FEDERICO BERMÚDEZ Y ORTEGA
(1884 – 1921)
Nació en San Pedro de Macorís, República Dominicana. Siendo aún muy joven, comenzó a escribir versos. Sus padres fueron Luis Arturo Bermúdez. de profesión abogado y escritor, y Carmen Ortega. Más tarde colaboró en las revistas literarias más importantes de su tiempo, como "La Cuna de América", "Renacimiento" y "Letras". Llegó a dirigir en su ciudad natal la revista "Mireya".
Quizás la colección más conocida, aunque no necesariamente más la importante, de su creación literaria, sea "Los Humildes" (1916), dada su inclinación a favorecer siempre a los pobres y los más destituidos en la sociedad en que le tocó vivir. Alcanzó el encomio de la crítica. Publicó también: "Oro Virgen", (1910); "Las Liras del Silencio", (1923) y otras. En "Oro Virgen" y en "Líricas del Silencio", nos encontramos frente a un Bermúdez de tono, forma y contenido esencialmente modernista.
El fenómeno de "Los Humildes" es algo quizás nuevo para la elegancia e impasibilidad de un modernista. En esta colección de poemas, sin embargo, se puede observar cómo el joven poeta muestra un interés y dolor profundos por los desvalidos que, como hombre también de su tiempo, lo rodean. Pero, como poeta elegante y aristocrático, sin necesidad de gritar, comunica su pena; sin emitir fuertes protestas, nos envía un mensaje claro y auténtico: el del dolor de los oprimidos bajo la explotación del capital.
Bermúdez es todavía hoy día una de las figuras principales en la literatura dominicana. Murió en la misma ciudad que lo vio nacer, San Pedro de Macorís.
PAISAJE
Es hora del profundo silencio de las cosas.
Ya todo, aletargado, parece que dormita
bajo el halago de una pesadumbre infinita
que hace las horas tristes, y lentas y tediosas.
Discreto, el sol occiduo dibuja y prende rosas
de púrpura en las nubes; un aura leve agita
las frondas en silencio y apenas precipita
del viejo mar en calma las ondas rumorosas.
La tarde, flor de ensueño, doblega el áureo broche
y tiembla a la primera caricia de la noche
que esparce desde oriente su inmensa cauda bruna.
Mientras como un heraldo divino de esperanza
asoma, tras la noche ilumínica que avanza,
su rostro de oro pálido y magnifico: la Luna
MELODIA BREVE
(En la alta noche)
Aura suave y manso río,
la onda breve besa esquiva
la ribera pensativa
con un beso breve y frío.
Es la noche; reina Estío;
desde el cielo, sensitiva
flor de luz, la Luna Estiva
se retrata pensativa
en los cristales del río.
Besando el silencio grave,
rima el aura en vago giro,
el romántico suspiro
de un rumor dormido y suave.
Y cual eco peregrino
al rumor de brisa y ola
llega en ritmo suave y fino
a la orilla quieta y sola la
doliente Barcarola
de un noctivago marino....
PINCELADA
(Para Valentín Giró, Poeta)
El Sol, ya a fin de la jornada,
desde occidente vigila
como una enorme pupila
de roja sangre inyectada.
Amplia mar, ensangrentada,
grave, imponente y tranquila,
finge la luz que vacua
en la celeste morada.
Con dulce melancolía,
la tarde doliente y fría,
va cerrando el áureo broche.
Mientras grave y lentamente
va conduciendo a Occidente
su catafalco la noche.
LEVE Y BREVE
El mar en calma; la brisa leda
riza apacible la blanca espuma
y sobre el agua tiembla la bruma
como un inmenso jirón de seda.
Por sobre el manto de la neblina
flota el celaje de una luz blonda
y acariciando de luz la onda,
surge la luna, plácida y fina....
Surge 1a luna plácida y riela
sobre la magia de la onda bruna,
y a ras del agua, bajo la luna,
lánguida y sola cruza una vela....
ROMÁNTICA
(Para H. Ducoudray)
Y trémulo de amor, convulso y ciego,
caí por fin ante sus pies de hinojos
enloquecido de pasión y luego;
sin que del labio se escapara el ruego
le hablé con la elocuencia de los ojos.
Le hablé con la elocuencia delirante,
del lenguaje del alma que está ansiosa,
y en ese vago y misterioso instante,
la nieve de su pálido semblante
se tornó sonrosada y luminosa....
