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miércoles, 8 de diciembre de 2010

2604.- THOMAS BERNHARD



Thomas Bernhard
(Austria, 1931-1989)
Poeta, novelista y dramaturgo austriaco. Thomas Bernhard, hijo de padres austriacos, nació en Heerleen (Holanda) el 9 de febrero de 1931 pero ha residido la mayor parte de su vida en Austria y Alemania. Tras vivir los últimos años de la II Guerra Mundial en Salzburgo y posteriormente varios años recluido en un sanatorio a causa de su mala salud, entre 1952 y 1957 estudió música y arte dramático en la Academie Mozarteum de Salzburgo. A partir de entonces se estableció en la Alta Austria para dedicarse de lleno a la literatura. En sus poemas y novelas, Bernhard ha explorado el tema del absurdo en la vida y los sentimientos humanos, así como las presiones que llevan a las personas al borde de la locura. De su obra cabe destacar Helada (1964), Trastorno (1967), La calera (1970), Corrección (1975) probablemente las más celebrada, El malogrado (1983), centrada en el fracaso de un estudiante de piano en contacto con un genio y Maestros antiguos (1985). Ha escrito también una autobiografía, considerada por algunos como su obra más intensa e importante, constituida por cinco tomos: El origen (1975), El sótano (1976), El aliento (1978), El frío (1981) y Un niño (1982). Sus obras de teatro más conocidas son El ignorante y el demente (1972), La partida de caza (1974), La fuerza de la costumbre (1974) y El reformador del mundo (1979). Este tipo de teatro, con sus irónicos monólogos, se conoce con el nombre de Theater der neuen Subjektivität (Teatro de la nueva subjetividad), del que Peter Handke es también uno de sus principales exponentes.



LA FLOR DE MI CÓLERA

La flor de mi cólera crece salvaje
Y cada espiga
Perfora el cielo
De modo que la sangre gotea de mi sol
Aumentando la flor de mi amargura
De esta hierba
Se lavan mis pies
Mi pan
Oh caballero
Flor inútil
En la rueda de la noche se estrangula
La flor de mi caballero del trigo
La flor de mi alma
Mi dios me desprecia
Estoy enfermo de esta flor
Que crece roja en mi cerebro
Sobre mi dolor.

Poema I, de In Hora Mortis.







No muchos mueren
por una casa
en el desierto
o por un árbol seco.

No muchos mueren
por cenizas
que fueron fuego,
por el vino
de un rey destronado
o por los incendios
para celebrar
a un caudillo.

No muchos mueren
por otro,
cuando las semillas vuelan
y en la primavera
muerte y aves
ennegrecen cielos claros.

No,
no muchos.


Del poemario Bajo el hierro de la luna.
Traducción de Miguel Sáenz ( DVD ediciones, 2000 ).







El año es como el año hace mil años…

escucha,
en el viento flotan
miedos
T.B.


El año es como el año hace mil años,
llevamos el cántaro y golpeamos el lomo de la vaca,
segamos sin querer saber nada del invierno,
sin saber nada bebemos mosto,
pronto habremos sido olvidados
y los versos se desharán como nieve ante la casa.

El año es como el año hace mil años,
miramos al bosque como establo del mundo
mentimos y tejemos cestos para peras y manzanas,
dormimos mientras nuestras botas sucias
se descomponen ante la puerta de la casa.

El año es como el año hace mil años,
no sabemos nada.

(Del libro ‘Bajo el hierro de la luna’, DVD)






El sótano (fragmento)

El sótano era, para muchas de esas personas del poblado, una y otra vez la única y última salvación. Muchas habían convertido su visita al sótano en costumbre y aparecían día tras día, no era por falta de dinero por lo que, llegado el caso, entraban varias veces al día en el sótano, para comprar una pequeñez, por ejemplo cincuenta gramos de mantequilla, sino porque, de ese modo, tenían la posibilidad de bajar al sótano con intervalos más breves que, según parecía, necesitaban para vivir, y de escapar a su entorno, en muchos casos mortal. Sólo ahora, en esos días de mi nuevo entorno, tenía yo otra vez acceso directo, inmediatamente directo a los hombres, ese acceso inmediato, directo a los hombres no me era posible ya desde hacía años; mi mente primero y luego también mi ánimo se habían asfixiado casi bajo el manto mortal del colegio y las coacciones de su enseñanza, y todo lo que estaba fuera del colegio y sus coacciones no lo había percibido durante años mas que de forma imprecisa, a través de la niebla de lo que se enseñaba. Ahora veía otra vez a los hombres y tenía contacto inmediato con ellos. Había existido durante años en medio de libros y escritos y entre mentes que no eran otra cosa que libros y escritos, en medio del olor enrarecido de una Historia mohosa y desecada, continuamente como si yo mismo fuera ya Historia. Ahora existía en el presente, en medio de todos sus olores y grados de dureza. Había tomado esa decisión y hecho ese descubrimiento. Vivía; durante años había estado muerto.


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