Alejandro Tarrab (Ciudad de México, 1972). Poeta y ensayista. Autor de los libros Siete cantáridas (Ediciones Sin Nombre, 2001), Centauros (Ediciones del Ermitaño, 2001) y Litane (Cuadrado Negro, 2006; Zignos, 2007; Bonobos/Setenta/Conaculta, 2009). Obtuvo la beca Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en los periodos 2004-2005 y 2006-2007 y el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen en 2009. Su obra ha sido traducida al inglés y al checo.
DEGENERATIVA
(Bonobos, 2010. Fragmentos)
Alejandro Tarrab
PRIMERAS VARIACIONES
VARIACIÓN A UN PASAJE DE WALTER BENJAMIN
EL TEDIO ES UN PAÑO CÁLIDO Y GRIS FORRADO POR DENTRO CON LA SEDA MÁS ARDIENTE Y COLOREADA. EN ESTE PAÑO NOS ENVOLVEMOS AL SOÑAR. EN LOS ARABESCOS DE SU FORRO NOS ENCONTRAMOS ENTONCES EN CASA. PERO EL DURMIENTE TIENE BAJO TODO ELLO UNA APARIENCIA GRIS Y ABURRIDA. Y CUANDO LUEGO DESPIERTA Y QUIERE CONTAR LO QUE SOÑÓ, APENAS CONSIGUE COMUNICAR ESTE ABURRIMIENTO. PUES ¿QUIÉN PODRÍA VOLVER HACIA FUERA, DE UN GOLPE, EL FORRO DEL TIEMPO? Y SIN EMBARGO, CONTAR SUEÑOS NO QUIERE DECIR OTRA COSA. Y NO SE PUEDEN ABORDAR DE OTRA MANERA LOS PASAJES, CONSTRUCCIONES EN LAS QUE VOLVEMOS A VIVIR COMO EN UN SUEÑO LA VIDA DE NUESTROS PADRES Y ABUELOS, IGUAL QUE EL EMBRIÓN, EN EL SENO DE LA MADRE, VUELVE A VIVIR LA VIDA DE LOS ANIMALES. PUES LA EXISTENCIA DE ESTOS ESPACIOS DISCURRE TAMBIÉN COMO LOS ACONTECIMIENTOS EN LOS SUEÑOS: SIN ACENTOS. CALLEJEAR ES EL RITMO DE ESTE ACONTECIMIENTO. EN 1839 LLEGÓ A PARÍS LA MODA DE LAS TORTUGAS. ES FÁCIL IMAGINAR CÓMO LOS ELEGANTES IMITABAN EN LOS PASAJES, MEJOR AÚN QUE EN LOS BOULEVARES, EL RITMO DE ESTAS CRIATURAS.
(WALTER BENJAMIN)
Mi padre entonó el sueño de los tedios.
Sacudió los cabellos de su mesa de trabajo todas las noches. Mi padre tiñó las órbitas de la caligrafía; escribió el signo de las cruzadas en mi cabeza. Yo replico esos tonos en su nombre. Me envuelvo en el mismo paño cálido y gris, con visos de seda ardiente, con que él se cubrió para soñar. Sueño, como el embrión que emprende, desde el santuario de la noche, la vida de los animales. Para volcar de un solo golpe el revestimiento de los días. Entonces me siento a escribir y entono las visiones grises y aburridas de mis antepasados, que son las visiones de mi cuerpo y de mi pensamiento. Miradas deslucidas de caminatas largas por la ciudad. El pulso acompasado de los pasajes donde compramos, por decir, una tortuga de pecho quebrado. El desaforado pulso con que observamos ese animal recluido, para después salir desaforadamente a encarnar otras visiones. Con el pulso siempre de estas criaturas
quebradas y rollizas.
