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lunes, 3 de marzo de 2014

VICENTE RIVA PALACIO [10.623]

VICENTE RIVA PALACIO (1832-1896)

Vicente Riva Palacio

Vicente Florencio Carlos Riva Palacio Guerrero (Ciudad de México; 16 de octubre de 1832 - Madrid, España; 22 de noviembre de 1896) fue un político, militar, jurista y escritor mexicano.

Nace en la Ciudad de México el 16 de octubre de 1832, siendo el mayor de los 6 hijos de Dolores Guerrero y Mariano Riva Palacio, el abogado defensor de Maximiliano de Habsburgo durante su captura en Querétaro y Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Nieto directo del Gral. Vicente Guerrero. Estudia para abogado en el Colegio de San Gregorio y se recibe en 1854. Diputado nacional en dos ocasiones, 1856 y 1861. El 1 de agosto de 1856 contrajo matrimonio con María Josefina Bros Villaseñor, con quien tuvo a su único hijo Federico (nacido en 1857).

Los periodos de intervención

A sus quince años, en el pleno de la invasión norteamericana, forma parte de una guerrilla en contra de los invasores. Más adelante, siendo liberal durante el siglo XIX, participa en los periódicos La Orquesta y La Chinaca, opuestos a la perspectiva conservadora. Desempeña durante 1855 como regidor, en 1856 como secretario del ayuntamiento de la ciudad de México y entre 1856 y 1857 como diputado suplente al Congreso Constituyente (mismo congreso que formulara la Constitución del 57).
Durante la Segunda Intervención Francesa en México arma una guerrilla por su propia cuenta con el fin de unirse a la lucha con el Gral. Ignacio Zaragoza. Toma parte en varias acciones militares, entre ellas, la batalla de Barranca Seca y la caída de Puebla. En 1863, sigue a Benito Juárez a San Luis Potosí y es nombrado gobernador del Estado de México, se reagrupa y reúne tropas para realizar las tomas de Tulillo y Zitácuaro. En 1865 es nombrado gobernador de Michoacán. A la muerte del general José María Arteaga se le confiere el mando de general en jefe del Ejército Republicano del Centro y al término de la campaña republicana en Michoacán, entrega las tropas a su mando al Gral. Nicolás Régules. Logra organizar una nueva brigada, con la que toma y sitia la ciudad de Toluca y con la que después participa en el sitio de Querétaro.
A la par de su actuación militar edita los periódicos El Monarca (1863) y El Pito Real. Compone los versos del himno burlesco Adiós, mamá Carlota (una paráfrasis de Adiós, oh patria mía, de Ignacio Rodríguez Galván), mismo que cantaran treinta mil chinacos en Querétaro durante el viaje de Maximiliano al fusilamiento.

La república

Con la victoria juarista, renuncia al mando de todas sus tropas y a la gubernatura del estado de Michoacán. Pide amnistía para los intervencionistas y, en la esfera política, queda derrotado por José María Iglesias en la candidatura para la vicepresidencia. Actúa como magistrado de la Suprema Corte de Justicia entre 1868 y 1870. En 1874 publica los periódicos satíricos El Ahuizote, El Constitucional y la paleta real, en los que criticara la labor del gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada.
Apoya a Porfirio Díaz en el plan de Tuxtepec y queda recompensado con el ministerio de Fomento en los dos primeros períodos de gobierno de Díaz y con Juan N. Méndez. Rescata las ruinas de Palenque, establece el Observatorio Astronómico Nacional y termina de construir el Paseo de la Reforma.
En 1883, es detenido por el gobierno y llevado a la prisión de Santiago por ir en contra del gobierno de Manuel González, en ese entonces presidente de México. En aquella prisión escribe gran parte del segundo tomo de su obra México a través de los siglos.
En 1885, tras la publicación de su libro Los ceros, se da la pérdida de su prestigio personal y desaparecen las aspiraciones presidenciales que tenía, queda desterrado "honorablemente" por Porfirio Díaz y se le nombra ministro de México en España y Portugal. Muere en Madrid el 22 de noviembre de 1896. Sus restos fueron repatriados en 1936 para ser depositados en la Rotonda de las Personas Ilustres.

