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miércoles, 17 de abril de 2013

MARÍA GERMANÁ MATTA [9742]



María Germaná Matta       Nació en Lima - Perú, estudió en un colegio protestante de mujeres de origen americano donde aprendió inglés, luego fue a parar a la Universidad Ricardo Palma, estudió Económicas por decreto materno, como ella decía, no debía pensar que iba a mantenerse ociosa, (escritora).

Por azares de la vida, la verdad gracias a un novio, trabajó como periodista en un dominical: Sin Calco ni Copia, también fue periodista en la Radio Sol y Armonía y en la revista cultural de la radio. En Lima publicó poesía en algunas de esas revistas que tienen como duración máxima tres números, pero aún las guarda de recuerdo porque es sentimental.

En 1986, marchó a París a cumplir su sueño de aprendiz de escritora, pero la lucha por la sobrevivencia le agarró de sopetón. Estuvo un par de años sin papeles, cuidando niños, minusválidos, limpiando casas, sobreviviendo como podía mientras regularizaba su situación. Gracias a su abuelo italiano, heredó su nacionalidad. Con una nueva identidad se hizo visible y fue así como decidió incorporarse al mercado laboral como secretaria gracias a su inglés.

Se inscribió en la Universidad Paris VII para estudiar Letras Modernas, no terminó, seguía con el chip materno de tener que aprobar todas las asignaturas de un solo round.

Nunca dejó de lado el deseo de retomar la escritura y como la empresa donde trabajaba la deslocalizaron a Irlanda se quedó sin trabajo dando inicio al periplo de la sobrevivencia. Así que desde 1997 fue a parar a Madrid. Se ofreció como voluntaria para abrir una filial en Madrid, siempre como secretaria, mejor dicho, de chica para todo: todas las tareas administrativas, traductora, intérprete e incluso las financieras; su madre por fin respiraba aliviada.

En Madrid, volvió a los talleres de literatura, estuvo en el de Clara Obligado, luego bajo la tutela de María Ángeles Maeso, pero tanta responsabilidad empresarial, le impedía seguir adelante con sus proyectos. Por eso cambió de trabajo y de oficio, gracias a una gran amiga y a su hermana, comenzó a trabajar con ellas como gestora de música clásica, después traspasaron la empresa pero siguió por su cuenta. Con el inicio de la crisis todos sus planes se vinieron abajo, tuvo que cerrar.

Luego de caerse a tantos agujeros negros, está cumpliendo su sueño: escribe poesía, relatos y microrrelatos.

Edita el blog de poesía y algo más, escrito principalmente por mujeres. Además publica poemas relatos y microrrelatos suyos y algunas traducciones inéditas de poesía: http://batalladepapel.blogspot.com.es/

Otros
Exposición de una escultura /poema “Ramillete de Estrellas” a cargo de María Germana, José Carlos Millán, Marcelo Wong: Centro Anabel Segura de Alcobendas y Centro Cultural Príncipe de Asturias.
Finalista del concurso de cuentos sobre Migración a cargo del Consulado peruano en España - Relato: Heros y Leandro

Sus libros no publicados son:

Rumores del Sur, relatos
A la intemperie, poesía

En la actualidad se encuentra escribiendo un libro de poesía y otro de relatos, ambos sin título. También está traduciendo el libro de poesía: "Faire signe au Machiniste" de Joyce Mansour.






Felicidad

Sé que un día de estos
terminaré en la boca de alguna flor
Blanca Varela

La felicidad es una curva
clandestina
emite
ondas electromagnéticas
babea el corazón
y baila 
con tobillos distraídos
de zigzag
se escuchan risas
desde alguna secreta
orilla
ciertas noches
de luna ingenua
sé que la he soñado
sigo el olor de su curva
efímera
la presiento
es tan escurridiza.






La mitad de mí

porque día tras día alguien que se enmascara juega en mí 
a las alucinaciones y a la muerte.
Olga Orozco

Soy la mitad de alguna sombra
no hay rama que me brinde
su cobijo
mi día es una noche
de cementos astillados.
Una raíz perdida
a veces me devora
y muerde
mis fisuras
con apetito de trueno.
De mi angustia
brotan tules amarillos
a arañazos
me abro paso
buscando el aroma
de las flores del viento
pero la función continúa
alborotada de pupilas
redentoras
con sus zapatos de tacón alto
y su discurso de rueda
sin sentido.
El sol a veces brilla
y celebra sus suspiros
de domingo
pero hay algo en mí
que no se mueve
un cansancio repentino
de siglos
que transpira resinas
que no nutren
y retiene entre sus parpados
esa otra mitad
mi mitad
de alguna sombra
un circulo rojo
en la pared del olvido.






A la intemperie

No sé, qué temblor recorre el epicentro
que calibra mis huesos
ni con qué gestos invocar algún ritual
que me proteja de mi sangre
que circula al revés
he perdido la orbita amarilla
que alimentaba
mi esqueleto de sonrisas
recorro la bahía desconocida
de mi epicentro
donde antiguamente giraba
la constelación de mis planetas
voy vestida con el arrojo
de la mañana
y llevo como único maquillaje
el arcoíris del instinto.

Soy el grito del espejo
invocando la belleza del alba
ato mis cabellos
con el lazo marino
de la intuición
pronuncio las palabras
que vibran en la curva
del laberinto de la noche
para guarecerme del miedo
bebo el brebaje
de algún vino sanador
para despojarme del barro
que emerge de mi cuerpo
y me arroja incesantemente
a la tiniebla.





Angustia

Mis ojos llevan el color
de las hojas sacudidas
por algún temporal inesperado
que me ancla a una raíz invisible
no apta para lo posible.

