MIGUEL ÁNGEL GARA
(Madrid 1970) colabora ocasionalmente en publicaciones literarias de España y Latinoamérica, y en especial en el portal literaturas.com, donde ha coordinado la sección de poesía y editado la revista Pata de gallo. También ha realizado labores de lectura y traducción para algunas editoriales españolas y suecas.
Ha publicado El libro de Sara (LF ediciones, 2005), Luz previa a la luz (Algaida, 2006), Gérmenes y momentos (Amargord, 2007), Calle (Amargord, 2008), El desierto de agua (La Garúa, 2009) y Los pájaros pican (Amargord, 2012).
Algunos de sus poemas figuran en varias antologías y ha recibido algunas menciones literarias, entre las que destaca el Premio Ciudad de Badajoz por Luz previa a la luz
1
Entender algo no significa amarlo,
hay una breve luz en lo imperfecto,
la desconfianza del sentido.
En la celda un hombre se levanta,
se lava, cubre
su rostro con la mano un latido,
la noche
ha llegado.
2
La prisión se construyó
cerca de un parque natural.
Hacía sol esa mañana aunque allí
llovía siempre.
Dicen que el hombre mató a la mujer.
Truenos por los montes
(como voces).
Llovía.
3
Ahora en el desayuno no llueve
pero las nubes amenazan
y el dolor viene y se va,
viene y se va,
¿demasiado alcohol
o es la lluvia? Dicen que el agua ayuda
pero por la ventana todo está seco.
Algo se acerca.
CALLE
La ausencia es la suavidad de lo extraviado, seda fija
al pulmón, camino que divide los caminos. Con pasos de silencio en la sangre aún condensada, el niño es una cuchilla
tierna, tensión que otorga a un mundo progresivamente abierto
El telón caía en los cines de la gran calle. En la fanfarria de
novedades, los leones dormitaban y las alfombras mullían
bajo los compradores. El mercader expulsaba profetas
del templo: “Marchaos de aquí,” decía “no mancilléis de
augurios la casa de mi padre.” La magia de los cines es así.
Se hizo la realidad
La mujer del balcón es contemplada por los fugaces peatones de la calle. “Pelagia”, susurran, y ella desaparece hacia el interior, como si su estado natural fuera el tránsito, la oquedad que abandonan sus ojos perennes.
La dirección de la calle obliga hacia adelante pero ella se abate en el latido de lo que fue colina. Posadas, las acacias asen el presente como manos, y lo encienden con su duro albumen de ser vivo, golpes del pedernal de pisadas que no se repiten, que surgen y desaparecen, en los campos de fuego
Asisto a las canciones del océano.
Escucho el aplauso insomne del océano.
El vértigo es la ternura de lo inmenso.
Hay susurros que arrastran como trenzas de kevlar,
cabellos de mujer que vuelan
y navajas,
tempestad tras el cristal de las córneas.
El abismo es una boca, que besa y se despega,
que besa y se despega.
los pájaros pican
El náufrago se bebió el mensaje.
Mejor que no olvidar la respuesta, recordar la pregunta.
La economía es el arte de subsistir con números.
Divídete por cero.
No es la pared la que me impide pasar sino la puerta.
Violencia es debilidad impuesta por la fuerza.
Si tú no ves la pobreza la pobreza te verá a ti.
Era tan pobre que en vez de un plato de ducha tenía un plato de lluvia.
El mito del vampiro trae implícita la tragedia del hambre.
Su eficacia era asombrosa, su eficiencia extraordinaria, pero lo despidieron por su escasa efectividad.
El imperio de la ley es una forma de llamar a la ley del imperio.
La dignidad es propia pero la indignación es siempre hacia los demás.
La peor plaga fue de faraones.
Hay épocas en las que hay que llorar menos y gritar más.
No es que se confunda lo urgente con lo importante sino que se confunde lo visible con lo importante.
La convención de sordos se celebrará en un auditorio cerrado.
Los parados fueron imparables.
Vuestra ecuanimidad más mi debilidad es igual a nuestra justificación.
El inconveniente de ser tu propio jefe es que eres también tu propio despedido.
Pensaron que era una tormenta y en realidad era el invierno.
Cuando alguien dice que hace un trabajo que le gusta significa que le pagan por hacer un trabajo que le gusta.
A un clavo le aguarda su agujero.
Todos los patriotas parece que vivieran en la frontera.
Lo contrario de cualquier verdad es el ego.
Es más difícil que un rico entre por el ojo de una aguja si se niega a coser.
Todos los patriotas parece que vivieran en la frontera.
A los especuladores no les gustan tus especulaciones.
Un chivo es una cabra culpable.
Quién siembra mariposas recoge huracanes.
En los malos tiempos se escuchan mejor las risas.
Si el futuro no acude el pasado se nos echa encima.
Mirar ruinas es constructivo.
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