Carrera literaria

Periodista exitoso con una señalada y personal actitud crítica y satírica; misma que quedara marcada en periódicos como La Orquesta y El Ahuizote; Riva Palacio participa como un activo literato mexicano en los tiempos de entre guerras.
El género que más le sonríe siempre en popularidad es la novela. Realiza la mayoría de su obra novelesca entre 1868 y 1870. Tuvo a su disposición la mayoría de los archivos de la Santa Inquisición, lo que le brinda una grandísima cantidad de información que plasma en sus novelas de tema colonial. Sólo una de sus novelas (Calvario y Tambor) es de toque militar.
Junto con Juan A. Mateos coescribe zarzuelas y sketches teatrales satirizando la política mexicana. En 1870, junto con Juan A. Mateos, Rafael Martínez de la Torre y Manuel Payno publica El libro rojo, un breviario de la violencia dentro de la historia nacional mexicana. Junto con Juan de Dios Peza narra leyendas en verso en Tradiciones y leyendas mexicanas (1917) y crean a la imaginaria poetisa romántica Rosa Espino para publicar Flores del alma (1875).
Dirigió, junto con el editor Santiago Ballescá, la obra México a través de los siglos, trabajo enciclopédico; encargándose él mismo de escribir el segundo tomo, dedicado a la Colonia. En su obra Los Ceros critica y polemiza a la clase política mexicana, lo que lo identifica como un personaje virulento para el régimen porfirista. Cuentos del General (que apareciera póstumamente en Madrid en el año de su muerte), es una colección de veintiséis relatos que presentan características comunes: brevedad en el título, la acción y la descripción de los personajes. Por su obra literaria, fue designado miembro correspondiente de la Real Academia Española.

Obras

Teatro (en verso)

Las liras hermanas (obras dramáticas) coautor con Juan A. Mateos (1871), reeditado en 1997.
Odio hereditario (1861)
La politicomanía (1862)
La hija del cantero (1862)
Temporal y eterno (1862)
Borrascas de un sobretodo (1861)
Martín el demente (1862)
La catarata del Niagara (1862)
El tirano doméstico (1861)
Una tormenta y un iris (1861)
El incendio del portal (1861)
La ley del uno por ciento (1861)
Nadar y en la orilla ahogar (1862)
Un drama anónimo (1862)
La policía casera (1862)

Novelas

Monja y casada, virgen y mártir (1868, reeditada en 1986)
Martín Garatuza (1868), continuación de Monja y casada, virgen y mártir
Calvario y Tabor (1868)
Las dos emparedadas (1869)
Los piratas del golfo (1869)
La vuelta de los muertos (1870)
Memorias de un impostor, don Guillén de Lampart, rey de México (1872)
Un secreto que mata (1917)

Ensayo

El libro rojo, coautor con Manuel Payno (1871)
Historia de la administración de don Sebastián Lerdo de Tejada (1875)
Historia de la guerra de intervención en Michoacán (1896)
México a través de los siglos, tomo 2: El virreinato. Historia de la dominación española en México desde 1521 a 1808 (1884-1889)
Los Ceros: galería de contemporáneos (1882).

Cuentos

Cuentos de un loco (1875)
Cuentos del general (1896).

Poesía

Poesía completa
Flores del alma (1875, bajo el seudónimo de Rosa Espino)
Páginas en verso (1885)
Mis versos (1893)
Poemas no coleccionados
Adiós, mamá Carlota (1866)
Tradiciones y leyendas mexicanas, coautor con Juan de Dios Peza (1885)
Vicente Riva Palacio. Antología (1976)

Epistolarios

Epistolario amoroso con Josefina Bros (1853-1855)






LA VEJEZ

Mienten los que nos dicen que la vida
Es la copa dorada y engañosa
Que si de dulce néctar se rebosa
Ponzoña de dolor guarda escondida.

Que es en la juventud senda florida
Y en la vejez, pendiente que escabrosa
Va recorriendo el alma congojosa,
Sin fe, sin esperanza y desvalida.

¡Mienten! Si a la virtud sus homenajes
el corazón rindió con sus querellas
no contesta del tiempo a los ultrajes;

que tiene la vejez horas tan bellas
como tiene la tarde sus celajes,

como tiene la noche sus estrellas.







ADIÓS, MAMÁ CARLOTA


I

Alegre el marinero
Con voz pausada canta, 
Y el ancla ya levanta
Con extraño rumor.
La nave va en los mares
Botando cual pelota.
Adiós, mamá Carlota;
Adiós, mi tierno amor.


II

De la remota playa
Te mira con tristeza
La estúpida nobleza
Del mocho y del traidor.
En lo hondo de su pecho
Ya sienten su derrota.
Adiós, mamá Carlota;
Adiós, mi tierno amor.


III

Acábanse en Palacio
Tertulias, juegos, bailes,
Agítanse los frailes
En fuerza de dolor.
La chusma de las cruces
Gritando se alborota.
Adiós, mamá Carlota;
Adiós, mi tierno amor.