VARIACIÓN A EL ORIGEN DE THOMAS BERNHARD
QUIEN SE HA CRIADO EN ESA CIUDAD, SEGÚN LOS DESEOS DE QUIENES TENÍAN SOBRE ÉL LA PATRIA POTESTAD PERO EN CONTRA DE SU PROPIA VOLUNTAD Y, DESDE SU MÁS TEMPRANA INFANCIA, CON LA MAYOR PREDISPOSICIÓN SENTIMENTAL E INTELECTUAL A FAVOR DE ESA CIUDAD, HA ESTADO ENCERRADO POR UNA PARTE EN EL PROCESO ESPECTACULAR DE LA CELEBRIDAD MUNDIAL DE ESA CIUDAD COMO EN UNA PERVERSA MÁQUINA DE BELLEZA EN TANTO QUE MÁQUINA DE FALSEDAD, PRODUCTORA DE ORO Y OROPEL Y, POR OTRA PARTE, CON LA FALTA DE MEDIOS Y DE AYUDA DE SU INFANCIA Y JUVENTUD, POR TODAS PARTES DESAMPARADAS, COMO EN UNA FORTALEZA DE MIEDO Y DE HORROR, CONDENADO A ESA CIUDAD COMO LA CIUDAD EN QUE DESARROLLARÍA SU CARÁCTER Y SU ESPÍRITU, TIENE DE ESA CIUDAD Y DE LAS CONDICIONES DE EXISTENCIA EN ESA CIUDAD UN RECUERDO, PARA NO EXPRESARLO EN FORMA DEMASIADO GROSERA NI DEMASIADO FRÍVOLA, MÁS BIEN TRISTE Y MÁS BIEN OSCURECEDOR DE SU PRIMERÍSIMO Y PRIMER DESARROLLO, PERO EN CUALQUIER CASO FUNESTO, CADA VEZ MÁS DECISIVO PARA TODA SU EXISTENCIA Y HORRIBLE, Y NINGÚN OTRO.
(THOMAS BERNHARD)
Nos alejábamos apenas,
no por lo infranqueable o por la furia de los límites de aquella fortaleza, sino por nuestro propio carácter oscurecido, desde el primer momento condenado al miedo y al horror del miedo, que nos mantenía lejos de nuestro impulso y pensamiento. Algo que pudo ser heroico y que, por razones ajenas a nuestra naturaleza, había quedado subyugado, aterido, desde nuestro primer desarrollo. La ciudad-fortaleza era entonces un centro de corrección y tachadura, en donde quisimos ver —insistencia— una ciudad más vasta y colorida, que se extendía lejos de aquellos límites de nuestra imaginación constreñida. Una ciudad, ya lo veríamos, perversamente receptiva, que lesionaba por la espalda a la misma gente que había acogido. Una ciudad, una máquina de falsedad, arrodillada, arrebatándose las figuras de sus libertadores, crucificándose, apedreándose. Una ciudad, una máquina de la belleza, que aprendimos a amar desde la más temprana infancia, como pequeños dioses omnipotentes, cautivados, con el recuerdo siempre funesto
de un origen triste y despavorido.
FRACCIONES
FOTOCOPIADORAS
Recuentos del acervo,
elementos intercambiables de una ruta en desuso: novotel early breaks, antología de ideas para las generaciones, la imagen de una mano empuñando un erizo, oscuro erizo marítimo, profetas de la violencia pasando como héroes, volverán los gabinetes del tarot, los adivinos de hoy para hacerme olvidar, artefacto, fuiste una res oculta en una sábana blanca, sábanas, órdenes de viejos repertorios, posición de un animal emulando el sutra, apuntes página 32, archivos de conducta escritos a mano, lexemas, zurcidos invisibles, nave, fotocopiadora. Fingir facilidades. Repasar en negativo: vendo, una odisea. Tracción, cuatro y seis cilindros. Puedo tornar el erizo más y más oscuro, engrosar sus espinas, quemarlo en la página. El esqueleto, el corazón calcáreo, dispone el veneno. Imagino un campo de fotocopiadoras como pinchos negros. Cementerio de lámparas y tambores: los elefantes cederán sus osamentas. Puedo copiar y de hecho copio una adaptación del acecho, una geometría ya sin aura. En un afán de reproductibilidad, de sentir el aura yo mismo al entonar las máquinas. Expongo también una flor, una porción del cuerpo a las descargas. Fotocopiadora: juguete de ejecución. En la réplica, ten years continued, un hombre llora al ver la bandera de su territorio conquistado. Yo también convulsiono, tenso y par los cristales. Error 0172. Entrarás en un periodo de indolencia. La misma carta pero en orden suspendido. Error. Al ejecutar la paginación, me veo en mitad de ese campo de batalla. Sé para mí que tales copiadoras son trampas. Arrestos de un dispositivo. En todas las pantallas es el objeto lo que se entrega en potencia, copio. Hemos reunido para usted esta contienda, esta región minada de aguijones. Podría tornar, como película, hacia los créditos finales. Prepare, combine otra instrucción para la fotocopiadora:
ajustar o recortar las márgenes.