El alma al labio se asomó,
lo mismo que un reclamo de amor,
y en el mutismo de aquel instante vago
de embeleso en que a su alma reclamó la mía:
apuré de su boca la ambrosía,
disuelta en el temblor de un casto beso....
MENSAJE LIRICO
(A S. M Grecia L.)
La nota más pulcra que duerme en mi lira,
¡oh! dulce Regina, Princesa de Amor,
el sueño quebranta, despierta y suspira,
por ser en tus manos de nácares, flor.
Permita ¡oh! Señora, que llegue a tu regio
palacio de perlas, de oro y marfil,
el eco melifluo del mágico arpegio,
que a ti da mi lira, Princesa gentil.
Tu mano es de nácar, divina Señora,
tu frente divina, de nácar también;
de un rayo de luna y un beso de Aurora
surgiste del cáliz de un lirio al nacer.
FANTASIA HEBREA
(Para Gastón F Deligne, Poeta)
Sobre el negro prestigio de su lacia melena
se desprende la lluvia de un millón de diamantes
y fulgura en sus ojos pensativos y amantes
el encanto apacible de una noche serena.
En el ritmo sonoro, de su voz de Sirena
hay el tremolo vago de cadencias distantes,
y en la rosa divina de sus labios fragantes
se adormece la risa con un nimbo de pena.
Esa tarde, en el Templo, rezaba de hinojos
ante el Cristo, y mirando su melena y sus ojos,
su belleza emotiva de jovial Nazarena.
En mi alma tradujo la ideal fantasía
que leyenda la historia del divino Mesías
y la triste y hermosa María Magdalena.
DEL LAVADERO
Es el patio angosto de la cuartearía;
es el corto espacio donde en formación
las mujeres lavan todo el santo día,
bajo la techumbre de una galería
que ni al agua escapa ni a la luz del sol.
Es la fiebre intensa del austero agosto;
el sol va a fundirse, trepando al cenit;
el jabón fermenta dentro el seno angosto
del balay añejo, cual lo hiciera el mosto
dentro de la cuba do sangró la vid.
¡Jóvenes mujeres, del deber esclavas,
cumplen afanosas con su gran deber,
y a pesar dcl astro que vomita lavas,
todas encorvadas, sumisas y bravas,
sudan, lavan, sudan, ¡qué vamos a hacer!
¡Es la ingente lucha por el cotidiano
blanco pan de trigo para el pobre hogar!
Goce de la blanda siesta el soberano
mientras ellas sudan bajo el meridiano
por la gran conquista del mísero pan!
Vestidas de andrajos, como pordioseras,
con trajes añejos que probando están
con las numerosas trizas volanderas,
flameantes al aire (como las banderas
cuando jironadas) que no pueden más;
Son las elegidas, las desheredadas;
¿qué otra cosa esperan del querer de Dios?
Por la noche rezan todo resignadas,
y si el gallo canta por las madrugadas
¡miran, las conformes, todas encorvadas,
que hace ya un momento fermentó el jabón!
Y el bregar comienza con los resplandores
del fulgor primero del orto del sol;
y haya malos días y haya días peores,
que por sobre penas, fiebres y dolores,
¡el pan no se ablanda si falta el sudor!
Y en el corto espacio de la cuartearía,
ni una sola frase de inconformidad:
risas y palabras llenas de alegría,
desde que con ellas se despierta el día,
hasta los comienzos de la oscuridad.
Rostros satisfechos, boca sonreída,
frentes inclinadas, ceño natural:
¡cuánta mansedumbre bajo tanta herida!
chistes, cantos, risas, himnos a la vida,
bajo tanta pena, bajo tanto mal.
Sus manos expertas, cuánta pieza fina
para las señoras lavan sin cesar;
enaguas de seda, rica muselina;
¡género elegante que llegó de China,
cuyo importe alcanza para un mes de pan!
Rica vestimenta de la gran señora
que derrocha perlas en superfluo ajuar,
que en el rico alcázar la virtud ignora;
y la mano esquiva de la lavadora
que el honor no ostenta sobre el anular.
Cuándo podrán ellas, las desheredadas,
adornar sus cuerpos con un lujo tal;
ellas que sumisas, todas encorvadas
cantan con el gallo ...
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