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domingo, 27 de febrero de 2011
3348.- CARLOS AGUASACO
Carlos Aguasaco, (Bogotá, Colombia, 1975) hizo estudios de literatura en la Universidad Nacional de Colombia. Vive en New York donde colabora con la revista Hybrido del Graduate Center de Cuny. Actualmente trabaja con la Junta de Educación de la Ciudad de Nueva York y es profesor adjunto en el City College de Cuny donde también adelanta estudios de postgrado en Literatura Hispanoamericana.
Newyorkquina
Nueva York era un largometraje en tecnicolor
La bailarina frustrada que hace de mesera en el Village
junto a una india peruana que cocina como los dioses
La Newyorkquina de la espalda descubierta La mujer de cadera destroncada La clavícula de azúcar
Un anuncio de coca-cola con piernas largas
Alguien que pasa deprisa, que vuelve deprisa, que va deprisa
Nueva York era unas miradas en el bar Y un motel a las afueras Un argumento de Huidobro producido por David Linch Cesar Vallejo envenenado con luces
Y otra vez, la mesera que da un brinco ensayado
La mujer que me sirve y me enseña la espalda
La joven actriz que se sorprende al verme leer
El poeta entró en la película por accidente,
Le dieron un papel secundario ordenando café en la barra
Tenía que encender un cigarrillo sin filtro y ver pasar a la protagonista lucir extraviado en Nueva York verse como un oso hormiguero husmeando entre el fierro y callar
Pero el poeta no sabe actuar, sólo sobre actuarse, tomarse demasiado enserio Pasa la vida entre bares y no sabe de restaurantes
Nueva York era un largometraje en tecnicolor
La bailarina sentada con el poeta
Y la preciosa india peruana que traduce al español
Todo lo que dice la rubia.
Nueva York
Este mundo es por definición desprecio y arrogancia.
Gesto de asco y el asco de hombres hombro a hombro
sentados en el tren.
Mirada fija que en el punto medio se cruza sobre ti
y en ti se disipa en un arabesco con forma de turbante.
No es este mundo tu mundo y lo es.
La ciudad está allí para ser tomada
la ciudad está allí para derrocharse
para dar desprecio, para ser reflejo del hombre y el hombre
para recordar que siempre, no importa donde se mire,
el calor de un lente te abriga con la discreción obscena
de quien sin mirarte te observa.
Sería necesario matar a John Lenon y afrontar el sarcasmo
de sonreír a la cámara para que ella te denuncie
en titulares de prensa diez años continuos sin pagarte un centavo.
Reírse como un loco y apestar a dinero
apestar como un loco y reírse del dinero.
Nueva York, no es a mí a quien saludas
con tu antorcha encendida en el atlántico.
Ventana
La ventana existe porque la observo, porque la creo,
porque en la oscuridad de los túneles del subway,
la ventana es un sarcasmo, una prolongación de la oscuridad.
Ese gusano de plata, la ballena automática que se indigesta de hombres, que se atraganta de lenguas, que se detiene a respirar,
que se convierte en rumiante, que traga, que mastica, que inhala,
que exhala, que no distingue entre razas, que pertenece al camino,
que parece haberse propuesto acabar con sus zapatos de hierro
y encontrar la luz en Queens al volver de Manhattan,
abre sus puertas y me deja entrar.
Una Babel acostada, rodante, peregrina, una Babel ambiciosa,
una torre que intenta alcanzar las entrañas del infierno,
me lleva en mi camino cada día hacia Harlem.
Renuncio a releer el periódico, a mordisquear un Best Seller,
a engullirme de Hip-Hop, a concentrarme en mi horario,
y creo la ventana, la dejo aparecer en el techo, la dejo ser
redonda, rasgada, arabesca, la dejo ser una ventana.
La ventana existe porque la observo, porque la creo,
porque en la oscuridad de los túneles del subway,
la ventana es un sarcasmo, una prolongación de la oscuridad.
Ese gusano de plata, la ballena automática que se indigesta de hombres, que se atraganta de lenguas, que se detiene a respirar,
que se convierte en rumiante, que traga, que mastica, que inhala,
que exhala, que no distingue entre razas, que pertenece al camino,
que parece haberse propuesto acabar con sus zapatos de hierro
y encontrar la luz en Queens al volver de Manhattan,
abre sus puertas y me deja entrar.
Una Babel acostada, rodante, peregrina, una Babel ambiciosa,
una torre que intenta alcanzar las entrañas del infierno,
me lleva en mi camino cada día hacia Harlem.
