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sábado, 18 de diciembre de 2010

2694.- DI BRANDT


Di Brandt Winkler, Manitota, Canadá, 1952. Ha publicado cinco colecciones de poesía: Now You Care 2003; Jerusalem, beloved, 1995; mother, not mother, 1992; Agnes in the sky, 1990; y Questions I asked my mother, 1987. Publicó un estudio crítico sobre la literatura femenina canadiense contemporánea, Wild Mother Dancing: Maternal Narrative in Canadian Literature, 1993 y Dancing Naked: Narrative Strategies for Writing Across Centuries, 1996. Recibió el The Canadian Authors’ Association National Poetry Award, entre otros reconocimientos. Su poesía ha sido musicalizada, y adaptada al teatro, CD, cine, video, radio, televisión, multimedia y danza.


Poemas de: Di Brandt (Canadá)


San Norberto en julio

Según Louise Halfe

Palpitar de manadas de
búfalos, tamborileando
bajo la tierra.
Trazas de salvia
en el viento.
Ramas de cerezo
silvestre inclinándose
repletas de frutos.
Sollozo de hierba.
Ruedas trepidando.
Tipis ardiendo,
carne ahumada.
Yo Anhelo Danza,
Espectro Danza,
Yo Distribuyo Danza,
Imploro Danza.
“Balearon a nuestros niños
mientras recogían
leña.”
Danza de la Calavera.
“Una montaña de huesos.”






Ultramundo

Gwendolyn, te hago regresar
desde tu lecho de raíces, plácida
bajo tierra empujada por gusanos y olorosa a humedad,

háblame,
alzándote desde mi lecho de piedra,
hallando el patio vacío,
la puerta batiendo abierta,

Oh profetiza de sangre y fuego,
tus antiguos y famosos leones echados
junto al Lago Ontario,
ebrios con el enjoyado vino de la muerte,

háblame, en esta inesperada resurrección,
salida del mar de cornalina como desde la hundida Atlantis,
como desde la hermana custodiando a la hermana
que yace
sobre la húmeda hierba de largos tallos bajo
trepidantes puentes de acero,

agradecida después de todo con él
que ingenuamente extrajo su ojo,
cegándola entre la visión de búfalos de pezuñas fragantes a
salvia,
dime, princesa de Babilonia,
qué habrías dicho tú,

de haber sido capaz, en ese último momento
antes de la oscuridad animal,
de hablar,
tus brutales joyas destellando ornan en el desnudo
sol de la pradera,
y en cuál lengua, sobreviviendo por un segundo llameante
los devastadores períodos de tus catastróficos
amores,
dime, Gwendolyn,
cómo pudiera hallar mi senda
entre estos encantamientos vacíos,
estos fragmentos con platos sobre lienzos embadurnados de jabón,

estos signos de nada
entre los muertos andantes,
las lilas brotando labios de tigre y óxido,

la pradera luchando por recordar
su sueño fiesta emplumada de perdices salvajes, aquel exuberante
ritmo?








San Norberto en agosto

Cómo nos hieren las prímulas
en la madurez del verano
entre las ruinas de la catedral,
las piedras cantan,
la hierba se agota en el calor,
abejas rasguean,
las moscas letárgicas, campantes,
el trigo inmaculado
(“Oh cómo reverbera el trigo”)
el río marrón holgazanea,
los nudosos manzanos,
los arces nimbados de luz,
la vara de oro,
los grillos,
dulce trébol en el viento,
pavos silvestres ostentando
entre la hierba salvaje,
el pesado sol sobre la tierra,
nuestra piel sedienta que emana,
la bandola que danza, ¡Oh!

Traducciones de Rafael Patiño

REVISTA PROMETEO


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