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miércoles, 7 de abril de 2010

394.- RENÉE FERRER


Poeta paraguaya nacida en Asunción en 1944.
Es poeta, narradora y Doctora en Historia por la Universidad Nacional de Asunción, con una tesis titulada Desarrollo socio-económico del núcleo poblacional de Concepción.
Su poesía, matizada con un marcado lirismo sensual, la comenzó a publicar sus en el periódico del Colegio Internacional de la capital paraguaya.
Entre su obra poética, se encuentran los libros: «Hay surcos que no se llenan» 1965, «Voces sin réplica» 1967, «Cascarita de nuez» 1978, «Desde el cañadón de la memoria» 1982, «Galope» 1983, «Campo y cielo» 1985, «Peregrino de la eternidad y Sobreviviente » 1985, «Nocturnos» 1988, «Viaje a destiempo» 1989, «De lugares, momentos
e implicancias varias» 1990, «El acantilado y el mar» 1992 y «El resplandor y las sombras» 1996.
Ha sido incluida en numerosas antologías de poesía y narrativa




Abandono

¿De qué remota lengua desasida
proviene este resabio de abandono?
En cavilosa soledad corono
una imagen de niña estremecida.

¿De qué lejano olvido, que se anida
en las letales naves del encono,
desembarca esta queja con su tono
de brisa a la intemperie amanecida?

¿De qué brazos amantes del despego
zarpó el velamen de mi tierna mano,
la brújula extraviada en el abrazo

confinado a la orilla? ¿Qué hay del riego
de besos en que, cándida, me ufano,
si hurté la dirección de su regazo.

Noviembre de 1993








Agua

Nubes, helechos rumorosos, piedras,
mi cuerpo anticipándose a los goces
en la colcha mullida de la hiedra;
la siesta me sazona con sus roces

y un tumulto de pájaros rehúye
el vasto territorio del desvelo;
extrañamente de mis dedos fluye
un manantial que sorbe el desconsuelo.

Mis piernas, los anhelos, mis caderas
en torrentes se fueron escurriendo;
era absurdo que tú los detuvieras
apenas desatados y muriendo.

Yo bien sé que me pierdo en lechos de agua
sin vislumbrar la lumbre de tu fragua.

1993








Ahora me olvidas

Y ahora me olvidas.

Fui anónimo guijarro
tramontando tu arena
pétalo
que se fue desprendiendo de tu cerco
un canto sin acordes resonando
en sordas caracolas.


ahora me olvidas.

Pero cuando entregue
esta envoltura descartable
y
mi identidad se duerma
desbrumaré mis ojos
te miraré con olvido
ahogaré tus palabras
en el silencio.

1994








Andinismo

Los labios suben;
laboriosos, escalan las uñas,
las rodillas
-andinistas de fuego-,
ávidos, se demoran en los pozos de sombra
que conceden la luz.
La exploración se adentra
entre el follaje hirsuto y la fuente pequeña.
Se someten al hueso de un codo guerrillero,
a la remota axila,
a la nuca en declive;
hacen alto en las manos,
manantial de arcanas vibraciones.
La lengua los retiene
en el desfiladero que aísla los pezones,
morados promontorios que erguidamente gimen.
Poderosos ascienden el risco del latido,
la inminencia de amar.
el tembloroso aliento de las cumbres sedientas.
Lentos, suben los labios
hacia el santuario del deseo,
hasta la sonrosada quemazón que los espera.

Noviembre de 1993







Bajel del viento

La complicidad de mi cama
se ha vuelto un campo ingrávido y lejano;
ya no tiene largueros ni pies ni cabecera.
Es una interminable llanura incandescente
donde mi ser se calma.
Desprendida del mundo brujulo entre los astros;
deshabito el incógnito territorio del cuerpo,
destrabando mis jarcias,
y parto
desplegando los brazos,
desamarrada y leve:
bajel de viento.

Diciembre de 1993








Brindis

Toma la copa de mi corazón
y bebe.

De su cuenco de sombra
paladea
las centellas airosas que me cruzan,
desde el rojo voltaje de sus nervios,
el sabor de mi centro.

Toma mi corazón,
y sorbe
su resentimiento en las rocas,
la espumosa alegría de la mañana,
el dulzor sentencioso de las despedidas,
al atardecer.

Entre tus labios
toma el borde de mi corazón
y saborea
el astringente bouquet de mi secreto.

Si tan siquiera hubiese algo que beber
yo te diría:
toma la copa de mi corazón,
y bebe.

Diciembre de 1993








Cifra

Cómo el dolor me abre el deseo.

Tenderme a la vera de tu cuerpo
sospechando las ansias,
los temblores,
ornar con flores robadas
el puente de nuestro aliento
intercambiando besos,
trozos de tiempo.

