Cuba, 1995).
Testimone Fidato (poesía, Trieste, Correspondence, Italia, 1995).
Monedas al Aire (poesía, Letras Cubanas, 1996).
Música Vaga (poesía, Letras Cubanas, 2002).
Pronóstico Reservado (narrativa, Ed. El Monte, Sevilla, España, 2006)
Obras poéticas suyas se han traducido al rumano, portugués, francés, inglés e italiano.
Ha realizado conferencias, talleres y recitales poéticos en España, Italia, Francia, Brasil, Rumania, Ecuador y México.
Premios y distinciones obtenidas:
Primera Mención Premio David de la UNEAC, (poesía), 1987.
Distinción Concurso 13 de Marzo, (narrativa), 1989.
Distinción Concurso 13 de Marzo, (poesía), 1989.
Premio Internacional de Poesía Gerardo Diego, España, 1989.
Premio Razón de Ser, (novela), 1990.
Premio Luis Rogelio Nogueras, (crítica literaria), 1991.
Finalista del Premio Italo Calvino (novela), Cuba - Italia, 1996.
Premio Pinos Nuevos, (poesía), 1996.
Premio Nacional de la Crítica Literaria (por su libro de poemas Música Vaga), 2002.
Premio Internacional de Narrativa Breve “Alberto Lista”, Sevilla, España, 2005.
Orden Por La Cultura Nacional, Consejo de Estado de la República de Cuba, 2005.
Reconocimiento "Miguel de Cervantes Saavedra", Federación de Sociedades Españolas de Cuba, por su obra y su labor en pro de las relaciones entre ambos pueblos, 2005.
( Dirección de correo electrónico: cruelabril@cubarte.cult.cu )
en el libro MUSICA VAGA, 2002
OTRA VEZ A CAVAFIS
Escuchando en la radio las viejas canciones que me emocionan
dejo a mi cuerpo creer que todavía tengo tiempo.
Verdad que no quiero mentir.
Días voluptuosos que me hicieron largo el camino
me halle al fin solo y confuso
pero un cuerpo es también algo más que una isla de savia blanca
algo más que maza nocturna y arrogante
algo más incluso que intenso desencanto.
Recuerdos que despierta esta música
haciendo de aquel tiempo por oculto y prohibido
el más bello y sugerente. El más profundo.
Cuerpos nuestros perdidos
Itacas que debieron durar
¿fue acaso este el único viaje posible?
Fragmentos.
Desengaños.
¿De qué sirvió comprender las finas mercancías?
Cuerpos no emprendáis el camino sin saberlo:
Al final no hay revelaciones ni hermosas experiencias.
Sólo fragmentos. Itacas rotas.
Inconstancias.
A MIS COETÁNEOS
¿Qué defender? ¿Para qué?
¿Qué espejismo perseguir ahora?
Sólo nos une una traición
la apuesta perdida desde el borde de una época
esa chispa de oro que calcinó los cuerpos
bajo la bandera.
POEMA DE LAURENCE FERLINGHETTI
en la vacilación de la noche
amante y amante
eclécticos sin hacer el amor
uno sobre otro riéndonos bajito
impacientes
urgencia de una y muchas veces
todavía amantes sobre el pasto
CALIFORNIA
Un camino que conduce al aire
[ Alfonso Costafreda ]
Estoy lleno de la borrosa memoria
[ William Carlos Williams ]
Te esperaré en California, dijiste
ya no recuerdo otra cosa
apenas un rosario de murmullos detrás de la colina.
Me esperará en California.
Una pequeña desolación evaporada, un quejido entre dos luces
entrando lentamente en las venas con su propio aliento,
zumbando, creciendo,
la aurora sobre el bosque, sobre la belleza de esta tierra tan
rojiza.
¿California es esa pradera de lirios más blancos y más suaves que
la más perfecta nieve?
¿Es el rumor de versos que imagino cada madrugada?
Adondequiera que me vuelvo veo el mismo sendero que lleva a
California.
Cada mes una inconstancia sella labios con engrudo de plata
semejante a tu piel, a ti,
como tú, blanca
y obsesiva como tus notas.
Te espero en California.
En California tu impecable geometría que obligaba a no pensar,
a no sentir el tiempo ni ninguna otra cosa
porque nada era la mitad de dulce que tu muslo,
penetra en mí exactamente como tú,
no en la rutina de obras inacabadas o deformes,
ni en los despreciados poemas o en los amores furtivos,
sino en lo que más pesa y dura
en el asfódelos del corazón.
¿Iré a California?
Afuera y muy lejos de esta algarabía
vuelven las olas de la playa a batir algo semejante a un sueño
--pasado de moda como una rosa exacta—
Mejor no me esperes.
