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viernes, 16 de abril de 2010

428.- MARÍA BLANCANIEVES COVALLES


Poeta y escritora, nació en la ciudad de México, D.F. Hija de padre español fallecido el 11 de noviembre de 2006 Alberto Covalles Narváez y madre mexicana, María Nieves Calera Arizmendi. Es la tercera de cinco hermanos. Estudió en México hasta los 11 años, después finalizó sus estudios en Monterrey N.L. donde redactó varios cuentos y reflexiones. Interrumpió la escritura para dedicarse profesionalmente a la música donde se desempeñó como cantante.

Grabó un disco que quedó pendiente para su lanzamiento por cuestiones de salud. Tiempo después retornó su pasión por la lectura y la escritura, estudiando Historia del Arte y literatura en el colegio Trinity Collage en la ciudad de Toronto, Canadá. Ha escrito tres libros, el primero, que le llevó tres años redactarlo por la minuciosa investigación que tuvo que llevar a cabo debido a su inmenso tinte político y cultural titulado “Grito de Oriente”.

Luego le dio paso a su libro “Crónica de tu vida” inspirado de la vida real. Tiene en su haber pequeños libros de poemas y reflexiones, obteniendo varios reconocimientos en concursos de poemas y narrativa en el Poliforum de Guanajuato.



A LA PUTA MUERTE

Tejer de sangre con farragosas
ansias
el laxo borde de mi ofuscada sien,
y al intangible brío desgarrar de
balas
por un hecho a toda vista
ineluctable,
es perder el juicio ante la puta
muerte...

No violentaré mi esencia en la
derrota,
aún quedan puertas por abrir.
Fíngeme imprescindible un día más
sobre la viga que es la vida,
y al amparo del destino,
cuelga la piraña de tu narciso
grito.

Más árboles extenderán sus ramas
hacia mis anhelantes brazos,
y en dulces tramos perfeccionaré
el amor.
Lo digo yo,
la que profiere la puta muerte
desnuda de panoplia
y sin arma alguna.






AL POETA

.....A FERNANDO SABIDO

A veces me pregunto,
cuantos Fernandos te habitan,
o es uno sólo, inmensamente grande,
con voz tan poderosa que engulle,
en un cerrar y abrir de ojos,
a todos los sonidos que repican
en cada arista de la vida.

Desconozco tu propósito
aunque me lo sepa de memoria,
desconozco el picaporte de los múltiples
portones que has tocado con tus decididas
palmas.

Desconozco el parpadeo silencioso
de las sombras desfiladas,
que a fuerza de omitirse del ayer,
se estrellan con tu alma.

Eres el intenso desafío
que jamás ha de olvidarse,
en quien puede hallarse aquél gigante,
el de las manos prodigiosas,
el dueño del primer renglón de todos los renglones
donde bien sabes escribir la historia.



CUANDO VUELVA A VERTE


Transitas por la vida peregrino desaliñado
con el saco a cuestas de dolor y enfado
tus zapatos viejos por el arduo andar
y tu ojos áridos de tanto llorar

Viajero con destino incierto
flagelas el pavimento desierto
con la cruel furia de tu pasado
y el tormento a tu pecho encadenado

No temas al rechazo nómada milenario
ni al relámpago brutal de tu adversario
que sin llegar mas lejos
este no te hará daño

Te fuiste un día sin decir adiós
marcando huellas de olvido atroz
abriendo brechas a nuevos senderos
y aniquilando a los infames arqueros

Pero voy a volver a verte
y convencerte que no estoy de paso

Voy a encontrarte a mitad del camino
Y noble a ti me uniré a tu destino
colmaré tus mares de primaveras
coronando de mirtos tus costeras

Voy a convencer tus ojos avellanos
que miran dulcemente
esta piel sabor lejano

Voy a reponerte nuevamente
lo que el tiempo te ha robado
llenando la ausencia
que durmió en tu boca

Cuando vuelva a verte
me voy a conceder lentamente
a la perfección de tus manos
atándome a tus dedos dócilmente
y desnuda recorrer los llanos
y las aguas quietas de tus prados
conservando nuestros cuerpos cercanos
para que esculpes mi piel cual artesano

Cuando vuelva a verte amor
Llenare de azul celeste tu mirada
y entregarme a ti cada alborada
libres del tormento del pasado
fraguados en amor desenfrenado

Todas las esperas en las horas de vacío
Y los caminos recorridos en tu andar bravío
Los llenaré de amor perpetuo
hundiendo nuestros cuerpos
a un latido

¡Ven!

