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viernes, 20 de septiembre de 2013

MIGUEL BRASCÓ [10.530]


Miguel Brascó (Sastre (Santa Fe), Argentina; 1926) es un reconocido escritor, poeta,  humorista, dibujante, editor, crítico y sibarita argentino que se desempeña principalmente como especialista en vinos y comida gourmet. Abogado y periodista de larga data, es un agudo observador de la realidad argentina y mundial, de sus hábitos y tendencias.

Nació el 14 de septiembre de 1926 en la localidad de Sastre (Santa Fe) y vivió hasta los doce años en Puerto Santa Cruz, Patagonia.
Descendiente de catalanes, estudió en en el Colegio Nacional de Santa Fe, abogacía en la Universidad Nacional del Litoral y el posgrado de derecho en Universidad Central de Madrid con Carlos Bousoño y Vicente Aleixandre. En Santa Fe perteneció al grupo de artistas santafesinos "Espadalirio" fundado en 1945, dirigió la emisora radial, hizo teatro, jazz y tradujo a poetas alemanes e ingleses.
Publicó un libro de cuentos, Criaturas Triviales, uno de vinos "Anuario Brascó" con Fabricio Portelli, cuatro de poesía y la novela Quejido Huacho. Esta novela le dio la oportunidad de entrecruzar sus registros y sus saberes, mundanos, periodísticos y literarios, en el periplo de un ingeniero que salió a la ruta para ser atacado por las complicaciones de una realidad que antes desconocía.
Amigo personal de Quino, hacia 1962 habían compartido páginas en las revistas "Tía Vicenta" de Juan Carlos Colombres ("Landrú") y "Cuatro Patas", una creación de Carlos del Peral. Como consideraba a su amigo un gran dibujante, y un genial argumentista es quien le sugiere una tira cómica que habría de publicarse de manera encubierta en algún medio, para promocionar los electrodomésticos Mansfield producidos por Siam Di Tella.
Como el nombre de todos los personajes debe empezar con "M", Quino crea una familia tipo en la que puede reconocerse a Mafalda y a sus padres. La tira va al diario "Clarín" que percibe la publicidad encubierta y la campaña no se hace. Brascó recibió las fallidas tiras en "Gregorio", el suplemento estable de humor de la revista "Leoplán", creado y dirigido por él, y en el que colaboraban firmas de la talla de Rodolfo Walsh, Carlos del Peral, Kalondi y Copi. Impresionado por el homenaje a "Periquita" que cree entrever en el dibujo de Mafalda, Brascó le publica tres de las tiras.
Desde mediados de la década del 70 y el principio de la década del 80 fue Director Editorial de la revista Diners, Ego y Status, donde reunió dos de sus pasiones más acendradas: el erotismo y la gourmandise, en crónicas fotográficas y relatos de bon vivant redactados con su particular estilo, plagado de imaginación y humorismo, y enriquecidos por sus característicos dibujos.
Fue secretario del selecto club Epicure en el Hotel Plaza (Buenos Aires) durante 15 años, amigo del Gato Dumas, Astor Piazzolla, Julio Cortázar y es coautor de la canción Santafesino de veras junto a Ariel Ramírez y del triunfo de estilo anticolonialista "La Vuelta de Obligado", con música de Alberto Merlo. Vivió en Perú, Suecia, Holanda y España.
En su vasta carrera que le valió en 1984 el Diploma al Mérito Konex de los Premio Konex en el rubro Literatura de Humor, ha editado, además, revistas-objeto como Claudia o Cuisine & Vins, entre otras publicaciones.

Publicaciones Selectas

Raíz Desnuda - 1946
Las Tribulaciones del amor - 1961
La máquina del mundo - 1964
Quejido Guacho - novela - 1999
Pasarla Bien - 2006
El Prisionero - novela - Editorial Vocación, 20121





Por medio de la poesía, los seres humanos pueden ver el mundo no sólo a través de sus propios ojos sino a través de los ojos de la especie. Accesoriamente, la suma ordenada de todos los poemas escritos por el hombre constituye la única verdadera y secreta biografía de la especie. La poesía es finalmente el lenguaje corriente y habitual que utilizan los mutantes. La poesía es para ellos, sumamente útil.

Miguel Brascó 






A.V.

A Miguel Ángel Gómez


Irene otra vez
“La ciencia de su nombre es desencanto”.

