Caridad Atencio, nació en 1963 en La Habana, Cuba) es poeta y ensayista. Licenciada en Filología por la Universidad de la Habana en 1985. Trabaja como investigadora del Centro de Estudios Martianos desde 1991, donde ostenta la categoría de investigadora auxiliar, y miembro del Consejo Científico de esa institución. Es considerada una de las importantes poetas de la llamada Generación de los Ochenta. De su poesía, el reconocido crítico cubano Enrique Saínz expresó: “Caridad Atencio se ha sentado a observar y a precisar el diálogo de su cuerpo con lo otro, aquello que no es ella, y entonces ve y alcanza el momento extraordinario”
Ha publicado: Los poemas desnudos, 1995; Los viles aislamientos, 1996; Umbrías, 1999 y Los cursos imantados, en la Colección Manjuarí de la UNEAC en el año 2000
Sala ática
1 En una sección sobre El libro de las profesiones C.
explica al artífice el acceso de un cuerpo a otro.
Con las manos abiertas cerraría un camino.
Quiere sin muros la sucesión oculta, de
modo que la sombra del imaginario sea un
roce perpendicular.
2 En el único set la autómata y la momia.
Con el peso de aliento, el ojo,
Agua presa en sí misma y matizada.
3 C. Propone y no explica la porción inasible
de los dedos.
4 La autómata en sus garras de ornamento.
5 El artífice escucha. Sabe que C. confunde lo
invisible con la extinción, habla de urdimbre y
techo a los cuerpos vacíos.
Escuchar es acaso una virtud vencida.
Si es, ¿para qué mirarse?
C. no apunta, en las emanaciones de mis seres
va en azar fronterizo.
6 Luego de la agonía el goce de lo inerte, lo que
inventan tus ojos, la verdadera imagen.
7 El artífice en todas la proporciones. «Legítima
la muerte, ese primer misterio.
Tientos por el ausente
Dirección intocable. Ambigua en cualquier
ángulo. No hay nada más virtual que su paso
en nosotros.
(El silbido del agua que recorre el fuego)
Sonido que penetra.
El pájaro en los ojos, el pez adormecido entre
las manos...
La presencia de un instrumento cortante en una
pieza donde estoy desnuda.
Se desliza porque penetra. No digamos
lo opuesto.
/Algo he visto del fondo.
Subrayado en un libro de Nietzsche
Si en este texto que, en general, suele ser el mismo una noche que otra, recibe comentarios tan variados y si la razón creadora se representa hoy, por idénticas excitaciones nerviosas, causas distintas de las de ayer, ello se debe a que el apuntador de dicha razón ha sido otro distinto del ayer; otro instinto que se hallaba hoy en su más viva pleamar y quería satisfacerse, emplearse, ejercitarse y descargarse...
Nota al margen:
La culpa original del texto es la de no poder reconocerse a sí mismo. En la
(1) ya ha arrancado sus ojos.
(1) Palabra borrosa en el original. Se puede transcribir «asunción», así como «ascención».
La legis en el texto
Un problema de fondo, de sustrato vacío o
conjurado. Un asunto de espejo, un
segmento del agua y la figura. Zona de ventisca.
¿Qué hace al otro valerse del escriba?, ¿sostenerlo
y moverlo, al son de la propia osadía que ha creado: ¿El
sostén de aguas pútridas?, ¿nitidez sumergida de
la fuente?
Hay que sorber el limo, la hinchazón de cadáver.
Hay que guardar la huellas del desgaste cuando
acuda el peso de la transparencia.
Sitio de Lautréamont
1 El anhelo –ilusión – de salvar del desgaste a lo
virtual, crueldad inevitable como fondo.
La puesta a prueba de una función inútil.
(El resguardo, el engendro
en el espacio matemático)
2 En la intemperie, salvar, reproducir algo que
reproduce.
Contemplar impasibles la holladura del fruto.
3 Después del cálculo recibir por la suerte,
en apariencia a los objetos vivos.
La puesta a prueba de una función inútil.
Función en lo que niegan.
Sostenedores del misterio luego de herido.
Llevo el gancho del carnicero –huidizo y feroz –
gravitando en la sombra de los labios. Voy ahogada
en mi carne. Lo que tanto temía fue un suspiro,
revoloteando acaso la respuesta olvidada.
A más del golpe flojo de la carne en el filo armarás
con la inercia tus espejos
o la vertebración de tus preguntas...
Son las dudas que asfixian –empujan – la
intención.
El escritor no ha pronunciado: quiero hablar
a mi época.
El gancho avieso y huero, ensimismado, que te
espera en los bordes de la página, en la inconsciencia
cómplice,
ondas de la intención.
Manquedad de ese aire que satura sus próximas
maneras.
Reconstruir con nuestros ojos el pasado. En tal
cuestión el ángulo que cifra –guía – la lectura es
el abismo, necrofilia, la violación suprema –el
yo que inventa (escoge) el yo –,
Laxitud demoníaca de lo que no podemos
encontrar.
Después del roce, en su vacío de la carne el muerto
burbujea.
Al fin bebes la sangre en los jugosos frutos de la
humillación.
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