Renuncio a releer el periódico, a mordisquear un Best Seller,
a engullirme de Hip-Hop, a concentrarme en mi horario,
y creo la ventana, la dejo aparecer en el techo, la dejo ser
redonda, rasgada, arabesca, la dejo ser una ventana.
Luego, como una rata en subway me interno, me extravío, me pierdo
en busca de luz, de agua, de una alcantarilla en Times Square
o de una oportunidad en Broadway.
La ventana existe porque la observo, porque la creo,
porque en la oscuridad de los túneles del subway,
la ventana es un sarcasmo, una prolongación de la oscuridad.
El chiste magnífico que hace reír al idiota, al autista, al newyorkino,
al roedor que me habita desde que vine a esta isla.
Los amantes de Valardo
Amor, ese miedo a morir con los ojos abiertos,
lejos, en soledad,
se desvanece en este abrazo de piedra.
Aquí, dormiremos en silencio,
bajo el tallo de la vid,
que se enrojece con la tibieza de tu sangre.
Mil veces usaría esta daga para seguirte
mil vidas con sus noches y sus muertes.
Vocales
A noir, E blanc, I rouge, U vert, Obleu:
/ Voyelles,
A negra, E blanca, I roja, U verde, O azul:
/ Vocales,
Arthur Rimbaud
A
De los cuerpos inertes
Llena de candor vendrá
La muerte
Dios mío
Dios mío A
De los cuerpos inertes
Cuán pálida y tibia te presentas hembra
Serena
Serena A
Serena muerta
Aún de estos ojos piedras
Se recogen hiedes
Vos sois como yo mismo
Y yo como la muerte
Pues soy de piedra roca
Tallado por la suerte
Historia que a la historia
Es muerte de su muerte
A
De los cuerpos inertes
Llena de dolor está
La suerte
Dios mío
Dios mío A
De la A que hiere.
O
De tus ojos mis ojos
La sonrisa presurosa
Del no bien amado culpable
Se refleja en el cristal
Y allí
Tú mujer de tez blanca
Cabellos largos negros
(Donde tus ojos parecen el agua )
Aguardas
Sin motivo O
Sin razón
Sin conocer el terror
Bufón y amante de la O.
E
De la muerte y la fe
Hijos míos
Hijos míos
Tengo frío
Siento sed
Antes de marcharos
Dadme agua de beber
Dejad al que ahora yace
Olvidadle
Si podéis.
U
Antonio viajaba al sur
En la homilía de los pasos
El sudor de la mañana
María la que tanto quise
María la que sola estaba
Recostada en medio lecho
En voz triste susurraba
A do se ha ido Antonio
A do y no queda nada
En la homilía de los pasos
El sudor de la mañana
u
Antonio murió en el sur.
I
Vocal y letra del fin
Eres y serás
Desde ahora i para siempre
Ese sentimiento ido
Que en otro tiempo habitó los aires
En tu contacto con la tierra
Aprenderás a mentir
Y la amalgama fuerte
Que se forma
De las desmesuras
Las imprevisiones
Y los incontables fallos
Marcará en adelante tu huella
Al contacto con la tierra.
ÍCARO
A : David Leonardo Ramírez
( 1976 – 1996).
I.
Ícaro de sangre y arena
Quiere aprender a volar.
Para ello
Se ha dispuesto, cual gaviota en la cima
Observa el espacio, la noche y el día.
Aletea, salta y sueña.
Ícaro es el verano de las soledades
Vuela...
II.
Noticia de Ícaro:
Ayer la tierra se cruzó en su camino.
III.
Ícaro jura que el amor vendrá.
Desde la cripta Ícaro
Aletea, Salta
y
Sueña.
Bajo esta piel mestiza duerme un enano
Bajo esta piel mestiza duerme un enano
usa mi epidermis como una manta de vagabundo
la enrolla alrededor de su cuello
y, con una taza de café en la mano, pide limosna
Me molesta su olor a acróbata de circo
sus ínfulas de domador de trenes
sus deseos de saltar de una plataforma a la otra
en la estación del metro
En ocasiones, juego a dejarlo descubierto en mitad de la calle
halo mi piel y echo a correr por Lexington Avenue
lo abandono allí, en la esquina de la sesenta y ocho,
con su cuerpo de yuca y su taza de café
corre tras de mí, iracundo
mi piel ondea como una bandera agarrada a mi puño
Bajo esta piel mestiza duerme un bufón
arlequín neoyorquino que bromea en otra lengua
una lengua gruesa como mi piel,
una lengua-manta que cubre a quienes tienen frío.
Carlos Aguasaco, incluido en Arquitrave
(nº 45, octubre de 2009, Colombia).
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