Péter Zilahy (nacido el 8 de noviembre 1970 en Budapest, Hungría) escritor, poeta, periodista y fotógrafo.
Traducciones de Lorna Esther Salazar
Montaje
Jesús haciendo brazadas de mariposa
en la cruz
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trofeos de bebés
en el corredor del pabellón de maternidad
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una mujer desde el quinto piso, cayendo dentro
sus pupilas dilatadas de bombero
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un pequeño niño cabezón chupando un globo
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una estatua bajo una sábana blanca lista para saltar
Como si...
El podría crecer de ese beso
Esos labios sellados no lo dejarán irse
El dolor para tocar, para acostumbrarse a su frío
Para lamer el hielo de ella
Para deslizarse por sus párpados
Detrás de la última noche que ella vio.
Mientras el cae entre los zarcillos
Parte la tierra desde el cielo
Pequeñas pisadas en la nieve sobre su cara.
Gusanos en el tablón
Embrión en una uva
En el destellante jardín de escarcha en agujas
Con una mujer muerta en el mismo cuerpo
En las revoloteantes y escurridizas hojas
En este dulce aliento oloroso
En este foso con engañoso fondo
Él lo tiene todo
Todo para lo que es bueno
Frío –- su barba está crecida
Comezón – se ha rascado
Hambre – está saciado
No puede contenerse en su piel – está relleno
Punto de impacto
Las luces de la despertante ciudad él observa el brazo balanceando el viento. Se encuentra como si estuviera abriendo a tirones el telón. Sin discurso, sin llanto silenciosamente cae desabotonando su chaqueta para sentir el frío pasar a través de él en el sólido y marmóreo aire. Como si estuviera aplastado por el espacio sosteniéndolo en su pecho. Presionándolo dentro de las tiznadas nubes. No alcanza el suelo hacia el cual nada, como si a sus dedos le hubieran crecido membranas abriéndose camino a codazos entre la vasta multitud cayendo torpemente con un golpe seco al polvo, sin palabras, sin ira, sin sangre. No habla, no sangra. Sólo está desgarrado Yace entre piernas calientes y lúgubres, observa el cuerpo que tomó el lugar del cuerpo que da vuelta y desaparece entre la multitud así que ellos no sabrán qué está pensando él desde allá cada mañana. Se detiene frente a esa casa mirando fijamente, avistando cuán lejos podría precipitarse. Cae silenciosamente en la piedra.
Las luces de la despertante ciudad él observa el brazo balanceando el viento. Se encuentra como si estuviera abriendo a tirones el telón. Sin discurso, sin llanto silenciosamente cae desabotonando su chaqueta para sentir el frío pasar a través de él en el sólido y marmóreo aire. Como si estuviera aplastado por el espacio sosteniéndolo en su pecho. Presionándolo dentro de las tiznadas nubes. No alcanza el suelo hacia el cual nada, como si a sus dedos le hubieran crecido membranas abriéndose camino a codazos entre la vasta multitud cayendo torpemente con un golpe seco al polvo, sin palabras, sin ira, sin sangre. No habla, no sangra. Sólo está desgarrado Yace entre piernas calientes y lúgubres, observa el cuerpo que tomó el lugar del cuerpo que da vuelta y desaparece entre la multitud así que ellos no sabrán qué está pensando él desde allá cada mañana. Se detiene frente a esa casa mirando fijamente, avistando cuán lejos podría precipitarse. Cae silenciosamente en la piedra.
Mientras pedaleas
Mientras vas pedaleando el bosque cambia. Los animales se desaceleran, los árboles se aceleran. Te das cuenta de que los conejos tienen una mancha blanca en sus espaldas, está por una razón, no aparecieron originalmente para ese propósito, pero justo ahora (en la temporada de cacería) sirve precisamente como blanco para que les disparen en el culo. El conejo es uno de los pocos animales que (de hecho) disfruta follar; después de la copulación hace una voltereta hacia atrás y patalea en el suelo. Si pudiera levantar una nube, no tendría duda de hacerlo también, y soplar. Anillos de humo en el cielo. Si nosotros no asumimos (y no lo hacemos, cierto) que el Creador tiene un motivo ulterior para esa mancha, porque de antemano sabía que el hombre tendría armas, y él sabía muy bien que los conejos iban a reproducirse (por ejemplo en Australia) si nosotros no asumimos que él estaba pensando lo útil que sería esa mancha (para los cazadores) en este mundo que él creó para el hombre. Pero nosotros no asumimos tal cosa. Es dudoso, por supuesto, cuando dos ciervos aparecen de repente, y ellos también tiene parches blancos en sus nalgas.
Dictadores
Mi ahuecado camino hacia la madurez sexual fue pavimentado con la muerte de los dictadores comunistas. Mi primera experiencia sexual coincidió con la muerte de Mao Tse Tung. Fui mordido por una chica llamada Diana en pre-escolar. Mi voz se quebró cuando Tito murió, y me vine por primera vez cuando Brezhnev se fue. Por tres días no había más que música clásica en la radio, lo cual pensé era exagerado, algunas escuelas hasta habían cerrado. Luego por largo tiempo, nada. Como experimento, llevé una chica al cine, pero la película era muy buena, y tuve calambres en mi mano. Los sucesos se aceleraron en la secundaria. Sólo hubo un par de meses entre el primer beso y la primera frenética manoseada. Siguiendo a Andropov, Chernenko también quedó fuera. Un par de semanas más, y fue el turno de Enver, pero preferiría no ahondar en ese asunto. Descubrí por primera vez el punto G cuando Ceausescu fue ejecutado. Kim Il Sung trajo nueva luz a mis engrandecidos horizontes, por fortuna, los cargos fueron desechados. Fidel...
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