Nació en Lima, Perú, en 1964.Estudió Derecho y Ciencias Políticas en la universidad de San Marcos, y posteriormente Lingüística, carrera que abandonó por la literatura, el teatro y los viajes.
Ha publicado las crónicas Las hogueras del hombre (1992), la pieza de teatro El cielo azul (1993), las novelas El periodista (1996) y Volver a Marca (2002), el poemario Voces (1998), el libro de cuentos El olor del agua (2000), y el estudio Marca: historias y tradiciones (2003). Ha publicado además numerosos artículos de arte y literatura en diversos diarios y revistas del país. Fue editor de la Arteidea, revista de cultura. Trabajó en el diario La República. Dirige actualmente la Revista Peruana de Literatura y anima el sello Editorial Pasacalle. Email: rvirhuez@pasacalle.net
CERCANIAS
Para Anita. Irresistible presencia.
ESTAR
todos los días los sueños
los cielos despiertos o las siemprevivas
todos los días tu nombre
tu mano callada como ave dormida
todos los días el tiempo
suave y distante, acero y viento
VARIOS
no hay noche callada
ni imagen de luz ni sombra amada
no hay sólo lumbre
ni hay fuego breve ni viento quieto
sólo juego bravío
y entre tus manos solas
simiente de aire y orillas vivas
CORPUS
además de las palabras
del irivenir inquieto y las calles varias
llega el sudor y el barro tibio
además de todo o nada
arriba la tierra y el cuerpo
y este mundo de mineral y de barro
de hierba y garúa y de piel y rocío
BREVIARIO
si tuviera un punto, un loco
lugar de apoyo, una mano
encendida de vientos y minutos
si tuviera un solo punto
una única palabra o un susurro
un ojo a la voz, un aire solo
bastaría para ser
el mundo que te besa o la vida tuya
OPUS
eras sol o piel de madrugada
y el grito breve y la voz cercana
eras presencia de luz y también sueño
y el cuerpo asido y la memoria sola
y ahora sombra y frío y ave pasajera
VIENTO
a veces es la interrogante
la noche inmensa y la mirada breve
a veces es tan sola la tarde
y tan claro el silencio y la vida
tan simple como un viento triste
CANCION
no es difícil
hablar de ti
basta nombrar
los días ebrios
las rosas rojas
acaso abreviar
las estaciones
la lluvia quieta
la danza viva
todas las voces
todos los tiempos
y el mundo solo
que a ti te nombra
SIEMPRE
andaba siempre, vagabundo
entre las calles del arcoíris
andaba e iba, y caminaba
todos los rumbos, los cielos rudos
y al río y al pavimento
y a la mar y al asfalto
viene mi sombra, la caminata
los pasos vivos, la voz andante
yo caminaba hasta tus puertas
y andaba siempre, vagabundo.
Voces
A Lucero.
1
Oír tu voz
es oír tu cuerpo
que me llama.
2
Mi primer sueño fue una mujer.
Al despertar, estabas a mi lado.
3
A pesar de tus locuras
eres suave, pétalo,
tierra mojada, néctar
delicado del que bebo.
4
Mira mis manos cuando te tocan:
alas de libélula, cuerpos
de aires, piel de agua
o agua vaporosa cantando
sobre tu húmedo desierto.
5
He conocido la ternura
a través de tu mirada.
Un sol naciendo de las aguas.
6
Todos los rostros que amaste
están en mí. Yo los poseo.
Espejo de aguas rumorosas.
7
Cierra los ojos ahora.
Se detiene la apariencia feliz
pero no el momento. No la vida.
8
Te he besado para comprender
la belleza del fuego dividido.
La ciega luz de tu mirada.
9
Qué hermosa es la mañana bajo el sol.
El río ensaya una canción entre sus aguas.
A lo lejos tu sonrisa aparece inconfundible.
10
Si te digo que te quiero
es porque vivo. Porque soy feliz.
Porque el mundo late conmigo.
11
Tus manos son de música
y cantan bajo mi vientre imitando
a la lluvia. Y sin querer
hila que te hila el amor más puro,
mi verso, mi silencio, mis palabras.
12
Por qué crece, por qué me invade
todo. Debiera ser discreto
como el beso de la brisa.