MUJER ELEFANTE. ANTE EL ALTAR DE LOS RENACIMIENTOS
—Un día nací muerta y puse en peligro nuestra especie
que me aguardaba en la espera.
—Un día nací muerta y por un efecto del espacio en el instante del alumbramiento
también nacía mi enemigo, vivo como los dominios.
—Se mecía en un jardín donde todo lo demás permanecía inmóvil. Pronunciaba
con sonidos de bisagra: tú.
—Yo lo escuchaba con el pensamiento de las noches. Despertaba en mí un sentido binario,
una hipótesis demandante y primigenia: la grave desgracia puesta en el sí,
el bullicio soleado puesto en el no.
—Comprendí entonces que no habría división en los sistemas de entrada y de salida:
un alumbramiento es una curva dolorosa.
—Un alumbramiento regresa a su punto de partida
con el impulso contraído de la parábola.
—
—Nací muerta entre las manadas de la huida. El estruendo de las migraciones
me hacía despertar.
—Mi nacimiento es la antesala de los llanos donde mi madre espera. Muerta
igual que las manadas que se abren paso el día de mi muerte; viva
como el estruendo de la ira donde nace el peligro.
—Mi enemigo son las manadas abriéndose paso en el continente.
—Mi enemigo es alguien que me ama. Dice tú balanceando el sonido.
—Nací muerta.
—Puse en peligro a la especie, la iluminación después del parto.
—Nací muerta, con la disposición del no puesta en bullicio; con la alineación del sí en la
desgracia de un adversario
que soy yo, que son las manadas que me aman.
—Manadas robustas espoleando la muerte de los nacimientos. Manadas.
—
—Hordas nuestras de elefantes.
Nuestras hordas de elefantes
¿Recordaste algo nuestro, sueño impuro
o a fuerza de repetirlo diez, cien veces
quedó horadado,
. ... .. .. .. .. . sin posibilidad?
(La niebla de tu sueño dice sí
en la enfermedad, la niebla de mi sueño dice no
en la persecución, la niebla de tu sueño).
LE CORBUSIER. HACIA UNA ARQUITECTURA
Regresión dolorosa.
Afecta los sentidos, provoca.
ARGUMENTO
Emociones, contexturas maleables.
... —Él afecta intensamente nuestros sentidos
... provocando emociones plásticas.
Agitamiento interior.
ARGUMENTO: resonancias profundas determinan
los pasajes de nuestro pensamiento corazón,
belleza.
... —Nuestros ojos están hechos para ver formas en la luz.
... —Las formas primarias son formas bellas, porque son claras y legibles.
ARGUMENTO
Somos afectados,
quebrantados por el volumen.
Afectados, quebrantados,
no en el corazón, en el centro.
Esencia, dolor, cuerpo.
... (Un cuerpo suspendido en la violencia de su ejecución
... —crucifixión, abyección, ahorcamiento—
... afecciones provocadas por estas estructuras).
ALTERACIÓN. ARGUMENTO
La Catedral es un drama en la luz.
La lucha en la que estamos expuestos.
Se levanta contra todas las fuerzas. Contra todas
las fuerzas posibles e imposibles
se levanta.
En la piedra el drama,
la alteración,
el nacimiento.
el aislamiento.
