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sábado, 14 de agosto de 2010

766.- KAREN ALKALAY-GUT


Karen Alkalay-Gut. Poeta inglesa, nació en Londres, en 1945. También es profesora, crítica, traductora y editora. Desde los dos años se trasladó con su familia a la ciudad de Rochester en Nueva York, en cuya Universidad obtuvo su Licenciatura y su maestría en Literatura inglesa, en 1967. Durante algunos años dio clases en la Universidad de Nueva York, hasta que en 1972 se trasladó a Israel, donde vive actualmente y continúa enseñando en la Universidad de Tel Aviv. En 1980, Alkalay-Gut ayudó a fundar la Asociación Israelí de Escritores en Inglés, de la que ha sido presidenta desde 1995. También se desempeña como vice-presidente de la Federación de Sindicatos de Escritores, y es editora de la Revista de Jerusalén. En 1980 apareció su primer libro de poemas, Making Love: Poems, publicado con la ayuda y la asistencia editorial del poeta David Avidan. Desde entonces ha publicado más de veinte obras. Su último libro, So Far, So Good (2004) se centra en la vida en Tel Aviv. Su poesía se ha traducido a diversas lenguas: hebreo, francés, árabe, yiddish, rumano, polaco, ruso, alemán, turco, persa, italiano y español.



VERANO 1990

Ese verano usaba barniz para las uñas que era casi negro
y me contorsionaba y daba vueltas en torno a un crucigrama de nombres
y buscaba el orden en la vida de la mujer y la idea de la vida
en tanto que la mujer que más amaba partía camino a la muerte.
Ese verano mi protegido me abandonó y me encontré con viejos amigos
y vi que los más viejos eran vacíos o perversos.
Ese verano Mellos regresó a Francia
y no me despedí de él ni le dije que me importaba.
Ese verano un hombre se enamoró muy extrañamente
y yo observaba su congoja y no sentía nada,
lo comprendía y no me importaba
lo suficiente, aunque yo misma he soportado obsesiones
tan desesperadas y tristes como la que él tenía por mí.
Ese verano dormí sola más
de lo que he dormido sola desde que te conocí
y pasé más noches insomnes de las que jamás he conocido,
aunque me abrazabas y me amabas más intensamente que nunca.
Ese verano la traición de la sangre me unió con una familia
que creía que estaba medio mundo y una generación lejos.
Ese verano soñé que las piedras se agrupaban
y gruñían cuando yo pasaba, y yo gritaba "no, no" en mi sueño
pero las piedras, aunque yo sabía que no podían destruirme
me seguían hasta la puerta del despertar.
Ese verano mis compañeros eran vampiros de libros,
especialmente LeStat, traqueteando por las calles de Nueva Orleans.
Ese verano alguien muerto seguía susurrando
"Esto es lo que mereces, es el pago
por pretender ignorar por tanto tiempo",
y contemplaba la foto borrosa de nosotros,
yo de espaldas a él con su traje blanco
y rogaba no perdón sino paz,
e incluso en la foto él decía: "Despídete
de cualquier paz que hayas deseado. Esto
es lo que mereces, te matará
pero sabrás lo que es sentirlo".
Ese verano usaba lápiz labial color mora
y mi rostro estaba pálido y no me atrevía a tener la esperanza de
que el verano terminara sin agonía.






SIMPATÍA POR EL DEMONIO

Incluso tú, Príncipe, algunas veces estás ciego,
viviendo tan profundamente en la oscuridad;
sin duda la maldad es fácil como el egoísmo,
y que alguien como yo saborearía
tu especie de soledad, paladeando
aquellos días seductores, noches en lechos vacíos.
¿Qué puedo decir? Tu manera es tan masculina...
Y cuando nos encontramos esa noche en el cruce de caminos
marché un poco contigo, observando cómo se torcía
tu bastón, deseando poder aplacar
todas las congojas de tu mundo. Pensé
acunarte, como un discípulo agónico,
en mi dadivoso regazo; incluso no escuché
todas las ofertas de sabiduría que me hiciste
a cambio de mi alma.
Incluso cuando enarbolaste el contrato,
seguro de mi firma, no estaba prestando
atención, embrujada por ese dolor
en tus ojos, esa necesidad de algo bueno,
¿me atreveré a llamarlo... amor?





ESTOY TAN CONTENTA

Estoy tan contenta de que no seamos vírgenes
o que tengamos que fingir ignorancia,
decoro. Quiero decir que tú sabes y yo sé
que hemos pasado o visto o soñado todo eso.
Mira, he dado a luz
enfrentando una puerta abierta que da a una sala ocupada
he rasgado la parte delantera de mi vestido ente un público como tú,
he dicho lo que tenía que decir, que prometí no
decir
(y lo supe de mi tía el mismo día siguiente),
avergonzada
Mis padres, y mis hijos,
una y otra vez
y pasé por todo eso
y lo confieso todo
y río.
¿Qué pretensiones de decencia podría tener?
Y tú, tú has oído este tipo de cosas antes
tal vez no aquí, no de mí
pero cuán diferente puede ser lo que has visto o experimentarás
de lo que yo sé o sabré
así es que podemos relajarnos y tratarnos mutuamente
como gatos
que huelen impersonal, afectuosamente
las partes privadas de los huéspedes.





