BUSCAR POETAS (A LA IZQUIERDA):
[1] POR ORDEN ALFABÉTICO NOMBRE
[2] ARCHIVOS 1ª, 2ª, 3ª, 4ª, 5ª 6ª 7ª 8ª 9ª 10ª 11ª 12ª 13ª 14ª 15ª 16ª 17ª 18ª 19ª 20ª y 21ª BLOQUES
[3] POR PAÍSES (POETAS DE 178 PAÍSES)

SUGERENCIA: Buscar poetas antologados fácilmente:
Escribir en Google: "Nombre del poeta" + Fernando Sabido
Si está antologado, aparecerá en las primeras referencias de Google
________________________________

martes, 17 de agosto de 2010

807.- FERREIRA GULLAR


FERREIRA GULLAR
José de Ribamar Ferreira (São Luís do Maranhão, 1930). Poeta brasileño, más conocido como Ferreira Gullar, nace en el seno de una familia humilde y en 1951 se traslada a Río de Janeiro, donde comienza a escribir una poesía que condensa diferentes estilos y épocas, hasta convertirse en uno de los poetas más grandes de Brasil. Ferreira Gullar es además crítico de arte, biógrafo, memorialista y ensayista. En su trayectoria destacan ante todo dos libros: A luta corporal (1954), que representa la explosión de un vigoroso talento poético que sigue la vanguardia más lúdica, y Poema Sujo (1976), un largo poema dramático donde la conciencia de la realidad supera las apariencias estéticas de la primera época. Ferreira Gullar lo escribió en el exilio, en octubre de 1975, en Buenos Aires, donde el poeta habita parte de su destierro político iniciado en 1971 —que lo llevaría primero a Moscú, luego a Santiago de Chile, Lima y finalmente a la Argentina, donde vive hasta 1977, año en el que le es permitido regresar a Río de Janeiro, su ciudad de adopción. Posteriormente, recopila en Murmullos (Barulhos, 1987) poemas escritos en la década de los ochenta que hablan sobre la creación del poema o la evolución del pensamiento en medio del camino recorrido cuando se recuerda la ausencia de los amigos y, de fondo, se escucha la música de la calle. Su último libro de poemas se llama Muitas voizes (1999).





Los muertos

los muertos ven el mundo
por los ojos de los vivos

eventualmente oyen,
con nuestros oídos,
ciertas sinfonías,
algún golpear de puertas,
ventanas

Ausentes
de cuerpo y alma
mezclan la suya a nuestra risa
si de hecho
cuando vivos
encontraban la misma gracia


Mi padre

mi padre fue
a Río a tratarse
un cáncer (que
lo mataría) pero
perdió los anteojos
en el viaje

cuando le llevé
los anteojos nuevos
comprados en la Óptica
Fluminense él
examinó el estuche con
el nombre del negocio dobló
la factura la guardó
en el bolsillo y habló:
quiero ver
ahora quién es el
jodido que va a decir
que yo nunca estuve
en Río de Janeiro


Aprendizaje

Del mismo modo en que te abriste a la alegría
ábrete ahora al sufrimiento
que es fruto de ella
y su opuesto ardiente.
Del mismo modo
que de la alegría fuiste
al fondo
y te perdiste en ella
y te encontraste
en esa pérdida
deja que el dolor se ejerza ahora
sin mentiras
ni disculpas
y en tu carne evapore
toda ilusión
que la vida sólo consume
lo que la alimenta.




MUCHAS VOCES

Mi poema
es un tumulto:
el habla
que en él habla
otras voces
arrastra en alarido.

(estamos todos
llenos de voces
que la mayoría de las veces
mal caben en nuestra voz:
si dices pera,
se enciende un claro
un rastrillo
de tardes y azúcares
o
si azul dijeras,
puede ser que se agite
el Egeo en tus glándulas)

El agua que oíste
en un soneto de Rilke
los ínfimos
rumores en el pasto
el sabor
de la menta
(esa alegría)

la boca fría
de la muchacha
el mosquito
el charco
la hemorragia
de la mañana

todo eso en ti
se deposita
y calla
Hasta que de repente
un susto
o un viento fuerte
(que el poema dispara)
llama
esos fósiles al habla.

Mi poema
es un tumulto, un alarido:
basta afinar el oído.

(Traducción de Diana Bellesi)




PINTURA


Yo sé que si tocara
con una mano aquel rincón del cuadro
donde un amarillo arde
me quemaría en él
o habría manchado para siempre de delirio
la punta de los dedos.

(Traducción de Diana Bellesi)