El mundo ha cambiado alrededor de nosotros,
te observo olvidada en una silla en el atardecer,
existiendo en dos ojos;
quiero agregar lo que ya sabes,
aquello muy tonto sobre el amor y el deseo.

habrás entrado con la sonrisa pálida para hablar del otoño
asumiendo las actitudes naturales, pasando
ligeramente sobre los libros,
mirando las últimas fotografías, haciendo frases
como quien vacila,
tocando aquí y allá las experiencias inmediatas
con la punta de los dedos.

puedo hablar de la lluvia, la intimidad que provee
especialmente para nosotros
o practicar una astucia sobre el amor, un recurso.

pero el mundo ha cambiado en el interior de nosotros
y es inútil acudir a las referencias comunes,
la breve desolación de las noches perdidas,
los labios visitados, las manos, las excusas,
todo cambia, es inútil,
qué frío justamente,
la pasión no nos toma, como ayer, de los ojos,
necesito humillarte para eludir las penas.
el mundo ha cambiado en el interior de nosotros.

he amado mujeres azules y una memoria,
el destino esquivo, el día y su fracción;
el pensamiento vertiginoso agrega imágenes y palabras,
algunas de ellas te ofrezco
como testimonio y como disculpa.






Documento para el futuro

Los fastos del año reclaman su intervención,
la magia que se intercala entre mis palabras y sus evidencias;
los fastos de mi impaciencia quieren dominarla con astucia,
destruir sus declaraciones,
estar seguro de que en cualquier momento logra la inmortalidad
gracias a mis alegorías,
y lejos de este juego de comparaciones interminables
pierde toda confianza, toda pasión y toda réplica.
simplemente deseo incorporarla a mi imperio,
agregar su provincia, el escudo que nadie ha avasallado por largos meses,
a las etnografías de mi incesante lujuria.
nadie vive años y circunstancias meritorias,
olvidos difíciles, iniciaciones precarias, entierros a medianoche, cartas
en las cuales una sola palabras, entre todas, interesa ser comprendida.
teléfonos y citas en los cafés de aquí y de muchas otras partes,
nadie recorre este permanente desengaño
sin merecer otras inmunidades.
yo le digo a alguien: el fuego es la absolución y la causa
de los pecados capitales,
y el ardimiento común, el mecanismo
de las noches cursadas como mensajes infaustos,
nada de esto se pierde, como el resto de la materia, en el mundo;
su transformación responde a leyes y vanidades,
y rehusar u olvidarlas es uno de los tantos aspectos infecundos,
un residuo de oscuras culpas inconfesadas.







Distintas actitudes

Se le ha dicho que procure entretener sus ilusiones,
que no arroje otra vez las numismáticas taimadas desde el puente de los suspiros,
sus anillos de desposada en el bolsillo de los futuros amantes,
que no siga usufructuando su desnudez en las viviendas melancólicas.
esta mujer practica la sordidez oficial de los bulines,
escucha frases y tangos en los fonógrafos del suburbio,
corrompe nuestra amistad con la intolerancia de su sexo;
yo la miro todas las tardes considerando su caderas,
aparecemos juntos complicados en actitudes tenebrosas,
en noches espesas donde sus manos contribuyen a complicar las situaciones.
desde que la conozco no puedo hablar otras palabras
más que las que presumo útiles para conmoverla;
las almohadas se disputan el peso uniforme de sus cabellos;
he olvidado las consignas que la historia inventa para salvarnos.
si ella supiese que la observo con tantas precauciones,
los espejos, donde me arreglo el nudo de la corbata,
serían distintos a la luz de sus ternuras aparentes,
y las noticias que recibo por teléfono contribuyen a embellecerla.








Retrato de damas y denuncia

Todo ocurrió en la medida en que ella y yo lo habíamos imaginado previamente.
ocurrió en trenes, hoteles de poca categoría, en habitaciones del suburbio,
en litorales arenosos, en salas correctas con alfombras, en momentos de euforia,
en automóviles insospechables, en muchas partes ella y yo
aplicábamos nuestra inteligencia para salvar los primeros inconvenientes.
usted ahora, pálido y protegido por la sombra,
escucha estos detalles menores que ella narra;
sus reservas éticas son cada día menos útiles,
sus portaligas constituyeron siempre el detalle más pornográfico.
hubo también momentos en que ella y yo nos amamos con exquisita ternura,
olvidando nuestras diferencias específicas y la proximidad de nuestros géneros,
tomando sol después de las comidas,
aplicando nuestra sensualidad a los disfrutes infrarrojos
y el espíritu en la producción de idea claras y distintas
sobre las preferencias del destino que ignorábamos todavía.

el destino ha practicado un oportuno escamoteo,
mi velador ya no endulza el filo de sus dientes,
las correspondencias la menciona como un detalle intrascendente;
usted empieza a sospechar hasta dónde fué creciendo nuestro odio,
pase por alto sus atenuaciones circunstanciales, su hábil racconto que nos empalidece,
la verdad es que tuvimos el mundo por excusa, la libertad por sistema;
ella y yo vivimos meses de legítimo orgullo
y nuestra activa soledad nos recupera de combustiones imprudentes.







