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jueves, 23 de mayo de 2013

ELENI NANOPULU [9967]






ELENI NANOPULU

La poeta griega Eleni Nanopulu nació en Pyryela, Argólida. Vive en Atenas desde 1983. Es además escenógrafa y figurinista. Trabaja en el teatro, el cine y la televisión. Es autora de los libros de poemas Holograma (Atenas, Dromon, 2009) y La memoria de desnudos vocablos (Atenas, Dromon, 2011). El cantautor Yannis Nanópulos ha puesto música a varios de los poemas de su primer libro. Poemas suyos se han publicado en la red y en revistas literarias, como Sodía, Entefktirio, Ékfrasi, Rogmés, Momento, City 21 y Mandragoras. 





POEMAS
Traducción y notas: Mario Domínguez Parra



DE
 HOLOGRAMA



En el ocaso inclino
la autopsia del amor 
un mar crepúsculo
amanece
oh Mimbre
Hablaremos juntos
sobre los cráteres de los labios
dos arcaicas visiones
con alambicamiento
Hilos
sueños luminosos
guardan un regreso doblado
a la luz
a la sombra
fruto de vísperas 
juntos
los nidos de las palmas






Ocaso


I

ala de navegación
con las elevadas olas ojos
voz en la silente golondrina dolida
en el arriate del jardín el arrayán
antologiza 
para el tiempo de llegada 
pide deseos a la tierra reuniendo otra vez
los amarillos
y hace florecer ramas desde el plañir 

en esta puerta gritaste estaré aquí
en todos los esquemas de las eras

facilitaste mi huida de nuevo belleza hacia las transiciones del sol
hacia el holograma de la luna

extenderé ahora las semillas desnudas
con el frío del agua la voz en el diapasón 
para que vengas pronto
tú que sabes domar manos
y que en secreto conquistas vientos habladores 
no sea que despierten rincones fúnebres
hechos de ídolos rotos
custodié 
los sinceros sueños
la fuente
donde delfines se bañan  
allí donde no pueden los rostros luminosos
en un cálido umbral
ala de golondrina
pequeña portezuela para que crezcas, tú lejano
de la primavera al mar
y del otoño a la nieve
nadie sobre ti verterá palabras volcánicas
que nadie vuelva a cerrar los brazos que te expatriaron
con extracto
de absenta recordaste
la esencia de ternura que te dormía
y tendremos expansión ocaso
con los instantes de amanecer

en una patria no solicitada
Musas hablan a hurtadillas
con la siempreviva del monte
Atridas buscan raíces y regreso
un Atlas devuelve el cielo en pedazos 
se reúne la tierra como humedad roce







II

nuestras manos nuestras manos
con todos los fechillos abiertos 
para borrar desiertos
allí donde las bahías de los labios
agarran diques
ven aquel amanecer en la colina de la celebración
con los rojos vasos de las Agrionias (1)
llenos
de puentes del paraíso con canciones nupciales
que por ti discurran de alegría en alegría
y de la celebración a los consejos del ansia
hilos cuerpos por doquier
bozo en la espiga
dentro la semilla
pequeña – pequeña yo en tus manos
me vistes con estrato de Lava.






III

los ciclaminos libres y la sede de los ángeles
con dedos diamantinos apagan hematomas
puede que los ojos del Panóptico 
de Diez Mil me rociaran
y que las dos arcaicas visiones me abandonaran 
para desfilar por las carreteras generales con las bombillitas 
con todo lo que contigo se sublevó 
la palabra suspendida en el aire
como el rasgado trapito en mitad de un frase
inscribe pasión
y sólo dijo
quiero que me transluzcas
ahora amo tu plenitud
tu invariable holograma 
que tanto en menguantes como en crecientes
en el círculo modelado en la sospecha del hemiciclo
estás allí
una fuerza embellecida lejos de los desvelos de Muchos
poética en los sueños
sin alocución ni epíteto
para que así no resuenes a mar completa y a galopes de caballos
en olas de espigas las carnes de los bufones se abandonaron 
por la celeste luz de tu llegada el corazón había mantenido la
fantasía
nuestras jarcias ahora saltan sobre los grandes recuerdos 
medio Gorgona para ofrecerte las cosas tranquilas
medio nube para sostener tu lágrima
                                                                                                                 ¿dónde tropezaste, águila, entre los prados rubios
                                                                                                                  y los sobacos que flores te prometían
                                                                                                                  ahora que renglones de pétalos en belicosa agua 
                                                                                                                  ofrecen la quintaesencia y renuncian?
tengo aquí la aquiescencia y la ternura de la audacia
con el oído del tiempo
con el arte que hace florecer las contradicciones 
y después un rayo de luz
pecadora Magdalena de anchas manos 
y voz cerrada






