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domingo, 4 de julio de 2010

563.- SHARON OLDS


Sharon Olds nació en 1942 en San Francisco (California). Creció como una "calvinista maldita". Después de su graduación en la Universidad de Stanford se transladó a realizar un Doctorado en la Universidad de Columbia. Olds ha sido galardonada en múltiples ocasiones con premios como The San Francisco Poetry Center Award, the Lamont Poetry Prize, The National Books Critics Circle Award, y el T. S. Eliot Prize. En la actualidad imparte clases de creación literaria en la Universidad de Nueva York.

Su libro, The Wellspring (1996), se relaciona con su obra previa por el uso de un lenguaje crudo e imágenes asombrosas en las que convive la sinceridad sobre la violencia política y doméstica, la sexualidad, las relaciones de pareja, y el cuerpo. Una reseña para The New York Times aclama la poesía de Olds desde esta perspectiva: "Like Whitman, Ms. Olds sings the body in celebration of a power stronger than political oppression."
Su primer volumen de poemas, Satán dice (1980), recibió el Galardón inaugural del Premio de Poesía de San Francisco. Los poemas analizan con gran intensidad temas personales con un tono inquebrantable representando lo que Alice Ostriker describe como una "erotics of family love and pain."(28). El segundo volumen de Sharon Olds, Los muertos y los vivos ganó el Lamont Poetry y el National Book Critics Circle Award. con posterioridad a Los muertos y los vivos, Olds ha publicado The Gold Cell, (1987) The Father, (1992), The Wellspring, (1996), Blood, Tin, Straw, (1999), and The Unswept Room, (2002). El padre, una serie de poemas elegíacos a la muerte de su padre motivada por cáncer, fue propuesta para el T. S. Eliot Prize y finalista del The National Book Critics’ Circle Award. En palabras de Michael Ondaatje, sus poemas son "pure fire in the hands". La obra de Olds ha sido antologada en más de cien colecciones e incluida en manuales de poesía y literatura. Su poesía ha sido trasladada a siete idiomas en publicaciones internacionales. Fue oeta laureada del Estado de Nueva York entre 1998-2000. Sharon Olds es considerada una de las mejores poetas vivas de nuestra época. "I Go Back to May 1937", fue recitado en la película Into the Wild para iluminar la disfunción familiar del personaje principal. Ella también ha escrito un poema titulado Bread


SEXO SIN AMOR

¿Cómo hacen, los que tienen sexo
sin amor? Imperturbables como bailarines,
deslizándose el uno sobre el otro, como patinadores
sobre hielo, los dedos enlazados,
uno dentro del otro, las caras
rojas como un bife o como el vino, húmedos como
bebés recién nacidos cuyas madres
piensan abandonar. ¿Cómo es que acaban
Dios cómo es que acaban
por llegar a las aguas tranquilas, sin amar
al que hizo el recorrido junto a ellos, mientras que poco a poco
subía la temperatura, y un vapor emanaba
de sus pieles? Yo creo que ellos son
los religiosos de verdad, los puristas, los profesionales,
los que se negarían a creer
en un falso Mesías, o a amar al sacerdote
en vez de al Dios. Jamás confundirían
a quien tienen al lado con la fuente de su propio placer.
Son como los mejores corredores: saben que están a solas
con el camino y sus características,
con el frío y el viento, las particularidades
del calzado, su condición cardíaca: variables, nada más,
como el otro en la cama; no su verdad, que es
el cuerpo aislado, solo en el universo,
tratando de batir su propio récord.



LOS INVASORES

Hitler entró en París como mi
hermana entraba en mi habitación por la noche,
se sentaba a horcajadas sobre mí, me estrujaba con las rodillas,
clavaba las uñas de los pulgares en mis muñecas y
meaba encima de mí, sabiendo que nuestra madre nunca
creería mi versión. Todo muy
cauto, la cara borrosa sobre mí
refulgiendo en la sombra, el olor ocre
de su orina propagándose por el cuarto, el
calor hirviendo en mis piernas, mojada
mi estrecha pelvis. Cuando cesó el silbido, cuando un
agujero había sido marcado a fuego en mi cuerpo, tumbada
y calcinada de vergüenza, percibí el
relumbrar de su piel en el aire, el placer
ocre que crecía cuando Hitler se asomaba a
la tumba de Napoleón y murmuraba Éste es el
mejor momento de mi vida.

