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lunes, 3 de marzo de 2014

ADELAIDA LÓPEZ MARCOS [10.617]



Adelaida López Marcos

Poeta de Orihuela (Alicante). “Es de aquellas poetas que despierta con un verso, lo convierte en poesía y es la vida y el nuevo amanecer.

Ella es poesía pura, de versos sentidos, doloridos y nos los transmite, porque cada uno de nosotros nos veremos reflejados en alguno de aquellos versos. De pluma muy fina y sensible, posee una extensa producción poética”. 
(descripción del blog de Virginia Oviedo 

Una parte de su interesante producción poética, la podemos hallar en su blog http://poemasdeadelaida.blogspot.com.es y fuera de el, en libros como “El Suicidio nace del lado oscuro de tu vida” (a petición del autor Dr. Hector Ornelas Delgadillo), “Los 200 Poemas. Homenaje a Federico G. Lorca” de la editorial Artgerust, entre otros. En los próximos días será una realidad su primer poemario “Me muerdo el alma”. 




NANA DE PIEDRA

Las manos del niño caído,
velas de mantas encierran,
al cielo que lo han partido,
niño de tierra ¡te entierran!

Mis velos se han comido,
esta fuerza que desgarra,
sus brazos te han dormido,
en la nana de su piedra

No hay negro que no manche
esta piel marchita en carne
soy tierra ¡que tierra rompe!
lamiendo nanas de noche.

Manto de flora salvaje
cuna que alumbras al hombre
cubre de lunas y soles
 al hijo de tierra noble.






EL PECADO DE LOS PECADOS MORTALES

Sea en el cielo o en nuestro infierno
nos debemos de encontrar,
ni paraíso de frutas prohibidas
ni mieles de almíbar bañadas en tu champán.

¿Qué sensaciones serán las que denominan
a este cariño de eterno ritual?,
pues será en este infierno,
con los poderes del mismo Satán.

Tomaremos lo que sea nuestro,
¡amándonos por igual!,
o bendecidos por la lluvia del agua
de cualquier Sacristán.

Si hemos de entrar en el mismo cielo,
el eterno infierno se nos aparecerá,
pues amarte será más que un privilegio…
o el sacrilegio de seguir
pudiendo volverte a amar.

Pues amores como los nuestros
son un pecado de pecados, muy mortal.







EL SILENCIO DE UN ROBLE

Si alguna vez me hubiesen preguntado
cuantos idiomas soy capaz de hablar,
les diría que el materno
lo escribo con el lenguaje de mis rotas uñas,
que han demostrado ser fieles brochas de pintores.

Nunca he sido tan creativa con la madera,
tallando y rasgando mi sentencia
segundo a segundo, ¡se puede palpar entre el rojo de mis huellas!
que llevan mi latido y la rabia en una caja de madera.

¿Hay alguien ahí?
¿alguien me oye?
 ¡no!
¡Nadie puede escuchar el silencio de un roble!

Si alguien me hubiese preguntado alguna vez
cuál era el olor  que más odiaba,
le hubiese dicho inmediatamente
¡el olor del azufre mezclándose con las flores frescas!
es un olor muy amargo,
¡rancio con seda salvaje vieja y de encaje!

 ¡Cómo me pinchan estos alfileres desgarrando mi carne!
 ¡Cómo me queman estos ojos deshaciéndome por sentir llegar tarde!
 como si  me masticasen a mordiscos
¡no soy capaz de gritar con mis  labios cosidos!

¿Y mis brazos? 
¡y que decir de mis manos!
¿cuándo se han cerrado estas manos?
¡sintiendo ser buffet rodeada de madera y gusanos!
   
Soy la hija nacida del vientre robado de la vida,
ahora madre viene a buscarme
entre  losa y flores que reposan,
quedé atrapada en los patios vacíos
porque nadie ha podido escucharme entre el silencio de un roble.                 








EL MUGIDO Y EL VIENTO

Muere el toro de plata
con el mugido caído,
es vasto en su caída
como los almendros,
como los olivos caen
¡y ha caído!

Se estremecen sus huesos,
¡sus huesos de plaza!
su cemento de lomo,
su mugido de sueños
traicionando a su espalda.  

       Se han ido sus años de plata
con sus cultivos,
ya no hay almendros,
ni olivos,
ya no hay huesos que unan
a su mugido y el viento.








SIN TÍ

Aunque le griten las uñas
o le duelan las ganas
y le inunden tus gritos,
mira que sin tí,
¡sin ti le duele hasta el alma!

