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domingo, 13 de marzo de 2011

3528.- ANDI NACHON


Andi Nachon. Poeta argentina, nació en Buenos Aires, en 1970. Ha publicado: Siam –Nusud, 1990–, Warzsawa –Bajo la luna nueva, 1996–, Taiga –Suscripción, 2000–, Goa –Tsé tsé, 2003–, Plaza Real –La Bohemia, 2004–, 36 movimientos hasta –La Bohemia, 2005–. Dos compilaciones: Taiga no Rio de Janeiro –Ediçoes da passagem, Rio de Janeiro, 2001– y Villa Ballesta/Ñuñork –Ed. Surada, Sgo de Chile, 2003; además, en colaboración: El libro del tatuaje, Need, 1998, junto a Diego Sasturain; Viaje, Suscripción, 2000, junto a Mariano Mayer; y De vos a mí, digo, Suscripción, 2002, con ilustraciones de Sebastián Bruno. Sus textos han aparecido en diversas antologías y muestras de arte. Integra el colectivo interdisciplinario Suscripción. Es docente de letras y periodista.




poemas:



La cura: es viernes, estoy enamorada

Una estrella el alóe en tu terraza
permanece firme en su constelación voraz: crasas
cactus y cactáceas
abiertas a la tarde en dignidad. No hay

altruismo para el día a día, la helada o el viento norte en su caída
aunque todo sea ahora resto –plusvalía– suavemente florecida

en su incomodidad. De aquí en más
buscarás ligereza, liviandad
machacando a la manera de esos globos
fiesteros que al ascenso vemos a lo lejos
volar liberados por otros quién sabe hacia dónde

con augurios de buena fe o sencillamente
cierta felicidad. Más preciso: esos que aman

a la persona correcta y lo saben o mejor
todavía quienes aman
incorrectamente lo saben y deciden
amar igual. Criaturas raras

estas flores carnosas rumiando arriba
siete pisos sobre el nivel urbano sobre el nivel
del mar, nada en particular

rosas intensos, ásperos violáceos y espinas
claro que flores al fin, flores igual. Su inesperada aparición
este corto trajinar. Cada tarde

un final con su principio
el atardecer al oeste siempre y definitivamente
la pérdida es simple y a perder se aprende. Caerán las flores
algunas damas caerán: algo manchadas
al piso y despatarradas. Pero este viernes

mejor elegir ese instante del alóe
brillante contra las sábanas aireadas
su sincronización ordenada: tanta fe
para sostener una estación, esta temporada.


inédito







Discutimos si era Soros
o no culpable y nada
a debatir: esta

corte para pordioseros tecno bajo disfraz
de atracción turística. Camuflaje

instalado en flejes
obsequiados por un resto: en la noche
otra es la corte a las puertas
del corte inglés. Alimentos
vencidos y bolsas
rotas se reparten para esos

que quedaron fuera. Discutimos
si es la inmensidad de riqueza
o no una culpa. Si éste
espacio sería suficiente para todos y todo
deseo. No querías el yate

no
podías imaginar tanto
dinero junto. Un chico europeo fuera
de carrera y éxitos
iguales a casillas
a completar o seguir: esos dibujos
con partes numeradas

uno es piel
rosada para piernas, cara
dos el azul
del sweater o la gorra. Sí

tiene la riqueza excesiva
su culpa en definitiva. Mientras toda
la corte baila la rambla
su atardecer naranja y el desfasaje
del sampler guiado sin ton ni son por el placer
y el movimiento realizado. Cómo

explicarte estos resquicios
se sostienen siempre en la falta
por algún otro lado. Quién aquí
elige lo gratuito, quién intuye cierta
hermandad a las puertas
del corte inglés. “Conformismo”

te hubiera dicho y en medio
de la danza sé: hay cierto
bolsones libertarios todavía y fuera
donde ningún número parece
haber signado marca. Y a vos

en esos inmensos
pantalones y el fastidio
ante la palabra poder
yo intento darte algo. “En mi casa

uno es carne, dos
siempre algo
que no llega.”

de Plaza Real







Sonics

Una cancha de basket en la noche. Quisiste ser
ese hombre negro y su salto
encestando preciso otro tanto. El vuelo
de tres pasos sobre el aire, sobre el mundo, allí: donde todo gesto sea necesario.
Sólo hacerlo
y quien hace es:
el estadio, las luces, esa distancia que separa el aro. ¿Cuántas veces habrías fallado?
Deseaste y supongo
tus manos habrán temblado. Quisiste otro cuerpo
la historia del joven negro, una casa en los suburbios y partidos
que invadieran la madrugada. Velocidad y poder
podrías decirlo: que la fuerza esté a tu lado
en el salto
en el poder encestar un último tanto.