DONDE COMIENZA EL LIBRO DE LOS PASAJES,
SECUENCIA, TROZO ENTRE LOS SITIOS
K
(CIUDADES, PARAÍSOS EX PATRIA)
En aquel viaje de vida
no hacíamos más que comer, beber, dormir toda la mañana, trabajar por las noches, dar algunos “paseos” más o menos breves, más o menos inconscientes (lo que algunos, la mayoría, calificarían de ocio desmedido, paraíso o aburrición, pero que en verdad contenía una carga fuerte, una sacudida de infierno, no por el sufrimiento, sino por la abulia, el tedio). Comíamos en los lugares más baratos, en la medida de lo posible lejos de casa. Intentábamos conocer aquella ciudad, cuando menos aquel barrio nuestro, pero por alguna razón no salíamos de la cama o salíamos poco, abatidos siempre por el calor o por alguna otra idea o circunstancia (el propio deber, el hecho absolutamente cargado de tener que conocer), dábamos vueltas y regresábamos al mismo punto, dábamos vueltas y seguíamos hasta la misma plaza, el mismo puesto junto al mismo café, el mismo bar. Es decir, tal como se hace en una verdadera ciudad de vida, con el mayor ensombrecimiento y la más grande de las penas: saberte atrapado en la inercia, no del flâneur, sino del habitante sin sentido, aquél que intenta construirse un hecho, una labor; apropiarse los muros, los basureros donde se entregan rutinariamente los desechos... Éste fue, durante largo tiempo, nuestro lugar, nuestro paraíso ex patria.
MEDITACIONES SOBRE EL CUERPO DE LA OBRA
MEDITACIONES SOBRE UN POEMA IDEOGRÁFICO DE TABLADA
A mi abuela, Carmen Fernández Marroquín,
quien pensó en la horca y murió de un disparo.
(JOSÉ JUAN TABLADA)
Primera meditación
Una mañana descubrirá la crueldad:
la calle en la que vivo. La hallarán muerta, colgada de la jácena que mantiene. Un edificio de los años treinta, un desnivel sobre las minas de arena. La hallarán muerta, violada a unos pasos de la calle. Hará recordar ese cadáver la espera en vano, otras muertes por ahorcamiento: cabeza de las farolas llevadas entre los árboles por el viento. ¡Una lámpara!, una mujer estrangulada al interior de un edificio, por decir un baldío de la propia calle, una azucena entre la sombra de las albahacas. Muerta, hará recordar esa mujer un agujero en la ropa —ojeras marcadas— túmulos. Canciones de hijos
cantadas por los hombres.
Carmen Fernández. Segunda meditación
Pálida, con la espera marcada,
pensó en colgarse frente al espejo. Mirar su pensamiento de ahorcada, onírica, en un vuelo de varias noches. Mirar su nombre, Carmen, y el legado hacia sus hijos que también pensarían en colgarse, meterse hondo al pensamiento. Fijé la cuerda, después de dos generaciones, tuve el impulso. El dramatismo de la lámpara, el cable eléctrico: su materia de luz. Miró los árboles deshojados, la pendiente que se enreda varias veces. Calculó (espera) cuánto tardarían en hallarla, en ponerla nuevamente
en su sitio.
Carmen Fernández. Tercera meditación
No llegó a enredarse,
meterse hondo al pensamiento: dolencia, la curva de juicio de los ahorcados. Pensó en sus hijos. Los hijos de sus hijos velando el vértigo, rumiando la corteza de algún cítrico —más amarga la palabra—. Algo de la creación, del pensamiento delirante en las galaxias: el amor es otra cosa. Oculta la traición, el amor. Llama en círculos, y yo espero. Una voz cercana a la espiral, un espíritu, un cuerpo aniquilados. Pensó en colgarse: Mujer vértigo, la tocada en las veces. Quise flotar con mis membranas, Mujer monstruo, con mi ceniza de galaxia, quise flotar. Mujer pájaro, ¡Mujer lámpara! El augurio improbable. Más cercana al fuego que a la horca,
quedé tocada.
SOY UNA JUANA DE ARCO ELECTRÓNICA, ACTUAL
POR EL LUGAR EN QUE, ABUSIVAMENTE, VIVO DESDE HACE MÁS DE UN CUARTO DE SIGLO, PASÓ JUANA DE ARCO A CABALLO. UNA PLACA, FRENTE A LA CATEDRAL DE SENLIS, DA TESTIMONIO DE SU ARENGA GUERRERA.
