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lunes, 28 de febrero de 2011
3354.- HUGO DIZ
Poeta, prosista, periodista, de múltiple personalidad, Hugo Diz nació en Rosario (Argentina), en 1942 en cuya ciudad reside. Diez libros que muestran una de las voces más líricas en la poesía argentina de los últimos años amalgamando ciudad y río, guitarra y bandoneón, país y soledad, amor y noche, con la belleza de las palabras, las precisas y justas. Originalísimo inventor de "collages" que ilustran sus libros y expuso en octubre de 1992. Ha ejercido el periodismo en distintos medios de nuestra ciudad y el exterior, es artista plástico y escribió letras para los músicos Litto Nebbia, Virgilio Expósito y Néstor Marconi. Su extenso y rico aporte a la poesía está siendo publicado por Editorial Ciudad Gótica de Rosario, en sucesivas entregas que abarcan su producción edita e inédita desde 1969 a la actualidad. Parte de su obra poética ha sido traducida al portugués, ruso, búlgaro, francés, italiano y recientemente al alemán.En poesía ha publicado: El autor dejado en las esquinas (1969); Poemas insurrectos (1971); Algunas críticas y otros homenajes (1972); Contradicciones (1973); Historias veras historias (1974); Manual de utilidades (1976); Canciones del jardín de Robinson (1983) y Las alas y las ráfagas (1985). Andrea Ocampo dice: “A lo largo de la obra, el detalle resuena, mostrando una misma escena contada una y otra vez a partir de sus elementos mínimos. Diz economiza recursos pero no evita el humor ni la crítica. Y hace aparecer, siempre, la pregunta acerca del poeta y su lugar en la sociedad”. Es Coordinador General del “Festival Internacional de Poesía” de Rosario.
DILEMA DE LA NIÑA
Empañaba el espejo
con su aliento
y así
podía verse
como todos le decían
que había sido
cuando joven
COMO UNA BELLA MUJER
Irrumpe
una botella
en una mesa
como si fuera
una bella mujer
y altera
-como una bella mujer-,
todo lo que fluye,
y como una bella mujer
quizás lo deje fluir
otra vez.
EN LAS PUERTAS
En las puertas
de esa casa olvidada, señora,
yo juré por mí, por todos los santos,
que no dañaré cigarras,
que no partiré semillas,
que no cavaré fosas,
y lo hice por amor, señora,
porque usted cree,
porque usted cree de verdad
que cielo, tierra y agua
son una misma cosa.
CON SUS LOCAS VIRTUDES
Con sus locas virtudes
llena mi vacío terrenal
con sus escritos
en las puertas
en los pantalones
en las medias,
toda una mensajería que,
a veces, me desborda;
ella quiere en su ausencia,
que haga cantar al bosque
que llene todos los guijarros
y que todos, danzando
pidan por su presencia.
SABIDURIA CONSTELADA
Sabiduría constelada,
mujer de diapasón,
cuerda tensa;
si cantas
no me huyas.
Yo soldaré los vidrios
que rompió la tormenta
tu, cantando
mis heridas
UNIONES
Nos unieron los follajes,
tu piel que no reconocía la caricia,
y esa música que se fue creando
más allá de los músicos
y de los mercaderes.
Caminatas en el día, besos en la noche
y mis dedos, siempre en la cortesía,
enredaban tus cabellos, trenzaban flores,
y te dejaban partir por las calles
entre dichosa y despreocupada,
entre esbelta y eterna,
entre bella y puntual, relámpago mío,
atardecer discreto, diurna y nocturna,
campana y laberinto,
Ya no hay tinieblas, hemos combatido
blasfemias, infamias y nostalgias.
Así ganamos las playas azules y el mar.
Los negros sueños fueron olvidados.
Estamos aquí, bajo jazmines y estrellas,
mojándonos, sumergidos en la lluvia,
con las puertas cerradas
y un manojo
de vida o de llaves
en las manos.
DESAYUNO
Debes recostarte.
Has trabajado
y has parido
más de la cuenta.
La soledad que a veces
se incorpora a tu espalda
no es solo tuya,
es de todos.
Recuerda, todo pasa.
Mañana diremos; ¿recuerdas?
y habrá que rendir cuentas
por almas conocidas y perdidas.
Descansa, duerme.
Yo estaré a la espera
con mi amor imperfecto
y la mesa servida
EL SILENCIO DE JULIO NO ES AZUL
El silencio de julio no es azul,
los duraznos no son azules,
la mañanas, las peras
el olmo,
los olivares, las piedras
las encrucijadas
no son azules.
Sólo al caer la noche
Los azules de julio parecen cubrir
todas las frutas,
todos los árboles,
y todas
las luces.
LA ROSA BLANCA
Tirada sobre el lecho
fresca, suntuosa,
y en su color
toda la pureza
la rosa blanca
duerme
mientras
llega
su dueña.
LA MECÍA LA BRISA
¿Nos hacía señas
o la mecía
la brisa?
Quizás sólo buscaba
que la reconocieran.
Quizás sabía
que en horas
estaría
marchita.
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