Los muertos y los vivos. Sharon Olds.
Bartleby Editores. 2006.
Traducción de J. J. Almagro Iglesias
y Carlos Jiménez Arribas



POEMA A MI MARIDO DE PARTE
DE LA HIJA DE MI PADRE

Siempre admitiré tu valor. Cuando te veo
abrazarme, en el espejo, veo que soy
mi padre en mujer, te veo magnífico
abrazándole a él en mí, poniendo tu vida en sus
manos en lugar de en las mías. Sabes quién soy -eres capaz
de ver su cabello brotando de mi cabeza como
el petróleo de la tierra, ver sus ojos,
cobrizos como el licor que queda en el vaso y
se oscurece al secarse, mirando más allá de mi cara,
y sus firmes labios de lactante, y los senos,
creciendo en su pecho frágiles como ampollas,
coronados por un rosa manzana. Eres temerario, le
penetras como a una mujer, mi sexo como una
herida en su cuerpo, dispersas tu semilla en su
ser como si fuera yo, confías tus hijos a ese
hombre como madre, sus manos como mis manos
cóncavas protegiendo sus cabecitas. Nunca he
conocido a un hombre con tu valor, entrando
desnudo en la jaula del león, poso
mis enormes garras en tu cráneo, saco
mi gran lengua y comienzo a
aplicar la escofina cuidadosamente
en tu piel, murmurando: cuando llegas al
éxtasis, el vello de punta
por todo el cuerpo, jamás he visto a un
hombre más feliz.

Los muertos y los vivos. Sharon Olds.
Bartleby Editores. 2006.
Traducción de J. J. Almagro Iglesias
y Carlos Jiménez Arribas




EL NIÑO INJUSTAMENTE CASTIGADO

El niño grita en su cuarto. La rabia
le sube a la cabeza.
Pasando por estadios como el metal
a altas temperaturas.

Cuando se calme y salga por esa puerta
no será más el mismo que corrió
dando el portazo. Una aleación le añadieron. Ahora
se va quebrar en otra parte cuando lo golpeen.

Es más fuerte. La infinita impurificación
ha comenzado esta mañana.

Satanás dice (Satan Says, 1980)
Traducción de: Juan Carlos Galeano



BARÓMETRO

Por ser la hermana menor de una mujer
que abandonó a su hija —dejándola a mitad de camino,
como se tira un marido— no soy como las otras madres.

Por las noches, voy al cuarto de mi hija,
y escucho el sonido en la cisterna
de su respiración; voy al cuarto de mi hijo, el grillo
todavía vivo en su garganta, en su pecho;

Quisiera poder inclinarme sobre mi propia cama
y escuchar mi respiración, para saber el clima
que viene.

Satanás dice (Satan Says, 1980)
Traducción de: Juan Carlos Galeano




UNIDAD DE QUEMADOS

Cuando mi madre habla de la Unidad de Quemados
que ha donado al hospital de su ciudad,
mi pelo asciende y flamea como humo
en el aire que rodea mi cabeza. Menciona las
camas en su nombre, los baños en suspensión y
kilómetros cuadrados de venda, y pienso en los
años con ella, yo su hija, como
sin piel, dando vueltas en carne
viva, con quemaduras de primer grado en el noventa
por ciento del cuerpo. Solía quedarme pegada a las puertas
que intentaba cruzar, a las sillas de las que
intentaba levantarme, jirones
que se desprendían fácilmente como
carne de cerdo muy hecha, y nadie me daba
una gasa, o un corte de mantequilla para que
se fundiese en mi costado crujiente, pero cuando
gritaba, ella me arrimaba a su
plancha ardiendo, cuando la cabeza calcinada apestaba ella
me arrastraba más y más a la habitación
en llamas de su vida. Así que cuando habla de su
Unidad de Quemados imagino a una niña
que llegará allí, flotará en un agua
turbia como lágrimas, un colgajo suspendido en una
bañera de ungüento, chupando hielo mientras
apagan las diminutas llamas que quedan
en el pelo cercano al cerebro, y digo
Déjala dormir cuanto quiera, permítele salir
indemne, sin ninguna marca que
honre el poder del fuego