Y no viento arrobador.
Y no fuego.
13
No es el sueño. Es el aire
que en ti es carne y tierra
y secreto prodigio de niña.
Es nada y es todo,
que no comprendo.
14
Parecerás hecha de humos,
de aires y sonidos. Parecerás
tierra mojada o sembrío de aguas.
Y serás humos, aires y sonidos.
Y serás carne, piel, cielos terrenales.
15
La palabra que nace es música,
danza y sonido. La poesía es
sol y tierra y agua. Es tu piel
y mi piel y nuestros ojos. Breve
o grande, qué importa. Nos envuelve
con sus rosas y aceros. Nos desborda.
16
Mudo, dormido
o en la otra orilla.
A ti te canto.
17
Mira el mar que miramos juntos
desde esta ventana. Mira el sol
clandestino, la neblina caminando,
la luz con la que parpadeabas
antes de tu abrazo. Mira
lo que miramos. Ya no estás
y no hay mar, ni sol, ni neblina.
18
Tu cuerpo no es solo
tu cuerpo. Es la piel
del universo y de la tierra.
Es el cuerpo de todos
los cuerpos, que esta noche
anhelo y necesito.
19
Te dirán que todo terminó.
Pero no sabrán que permanecen
nuestras bocas que se besan.
Los cuerpos locos que se aman.
Que todo sutilmente perdura.
20
No te exigirán ser grande.
Te mirarán con examen y ojos duros.
Creerán sumergirte en la rutina
de inviernos y otoños. Pero tú serás
inmensa, estrella para siempre
encendida en mi universo.
21
No te dirán qué busca
tu mirada, ni sabrán
de tus sueños incumplidos
ni de tus ausencias.
Pero recordarán
tus manos que tomaron
el mundo, tu voz que habló
de hombres y mujeres. Y serás
agua de mi tierra, piel de mi piel,
amada materia en la que vivo.
22
Una mariposa volando
tiene color y movimiento.
Tú eres color y movimiento
y eres una mariposa volando.
23
Una gota de viento, ojitos
cerrados pero atentos, las manos
listas para la defensa y nuevamente
un piquito, un aliento breve:
es tu boca sobre mi boca.
24
Quiero quererte y no quererte
y dejarte cuando quisiera.
Pero mi voluntad es breve
cuando me tocan tus ojos
o me llena tu aliento
o tu cuerpo me toma y abandona.
25
Y de pronto apareces con la luz
del mediodía. Y es tu voz
la que ríe y se agita
como una fiesta. Y todo
renace y se enciende.
Y aparecen el mar, el sol
y las neblinas. La vida misma.
Si de pronto aparecieras.
Es el cuerpo de todos
los cuerpos, que esta noche
anhelo y necesito.
19
Te dirán que todo terminó.
Pero no sabrán que permanecen
nuestras bocas que se besan.
Los cuerpos locos que se aman.
Que todo sutilmente perdura.
20
No te exigirán ser grande.
Te mirarán con examen y ojos duros.
Creerán sumergirte en la rutina
de inviernos y otoños. Pero tú serás
inmensa, estrella para siempre
encendida en mi universo.
21
No te dirán qué busca
tu mirada, ni sabrán
de tus sueños incumplidos
ni de tus ausencias.
Pero recordarán
tus manos que tomaron
el mundo, tu voz que habló
de hombres y mujeres. Y serás
agua de mi tierra, piel de mi piel,
amada materia en la que vivo.
22
Una mariposa volando
tiene color y movimiento.
Tú eres color y movimiento
y eres una mariposa volando.
23
Una gota de viento, ojitos
cerrados pero atentos, las manos
listas para la defensa y nuevamente
un piquito, un aliento breve:
es tu boca sobre mi boca.
24
Quiero quererte y no quererte
y dejarte cuando quisiera.
Pero mi voluntad es breve
cuando me tocan tus ojos
o me llena tu aliento
o tu cuerpo me toma y abandona.
25
Y de pronto apareces con la luz
del mediodía. Y es tu voz
la que ríe y se agita
como una fiesta. Y todo
renace y se enciende.
Y aparecen el mar, el sol
y las neblinas. La vida misma.
Si de pronto aparecieras.
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