Mis manos ya no intuyen
de flores
tiritando la alegría del rocío
han escarbado en el lodo de la soledad
multiplicando mis huesos
con el polvo del vacío
en mi sueño hay una ciudad
amurallada de escombros
y pájaros que aúllan a la luna
llevo los harapos de la angustia
como único vestido.







La rabia

Pupilas amarillas
encendiendo
huesos mudos
azotados
por tormentas.







Música I

Escuchando a Django Reinhardt

Hay sonidos
que te arrojan al manantial
perplejo de tu sangre
al inconfundible
estruendo de ti mismo.






Después de una llamada

Con voz precipitada
tras el hilo alerta del teléfono
un rayo iluminando
las pupilas
esa chispa aturdida
del instante
palabras a trompicones
y la tonalidad furtiva
anunciando la fortuna
un viaje a su lejano país
la memoria se arropa
con intervalos de jolgorio
un subidón de adrenalina
como la lluvia del verano
cayendo en el momento preciso
del gran sofocón
un guiño de ternura
para ablandar la lágrima
que resbala por el rostro fiero
de la vida.

Al otro lado de la línea
otra oreja comparte el subidón
entre las callosidades acumuladas
por la grieta que acuña la rutina
y unos labios extenuados
de palabras.






Sueños de Crisálida

Para Fátima

Como una larva
con ojos hambrientos de mundo crecía
para desplegar con su silencio
sus vaporosos sueños de crisálida.

Ella caminaba ligera
con apretados pasos
por la acera soleada
de las ecuaciones
del futuro
vestida de pétalos
como joyas audaces
desparramando ilusión.

15 años
con el burbujeante ímpetu
que te arroja
hacia la vida.

Con el rostro
tallado por antiguas creencias
llega el padre
clausura tus campos de violetas
proclamando la sentencia:
Matrimonio
volarás al país
de tus ancestros
a perpetuar
el sino de todas las muchachas.

No puedes
no quieres
llevas un pendiente
de esperazas
en la curva de tu ombligo
y en tu aliento
una cartografía perlada
con promesas
tu piel despliega
un arcoíris
tatuado con los colores
de tus sueños.

A veces la dignidad
se refleja
en el rostro desnudo
de la muerte
cruzando hacia la orilla
de su liberación.





Elegía a una poeta adolescente

Su paso es una llaga contra el rostro del tiempo.
Olga Orozco

A Digna Santiago


Hay grietas en las uñas
de los niños desheredados
por la desembocadura de alguna quebrada
crecen
como abejas bulliciosas
añorando la miel
de un horizonte
de estrellas fugaces
Digna canta
para guarecerse del miedo
por las líneas múltiples de sus manos
manan poemas
rebeldes y cálidos
que dulcifican
el fluido de sus venas.

Desde los cielos impecables
de su montaña
con las mejillas sonrosadas
por el susurro del alba
llega a la capital
meciendo esperanzas
por las corrientes caudalosas
de la gran ciudad.

Lima la contempla
altiva y burlona
sus palabras
como espadas afiladas
sacuden las ideas bailarinas
de su pelo
y perfuman la diadema
de sus ruidosos sueños.

Con Margaritas
zurcidas a su vestido
y con un manojo
de versos frescos
como azúcar de caña
salivando el paladar
Digna vibra
por las cuerdas rotas
de sus ásperos
dieciséis.

En un hospital limeño
y por una dolencia común
Digna cierra los ojos
en los sordos muros
de un país ciego.






Clandestino 

Llora el Ángelus Novus
de sus alas rasgadas brota
la sangre apocalíptica
de la catástrofe.

Son niños, hombres y mujeres en floración
han atravesado la curva árida
de una vida sin tregua
y escalado la sed de todos los abismos
en su pecho 
vibran las cuerdas
de una sinfonía
con los desacordes mudos
de sus cuatro movimientos
el hedor turbio
de la guerra
con sus alaridos de relámpago 
proclamando
el diluvio de los huesos
sus espaldas arrastran
los azotes de una ciudad 
fundida en ruinas
y un rocío
de pétalos marchitos 
le escuece el corazón
en su estomago 
cruje la cigarra del hambre
de sus labios aflora
el charco seco de la sed
y sus ojos recios
añoran semillas 
para un suelo seco.

Sopla el viento
en la huida
y como Orfeo
sabe 
que no puede mirar atrás
y corre
corre 
corre
su aliento rastrea
el vestigio de algún paraíso
su voz no es una voz
es un chirrido de pájaro
volando hacia el ocaso
de todas las incertidumbres.

Ha llegado
deposita sus ojos húmedos
en tierra firme
pero la lluvia
sigue cayendo a chorros
sobre la planta reseca
de sus pies
apenas un soplo
para los harapos 
de sus sueños
¿Cuándo terminará su huida?
¿Existirá algún lugar sin fosas
que lo aguarde?

Detrás de cada huida
hay una luz
un cielo sin escombros 
en la desembocadura de los sueños.
Existe un puerto
de todas las ternuras cobijándolo.
Grita la voz del instinto.

Sueña con la hierba silvestre
brotando a chorros
por su sangre
danzan con furia 
sus parpados desamparados
con la voz de la promesa.

No sabe que en las ciudades
del norte
brillan glamorosos
los carteles
tras los focos luminosos
las sonrisas
espejismos de una dicha
a crédito
que se compra con visa o mastercard
el mundo navega
por las corrientes sin brújula
del gran mercado 
chupando el humus
de sus precarios habitantes.

Soles negros
en los rostros sin nombre
las ciudades del norte
erigen sus torres de acero
amurallando todos los delirios
labios sellados
para sus ruegos sin refugio
paneles sin miel
para la intemperie de sus lágrimas
ellos, los sin rostro
deambulan por el pavimento indiferente
de la gran ciudad.






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