Los muertos y los vivos.
Bartleby Editores. 2006.
Traducción de J. J. Almagro Iglesias
y Carlos Jiménez Arribas


ESTACIÓN

Al regresar del muelle después de escribir,
avancé hacia la casa
y te vi la cara señorial
iluminada bajo una pantalla
pergamino color fuego.

Una mano elegante en la barba. Tus ojos agudos
me encontraron en el césped. Me miraste
como el señor mira hacia abajo desde su angosta ventana,
y tú que desciendes de lores. Calmadamente, sin dejar
tu insolencia, me examinaste,
la esposa corriendo hasta el muelle a escribir
tan pronto como uno de los niños se duerme,
dejándote el otro.

Tu boca alargada,
flexible como el arco de un guerrero,
no se curvó. Nos pasamos mucho rato
en la verdad de la situación, los poemas,
como cacería robada, pesaban en mis manos.

Satanás dice (Satan Says, 1980)
Traducción de: Juan Carlos Galeano


CASA DE CAMPO AMERICANA JAPONESA

Todo aquello que alguien pensó que valía la pena
llevar fue llevado. Las escaleras están torcidas,
con hojas de sicomoro desparramadas retorcidas
como amonitas en rocas tierra adentro.
Se ve la madera detrás de la pintura del marco
y la puerta está abierta --un cuarto vacío,
rayos de sol en el piso. Todo lo que queda
en el porche es el cilindro hueco
de una caja de cartón de avena Albert’s Quick
y una máquina de coser. Su cabeza
extraterrestre está inclinada, su cuello arrugado
brilla. Yo nací, ese día, cerca de allí,
en tiempos de guerra, de gente ignorante.

(TRADUCCIÓN: Natalia Limas)



ADOLESCENCIA

Cuando pienso en mi adolescencia, pienso
en el baño de ese hotel sórdido
en San Francisco, a donde mi novio solía llevarme.
Nunca había visto un baño así--
sin cortinas, sin toallas, sin espejo, sólo
un lavabo verde de mugre y un inodoro
amarillo y color óxido --como algo en un experimento de ciencia,
criando la plaga en cuencos.
El sexo era todavía un crimen, entonces,
solía salir del dormi de la universidad
hacia un destino falso, firmar en
el albergue con un nombre falso,
bajar por el hall hasta el único baño
y encerrarme allí. Y no podía aprender a meter ese
diafragma adentro, lo decoraba
como una torta, con espermicida brillante,
y me inclinaba, y saltaba de mis dedos
y navegaba hasta un rincón, para aterrizar
en una depresión cóncava como un nido de rata,
me agachaba y lo sacaba y lo lavaba
y lo lavaba hasta que caía en esa cúpula frágil,
lo glaseaba de nuevo hasta que estaba reluciente
y lo doblaba en su pequeño arco y solía
volar por el aire, zumbando por los bordes
como el anillo de Saturno, me inclinaba y arrastraba para recuperarlo.
Cuando pienso en mis dieciocho
eso es lo que veo, ese disco alado
flotando en el aire y descendiendo, y me veo
arrodillada, tratando de alcanzar mi vida.

