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lunes, 3 de enero de 2011

2937.- SILVIA TOCCO


Silvia Tocco es argentina. Nació en Buenos Aires el 14 de marzo de 1954. Es médica, psicoanalista y especialista en Psiquiatría infantil. Ha trabajado en talleres de escritura con niños con problemas emocionales.

Publicó el libro de poemas Después de la tormenta, Editorial Libros de Alejandría. Argentina, 2000.
Ha recibido el 2° Premio en el Concurso Nacional de Poesía Centenario del nacimiento del poeta José Pedroni. Esperanza. Provincia de Santa Fe. Argentina en 1999, la Mención de honor en el IX° Bienal Internacional de Poesía Breve, organizada por Correo de la Poesía en la ciudad de Valparaíso, Chile en 1999 y fue finalista del Concurso Internacional Letras de Oro, organizado por Honorarte, Argentina en 2002.

Se encuentra en preparación el libro de poemas La cercanía del mar.



LA HORA JUSTA

Es cierto.
Somos pobres
y estamos en vela.
Es la hora justa
en que se oye
a los que tienen dolor
los demás duermen
o hacen que duermen
hacen que no oyen
a la vieja de al lado
que está sola
con las manos cruzadas
sobre la sábana de hospital.
Debe haber alguien en el pasillo de niebla
alguien que haya oído correr la sangre
alguien que diga
qué hago con este torrente en las manos
la sangre
es la sangre de un toro clavado de banderillas
en la plaza caliente
del pueblo
de la vieja
que sueña
al lado

sola

(2001)






Jardín de inmigrantes

dejé crecer
flores silvestres
en el jardín
del fondo de mi casa
se han mezclado
con las alegrías del hogar
y no sabría ya decir
a quién pertenece
el púrpura de las pequeñas catedrales
que asoman por encima
de los crisantemos amarillos
hoy la rosa china
se ve acorralada por el lazo de amor
los geranios inclinan
sus cabezas borrachas
por la fragante cercanía del jazmín
los tréboles
sucumben
al avance de la menta
se están abriendo los lirios
sus penachos azules, erguidos
empiezan a ganarse el lugar







Supermercado

yo, para no ir más lejos,
hablo de bueyes perdidos
con el muchacho de gorro azul
que pesa las verduras
él me da una bolsita de alcauciles
y demora la entrega
algo más de la cuenta
yo me dejo rozar la punta de los dedos
por sus manos de tierra
invento que el tiempo está muy loco
que se hacen largas las horas en la tarde
que los niños
que las papas
que mañana quién sabe saldrá el sol....








Sicilia,1996

había jazmín
en la isla
la canzonetta
entraba
por las hendijas
de la ventana
había
un padre
dejaba de ser
un soldado ciego
en la primera línea de fuego









Réquiem para una niña

Hoy
una tarde de noviembre
una tarde de sol
en tierra extraña
te mueres
es amarga la pócima de ortiga
pero certera como flecha
no lloro
de las dos una debía ser.
Hoy
una tarde de sol
en tierra extraña
caes a mi lado
muerta
te visto de redes
porque vamos al mar
y te dejo flotando









A medio terminar

una pincelada gris
sobre el párpado caído
rojo cadmio
alrededor de la pupila
( en su punto central
se reflejan los peces
del arroyo
cercano al molino)
un toque de azul
cobalto
en la fatigada
comisura
de la boca
desde la tela
el abuelo
ve palidecer
los cuerpos
minuto
a
minuto








Marilyn

ellos adoraban
sus piernas de marfil
envueltas en red
la carterita
rozando los tacos
blanquísima
perfumada de aceite
y grasa negra
en la rugosa pared
pero a la hora de las chicharras
en las tardes pastosas
del verano
ellos le daban la espalda
para gritar
a los pechos de quince
que crecían
al ritmo
de las magnolias








allí

el roce áspero
de las manos
las que hunden cuchillos
en la grávida carne de mar
allí
acuestan sus cabezas
como negras medusas
los hombres del puerto
en un pecho sin madre









En tránsito

La sangre corre
sin saber dónde encontrar la herida
toca a ciegas el abismo de otra sangre
interrumpe el cansancio de la anémona
viaja
es un viaje
de ningún lado hacia ninguna parte
sin embargo, insiste
como algunas vidas










Hotel Savoy

alfombras raídas
una mosca inmóvil
sobre la rosa de plástico
en el florero azul
el teléfono gris
acumula silencio
gotea
el bronce
un tirante sostiene
el secreto
de los vidrios
pero algo
atraviesa
el tragaluz
del patio
algo
late








Instantes

altos los higos negros
estallan de leche pegajosa
entre el zumbido
de las moscas
un golpe de viento
vuela los sombreros
en la calle
vestidito blanco
dos vueltas
en el centro del salón








Instrucciones para el momento de llorar

el juego es así:
inclinada
la cabeza
hacia mis manos
una
a
una
caen
en el hueco
esperamos
la última
(siempre hay una última)
y corremos
a la orilla
las dejamos ahí
libres
como crías salvajes
el mar acuna
lo que el cuerpo perdió

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