Alfonso Espinosa Andrade
(Quito, ECUADOR 1974)
Actualmente es Editor General de Revista Q. Ha publicado textos en importantes revistas nacionales como Eskeletra y País Secreto. Tiene publicados varios libros de poesía: Cascabel con que me matas (Quito, 1995) y Breves anotaciones edificantes y curiosas sobre los principios de las fábulas noctámbulas y su monstruosa memoria agujereada y sobre las máscaras, los designios y los dolores del ser entre tinieblas del sonido de las cosas (Quito, 1997), Fragile (1997), Partes del desierto (2002) y La vida angosta (2007).
no es el verbo el origen de las cosas
somos algo que se mueve entre dos cosas
corredores de tablones carcomidos
que la luz denuncia
una mujer que pasa y al andar le crecen alas
su andar deja en el aire un olor de plata calcinada
¿cuántos soñaremos contigo
en qué formas?
¿cómo - neblina -
te vuelves caricia
tierra acariciada?
¿cómo - barro -
te dejas modelar?
¿cómo - fuego inmenso -
nos consumes?
más allá del cristo transparente
nuestras almas se diluyen en la sal completa
las heridas de piel vienen de dentro
y hay un modo desolado del amor
otra mentira
la celda en qué persigo tus aromas
no tiene luz ni trampas escondidas
nada hay que temer
nada
de Partes del desierto,Ediciones País Secreto,Ecuador,2002
PROFECÍA DE MAR
1
cada ola sobre sí misma vuelve
busca...
la sal sigue gritando
profecías
sobre las crestas
la luz desperdigada
en piedras de colores
última voz en los rumores
de la espuma
un giro sobre el propio centro
un deseo de atraparlo todo
incumplido
un suspenderse
asida del abismo
antes de ser
del Todo
antes de no ser nada
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no van para ningún lugar
las barcas muertas en la playa
el horizonte
sordo
permanece como un muerto
lívido
de luz recién amanecida
entre tabla y tabla curtida
en los resquemores de la brea cansina
la inquietud guardada
una seca inquietud
de tierra
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agua sin arriba y sin abajo
encuentro de todas las aguas del mundo
desembocadura del diluvio
ceguera mineral
sonido del agua sobre el agua
entre la sombra
dulzor transparente
perdiéndose
en la sal crispada
como una voz cantando bajo el rugido
como un soplar de cara a la tormenta
y este estarse de la tierra
tan callando
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un paso sobre la huella
que nunca permanece
invisible hebra de tiempo
iniciada hace mil años
se tiende hacia la luz una atarraya
quisiera abrazar el firmamento
y acaba detenida sobre el agua
la mar recibe ese fantasma
hilos anudados como en la vida
las vidas
recoge el pescador su trampa
cargada de milagros
el pie camina sobre la esperanza
mil años cada vez el impulso se repite
alguna red se eleva
buscándose las alas
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qué es
cómo es
un color sin nombre
y un sonar de siempre
agua infinita
y sal
tiempo contenido
y horizonte abrazándonos
perpetuo desplazamiento
del presente hacia el instante
REFUGIOS
(fragmentos)
¿quién aprieta los hilos de la trama del reloj
sobre la urdimbre de la frágil alma?
el tejedor peina las hebras
sobre la carne tensa el presente
el futuro
sobre los nudos pasados
de niños escondernos era un juego
esperar que otro nos encontrara
luego correr juntos
hacia el hogar
el miedo entonces
la urgencia en el cause de ese estrecho
entre piedra papel y tijera
golpe
manto
arista
de la risa rescatados
la fuerza fresca
recién lavada
la yerba limpia
pero una flama nos recorrió hacia adentro
dejamos piedra
papel
y tijera
olvidados en la huida
mediodía
piel abierta
el frío grababa en el metal de adentro
las primeras iniciales
la voz se congelaba entre los labios
un resto de memoria
tierra bajo las uñas
con su talón de alfarero
mueve los ejes
oh dios
oh luz
oh muerte
aquellos ocultos retazos
su danza
piedra papel o tijera
los ojos repletos de sangre
no admiten cerrarse
la cueva y la puerta
los ojos que nunca se cierran
cambiábamos sangre por sombra
luz por refugio
piedra papel o tijera
ni dios
ni luz
sí lápida
sin prisa ni premura
sin límite de espanto y sin aurora
sin rosa cardinal ni vestimenta
¡sin dios
ni luz!
no ha de sonar como se espera
cristal de luces o bruñido acero
la risa de los niños de la cueva
arrastra la amargura de las hambres
y del frío que se cuela hasta la sangre
colgada de sus bocas secas
no busca nada
no pide nada
no dice nada
ni luz
ni dios
ni muerte
cosas atrapadas
somos otros
prisioneros de otros
y aún de otros
arriba del yermo solo
la cruz
nadie
somos bajo el peso de la luz ausente
nao verdecida
en febril premura de amor
sí luz
y dios
y muerte
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