Aunque se rompa su alma,
memoria tienen sus manos
tallando en las noches
tu nombre con la seda del alba.







VERSO EN SILENCIO

Soy hambre de zafiro
acunada en los senos de la hiedra,
soy seda de velo,
voz y silencio del verso.

Soy el ansia madura,
que sola se va partiendo,
¡deja mi cuerpo en silencio!

Llevan mis manos la raíz,
que a tu lado se va muriendo,
soy  caída del eco,
soy partida de tu silencio.

Soy el hambre de la hiedra,
que apagándose aquí se queda,
con el ansia  que ya no esperas.
Soy la raíz sin el eco,
y ya callada sin el verso.







EL PASEO DE LOS AMARGOS

Fui aquella sombra
con el instinto del barro,
dando rienda suelta
a los charcos amargos.

Hasta los sudores se van en fila
cayendo en cuerpos apilados
amontonándose uno a uno,
me derramo haciéndome daño.

Más deshecho que esta arcilla,
patria mía ¡me has deshecho!
más muerto que un latir,
siento la cercanía de haberme muerto.

Se parte la barca, entre la madera de mis manos,
se derrama aquella arcilla 
esculpiendo mi bandera a pedazos,
allá donde quedaron mis pasos
quedaron mis paseos  amargos.





MIS CUEVAS DEL INFIERNO

Entender como son arrastrados algunos al olimpo de sus sombras,
el suyo propio, al auto olvido de existencias inexistentes.
Algunos lo llaman locura transitoria, temporal o crónica,
yo lo llamo demencia, mundo borroso, desaparecer y borrarte hasta ya no ser.

A veces es mejor dejarse atrapar, dejarse seducir en locuras.
Se dice o se comenta que los locos son los más felices…
quiero que me atrape la locura del olimpo de mis sombras.
Llegar al olvido, borrarme hasta llegar a la demencia y dejar de ser,
que por ser… seré lo que ahora no quiero ni ser.

Me he arrastrado a la cueva del infierno,
oscura, fría, helada, como los peores inviernos.
El portero con cuernos me abre la estancia que me aguardaba con tantas ansias…
todos han caído en mis mismas locuras.

Becerros que gritan en conjunto pero no se escuchan,
no se ven, creen estar solos y no lo están.
He dejado de gritar como una posesa, les he mirado y les he escuchado,
hoy me vuelvo de mi cueva y de mi infierno.




EL PODER DE LA PALABRA Y DEL POETA

Poder de poeta
yo te quisiera encontrar,
desterrar tu calma 
que me dieses tu mano y poder caminar.

Allá donde reposen tus heridas, 
yo te las quisiera arrancar.
Poder de poeta
dame tu mano y echemos a andar.

Camino de palabras
yo te quisiera inventar,
crear nuevas fronteras
y el mundo poderte enseñar.

Allá donde la vida se borra, 
yo quisiera dejar
el poder de tu palabra,
que se quede en los caminos, 
que echemos a andar.






LAS HIENAS CON SU FANGO

¡No!, mi trabajo aún no ha terminado.
Cuantas veces  he querido dejarme llevar
soltando mi manto y secarme en otro lado
o cuantas veces no le habré reflejado a la luna tu nombre
apagando mi manto de las estaciones,
¡pero me acuerdo de ti!,
¡y no!, mi trabajo aún no ha terminado.

Crujen mis cantos de hueso a media noche,
coros de lima y dientes de hiena me clavan
dejándome de un verde puerto carroñero
que va tallando su aliento en mi madera de hueso,
pudriendo mi raíz, 
¡mi raíz con sus dedos! 
que me arrancan tu nombre despacio.

Montañas y serrín de crema
que se enganchan y me aprieta con rabia su condena, 
mordiendo de mi vientre se sacian ¡y me abren de tajo!
pisando la sangre de mi raíz, que late debajo.

Agua del fango que beben mis montañas de arena
saciándose de mi vientre, me da de beber
la uña del bastardo carroñero
con su verde manto de trapo.

¡Por estos huesos flacos!
que vais cubriendo de fango
 mi vestido de Vega,
¡sois carroña de hienas!
pisando la sangre de mi raíz, que late debajo.

¡No!, mi trabajo aún no ha terminado.
Cuantas veces he querido dejarme llevar
soltando mi manto y secarme en otro lado
o cuantas veces no le habré reflejado a la luna tu nombre,
¡pero me acuerdo de ti!
¡y no!, mi trabajo aún no ha terminado.






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