Vivir

Qué acercas a tu destino sino la forma plural del deseo,
lo que va haciéndose como la lluvia,
y fertiliza los días evidentes
y los días aciagos;
qué propones para los sueños, sino el aparente vínculo con el sitio
donde tu nombre encuentra su abigarrada cualidad,
y la razón para ser pronunciado con deleite;
qué aguardas entre los árboles ya enriquecidos por el otoño,
la melodía del viento
que ha de comenzar antes del atardecer,
o la visita de los pájaros,
o solamente esta certidumbre de acercar, proponer, aguardar
eso que llamas plenitud
y que confusamente deseas para tu vida,
no más adelante sino ahora.








Me permito recordarle

que deseaba alguna vez ser admitido como uno más entre los hombres,
pero a los pocos días lo fastidiaba la vulgaridad y la rutina,
el juego bizantino de las visitas primorosas,
las cartas de felicitación para los bebes recientes y sonantes,
los saludos a los parientes en la puerta de calle,
lo que supone ordinariamente vivir:
copular, comer y hablar de los temas comunes.

sus sentimientos eran simples pero mal administrados,
no por incapacidad sino por negligencia,
porque pese a su talento para evitar inconvenientes,
en los momentos decisivos
carecía de voluntad para superar la inesperada inercia.

se esmeraba no obstante en vivir
con elegancia y ligereza, como si nada fuese cierto,
eligiendo las calles laterales y evitando los sobresaltos,
en paz con todo el mundo e ignorando los detalles,
hasta que finalmente se preguntaba
cuál era su realidad en los días indecisos.

la realidad empieza en los estados intermedios,
no en la lujuria ni en el desdén, sino en los modos intermedios,
cuando uno viste su traje gris y sale a ver lo que sucede;
ni con lujuria ni con desdén, sólo mirar lo que sucede.

caminaba en esos días con una extraña certidumbre,
solía estar con sus amigos en el foyer o en las tertulias,
escuchando sus opiniones sin comprometerse con ninguna,
y cultivando en esos días
un ingenio sospechoso y melancólico,
un frío humor sobre la ironía del destino
que le permite a uno sobreponerse a los elementos que lo superan.

tiene veintiséis años y hasta ahora es conocido
mucho más por referencias que por actitudes personales.
si usted quiere encontrarlo bastara con que me lo diga;
yo le transmitiré sus deseos y fumaré un cigarrillo mientras llega.


Otros poemas e Irene, de Miguel Brascó, fue impreso para Ediciones Colombo bajo el cuidado de Osvaldo Svanascini; en la casa de don Francisco A. Colombo en el mes de diciembre de 1953. Completan la edición original, cinco ejemplares fuera de comercio, numerado del I al V, sobre papel Leonart Register.




Condolencia de un dejado de la mano de Dios

Cuánta subjetividad así metida tan adentro de su cuerpo
y este cuerpo tan metido en entretelas y entrecueros
y esta cosa
entregada al oscuro silencio de algún cuarto
y este cuarto tan perdido
en la soledad horizontal de las grandes propiedades
en el corazón sublime de Buenos Aires.
Cuánta subjetividad que no levantará jamás su párpado
sobre el terror de este cuerpo
que respira en la noche de Buenos Aires
el aire seco de su propia extrañeza.
Cuánta alma que es como una gota
una humedad que quiere ser bebida
por algún labio
por un labio y no otro
por un labio que la olvida
por un labio y no otro
que olvida ser un labio y está lejos.

Cuánta pasión que reclama con ahínco su contrario
para asomarse sobre el risco de la soledad
cuánto infortunio, amore mío, cuánta luz
en la sombra, sin alumbrar a nadie
y cuánto tenebroso y necesitado de esa luz.

Veinte años de poesía argentina, de Francisco Urondo, Galerna, Buenos Aires, 1968.

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