Colguemos los abrigos..



APOCALIPSIS

En la feroz convulsión de la tierra,
desciende la oscuridad
sobre la inmolación del humano.

Ahonda los mares turbulentos
y ensancha aún más los desiertos.

Y en silencio sepulcral mirando al cielo,
el hombre se lamenta hincado,
sobre el carbón ardiente de sus pecados.



LA VÍA

La crónica de la perpetua espera
en el andén, donde un adiós
se ha convertido en el ornato
de sus manos agotadas,
delineando en su último revoloteo
el afecto al viento.

Una utopía inmortal
va pariendo su tristeza.
La sinceridad en vigilia
desde el invierno cede,
pero concibe un boceto
que su exánime mirada adula
en cada exclusivo momento
cuando se observa adentro.

Para ella, no es posible ya,
distinguir distancias,
ni tiempo, ni quimeras
desde que fue consignada
a la nostalgia y al dolor
entre cuatro puntos cardinales
que lloran tanta ausencia.

Pero existe un efluvio fugaz,
por siempre o a ratos, que rige
el arco que la cubre
pese al contexto en su delirio
y el aleatorio encuentro
con los espectros que vigilan
su autónomo silencio.

Los sonidos metálicos
son el eco de la ciudad urbana
que le dan aviso de lo cotidiano
dejando atrás el muelle
y sus recuerdos.

Al cruzar las vías…
una sonrisa de loca y triste;
bajo el brazo el diario,
y en su bolso, una foto
de un pequeño cementerio.



EL PIÉLAGO DE TUS DESEOS

Cristalina como su naturaleza,
acuna en sus mansas crestas
el rumor que encalla
en tu cálida costa.

Como caracola lleva por dentro,
granos níveos que se ciñen
dócilmente con la sal;
para depositar con delicadeza,
el blanco burbujeo
en la rivera donde habitas.

Espontánea y resuelta,
siempre llega donde se detiene
tu mirada en la lejanía.




ESA MIRADA TUYA

Esa mirada tuya,
que me desnuda y me cautiva,
me engancha, me vuelve loca.
¡Ay! Esa mirada tuya,
majestuosa y meditativa,
me colma toda, me acaricia en la boca.

Emerjo como flor de invierno,
cuando tus ojos en mi silueta posas;
dulcificas mi ser en un abrazo tierno,
concediendo de tu alma las más pulcras rosas.

Contengo mis palabras,
acallo mi sentir, en las reminiscencias
inolvidables de tus ojos atrapadas.

Esa mirada tuya,
que me seduce y me mantiene viva,
me ciñe, me extirpa del violento infierno.
¡Ay! Esa mirada tuya,
Varonil y adictiva,
me empapa el alma, mi ser aloca.

¡No! No cierres tus ojos todavía,
que se me va la vida sin ellos,
y muero en la abadía
de mis propios resuellos.








PASIÓN


Pude apreciar, de qué manera
te comiste mi pasión
mientras contemplabas extasiado
la escarlata luna que poco a poco
se ocultaba en el horizonte
de mis pechos.

Bajo las ruedas del tiempo
y revestido de fuego
me tocaste suavemente
madurando la viña,
coloreando el poniente,
y saboreando el flujo
del mar de mis adentros.


Fue entonces,
cuando mi alma apretada se fugó
y traicionó mi silencio para decirte,
te quiero.




NO TEMAS DE MI SILENCIO


¿Que por qué he callado?
Porque a distancia,
arrullaba con los flecos de mi voz
tu esencia.
Porque estaba sepultando
en las entrañas de la tierra
el silencio que llevaba atado
en la humedad de un llanto
no aflorado.
Porque estaba entretenida
tejiendo con amor
el futuro que paciente nos espera.