El sol se nos metió en los dedos
haciendo borbotar
el caldo del encuentro.

Al instante le crece permanencia.

Tu latido dialoga con mi pena
que sin nosotros notarlo
se ha disuelto.

Todo sucumbe al punto, sin embargo,
y vuelvo a ser
una cifra cualquiera en un cuaderno.

Febrero de 2004









Condena

Húmeda y germinada en el deseo,
extraña ante un perfil que desconozco,
cierro puertas,
clausuro el país de la fiebre.

Las personas que amo me ven partir;
se quedan con mi cáscara baldía.

Soy un navío
con el timón varado frente al risco
desde donde despeño la palabra,
prisionera de muros caducos
que asedia un vendaval estéril.

Detrás del empellón del pensamiento
se yerma mi surco de ternura.
Soy un mármol que niega
el beso elemental,
el dulce instante,
prodigando alabanzas
al verbo:
mi verdugo.

1992








Hacia el país de la alegría

Surca el itinerario de la espuma
mi terco corazón desbrujulado;
un esquivo temblor sus velas suma

al luminoso aroma congregado.
Mi acento entre que calla y que te nombra
va alertando al follaje sobre el vado.

Timon el confidente de la sombra,
la luna pensativa me acompaña:
su rojiza preñez mi pulso asombra.

Cambia una nube su perfil, empaña
la túnica radiante de la aurora
y tu caricia con mi sed se ensaña.

En el eco de la musitadora
respiración del monte que nos mira
celebro tu llamada portadora

de un cierto olor en celo que me inspira
a descorrer mis velos, jubilosa.
La garganta de un pájaro delira

despertando el deseo que me acosa;
un jaguar señorea en su guarida,
y late entre sus dientes una rosa.

Cumple la selva el rito de la vida,
acuchillan el agua los reflejos,
y oriunda de la brasa, estremecida,

comparece mi voz ante su espejo.
Recibe arrebatada mi panera
la miga de tus besos. Hay un dejo

de diosa primeriza, de altanera
urgencia de morir en tu debajo,
libertada y, al punto, prisionera.

Abdiqué del silencio y del atajo:
una fosforescencia victoriosa
empieza a germinarme desde abajo.

Fallece en la ribera la gloriosa
marejada fugaz entre burbujas:
yo te aguardo en su sábana arenosa.

El rumor de la fronda desdibuja
leves palabras de confesionario
que el mástil de tu ardor vence y estruja.

Hay un doble gemido solitario,
la llamarada que el temblor atiza,
el empuje genésico, lunario,
del instante que clama y se eterniza.

Diciembre de 1994







Insomnio

Del vasto territorio del insomnio,
de su ilímite páramo de sombra,
traigo hilachas de ausencia entre los labios,
una huella que me hurta y que te nombra.
¿Qué distancias de fiebre y desvarío
por las estribaciones de la aurora
recorro suplicante, pierdo, ansío
destejiendo la trama de las horas?
Cuando estoy por tocarte es ya un vacío
la llama de tu voz. Como las hojas
de un vendaval atónito y tardío
tu fantasma mi sueño desaloja.
Me sorprende el lucero soberano
creando tu caricia con mis manos.

Mayo de 1994






Itinerario del deseo

Anoche tuve audiencia con mi cuerpo,
tu fantasma, mis señas personales:
indagué en el desánimo, en el cerco
de mis fiebres. Obsesos arenales

me circundan y crecen hacia adentro.
Me someten sus dunas, a las cuales
rehúyo, añoro, niego, miento, encuentro,
ofrendando el temblor de mis portales.

Sin que medie la luna te poseo
siguiendo de la sangre los puntales.
Dichoso itinerario del deseo
cuando abrevo mi sed en tus panales.

Cuando el alba se apresta a desvestirse
se despiden tus sombras, antes de irse.

Noviembre de 1993







La silla

Cuando salí al jardín entré en un sueño;
imán sin voz, vacío luminoso;
desde tu cuerpo ausente y de mi gozo
la silla me habla cuanto más me empeño

en acallar tu imagen en mis ojos.
Me cercan sus espaldas rigurosas.
ofrendándome el sitio donde posas
tus manos, tus caricias en manojos.

En las declinaciones del cordaje
busqué ansiosa el perfil de tu figura
y trenzando mi sed a tu cintura
soñé ser un navío en abordaje.

Mi sonrisa detrás de un jazminero
vio sollozando un ángel agorero.

Diciembre de 1993







Marina

Caminar
por las arenas de tu pensamiento,
viajar de polizón en las bodegas de la espera,
y ceder
-a esa espera de ti,
de tu deseo sobreviviente de un cataclismo de espumas.

