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miércoles, 17 de noviembre de 2010

2139.- JENNIFER GUGLIOTA GUEDEZ


Jennifer Gugliota Guedez. Venezuela. Ocumare del Tuy, 1985. Cofundadora del Grupo Musaraña, editora de la revista Cubile, la hoja poética Madriguera y Ediciones Madriguera en Coro. Premio del XI Concurso “Rafael José Álvarez” de la Universidad Francisco de Miranda en la mención de poesía (2009). Co-autora del libro colectivo de edición artesanal “Antología de la Cueva” (2006). Poemas de su autoría figuran en el libro colectivo “Girapoema II” (2009) y la “Antología Arbitraria ME URBE. Chile-Venezuela” (2009). Autora del libro de poemas “490h” (2009) editado por Ediciones Madriguera bajo la colección de Libros Antiofídicos. Ha publicado en revistas nacionales y regionales.





Ya éramos y andábamos en guayuco,
Unos tantos desnudos.
Y no hacía falta este idioma
y sus teorías simbolistas, semánticas
y religiosas. nos bastaba el signo
para ser y éramos en verdad.
Del instrumento, naturaleza,
vibraba en nosotros y así nos
multiplicábamos. Nos contábamos
con los dedos de los pies y las manos,
con cada grano cosechado y las
lunas y los soles conjugaban
esta poesía espiritual.
Nos llamábamos y la lengua
se hacía rio, se hacía mar,
montaña y desierto. palpitábamos
en la tierra, manteníamos la respiración de los arboles.
Ya éramos cuando su dios
se posó en esta orilla. Ya vivíamos
al son de nuestra sangre, de nuestras luchas
y cotidianidades.
Éramos pues un pueblo libre,
descubierto, nos conocíamos.





La ciudad está perimetrada.
Hoy prometí llevar a los niños al cine,
hace ya un año.
Los tomo de la mano, hago cotufas en la cocina
de la vecina. Tiene en su tele una porno.
Tapo los ojos de los niños y los llevo al gallinero.
Nos sentamos y vemos desde la cima de esta
tierra como el gallo picotea el suelo, como
surge el gusano que logra huir de la gallina
pero no de la paloma
que salió desde el tejado y en picada tropieza
con el árbol y arremete contra la vida del gusano,
que yace feliz en el suelo burlándose del gallo
y sus gallinas.







Todos vienen cargados de amalgamas,
doraditos, sabrositos,
calculando entre ellos disparates, comiendo,
vomitando, firmando papeles,
pagando hipotecas.
En fila, juntando sus manitos, sollozando,
escribiendo para el recital de la noche,
interpretando la corrupción,
interrumpiendo este día
el instante en que escucha música,
empaca su ropa
y va juntando las manos con otros.
Mientras en el cuarto azul, a dos cuadras y media
el despecho se incorpora en el muñeco
de cerámica navideño.







Ella lloró sutilmente,
mojó sus manos en el café, tomó una galleta
y se condujo por toda la avenida Manaure
recreando excusas, actuando silencios,
dibujando en la acera muñequitos que se
saludaban amables y eufóricos.
Al final no le dieron el empleo de mímica
por desear los buenos días al entrar
a la oficina.







A Ennio Tucci

Él toma las palabras y arremete contra la ciudad.
Yo tomo las que me contienen, hago curitas,
me disperso y voy colocando una en cada bache,
en cada auto chocado, en los postes eléctricos.
Llego a él y con sutileza le coloco una en la frente.
Beso sus labios, calmo por unos segundos sus ansías.
Alimento su energía, contemplo sus ojos me vacío en él
y lo dejo libre, que destruya todo lo tuyo,
La poesía va detrás, con las curitas, el amor y la energía.







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