(TRADUCCIÓN: Natalia Limas)




FOTOGRAFÍA DE UNA NIÑA

La niña está sentada en la tierra dura,
áspero molde de Rusia, en la sequía
de 1921, aturdida,
los ojos cerrados, la boca abierta,
un crudo viento abrasador le sopla
arena en la cara. Hambruna y pubertad
se apoderan de ella. Echada sobre un saco,
el calor descoloca todo lo que lleva puesto,
curvado el tierno radio de su brazo.
No puede no ser bella, pero
se muere de hambre. Adelgaza cada día, y sus huesos
se hacen largos, porosos. El pie de foto dice
que va a morir de hambre ese invierno
con miles de otros seres. En la sima de su cuerpo
los ovarios liberan sus primeros óvulos,
dorados como el grano.




EL ABORTO

Al mes encinta, grandes
coágulos de sangre aparecieron en el agua
verduzca del baño.
De un rojo oscuro como el negro sobre el piélago
traslúcido, como formas de vida
que emergen, medusas de formas definidas
como los hongos.

Fue esa la única comparecencia del
niño, formas negras y festoneadas
cayendo lentamente. Un mes después
concebimos a nuestro hijo, y nunca volví
a llorar al que apenas llegó al umbral con su mensaje: que podíamos
hacer los dos una chapuza. Envuelto todo en
púrpura partió como un mensajero
ajusticiado por traer malas noticias.

(Trad. J.J. Almagro y C. Jiménez Arribas)




TRUCOS

MI madre
la ilusionista
consigue que aparezcan
huevos en la mano.
Mis ovarios
aparecen en su mano, negros como higos,
y arrugados como dedos tras un día de colada.

Cierra su mano,
y al abrirla
no hay nada.

Saca pañuelos de seda de sus orejas
de todos los colores, joyas de su boca,
leche de sus pezones. Mi madre la desnuda
ilusionista sube al escenario
y despliega sus trucos.

Se saca los ojos.
Sus vacías cuencas
se llenan de aceite que rezuma,
de whisky y heces.
De sus narices
extrae rollos de pergamino
que se incendian.

En la escena final
lentamente se saca a mi padre
del coño y lo coloca
sobre un sombrero de copa
donde desaparece.

Creo que puede convertir cualquier cosa
en nada, ella es un hueco en el espacio,
es la mejor, la perfecta
ilusionista. Todo esto

lo acabo de sacar de mi boca aquí mismo
ante tus ojos.

Satán dice, Igitur, 2001, Tarragona, 139 págs.
Traducción de Rosa Lentini y Ricardo Cano Gaviria



INCOMUNICADO

Para Muriel Rukeyser

PIENSO en ti cuando estuviste en Corea, en el patio
de la prisión donde el poeta está incomunicado.
Alguien te preguntó por qué no en la calle
donde pudieran verte. Dijiste que querías
estar tan cerca de él como pudieras.
Te quedabas de pie en el patio vacío. Pensaste
que probablemente no servía para nada. Escribiste
un poema sobre eso. Este no es ese poema.
Este es otro –puede haber detalles
equivocados, como surgen variaciones
cuando transmites una historia. Este es un poema
sobre una mujer, una poeta, que está en un patio,
creyendo que probablemente no sirve para nada.
Pásalo: una poeta, una mujer,
un testigo, de pie
a solas
en un patio
de una cárcel
de Corea.

Satán dice, Igitur, 2001, Tarragona, 139 págs.
Traducción de Rosa Lentini y Ricardo Cano Gaviria




TOMA DE POSESIÓN

Cuando llegan los invitados a la fiesta de mi hijo
se reúnen en el salón -
hombre bajos, hombres de primer curso
con suaves mentones y mandíbulas.
Están de pie con las manos en los bolsillos,
dándose empujones, disputándose el sitio, pequeñas peleas
que estallan y se calman. Uno le dice a otro
¿Cuántos años tienes? Seis. Yo siete. ¿Qué pasa?
Se observan mutuamente, se ven a sí mismos
diminutos en las pupilas del otro. Carraspean
mucho, una sala de pequeños banqueros
que cruzan los brazos y fruncen el ceño. Podría darte
una paliza, le dice uno de siete a uno de seis,
la tarta de la discordia, tan redonda y contundente como una
torreta, está detrás sobre la mesa. Mi hijo,
con pecas como motas de nuez moscada en sus mejillas,
su pecho estrecho como la quilla de una
maqueta de barco, manos largas,
frescas y finas como el día en el que le guiaron
fuera de mí, habla alto como un anfitrión
por el bien de todo el grupo.
Podríamos matar fácilmente a uno de dos años,
dice con su voz clara. Los otros
hombres están de acuerdo, se aclaran la garganta
como los Generales, se relajan y se ponen a
jugar a la guerra, celebrando la vida de mi hijo.