A UNO EN BEIRUT

Ni un solo día sin pensar en ti
como en una aventura clandestina me recuerdan
en los diarios, los sonidos del aire,
que tú estás allí y yo en Tel Aviv.
Hoy llega una carta con matasellos de Princeton,
enviada a través de Jounieh a Larnaca camino acá.
Estás bien, como en el 16 de julio de 1982,
y hoy es el 30. Anoche
en las noticias, todavía estábamos golpeando la ciudad.
En tanto nos mantuviéramos apartados de la política, éramos amigos
paseando juntos por el camino que lleva al mar en una ciudad austriaca,
sorprendiendo al guía con nuestras nacionalidades
y hablando de Pound, sexo, divorcio, comida, vino.
Cuán buenas serían nuestras vidas
ahora, si sólo tuviésemos
que hablar de eso. Pero donde vivimos
sólo hablamos de muerte y pensamos
en otra cosa.





DESPUÉS DE HACER EL AMOR

"Terminen de comer" mi abuela
urgía a sus niños
esperando levantar la mesa
para la siguiente comida. Pero
ellos se reían, "¿Terminar?"
Y mordisqueaban su pan.
"Cuando has terminado de comer
estás muerto".




ULISES

Hay peligro
aquí
en estas profundidades
que son demasido suaves
demasiado cálidas.
Hay peligro.
Tal vez surgiremos
perdidos para siempre
para no retornar
nunca a nuestros hogares




EL PRÍNCIPE RANA

Todas esas princesas recontando las historias de sus vidas,
dando información no disponible previamente,
o sólo tardíamente comprendida, convenciéndote,
pobre lector, de que las princesas de los cuentos de hadas
son gente real también, ¿sabes?, y que como tales merecen
que se cuente su versión. Incluso la mujer que ahora es mi reina,
creo que ha intentado contarlo, explicando
-probablemente- que valía la pena besar una rana
para conseguirme.
Siempre me gustaron bonitas,
lo que dijo Proust: "En cuanto a las mujeres bellas,
se las dejaremos a los hombres sin imaginación",
me hizo dejar de lado a Proust
y elegir alguna sagaz dama de compañía.
Tú sabes lo que le dicen a las mujeres,
"¿Es tan fácil enamorarse
tanto de un rico como de un pobre?"
Voy más adelante. Sólo es posible
realmente sentir algo si ella tiene
un trasero perfecto, senos hambrientos, ojos que parecen tan profundos
como los míos y -éste es un agregado- una continua hambre
de mí.
Y no bromeo.
Excepto por mi narcisismo,
soy perfecto, inteligente,
buenmozo, rico.
Nunca entenderé por qué esa bruja
me echó una maldición. Por supuesto a menos que
quisiera tenerme y yo
nunca me fijé en ella.
Recuerdo que una vez vino a hablar
antes de que me ranificara,
murmuró algo acerca de Emily Dickinson,
"No soy Nadie, quién eres tú".
Yo estaba ocupado escuchando mi máquina contestadora
cuando ella siguió
"Cuán terrible ser alguien,
cuán público como una rana,
decir tu nombre todo el santo día
a un pantano admirador".
"Tal vez sean los medios de comunicación que arruinan vuestras
mentes",
dijo, mirando mi bien surtida biblioteca
de videoclips, "os hace pensar que vuestra identidad
como hombres deriva de la calidad comercializable
de vuestras conquistas femeninas. ¿Qué quieres
de la vida? ¿Cómo obtendrás satis
facción? Dime algo para probar
que vale la pena invertir en tu clase".
No pensé que tuviera que probarle algo
a alguien que no tenía nada que ofrecerme
en el mundo. Tal vez si hubiera sido
una cineasta habría tenido una oportunidad.
Pero decidí darle
el tratamiento silencioso,
generalmente funciona con mujeres que te admiran
y de las que no puedes deshacerte de otro modo. "Despídete de mí
con un beso, entonces, muchacho", dijo,
y yo torcí el rostro y aparté mi cuerpo encogiéndome
como si la edad y la fealdad fueran con-
tagiosas.
Así es que a la mañana siguiente desperté
como un robusto anfibio
hambriento de una charca
y una hoja de loto.
Y leí las instrucciones en mi almohada
acerca de la necesidad de ser besado, abandoné el castillo
y comencé mi búsqueda.
No fue fácil ser verde. Simplemente no existía
para todas esas princesas con labios mágicos.
Tuve que aprender toda clase de trucos
para poder acercarme a ellas. Le conté a una sobre
mi centralidad respecto a la cuisine francesa,
alenté a otra a que viera (ejem)
mi identidad profundamente en mi garganta,
le susurré a otra belleza (defectuosa)
que yo podía curar
verrugas.
Incluso la que finalmente lo hizo por mí,
aquella con la bola de oro,
fue timada, arrullada, amenazada,
antes de que eventualmente
cayera en mi trampa.
No me quejo.
Obtuve lo que quería.
y unas pocas noches en el pueblo,
un par de cervezas, un ramillete de rubias,
me hicieron volver a lo que era antes.




UNA SELVA

Aquí
en este oscuro
dulce bosque
aprendo
los movimientos
del hacha,
extendiéndose hacia atrás
e inclinándose hacia adentro
en la madera,
el apretón separado
de dos manos
en el mango
deslizándose juntas
cuando la hoja
muerde el corazón,
liberando aroma
de madera interior
luego el ritmo
de repetición.
Es la más
poderosa lección
de todas.
Una y otra vez
el cuerpo devora
incluso el más duro bosque.

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