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domingo, 14 de noviembre de 2010

2117.- ANDRÉS ANWANDTER


ANDRÉS ANWANDTER nació en 1974 en Valdivia (Chile). Participó en el Taller Literario del Instituto Alemán de Valdivia, dirigido por Oscar Galindo, durante el año de 1991. Publicó poemas en la revista de ese taller ("Escritos") en 1991 y 1993. Ese último año fue becario del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda. El año 1995 obtuvo el primer premio del concurso de poesía de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. Los poemas ganadores se sumaron a los que pasaron a constituir El árbol del lenguaje en otoño, que publicó con el patrocinio del DAEX de la Universidad Católica, en 1996. Aparece en numerosas antologías nacionales. Ha participado también en los encuentros "El poeta joven y su libro" (Santiago, 1997; Valdivia, 1998). Estudió Psicología en la Universidad Católica.
Bibliografía
- El árbol del lenguaje en otoño. Santiago, DAEX, 1996
- Especies intencionales. Santiago, Quid Ediciones, 2001
- Square Poems. Londres, Writers Forum, 2002.





CLAVES PARA UN MONÓLOGO DE DOS

Caminábamos oscuros por la noche sola
de la mano de unos versos que cosían la boca
con un par de puntos a favor del silencio
-un juego de palabras-, la lengua
se hacía un nudo de hilo, para enredar
la metáfora de esas citas nocturnas
que se llevaban a cabo en parques,
cuyos nombres convertíamos en claves
o cruces para marcar el mapa
de nuestros desaciertos.








CENIZA

Fantasma de fantasma, fotocopia
que mira, ignora, inquieta, cada vez
más tenue en la solapa de su madre
-motivo ocasional de nuestra lírica-
imagen entre imágenes de archivo
marco para declaraciones públicas
graffiti en facultades de provincias
concepto de una "muestra colectiva"
papeles que levantan de la calle
los pasos apenas, el viento.
Basura
que alguien barre, amontona, y luego quema.




EVENTO

Se asoma en el espejo un pez: desaparece
y entonces (su cabeza) queda un círculo
(que ya se multiplica hacia los bordes)
sobre la superficie de tu rostro. Un pez.





CRÁNEO

Si comienzo a caminar por ese espacio cuya forma
es la forma de un espacio que recuerdo y no conozco
o conozco y no recuerdo: en esos casos
el eco -en esos casos, espantoso- de mis pasos me despierta
todavía ante la puerta de esa forma: abierta.



LA LECTURA

El juego concertado de tus párpados
le da ritmo al transcurso de estos versos
o a la imagen que reflejan: tus ojos
te observan igualmente intermitentes
buscándolos perplejo, entre las letras.



CALIGRAMA

Es preciso abrir una ruta en esta prosa,
espaciar ciertas palabras para instalar
los postes de un tendido telegráfico.
Cruzando el texto en diagonal, este verso
asegura que el sentido del párrafo
llegue al punto en forma de poema.



DUELO

Debe parecer como si tienes
-todo el tiempo de apuntar-
antes del punto un cuaderno
que escribir sobre (la muerte
dispara primero) ese resto
de papel entre tu cuerpo y la bala.




EL ROSTRO

Las letras son los rasgos de la muerte
sus cejas cuando frunces el ceño: no entiendes
que en este poema la muerte se escribe en tu cara.

***

Desde hace más de un siglo
la vocación por la poesía requiere
de la cohabitación del escritor
con un demonio. Baudelaire
trató de conjurarlo orando
su humor satánico (secreto
alquímico ausente en los tratados
su posibilidad): la expulsión
de esta bestia en poetas actuales
es signo de su triunfo, y una prosa.

(De El árbol del lenguaje en otoño)




LONG PLAY

(en tomo a "Hat and Beard" de Eric Dolphy)

Un contrabajo camina a tu lado en el otoño de los parques
o en tu cuarto lleno de hojas, das vuelta como un león destronado
calculando el perímetro de la jaula, geómetra
también al disolverte en los deseos y los días
un vaso de agua, esta escritura incipiente
se acumula junto al polvo que levanta el jazz.


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