Los muertos y los vivos. Sharon Olds.
Bartleby Editores. 2006.
Traducción de J. J. Almagro Iglesias
y Carlos Jiménez Arribas




YO SOY LA ESPOSA DEL REDUCTOR DE CABEZAS

YO soy la esposa del reductor de cabezas, la primitiva
madre que merodea, cuchillo
en mano. Mi falda
os ahoga como el plumón de una gallina. He
puesto una capa adicional de hueso
en torno al huevo. Soy la que aparece en
sueños, la que os persigue, la que esparce
un pienso áspero como perdigones con mi último
delantal. Yo soy la mortaja, la que
retuerce cuellos entre risas. Ésa soy yo.

En el oscuro rincón me balanceo con tanta rapidez como una
gallina que se agita para eludir el cuchillo,
hombros que se cierran y se abren,
tijeras. Estoy en el rincón tejiendo,
mis agujas están al rojo, cuidado con vuestro ojos Ja
Ja, soy la madre que queríais
matar. Aguardo mi hora con él,
meciendo, tejiendo, follando, creciendo
rotunda en lo negro salpicado de
sangre. No hay camino de regreso.

El viejo reloj en la repisa produce un tic tac
airado de altos tacones, mi corazón
golpetea, punzante cual aguja,
exasperándoos. Corro a través de todos vuestros sueños
lanzando chorros de gotas, cada noche a través de
treinta sueños cacareando, chirriando,
amenazando. Para protegeros de la
que abre sus piernas un olor tan
dulce como la miel flota como una música que
dice volved. Yo soy la negra
madre de la vida, haciendo girar un pollo
frente a las magníficas puertas de la blanca
madre de la muerte, que canturrea regresad que
avanza en el sentido de vuestro amor que dice
necesito esto ahora mismo y sólo vosotros
me lo podéis hacer.

Satán dice, Igitur, 2001, Tarragona, 139 págs.
Traducción de Rosa Lentini y Ricardo Cano Gaviri




ES TARDE

LA bruma va y viene a través del patio
como el humo de una batalla.
Cuánto me cansan las mujeres que lavan los platos
y lo listos que son los hombres, y cómo deseo
morder sus bocas y sentir sus duras pollas contra mí.

La bruma pasa sobre los arbustos
brillantes de hiedra venenosa y de negras
bayas como piedras. Estoy cansada de los niños,
cansada de lavar, quiero crecer.

La niebla se esparce en silencio sobre la maleza.
Quedamos encerrados en ella. La única salida pasa
por el fuego, pero no quiero chamuscarme ni un solo pelo
de mi cabeza.

Satán dice, Igitur, 2001, Tarragona, 139 págs.
Traducción de Rosa Lentini y Ricardo Cano Gaviri


LOS NONATOS

DE vez en cuando casi no puedo ver, en torno a nuestras cabezas,
como mosquitos alrededor de la luz de un farol en verano,
la luz trémula de los niños que
pudimos tener.

A veces los siento haciendo cola, dormitando
en algún recibidor-como criados, semi-
atentos por si suena el timbre.

A veces los veo inmóviles como cartas de amor
en La Oficina de Cartas no Reclamadas.

Y de vez en cuando, como esta noche, debido a alguna funesta
premonición, puedo sentir que uno de ellos
al borde de un acantilado dentro del oscuro mar,
extiende sus brazos
desesperadamente hacia mi´.

Satán dice, Igitur, 2001, Tarragona, 139 págs.
Traducción de Rosa Lentini y Ricardo Cano Gaviri

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