El horizonte se aposenta en mí
recostándose
del otro lado de mi frente.
El mar se atiene a los ritos del tiempo
reiterando un llamado secreto.

No me digas que he soñado otra vez,
que ya es de día.

Diciembre de 1993









Naufragio

«desprecio del naufragio de mis ojos»
F de Q.

No sé si es pesadilla o desvarío:
me naufraga tu imagen en los ojos.
En el oleaje frío,
mansamente, zozobran tus despojos,
y tu pupila esquiva
se pierde en mi pasión, a la deriva.

Noviembre de 1993









Partida

Verte
lejano
para siempre,
para siempre en el suspiro de los pastos
que la brisa arrodilla.

Verte partir
por el zumbido del abejorro
ante un sol dilapidado,
tu sombra llena de luciérnagas
flotando en la temblorosa incandescencia.

Mi cuerpo tendido sobre el aliento de la tierra,
ensombrecido por esa luz que se distancia
-mariposa de incontables lunas-,
mirándote decrecer
por el corredor de la ausencia.

Hay flores claudicantes en el aire,
risa antigua esparcida:
residuos de una cremación compasiva;
hojas congregándose en un concilio de sombra,
el polen instituyendo la germinación20
de primaveras futuras:
las primaveras que no te verán,
porque
oh para siempre
te estás yendo.

Junio de 1993







Qué te sucede

Qué te sucede corazón:
no te oigo
dar portazos contra sus mejillas;
qué te acontece,
en alcanfor parece
que conservas sanísimo el latido;
qué aséptica desazón saquea
tus cotos candadeados.
Por qué finges que cantas cuando lloras
y te empeñas
en maquillar las cicatrices.
Qué te pasa, embustero:
aún no despunta
el buen llanto auroral que te acongoja.

Diciembre de 1993








Requisitos

Morder
la seda rosa de tu piel
hasta el carozo del deseo
y quedarme con el zumo
entre los labios.

En las llamaradas del leño
seguir
la biografía de un poema
la trémula complicidad
de los acordes.

Y oír
en la posada del encuentro
las exigencias del alma
como un sol descorazado
y compañero.

Junio de 1994








Resurrección

Dejarlo todo sí
mientras bate el oleaje mi cintura.

Deshecha espuma
baba marrón
semen de los días
arrumbados como trastos de olvido
en un altillo viejo.

Albergue de enmascaradas tentaciones.

Dejarlo todo fuera
del espacio que soy y me contiene:
las horas que atosigué de espera
la vigilia alucinada en silogismos
la obstinada ilusión
el timón batallando contra un viento
portador de estandartes mortuorios.

A mi alma le crecen cicatrices
y un lento olor a tiempo desvivido.

Dejarlo todo sí
a orillas de este cuerpo
de esta ínsula ardiente20
arsenal de ternura.

Ah las flores robadas para el duelo.

Quemarme en soledad
asolar el desván arrojando bien lejos
los instantes que duran para siempre25
retener en los labios los momentos
como astillas de hielo
sobre la lengua ávida.

Abandonar mi cáscara
de rostros funestos
sentarme a contemplar
convaleciente
la llama de una frágil bujía.

Desabordar mi corazón
y recobrarme
despojo y oración de algún ser sin memoria.

Marzo de 1993








Sabor

Sobre la lengua
la memoria salada de tus ojos
y los zumos del beso.

Sobre los pliegues de la lengua
el desolado gusto de la ausencia,
la candente sazón de nuestro aliento.

Sobre la penumbra de la lengua
no tanto la dulzura entrelazada
sino el ácido febril del mordisqueo.

Sobre mi lengua alfarera
la posta de tus ojos insomnes,
el largo itinerario de tu cuerpo.

Sobre la lengua
el metálico sabor de tu deseo.

Mayo de 1994







Temblor

Temblando quedó el labio
de roce imperceptible trastornado;
un sabor de tomillo le ha quedado
temblando en el aliento.

Temblando quedó el fuego contenido
por la intensa fragancia;
nada más que de especias sobrevive
este temblor incierto.

1982











diminuto
desde tu estatura solar
peregrinas debajo de mi piel;
subes, desciendes
navegas por mis venas;
vas hundiendo tu huella
en un itinerario sin fronteras.

Te sientas en mis bosques pulmonares,
intercambias silencios con mis nervios
aspirando mi sed a sorbos bien pequeños.
Mi pasión oxigena el deletreo
de la palabra incierta.
Todo es luz allá adentro;
mi corazón ardiendo.

El viento de tu espalda me golpea.
Ya no estás frente a mí
ya te estás yendo.
Una lluvia se larga a murmurar
por parajes desiertos20
y en mi almohada se queda
tiritando el deseo.

Febrero de 1994

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