No iré a California.
Si acaso, sal al bosque y escucha
yo estoy en la playa --mirándote—
tantas veces que no sé
siempre en la arena es invierno
debajo del agua hay una casa encendida,
un punto azul frente a mis ojos.
California está lejos.
Suerte en el bosque mi amigo.
Exactamente igual que tú la oscuridad de la playa cubre la
oscuridad de mi sueño,
y sobre la imaginación —y en la imaginación—
escucho los tientos blancos de la lana del olvido.
La playa en invierno reverbera
toma su lejano brillo de algún lejano tiempo,
reverbera recordándonos, escuchando.
Cada ola siembra en la orilla algún recuerdo
esa es la vida.
Guárdame en tu corazón
no me esperes /
ni en California ni en Nebraska
ni en ninguna parte fuera de ti.
Para ser también ahora ya no soy
(ahora es el tiempo / la memoria).
A tientas susurras dentro de mí.
Cuando yo sea joven otra vez,
cuando tú corras por los amplios espacios
tal y como indica la metafísica del tiempo,
seguro,
seguro iré a California o adonde vaya esa música tuya,
y un trozo de papel o una bandera no me atarán las manos
y como un amante nuevo y entusiasta
que descubre a su amor en medio de la tarde,
todo se llenará de mí en lentas y definitivas raciones
sin dominios ni señoríos incomprensibles ni viejas tristeza o
miedos,
tu importante brazo sobre mis hombros,
tu párpado y mi párpado frente a frente
sin sellos de correos ni mensajes en clave.
Espérame, no me esperes.
California está lejos.
Hay tardes aquí que podrían hacernos uno.
Pero la punta de tu lengua está lejos,
tu omóplato está lejos,
tu sexo está lejos,
sólo restan los nombres que juntos dimos a las cosas
aun cuando poco a poco formen un limbo de ámbar
donde me siento a pescar,
tarde en la honda noche, California,
tu mano, algún recuerdo...
Pero apenas los nombres son una membrana delgadísima,
fotos de dudosa identidad --sin hombre—
y no sirven para comer ni sentir.
No iré a California / a las robustas llanuras
donde la lila florece primero,
adonde el gigante habla a través del sonrojo
coronado de múltiples banderas blancas;
poco habrá de importar nuestros recuerdos
momentos de sensualidad en el fondo de un bar.
La marea ya no nos pertenece
y de cuclillas en la playa lloramos
un camino que conduce al aire.
Durante la guerra silenciosa que nos ha dejado familias enteras muertas dentro de nosotros
te he llamado antes /
te llamo siempre,
pero no respondas
en realidad no resisto,
parece que resisto mas no te engañes
es también la inercia
esa ley que me mantiene en pie frente a la playa,
es la inercia no California quien resiste.
Hay tantas tintas en el tiempo,
tantas mañanas,
y un dolor solo, de la materia más pesada,
y una llamita verde más pequeña que cualquier fósforo
más empecinada que cualquier fanático.
Si, es verdad /
California está lejos.
Todas las conexiones durante un tiempo fueron tú y yo aullando
en medio de la plaza.
Pero ya pertenezco al poema como tu nombre a la larga lista de
condenados.
¿Qué es una llamita verde infinitesimal,
qué es esta playa
qué es California sino la lejanía /
un pañuelo ajado de lágrimas?
Resistencia, Libertad, Conexiones,
pregúntale a California ¿él vendrá?
pregúntale al bosque ¿está escuchando?
pregúntale a la libertad ¿es su música?
pregúntale a la resistencia ¿es su palabra?
Espérame, no me esperes.
También hoy / California
está demasiado lejos
y nuestro camino conduce al aire.
[ Alfonso Costafreda ]
Estoy lleno de la borrosa memoria
[ William Carlos Williams ]
Te esperaré en California, dijiste
ya no recuerdo otra cosa
apenas un rosario de murmullos detrás de la colina.
Me esperará en California.
Una pequeña desolación evaporada, un quejido entre dos luces
entrando lentamente en las venas con su propio aliento,
zumbando, creciendo,
la aurora sobre el bosque, sobre la belleza de esta tierra tan
rojiza.
¿California es esa pradera de lirios más blancos y más suaves que
la más perfecta nieve?
¿Es el rumor de versos que imagino cada madrugada?
Adondequiera que me vuelvo veo el mismo sendero que lleva a
California.
Cada mes una inconstancia sella labios con engrudo de plata
semejante a tu piel, a ti,
como tú, blanca
y obsesiva como tus notas.
Te espero en California.