Y vengo a ti, concebida por el tiempo
y desde el fondo de mí misma,
para entregarme al refugio de tus brazos
y a tu mirada protectora,
de donde nace un nuevo sol
y un bellísimo paisaje de horizontes.

No temas amor de mi silencio
ni del éxtasis oculto de mis ojos
que preservo pudorosa
para amarte.

No callemos más las voces
en horas infinitas.

¡Te amo!
Con el grito abierto de mis ojos,
y desde el silencio
que ahora tiene voz a tus oídos.


SOLEDATS

I


Sin darme cuenta
fui hilvanando
pequeñas gotas
de una hemorragia
de soledades
y caníbales silencios.

No cabe duda,
mis lágrimas
se han mezclado
con el rocío
y mi voz,
rumor que se propaga
en las cenizas.


II

Aún permanecen
en cada línea de mis manos
agujas que en silencioso ruego
detuvieron el derecho de ejercer
mi agraz suicidio.

Redimida la demencia
hoy confronta a la razón.
¿El corazón?
Murió de hastío.

III

La vida es un simulacro
que escribe a diario
sobre púrpuras escarpas
el pánico del ser humano,
de ése, el que trenza arrullos
en fallidas madrugadas
sabiendo que lo aguarda
en una esquina
la piel de la penumbra.

IV

Busqué el amor
en un cántaro vacío,
tendrías que asomarte,
¡Pero te advierto!
El hedor que invadirá
sagazmente tus pulmones,
proviene de una soledad
orlada de perversos mimos.

V

Sólo interpreto a mano limpia
el temblor del viento ante la lluvia
y con mi oído,
el extraño idioma de la duda.
Después de una promesa
en el calor de unos labios mentirosos,
hoy repudio el vacío de la esencia.

¡Qué dolorosa es la palabra de humo!
Afortunadamente,
nada en esta vida se repite
y por más redes
que a mis pies se extiendan,
dibujaré puentes de axiomas
y un escudo grande
que proteja mi inocencia.


Sí ya sé,
hay mucha luz allá afuera,
pero qué le voy a hacer…
nací vulnerable y ciega.


IÍNREVÉS DE LA MEVA PELL… ÁNIMA.


Entre sombras de ausencias vaga el alma,
entre bosques solitarios y diluvios de añoranzas
derramándose en cada grieta vertical de los tabiques
que la separan de la vida.
Una legión de soledades maquina el tedio
desde la raíz de sus abandonados huesos.
Nadie escuchará el sinfónico alarido
que descendió al espeso precipicio de su alejamiento
donde se encienden las agonías
lidiando contra naufragios inciertos.
En esa soledad que la calcina,
se va editando el dolor en su dialecto
restituyendo el miedo en la fatal filigrana
que selló su boca…
Así de simple su contaminado encierro,
desaliñada el alma, sólo le queda observar
la parálisis del tiempo.


CONFESIÓN TARDÍA


¡No me dejes!
¡No!

Intento hablar,
pero se desgarra mi garganta
en un frío nudo que reposa en ella,
y se estremece esto que llevo
dentro como nido aquí
en mi pecho sin hallar la calma.

¡No te vayas!
¡No!

Cómo escribir en mis poemas
del amor que te revelo
y del dolor que ahora mastica
el último aliento de tu alma
casi en vela.


Te ofrezco mi hombro,
en él tu agonía sosiega,
te ofrendo mi vida entera;
porque nací para adorarte
y fallezco aquí al perderte.

¡No te extingas!
¡No!

Entiende mi locura que al amarte

te entregué mi ser completo

en las
sombras de mi propio olvido

y a la luz de tus quimeras.
¡Abre los ojos amor!
Aloja en mí tu muerte.

...
Inclinada ante ti,
veo sucumbir tu cuerpo
en la serenidad del recinto
donde la luz acalla mis lamentos.
¡Lo sé! Tarde es ya...

La misma pócima
ahora bebo
en mi lánguido silencio.

No te extrañe
que en el lecho de tu muerte
duerma yo también eternamente,
y bajo la misma tumba
que decora la sedienta tierra,
revelaré mi amor
a tus oídos.

......

Mis letras hablan
lo que mi boca calla.



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