Theodore Roethke. Poeta estadounidense. (Saginaw, 1908-Bainbridge Island, 1963). Sus libros son Casa abierta (1941), El hijo perdido y otros poemas (1948); El despertar (1954) y Fiesta en el zoo, 1963. Existo, dice el cordero (1961) incluye poemas para niños. Sus últimas poesías se publicaron póstumamente en El campo lejano (1964). Ganador de los premios de la Academia de Artes y Letras en 1951, Pulitzer, en 1953 y otros, su traductor argentino, Alberto Girri lo considera el más peculiar de los continuadores de las propuestas poéticas lanzadas por Eliot, Stevens, Pound o Williams. Un poeta que según W.H.Auden "no olvida las humillaciones que puede hacernos sentir la vida y transformarlas en belleza".
LA DECISIÓN
1
¿Qué hace temblar el ojo sino lo invisible?
Escapar de Dios es la carrera más larga,
De joven era perseguido por un pájaro
—La avefría es lenta para abandonar su canto—,
Ni conseguía arrancarme de la mente aquel sonido,
El soñoliento rumor de hojas en un viento ligero.
2
¡Alzarse o caer, la disciplina es una!
¡La línea del horizonte se agudiza!
¿Cuál es el camino?, le grito al pavoroso negro,
Las brasas a mi espalda, la inestable sombra.
¿Cuál es el camino?, pregunto, y me dispongo a andar
Como un hombre que enfrenta la llegada de la nieve.
(Tradución de Alberto Girri)
ALGUIEN DE RESPIRAR LEVE
El espíritu se mueve,
Sin embargo permanece:
Vibra como vibra una flor,
Todavía húmeda de su capullo,
Abriéndose lentamente,
Girando en la luz con sus zarcillos;
Juega como juega un pescadito,
Enredado con una muelle hierba, balanceándose,
Bullir de colas, avanzando dentro y fuera de la corriente,
Lábiles sus sombras, un dedo acuático;
Se mueve, como el caracol,
Silencioso hacia adentro,
Abrazando y tomando lo que lo rodea,
Nunca ansiando alejarse,
No temeroso de sí mismo,
Música encapuchada,
Una cosa pequeña,
Cantando.
(Traducción de Alberto Girri)
LO MÍNIMO
Estudio las vidas sobre una hoja: los pequeños
Durmientes, ateridos que se codean en frías dimensiones,
Escarabajos en cavernas, salamandras, peces sordos,
Piojos amarrados en largas, flojas malezas subterráneas,
Contorsionistas de marismas,
Y reptiles bacterianos
Culebreando entre heridas
Como jóvenes anguilas en estanques,
Sus descoloridas bocas besando las cálidas suturas,
Limpiando y acariciando,
Deslizándose y cicatrizando.
(Traducción de Alberto Girri)
EL VALS DE MI PAPA
El whiskey de tu aliento
Podía aturdir a un niño;
Pero yo me colgaba como muerto:
Valsear así no era fácil.
Jugueteábamos hasta que las ollas
Resbalaban de las repisas de la cocina,
Mi madre no conseguía
Desarrugar el ceño.
La mano que me tomaba de la muñeca
Tenía un nudillo lastimado;
En cada paso que equivocabas
Una hebilla me arañaba la oreja derecha.
Marcabas el tiempo sobre mi cabeza
Con una palma encostrada de mugre,
Luego valseando me llevabas a la cama
Todavía pegado a tu camisa.
(Traducción de Alberto Girri)
CLAVELES
Pálidas flores, cada una en equilibrio sobre un tallo articulado,
Las hojas enrulándose hacia atrás en primorosas volutas corintias;
Y el aire frío, como si goteara desde húmedos abetos,
O brotara de helechos no lejanos del agua,
Una picante frescura de jacinto,
Igual que aquel claro tiempo otoñal de eternidad,
La perenne mañana sin viento sobre una nube de septiembre.
(Traducción de Alberto Girri)
LA RECOLECCIÓN DEL MUSGO
Desprender con los diez dedos abiertos y ágiles, y levantar
Una mancha, verde oscuro, de la que se usa para forrar los cestos fúnebres,
Blanco y espeso como un felpudo pasado de moda,
Las pequeñas espinas vueltas hacia la cara interna, mezcladas con raíces,
Y bayas y hojas todavía adheridas a la parte superior;
Esto era la recolección del musgo.
Pero siempre algo huía de mí cuando cavaba y revolvía esas alfombras
De verde, o me hundía hasta los codos en el fofo amarillento musgo de los pantanos;
Y siempre después me sentía indigno, en el lento camino del retorno,
Como si hubiera quebrantado el orden natural de las cosas en esa ciénaga;
Alterado algún ritmo, antiguo y de vasta importancia,
Desgarrando la carne del planeta vivo;
Como si hubiese perpetrado, en contra del esquema total de la vida, un sacrilegio.
(Traducción de Alberto Girri)
DOLOR
He conocido la inexorable tristeza de los lápices,
Primorosos en sus cajas, el dolor del bloc y del pisapapeles.
Toda la aflicción de los sobres de manila y del mucílago,
La desolación en los inmaculados lugares públicos,
La solitaria sala de espera, el lavabo, el conmutador,
El inalterable pathos de la palangana y la jarra,
El ritual del multígrafo, del sujetapapeles, la coma.
El infinito duplicado de vidas y de objetos.
He visto el polvo de los muros de las instituciones,
Más fino que la harina, vivo, más peligroso que el sílice,
Tamizado, casi invisible, a través de las largas tardes de aburrimiento,
Goteando una ligera película sobre uñas delicadas y cejas,
Esmaltando los pálidos cabellos, los duplicados grises comunes rostros.
(Traducción de Alberto Girri)
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