En California tu impecable geometría que obligaba a no pensar,
a no sentir el tiempo ni ninguna otra cosa
porque nada era la mitad de dulce que tu muslo,
penetra en mí exactamente como tú,
no en la rutina de obras inacabadas o deformes,
ni en los despreciados poemas o en los amores furtivos,
sino en lo que más pesa y dura
en el asfódelos del corazón.
¿Iré a California?
Afuera y muy lejos de esta algarabía
vuelven las olas de la playa a batir algo semejante a un sueño
--pasado de moda como una rosa exacta—
Mejor no me esperes.
No iré a California.
Si acaso, sal al bosque y escucha
yo estoy en la playa --mirándote—
tantas veces que no sé
siempre en la arena es invierno
debajo del agua hay una casa encendida,
un punto azul frente a mis ojos.
California está lejos.
Suerte en el bosque mi amigo.
Exactamente igual que tú la oscuridad de la playa cubre la
oscuridad de mi sueño,
y sobre la imaginación —y en la imaginación—
escucho los tientos blancos de la lana del olvido.
La playa en invierno reverbera
toma su lejano brillo de algún lejano tiempo,
reverbera recordándonos, escuchando.
Cada ola siembra en la orilla algún recuerdo
esa es la vida.
Guárdame en tu corazón
no me esperes /
ni en California ni en Nebraska
ni en ninguna parte fuera de ti.
Para ser también ahora ya no soy
(ahora es el tiempo / la memoria).
A tientas susurras dentro de mí.
Cuando yo sea joven otra vez,
cuando tú corras por los amplios espacios
tal y como indica la metafísica del tiempo,
seguro,
seguro iré a California o adonde vaya esa música tuya,
y un trozo de papel o una bandera no me atarán las manos
y como un amante nuevo y entusiasta
que descubre a su amor en medio de la tarde,
todo se llenará de mí en lentas y definitivas raciones
sin dominios ni señoríos incomprensibles ni viejas tristeza o
miedos,
tu importante brazo sobre mis hombros,
tu párpado y mi párpado frente a frente
sin sellos de correos ni mensajes en clave.
Espérame, no me esperes.
California está lejos.
Hay tardes aquí que podrían hacernos uno.
Pero la punta de tu lengua está lejos,
tu omóplato está lejos,
tu sexo está lejos,
sólo restan los nombres que juntos dimos a las cosas
aun cuando poco a poco formen un limbo de ámbar
donde me siento a pescar,
tarde en la honda noche, California,
tu mano, algún recuerdo...
Pero apenas los nombres son una membrana delgadísima,
fotos de dudosa identidad --sin hombre—
y no sirven para comer ni sentir.
No iré a California / a las robustas llanuras
donde la lila florece primero,
adonde el gigante habla a través del sonrojo
coronado de múltiples banderas blancas;
poco habrá de importar nuestros recuerdos
momentos de sensualidad en el fondo de un bar.
La marea ya no nos pertenece
y de cuclillas en la playa lloramos
un camino que conduce al aire.
Durante la guerra silenciosa que nos ha dejado familias enteras muertas dentro de nosotros
te he llamado antes /
te llamo siempre,
pero no respondas
en realidad no resisto,
parece que resisto mas no te engañes
es también la inercia
esa ley que me mantiene en pie frente a la playa,
es la inercia no California quien resiste.
Hay tantas tintas en el tiempo,
tantas mañanas,
y un dolor solo, de la materia más pesada,
y una llamita verde más pequeña que cualquier fósforo
más empecinada que cualquier fanático.
Si, es verdad /
California está lejos.
Todas las conexiones durante un tiempo fueron tú y yo aullando
en medio de la plaza.
Pero ya pertenezco al poema como tu nombre a la larga lista de
condenados.
¿Qué es una llamita verde infinitesimal,
qué es esta playa
qué es California sino la lejanía /
un pañuelo ajado de lágrimas?
Resistencia, Libertad, Conexiones,
pregúntale a California ¿él vendrá?
pregúntale al bosque ¿está escuchando?
pregúntale a la libertad ¿es su música?
pregúntale a la resistencia ¿es su palabra?
Espérame, no me esperes.
También hoy / California
está demasiado lejos
y nuestro camino conduce al aire.
VIDA COTIDIANA
Como dos sobrevivientes de un mismo polvo
cada día llenos de idéntica pereza
asentados sobre un sueño ya difuso
verificamos sin pensarlo las arrugas de la juventud:
entre granos de aburrida piedad
como quien elige un jabón o una corbata
dejamos escapar las hilachas enrojecidas del verano
sin preguntarnos nada
ahogándonos en un odio vago y sin salida.
Afuera ondean banderas con humildad ficticia
como de amor correspondido.
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