IV

Nuestros ojos nuestros ojos
lluvia del lucero de la tarde
en las mejillas las playas buscan abrigo
nunca otra vez nunca te vestirán manos
arrodilladas con las delineaciones de las venas voluptuosidad 
nunca de nuevo nunca con hombro desnudo
tu purpúreo esternón no se madurará perfumes de pomelos
cuando decías te escuchaba cuando escribías te estudiaba
cuando llorabas de nuevo te abría a la piedra blanca
hasta derretirse alma diáfana duración auroral
en el alcor de mi pecho tengo un nombre rasgado
una tupida túnica de Io vaina  
una verdad madurada
con palabras casi elípticas
como el lecho del olivo

sólo soy tu nombre con las mil palabras libres 
el imperdible en las lactancias
el arrullo que aplaca la oscuridad
la tierra plena que arrulla tu cansancio
los ojos del águila cuando de noche vienen pesadas sombras portadoras de mirra
y el mar que cierra tus errores en la matriz de su profundidad
pequeña – pequeña yo en tus ojos
crecí






V

Nuestros labios nuestros labios
rudimentos de las profundidades del fuego
de los altos Sonidos de la lengua
juego de colores y formas
hechizo los siglos hacen descender a los ángeles nonatos
salmodias en la descendencia de la tierra
llegó la Moira que pare cual coneja
Odiseo buscando nuevas patrias
grúas con ocaso de seda, aquilones con sol cenital
me utiliza ahora hoja de espuma
para llevarte, oh distante,
hacia el primer perfume
 con los mares por la sal atados
y los estruendos lejos mantienen los trenos 

nos llenamos de cielo desfiladeros y silencio más profundo
como Prometeo en la columna
las criaturas acrecientan los puentes
laten en las orillas de brotes postreros 
las aguas flores
cien veces se ensangrentaron las playas
hechizado el barro da a luz a su propio ser dos tres
los cabos desatan los aguaceros
abren los labios azulísimas islas
los pájaros juntos gotean oros danzarines
para que yo así no te harte, respiración
todo beso mis carnes derriten la sal
y todo el bosque, oh mi floreciente, engendraste
pequeña – pequeña en tus labios
me hidrato

                                                                           



DE LA MEMORIA DE DESNUDOS VOCABLOS


En retrospectiva palabras desnudas
y la agonía de los significados
está pendiente imprimiendo
títulos un inventario


La memoria

a veces se trastorna
¿tienes miedo?
retorna
apenas la espalda
vuelves  
se alza en medio
del valor
y de lo difícil
¿recuerdas?
llegó un tiempo
aunque fuera por poco
en que deseábamos
duplicábamos las precauciones
tantos barcos de papel
muy extraños
con el olor a madera ahumada
el ser humano
era
la voz
las grandes palmas
la mirada
que silencia
discrepancias
no te engañes
tiene verdades
la memoria
sólo
para hallar el coraje
para las líneas
de sus manos
escucha ella
va y viene
lámpara de sorpresa
en exquisitas
ventanas refulge
sobre todo
allí y el desvelo más afuera
que no tienes
en el confuso mundo 
del recuerdo 
su pequeña mano
lo eleva
para ondear un pañuelo
corre ahora a decir la palabra
  
De
manzanas rojas
que no se avergüenzan
y si lo hacen
¿quién entonces lo habrá entendido?
tú no tenías nombre
que se balbuciese 
corría
un sonido
trágico unas veces
y otras
la hermosa gracia
se sentaba con las horas
gastos de hospital llevó a cabo
vela insomne
en penumbra
hasta quemar
la última
manzana roja
Desnudos
ojos
que no sopesan
qué sustraen
aborreciéndolos
la entrada cierra
imágenes bajo escasa luz
y se angustiaban los dedos
en dimensiones
de papel blanco
–los manuscritos-los manuscritos–
Vocablos
relacionados con la risa
ven lo que no veo
escuchan la caricia
y la casa de grandes salas
ahora me recuerdan
cómo ocurre el error
de crecer 
aguzados
los sotabancos del tronco
paralizan
el antídoto de fuego
tantos años
miraba sus agujas
gotear
y un presente
vertido arcilloso
no dijiste guárdate




Nota

(1) Walter F. Otto, en su libro Dioniso: Mito y culto (traducción de Cristina García Ohlrich, Madrid, Siruela, 2006, 3ª edición), escribió sobre las Agrionias: «También las Agrionias (Agrianias o Agranias), de las que ya se ha hablado, eran aparentemente ocasiones en que se festejaba a los muertos. Su antigüedad y su amplia difusión están avaladas por el nombre del mes Agrianios, corriente en muchos lugares. Lamentablemente, sólo tenemos noticias detalladas sobre las celebraciones de Beocia. En Orcómeno tenía lugar una cruel persecución de mujeres efectuada por el sacerdote de Dioniso; aquéllas debían descender de la estirpe de las hijas de Minias, de las que se decía que se habían jugado a suertes el sino de sus hijos, presas de la insania dionisíaca. En Queronea era costumbre que las mujeres buscasen al fugado Dioniso en el transcurso de dicha fiesta y que regresasen aduciendo que había buscado refugio entre las Musas. De las Agrionias de Argos sabemos, sin embargo, que conmemoraban a los muertos. Erwin Rohde tenía razón al sostener la misma tesis en el caso de las Agrionias beocias, de modo que de nuevo podemos hablar de fiestas en las que se aúna la celebración de los muertos y el elemento dionisíaco» (p. 89).


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