Pepe Maiques (Valencia, 1955). Estudia Historia Moderna en Granada, donde participa en la creación de Teatro Ilíbero y en Colectivo 77. Durante casi 20 años vive en Barcelona. Profesor de educación primaria y técnico de cooperación local, se muda al Prat de Llobregat en el 96. Colaborador de El Prat Radio desde 2002 en distintos programas de música y literatura, actualmente produce Diumenjazz. Forma parte de Sopa de Poetas desde su inicio en 2005. Con Sopa organiza lecturas, acciones poéticas, un blog en internet y crea Poetango, un montaje sobre poesía argentina.
el extraño refugio de la felicidad
se compone de espera y piedra
cielos rojos cosidos al temor
alejamiento
muchedumbre
o sombra.
el refugio se mueve una vez y otra vez
y no descansa
va por el mundo roto en la madera
va por la fiebre incauta del dolor
encendida en cada boca enferma
de palabras infames
pues ni el lugar ni el tiempo existen
sólo hay huellas puestas a secar
en el polvo esparcido
por la unanimidad de la desgracia
otro vagón de cola con letras plateadas
azules un aviso por más que conocido
incomprensible
como una alarma que no me obliga o una sirena
en medio de la noche
pero ahora me despierta
me conmueve
nada más que para deshacerme del silencio
y aturdirme otra vez con la respuesta
a la misma pregunta
que sin embargo en sueños
ya había comprendido
igual que se agradece y se ignora el paso de las nubes
la suavidad al andar sobre los adoquines
gastados de la calle
septiembre soleado
la tarde por delante
cada ropa se sostiene en los hombros la espalda
las caderas de los lentos maniquíes humanos
especies que acaban su jornada alejando palabras o quejas
rumores en el piso de abajo
empeños entornados en el patio de luces
incómodo asistente
incomodado
vecino imitador oigo
subir esas conversaciones o quehaceres
sorda fotografía de cenas silenciosas
aceite destruido que trepa el cielo raso
reproches acolchados de humo frío
también predestinados
hasta el amanecer
una prenda tendida se detiene sin cuerpo
en el patio se escucha su respiración hueca
su desdicha caída entre murmullos
que se asoma a los restos de cielo
ahora que ya por fin
o por deseo propio
vamos a cara o cruz
a ningún sitio
VI
Otoño está cayendo por su peso
araña la retina y debe arder
los cuadernos están abajo mohosos
apilados en el sótano pensativo
¿sabré descifrarlos otro día?
quizá estoy oyendo sólo crujidos
de papel
roces de tinta vieja
indiferencia
pero también pasos en la lluvia
charcos
espejos de agua derretida
entre una sombra de casualidad
de la que no puedo rescatar siquiera
una dañada ensoñación
la noche en que nos enterramos
en una cama honda
oscura
en tierra
respirando sudor como animales
luna rabiosa
madrugada
y árboles plateados y todo el cielo
encima de nosotros
restregando las bocas en la piedra
la sangre temblorosa
y el mar ahí abajo retirándose
pero ahora está precintado el pensamiento
y mi carne se arrastra por el piso
para ser revendida en el mercado
otoño está cayendo por su peso
araña la retina
debe arder
Poemas de Prótesis
el hombre que golpea que descarga su mano
y le hace vomitar en el pasillo
sale en marzo con cajas de cartón al patio
al viento
prende la mecha rápida
una carcasa le revienta la mano
se mira los dedos descolgados la sangre
que baila en la muñeca
es su propio verdugo
el otro observa con repulsión alivio
con alegría oscura
el escondido
el desnudo ha salido entra la parca
el incienso del hombre ensucia el patio
con plegarias muertas
hay carbón en los ojos del viejo
la lengua arde
pudriendo habitaciones
sobre la carne entumecida
desde aquí puede oirse
cómo palpita la boca turbia del poema
la lengua calcinada de la tierra que habla
De: Prótesis, Rúbrica Editorial, 2011.
cuerpo alejado del sótano del día
habitación caliente
penumbra en oleadas debajo de la sábana
que el mar alarga al fondo de los cables
la carne seccionada
por hábiles mecánicos
extendida con ganchos
de metal
abierta en hueso
acaba de advertir la gratitud en la vena
de los cuerpos celestes
buscando cancelar el dolor
sólo por esta noche
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