de Taiga







Entre Ríos

¿A qué se vuelve cuando se vuelve? ¿Olor
de los duraznos o la mesa
con amigos esperando tu salida
a las ocho del trabajo ¿A qué? Cuando vientos
soplan atardeceres tibios y ésta
resulta una calle reconocida: cruce
para autos donde el taxi
aminora en el saber de la pick up
cruzando sobre el amarillo
ya rojo. A qué

mientras hacia Entre Ríos
bajás Estados Unidos perpendicular al retorno
a casa de la marcha: cada cara
una idea de país
enmarcada en la ventana
del micro escolar. Idea de días
marcados en la rítmica
del hoy posible. Espacio para parrillas
comunión y renuncias para señalaar la vuelta
su auténtica
revuelta: mi cuerpo

cada cara reclama, derecho
¿a qué? Banderín
bombo y paso
de la gente que regresa
de un sí a algo, claramente
no a ésta
desposesión de sí: mi cuerpo mi derecho
ciertas
jornadas felices y regresos
en la lasitud del trabajo
ya hecho. Yo y mi perro

nietos
del anarquista que tuvo
su hijo peronista -ante el tribunal militar
mi padre dijo "no" y perdió
apenas sostenido por su idea
de país de días
signados por una
gracia cierta y sus muchas

formas de tristeza-. Vuelve
esta gente que vuelve frente a vos

una flacucha ilustrada y vacaciones
para esa chica que también
cree en determinadas
formas de política o lo mismo
para vos sería
opciones del amor. Mirás y te miran sobre igual
extrañeza igual
clara pertenencia: mi cuerpo

éste
mi único derecho. "Se vuelve"
escribiste al amigo y mentiste varias
razones más allá de duraznos, olores
de puestos en invierno contra el cielo

recortado en paraísos, en micros
que traen a la plaza gente y dicen: hay cierta
idea de país, de días
a los que volver. A quiénes
entregar éste

mi cuerpo que me pertenece. ¿A dónde

vuelve quien vuelve? Sobre las miradas del hambre
del afuera
más allá de un afuera
siquiera pensable. ¿A qué? Que no sea una quimera
donde incluso ésta
nieta anarquista vea
en cada cara un sí, el no al afuera
a la clara
no posesión de mí. Mis días

toda una materia, mínima
historia a contarte cuando veo mi cuerpo
el corto
tiempo al propio sueño: una
idea de qué. Nada
sabe de olor a duraznos, regresos y el
por qué
se vuelve cuando una vuelve a esto

tan nada -la mano
de la señora con bolsa, el gesto
en la cajera del día cuando espera
frente a la máquina
la cuenta aparezca. A dónde

que no sea el propio cuerpo de una, relato
en palabras conocidas como
vos
que tomaste nesquik, respondiste un sábado
al chico y su auto: "yo
vuelvo a casa, tengo
un cactus que regar". Entre ríos
la marcha anda y en el medio

esa mujer con perro, su idea de días,
políticas
del sí a las tardes, sus siestas
de paraísos emergiendo un cielo
abierto a nosotros y a qué. Sólo regresos: vetas
firmes en la madera de una mesa, corrientes
anuncia en julio
ese verano sorpresa. Se vuelve
igual a ellos que regresan: miradas bajas, ideas
más cerca del sueño la comarca ésta
llamada país. Retorno
aunque mentiste al amigo
razones ciertas. Se vuelve

entre corrientes con furia y a la vez
en éste
no saber adonde ir. O sí. El río

de la marcha hacia adelante, columna
sea redoble y festejo
para desposeídos de qué
más allá de sí. Más allá de la historia

su propio realto el tuyo
a las puertas del eki la noche o
contra el altísimo
portero eléctrico esa
ancianita de negro: un plato
de pasta en la mano y servilleta
haciendo de techo. "La nona"
dice y se estira en medio de la marcha, su propia
vida cruzada: Entre Ríos

avanzamos hacia algo
-apenas sueño de días para mí
y para vos también
nuestro cuerpo-. No mentirías

a tu amigo al decir: "para abrir se vuelve
la historia hacia una y hacia uno que es más
que este cuerpo y el tuyo, la marcha toda

pidiendo un tiempo
al propio sueño y olor
de duraznos en pleno invierno y no

me fui para volver aunque fuera
volver la auténtica partida."



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