Mr. Hwang and Ms. Maria Cho
Shin Kyong-Rim Ch’ongju, Corea del Norte, 1935. Desde joven, visitó aldeas rurales de su país recopilando canciones tradicionales. Además de poeta, se ha desempeñado también como granjero y minero. Entre sus publicaciones se encuentran: La Caña, 1956; El Baile de los Granjeros, 1973; Saejae, 1979; Talnomse, 1985; Sarangnorae, 1988; y Kil, 1990. Se ha desempeñado como presidente de la Asociación de Escritores de la Literatura del Pueblo, y de la Unión Federada de Artistas Nacionalistas Coreanos. Su obra configura una fábula épica del sufrimiento coreano tal y como ha sido experimentada por los granjeros que viven a lo largo de las orillas del Río Han del Norte, región natal del poeta, a finales del siglo XIX, durante el período colonial japonés, y durante la agitación de los últimos cincuenta años
Poemas de Shin Kyong-Rim
En una noche de invierno
Nos encontramos en la última habitación
En una noche de invierno
Nos encontramos en la última habitación
del Molino de la cooperativa
jugando a las cartas por un plato de muk
mañana es día de mercado. Bulliciosos mercaderes
se sacuden la nieve en el patio delantero de la posada.
Campos y colinas relucen de un blanco novísimo, la nieve que cae
adviene arremolinándose densamente hacia abajo.
Las personas hablan acerca del precio del arroz y los fertilizantes,
y acerca de la hija del magistrado local, una profesora.
Hey, parece que Puni, está en Seoul trabajando de criada
va a tener un bebé. Bueno, tendremos un sniff?
¿Habremos de emborracharnos? La chica del bar huele
a polvo barato, ¿pero aún, tendremos un sniff?
Somos los únicos que conocemos nuestros dolores.
¿Habremos de intentar criar aves este año?
Las noches de invierno son largas, comemos muk
bebidas rastreras, peleamos acerca de las tarifas del agua
cantamos al ritmo del palillo chino de la chica del bar.
y mientras cruzamos el campo de cebada para dar un mal rato
en la barbería al hombre recién casado
miren eso: el mundo es todo blanco. Ven nieve, flota alto,
alto como el techo, sepúltanos profundo.
¿Habremos de enviar una carta de amor
a aquellas chicas envueltas en sus faldas,
que se ocultan tras la torre de sirena?
Somos los únicos que conocemos nuestros problemas.
¿Habremos de engordar cerdos este año?
jugando a las cartas por un plato de muk
mañana es día de mercado. Bulliciosos mercaderes
se sacuden la nieve en el patio delantero de la posada.
Campos y colinas relucen de un blanco novísimo, la nieve que cae
adviene arremolinándose densamente hacia abajo.
Las personas hablan acerca del precio del arroz y los fertilizantes,
y acerca de la hija del magistrado local, una profesora.
Hey, parece que Puni, está en Seoul trabajando de criada
va a tener un bebé. Bueno, tendremos un sniff?
¿Habremos de emborracharnos? La chica del bar huele
a polvo barato, ¿pero aún, tendremos un sniff?
Somos los únicos que conocemos nuestros dolores.
¿Habremos de intentar criar aves este año?
Las noches de invierno son largas, comemos muk
bebidas rastreras, peleamos acerca de las tarifas del agua
cantamos al ritmo del palillo chino de la chica del bar.
y mientras cruzamos el campo de cebada para dar un mal rato
en la barbería al hombre recién casado
miren eso: el mundo es todo blanco. Ven nieve, flota alto,
alto como el techo, sepúltanos profundo.
¿Habremos de enviar una carta de amor
a aquellas chicas envueltas en sus faldas,
que se ocultan tras la torre de sirena?
Somos los únicos que conocemos nuestros problemas.
¿Habremos de engordar cerdos este año?
Por culpa de la sombra
Bajo el duraznero bajo el enebro
Las mujeres lloran
Los suspiros deslizados entre el ramaje denso
El ruido de las aguas rompe sobre la arena
Y sobre los costados del barco
Sobre el cobertizo destruido
Las tinieblas se funden y ondulan
Se arremolinan y se llaman
Convertidas en malos espíritus rencorosos
Toda la noche giran y danzan
Como locas
Las mujeres lloran
Los hermanos claman
Bajo los enebros bajo los álamos
Por culpa de la sombra
Por culpa de la muerte.
En el camino
La larga línea de las montañas
Soporta el cielo
Y desde abajo
Densas luces
Aparecen una tras otra y desaparecen
Y las tinieblas profundas sin salida
Aunque recorro los soleados valles
Todo el día
La vida desgarrada como harapos
Está más despierta
Yo desciendo del autobús a tomar reposo
Para beber una sopa de pasta caliente
Qué podré hacer
¿Sólo voy a arrepentirme sin cesar?
En el pequeño rincón de un desfiladero degenerado
En un recodo del camino perdido
En el bar
En la cafetería
Y en el camino
Las rutas continúan hacia las tinieblas
De nuevo el autobús corre con todas sus fuerzas
En el vacío
Donde la larga línea de las montañas
Soporta el cielo,
De repente
Escucha los sollozos ahogados
de las que viven
sin voz.
Traducciones de Raúl Jaime Gaviria
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