IV

Murmuran sordamente
Los tristes chambelanes,
Lloran los capellanes
Y las damas de honor.
El triste Chuchu Hermosa
Canta con lira rota:
Adiós, mamá Carlota;
Adiós, mi tierno amor.


V

Y en tanto los chinacos
Que ya cantan victoria,
Guardando tu memoria
Sin miedo ni rencor,
Dicen mientras el viento
Tu embarcación azota;
Adiós, mi tierno amor.






ADIÓS, MAMÁ CARLOTA

(Versión de Juan A. Mateos)

La niebla de los mares
Radiante sol aclara.
Ya cruje la "Novara!
A impulsos del vapor.
El agua embravecida
La embarcación azota.
¡Adiós, mamá Carlota;
Adiós, mi tierno amor!

El ancla se desprende
Y la argentada espuma
Revienta entre la bruma
Con lánguido rumor.
En lo alto de la nave
El estandarte flota.
¡Adiós, mamá Carlota;
adiós, mi tierno amor!

¿Qué llevas a tus lares?
Recuerdos de esta tierra
Donde extendió la guerra
Su aliento destructor.
Las olas son de sangre
Que por doquiera brota.
¡Adiós, mamá Carlota;
adiós, mi tierno amor!

Mas pronto de los libres
Escucharás el canto,
Bajo tu regio manto
Temblando de pavor.
Te seguirán sus ecos
A la región ignota,
¡Adiós, mamá Carlota;
adiós, mi tierno amor!

Verás de tu destierro
En la azulada esfera
Flotar nuestra bandera
Con gloria y esplendor.
Y brotará laureles
La tumba del patriota.
¡Adiós, mamá Carlota;
adiós, mi tierno amor!






LA NOCHE EN EL ESCORIAL

La noche envuelve con su sombra fría
El claustro, los salones, la portada,
Y vacila la lámpara agitada
De la iglesia bóveda sombría.

Como triste presagio de agonía
Gime el viento en la lúgubre morada,
Y ondulando la yerba desecada
Vago rumor entre la noche envía.

De Felipe segundo, misterioso
Se alza el espectro del marmóreo suelo
Y vaga en el convento silencioso,

Y se le escucha en infernal desvelo
Crujiendo por el claustro pavoroso
La seda de su negro ferreruelo.





LA MUERTE DEL TIRANO

Herido está de muerte, vacilante
Y con el paso torpe y mal seguro
Apoyo busca en el cercano muro
Pero antes se desploma palpitante.

El que en rico palacio deslumbrante
Manchó el ambiente con su aliento impuro,
De ajeno hogar en el recinto oscuro
La negra eternidad mira delante.

Se extiende sin calor la corrompida
Y negra sangre que en el seno vierte 
de sus cárdenos labios la ancha herida,

y el mundo dice al contemplarte inerte:
"Escarnio a la virtud era su vida:
vindicta del derecho fue su muerte".






EN EL ESCORIAL

Resuena el marmóreo pavimento
del medroso viajero la pisada,
y repite la bóveda elevada
el gemido tristísimo del viento.

En la historia se lanza el pensamiento,
vive la vida de la edad pasada,
y se agita en el alma conturbada
supersticioso y vago sentimiento.

Palpita allí el recuerdo, que allí en vano
contra su propia hiel buscó un abrigo,
esclavo de sí mismo, un soberano
que la vida cruzó sin un amigo;
águila que vivió como un gusano,
monarca que murió como un mendigo.







AL VIENTO

Cuando era niño, con pavor te oía
en las puertas gemir de mi aposento;
doloroso, tristísimo lamento
de misteriosos seres te creía.

Cuando era joven, tu rumor decía
frases que adivino mi pensamiento,
y cruzando después el campamento,
"Patria", tu ronca voz me repetía. 

Hoy te siento azotando, en las oscuras
noches, de mi prisión las fuertes rejas;
pero hánme dicho ya mis desventuras

que eres viento, no más, cuando te quejas,
eres viento si ruges o murmuras,
viento si llegas, viento si te alejas.







A MI MADRE

¡Oh, cuán lejos están aquellos días
en que cantando alegre y placentera,
jugando con mi negra cabellera,
en tu blando regazo me dormías!

¡Con qué grato embeleso recogías 
la balbuciente frase pasajera
que, por ser de mis labios la primera,
con maternal orgullo repetías!

Hoy que de la vejez con el quebranto
mi barba se desata en blanco armiño,
y contemplo la vida sin encanto,

el recordar tu celestial cariño,
de mis cansados ojos brota el llanto,
porque pensando en ti me siento niño.



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