LA VIDA LATE

No se trata del poema y sí del hombre y su vida
—la mentida, la herida, la consentida
vida, de pronto ganada, de pronto perdida y
otra vez ganada.
No se trata del poema y sí del hambre de vida,
el ávido pulsar entre constelaciones
y paquetes y náuseas.
Algunos viajan, se van a New York, a Santiago
de Chile. Otros se quedan
hasta en la Rua da Alfândega, detrás
de mostradores y ventanillas
Todos te buscan, faro
de vida, oscuro y claro,
que eres más que el agua en el pasto
que el baño de mar, que el beso
en la boca, más
que la pasión en la cama.
Todos te buscan y sólo algunos te encuentran.
Algunos
te encuentran y te pierden.
Otros te encuentran y no te reconocen
y están los que buscándote se pierden
¡oh desatino
oh verdad,
oh hambre
de vida!
El amor es difícil
pero puede brillar en cualquier parte de la ciudad
Y estamos en la ciudad
bajo las nubes y entre aguas azules.
La ciudad. Vista desde lo alto
es fabril e imaginaria, se entrega entera
como si estuviese acabada.
Vista desde lo alto,
como sus barrios y calles y avenidas, la ciudad
es el refugio del hombre, pertenece a todos y a nadie.
Pero vista de cerca,
la ciudad revela su turbio presente, su carnadura
de terror: la gente que va y viene
que sube y baja
que entra y sale y pasa
sin reír, sin hablar, entre gases y pitazos. Ah,
la oscura sangre urbana movida a intereses.
Es gente que pasa sin hablar
y está llena de voces
y ruinas. ¿Eres Francisco?
¿Eres Antonio? ¿Eres Mariana?
¿Dónde ocultaste el verde
resplandor de los días? ¿Dónde
ocultaste la vida
que de tus ojos se borra apenas brota?
Y pasamos cargados de flores sofocadas.
Pero adentro, en el corazón, yo lo sé,
la vida late. Subterráneamente,
la vida late.
En Caracas, en Harlem, en Nueva Deli,
bajo las penas de la ley
en tu pulso,
la vida late.
Y es esa esperanza clandestina
mezclada a la sal del mar,
quien me sustenta
esta tarde,
asomado a la ventana de mi pieza en Ipanema,
en América Latina.

(A luta corporal,1954)

(Traducción de Santiago Kovadloff)



MUERTE DE CLARICE LISPECTOR

Mientras te enterraban en el cementerio judío
de S.Francisco Xavier
(y la claridad de tu mirada sepultada
resistiendo todavía)
el taxi corría conmigo al borde de Lagoa
en dirección a Botafogo
y las piedras y las nubes y los árboles
en el viento
mostraban alegremente
que no dependen de nosotros.

(Traducción de Claudia Poncioni
y Jorge Fondebrider)




POEMA SUCIO (FRAGMENTO)

No tiene la misma velocidad el domingo
que el viernes con su revuelo de compras
haciendo aumentar el tráfico y el consumo
de caldo de caña helado,
ni tienen
la misma velocidad
la azucena y la marea
con su ejército de burbujas y ardientes caravelas
penetrando silenciosamente el río
con una lentitud que no es la del crepúsculo
que, en lo alto,
con su gran engranaje descoyuntado
molía la luz.
Otra velocidad
tiene Bizuza sentada en el piso del cuarto
doblando las sábanas lavadas y
planchadas, arrumándolas en la gaveta de la cómoda como
si la vida fuese eterna
Y lo era
en aquel universo suyo de almuerzos y condimentos
de hojas de laurel y de pimienta del reino
toronjil para la tos rebelde,
universo
de ollas y fatigas entre las paredes de la cocina
dentro de un gastado vestido de organdí,
en fin,
donde latía su pequeño corazón.
Y si no era
eterna la vida, dentro y fuera del armario,
lo cierto es que teniendo cada cosa una velocidad
(la del melado oscura,
clara la del agua
que se derrama)
cada cosa se apartaba
desigualmente
de su posible eternidad.
O
si se quiere
desigualmente
la tejía
en su propia carne oscura o clara
en un transcurrir más profundo que el de la semana.
Por eso no es correcto decir
que es en los domingos cuando mejor se ve
la ciudad
-las fachadas de azulejo, la calle del Sol vacía
las ventanas trancadas en el silencio-
cuando
ella
detenida
parece fluctuar.
Y que se ve mejor una ciudad
cuando -como Alcántara-
todos los habitantes se fueron
y nada queda de ellos (ni siquiera
un espejo de aparador en uno de aquellos
aposentos sin techo), tan sólo
entre las ruinas
la persistente certeza de que
en aquel suelo
donde ahora crecen las zarzas
ellos en efecto danzaron
(y casi se oyen voces
y carcajadas
que se encienden y apagan en los surcos de la brisa)
Pero
si es espantoso pensar
que tantas cosas se han ido, tantos
guardarropas y camas y mucamas
tantas y tantas sayas, enaguas,
zapatos de los más variados modelos
arrastrados por el aire junto con las nubes,
a eso
responde la mañana
que
con sus muchas y azules velocidades
sigue en frente
alegre y sin memoria

(Traducción de Elkin Obregón Sanín)




Una sonrisa

Cuando
con mis manos de fogonazo
te enciendo y en rosa
abajo
te despetalás
cuando
con mi antorcha ardiente y ciega
penetro la noche de tu flor que exhala
orina
y miel
¿que busco yo con toda esa asesina
furia de macho?
¿que busco yo
en fuego
aquí abajo?
sino cojer con la repentina
mano del delirio
otra flor: ¿la de la sonrisa
que en lo alto tu rostro ilumina?




Canción para no morir

Cuando te vayas,
muchacha blanca, como la nieve,
llevame.

Si acaso no podés
cargarme de la mano,
niña blanca de nieve,
llevame en el corazón.

Si en el corazón no podés
acaso llevarme,
muchacha de sueño y de nieve,
llevame en tu recuerdo.

Y si allí tampoco podés
por tanta cosa que lleves
conmovida en tu pensamiento
niña blanca de nieve
llevame en el olvido.





Paseo en Lima

Bajo este árbol
siento en la cara el calor
de sus flores coloradas (como
si dentro de un relámpago
Podían ser de trapo
estas flores, podía
ser de tela este
fulgor vegetal-
que es la misma materia de la flor,
de la palabra
y de la alegría en el corazón del hombre.






No hay comentarios: