Giorgio Caproni nació en Livorno (Italia) en 1912 y murió en Roma en 1990. A los diez años se trasladó con su familia a Génova, donde continuó sus estudios, especialmente de música, que debió interrumpir, primero para dedicarse a la enseñanza como medio de vida, y luego porque fue reclamado a las armas. Tomó parte en las hostilidades en el frente occidental, pero después se reunió con los partisanos en Val Trebbia, donde se sumó a la Resistencia. Al final del conflicto, retomó la enseñanza en Roma, colaborando además en numerosos diarios y revistas. En 1983 recibió el Premio Montale.
Es notable su tarea como traductor del francés: Proust, Apollinaire, Céline, Char, Genet, etc. Publicó las siguientes obras de poesía: Come un'allegoria (1936), Ballo a Fontanigorda (1938), Finzioni (1941), Cronistoria (1943), Stanze del funicolare (1952), Il passaggio d'Enea (1956), Il seme del piangere (1959), Congedo del viaggiatore cerimonioso e altre prosopopee (1965), Il «Terzo libro» ed altre cose (1968), Il muro della terra (1975), Poesie (antología, 1976), Erba francese (1979), L'ultimo borgo (1980), Il franco cacciatore (1982), Tutte le poesie (1983), Il Conte di Kevenhüller (1986), Poesie (1932-1986) (1989) y Tutte le poesie (1999). Sus obras en prosa incluyen: Giorni aperti (1942), Il gelo della mattina (1954) e Il labirinto (1984).
Claro
Dónde nos extraviamos…
Nos separamos…
No
es una indicación.
No
es una interrogación.
Una exclamación,
tal vez.
(O un desfallecimiento.)
Un viento
quebradizo socava la frente
ya desmantelada.
¿Es miedo?
. . . . . . . . . . . .
El bosque se ha transformado
en un espantoso claro.
Todo
Lo han quemado todo.
La Iglesia. La Escuela.
El Ayuntamiento.
Todo.
Hasta la hierba.
Incluso,
junto con el cementerio, el humo
tierno de la chimenea
del horno.
Indemne,
amanece sola la arena
y el agua: el agua que hace temblar
mi voz, y refleja
la desolación de un grito
sin origen.
La gente
no sabes ya dónde está.
Quemada hasta la taberna.
Hasta el autocar.
Todo.
No queda ni tan siquiera el luto,
ni el gris, para esperar la solitaria
(inexistente) palabra.
Selección, traducción y nota de Carlos Vitale
NOTA DEL AUTOR
En junio del 78 fui invitado al Centre national d'art et de culture Georges Pompidou (Beaubourg) para una lectura de mis versos, junto con Mario Luzi, Delfina Provenzali y Vittorio Sereni.
Me hizo de intérprete André Frénaud, que después de mi lectura en italiano leyó las mismas poesías en su traducción francesa.
Fui a París el 4 (la lectura se realizó el 5) acompañado por mi hija Silvana, y allí me entretuve unos diez días, alojado en el Hôtel Odéon.
De ello nacieron estos apuntes, o pequeñas subpoesías, que me complace publicar aquí por simple necesidad sentimental y mnemónica.
EN MARCHA
Cuánta hierba francesa.
El «Palatino» corre
hacia París.
Es de día.
Pasan aldeas góticas.
Bosques de profundo verde.
El presente se pierde
ya en el futuro.
El futuro
es ya tiempo pasado.
Aún estoy en el tren.
Ya
(desde hace un siglo) he regresado.
DOMINGO POR LA TARDE
La primera impresión.
Pont du Carrousel. El espacio
color plomopaloma.
En el vacío dominical,
el desierto rumor
de un paso. La péniche
que silenciosa remonta
el Sena, con su lento motor.
EL CORAZÓN
El corazón late en el centro
de París. Late
en la Concordia. Late
entre los árboles de los Campos Elíseos.
El corazón late en el corazón
del corazón de París.
UBICACIÓN
Rue de l'Odéon.
Odéon Hôtel. «OH.OH.»
Delante, la Librairie Rossignol.
ITINERARIO
Sacré-Coeur Blanche, a pie.
Los gorriones que se despiojan
—frenéticos— en las aceras.
MEMORÁNDUM
Brasserie du Morvan.
Al día siguiente, Beaubourg.
Luzi, Sereni, Frénaud.
La Provenzali. Esteban.
KODAK
Mi hija como una novia.
Ah, vacaciones, sentados
a la sombra de una verde arcada
de la Tour Eiffel.
Hablamos
de nada.
O estamos callados.
Roma está lejos.
Un gorrión.
Una pareja excitada
que escribe una postal.
Toda una resonante bandada
(nos unimos) de saludos.
AXIOMA
Quien va a París, va a casa.
AQUÍ
La rampa en escalinata
que lleva al Sacré-Coeur.
Jardines
de un lado —del otro
blancos pisitos.
El aire limpio y arbolado.
El paro (¿o qué otro pájaro?) exaltado
tras una cáscara.
El rubio
—el azul— de dos niños.
Ser aquí de casa.
Tener —aquí— los vecinos.
BAUTIZO
Café des moucherons.
Lo hemos bautizado así,
bajo el castaño de la India,
entre el Luxembourg y el Panthéon.
TOTOR
Place des Vosges.
Una paloma.
Tres o cuatro chicos
que juegan a la pelota.
Los jóvenes en el banco.
Estudian medicina.
Richelieu consintiente.
Victor Hugo indiferente.
VEJEZ O:
MORTIFICACIÓN
En el Luxembourg. Por la mañana.
La joven que en camiseta
me pregunta dónde está la letrina.
CIVILIZACIÓN
Saint-Germain-des-Prés.
La cabezota de bronce
— entre los laureles — de Apollinaire.
Un negro con dos americanos.
El prohibido el paso
— incluso con correa — a los perros.
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