. . . . . JUANA DE ARCO, COMO ES DE SOBRA CONOCIDO, OÍA VOCES. SERES COMPULSIVOS Y ASTRALES LE ORDENABAN, NO SE SABE BIEN CON QUÉ VOCABULARIO, SEGÚN LOS SIGNOS DE QUÉ CÓDIGO, QUE PARTIERA EN GUERRA CONTRA LOS INGLESES Y SALVARA A FRANCIA —CONSIGNA, HAY QUE SEÑALARLO, RECURRENTE EN ESTE PAÍS.
. . . . . .. COMO LA SANTA GUERRERA, OIGO VOCES. NO ME ORDENAN NINGÚN SACRIFICIO, NINGUNA OBLACIÓN DE MI CUERPO, DE MI PERSONA. SÓLO QUE NO ESCRIBO MÁS QUE PARA ESAS VOCES.
(SEVERO SARDUY)
Vivo abusivamente
me entrego lenta y miserablemente, como la muerte Santa, guerrera, oigo voces. Compulsivas y astrales y abiertas, no se sabe, que me parten y me ordenan, a mí sí, toda carga de sacrificios: la sustentación de mi cuerpo apoyado a penas, la hostilidad contra mí, garbo pernicioso, nocivo, contra mí. También piden que me admire: oblaciones hacia el cuerpo, catedrales de escritura, historias complejas que me incitan y me hierven. Cuando dejo de escucharlas, dejo escuchar y me entrego. Un sólo rasgo monótono y triste, como la propia entrega o la sangre helada de un cuerpo mutilado, que se escucha solo a sí mismo. Todo es más triste, más sórdido
reconocible.
DEGENERATIVA
SERIE DE DESINTEGRACIONES
(Reproducciones de William Basinski)
Primer loop
Al fondo una sombra: diálogo, imposibilidad. Dos personajes se aferran. Sus voces se funden
distorsionadas.
Quería traducirlo.
Quería traducirlo para ti, tenerlo para ti en este idioma. Tenerlo que te digo: tornado. Tornado en la hoja que entenderías. Quiero entenderlo. Y yo lanzaba(me) al origen, a traducir las palabras, tornarlas para ti en este idioma. Quiero tender, quiero tornar al origen. Avenirlo a un idioma que me sea, que me sea tornado
y que me lleve.
Loop 2.1
Diálogo, ¿alteridad? Al fondo, el ruido. Misma repetición, mismo vestuario: un jirón verde olivo.
Quería decir tornado para ti,
pero no sabía las palabras: parábola, tragedia del engaño. Quería tener lo que te digo: un soporte, algo lanzado a la repetición. Lo que dices y te digo, tornado. Lo que dices hacia ti, reiteras hacia atrás en tu cabeza. Un eco. Una resonancia de espirales, un eco. Un campo de espigas arruinado. Algo tornado en el eje. Repite atrás (hacia la espina): parábola —quise insistir— atraída, magnetizada hacia la cinta. Quería grabar con la aguja, con el filo del engaño tu cabeza.
Loop 2.3
Al fondo el diálogo —en todo diálogo resuena un aleteo, aunque no se escuche entre los personajes—.
Proscenio: butacas medias afilando el oído. Coro, coro al fin.
Vientre repetir,
repetir fuelle o instrumento. Repetir fuelle despacio. Al oído, que es lo que se quiere.
Adentrarse en una escala del fracaso por decir fuelle, repetir
boca o tornado.
Loop 3
Al fondo, los personajes se apropian del diálogo. Al fondo, cambiante y repetitivo, el autor: varias promesas desperdiciadas. El ruido proviene de la aguja. Traza canales en la cinta, reproduce: diálogo, imposibilidad. Al fondo, los personajes pronuncian sus últimas palabras. No es el fin, sino el inicio de un animal de dos cabezas sin el diálogo. El coro de una aguja universal traza los círculos, resuena.
Quería traducirlo
para ti. Tenerlo para ti, tornado. Quería marcar despacio, en el eje hacia la espina. Pero algo en ti me detenía ven. Quería trazarlo para ti. Hundirte con engaños
la cabeza.
FRACCIONES
Rompe. Tu letrina negra.
La herida donde hacías las noches,
Madre de lágrimas.
Desplúmate el hocico,
corta la crin de los caballos
y ven girando.
Lenta
como el mundo:
picoteado y maldito.
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