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lunes, 29 de abril de 2013

ANABEL CONSEJO [9791]





Anabel Consejo

Nacida en Huesca en 1968 y residente en Lleida desde hace más de veinte años. Funcionaria de profesión, escritora de vocación.

Integrante del grupo de narrativa: "3d3 escritores" con quien ha publicado un primer libro, "Tres de Tres Relatos I" y están preparando el segundo. Tienen en antena el progarma radiofónico "3de3 Literatura" en las ondas de Cuarte de Huerva, Zaragoza.

Próximamente, publicará su primer libro en solitario "Historias de Sujetadores" por Editorial Milenio. 

Seleccionada para la antología de relatos eróticos Karma-Sensual: Amor-Humor, 2008 y ganadora del 1er Certamen de "Cuentos para despertar", 2009, organizado por el Ayuntamiento de Huesca.



Temo

Temo que otro amante se dé cuenta,
que perciba tu almizcle penetrante
y me abandone en la necesidad
de sentir de un hombre el peso
con el que aplastar tu recuerdo.





Gotas de vida

Cualquier tiempo pasado fue peor,
me lo dicen los huesos
cuando se me humedecen con la nieve y la lluvia
que nunca antes cayeron
ni sobre mí, ni sobre ti.
Sólo temo que el agua de la vida
me resbale, otra vez, sobre la piel
sin estampar más huella
que algún vago recuerdo
de lo que pudo ser y nunca fue.






Venecia

Me preguntaste si había estado en Venecia,
esperando de mi boca
el único no que te hubiera hecho feliz.
Pude haberlo pronunciado.
Y entonces leí en tu frente arrugada
las fotos que nunca me harías,
la virginidad que no perdí contigo.







LA MUJER QUE DOMINA LOS TIEMPOS

La mujer que domina los tiempos
tiene las llaves atadas a la cintura.
Haciéndolas sonar, se contonea
mientras la arena cae cadenciosamente.
Ya no le importa si hay nubes o viento,
si el pronóstico es niebla o tormenta,
conoce todos los fenómenos,
ha viajado todas las atmósferas,
se ha mojado las alas tantas veces
que no se preocupa:
sabe que puede elevarse
sobre los azules necesarios
e incluso con piedras en los bolsillos.
Sin embargo, cuando llega al replano de la escalera,
mira hacia atrás con cierto atisbo de deseo
por si ha perdido algún relámpago
entre peldaño y peldaño.





Musa con derecho a roce

Mi punto masculino
y el tuyo femenino,
intercambio de azules y verdes,
colores con sabores letrados
que sólo nosotros apreciamos.
Yo hilvano voces,
tú deshilas mis bragas.
Quieres colocar nuestras frases
a la altura de los labios,
que sean las propias palabras
las que nos describan.
Sabes que mis letras toman mi cuerpo,
me roban las intenciones
y se escapan, entre transparencias,
para encontrarse con tu deseo
en un baño del Paseo de Gracia.
Repto poemas para recorrerte
y me explicas el secreto de los gemidos:
condensación de suspiros.
Suspiro en azul.
Me susurras en verde:
eres lo que escribes
mientras quieres lo que sueñas.
Mi frío y yo nos vamos a la cama
nuestro arcoíris bicolor
convertirá el resto de la noche
en nuestra madriguera.







Guía de camas virtuales

“La más señora de todas las putas,
la más puta de todas las señoras.”
Joaquín Sabina


Políglota muda
escuchas confesiones en horizontal,
secretos de estados bananeros
que abanderan pendones
rojos, húmedos y caducos.
Taxi libre y gratis,
prometes viaje de ida y vuelta.
Guía de camas virtuales
y corazones móviles,
sin derecho a primer beso
ni a remordimientos,
dejas tu cruz
junto a los condones.
Sales, algo más sucia, del armario de otras vidas
donde siempre lo fuiste.
Susurros pecaminosos te nombran reina
de pasarelas de papel.
No son suficientes las salpicaduras de placer
para tus orgasmos vacíos.
Qué lejos queda París de tu esquina.
Te regalas perfumes
convencida de que nadie te amará
tanto como tú te odias.





SAKURA

Tal vez sea el brillo terso,
el intenso rojo,
la piel deslizante,
la incisión central
o mis labios en el perímetro
de cada fruto aún no capado,
pero comer cerezas
y pensar en ti
es tan instantáneo
como el café en tu boca
y tu lengua en mí.
Leeré las primaveras de Neruda
nevando los frutales,
para olvidarme de las horas,
de la indolencia de las labores
y perderme en las ganas
de sólo comer cerezas.








LA LEY DE LA PIEL

No fue inútil aquella noche,
aún puedo relamerla.
Sentirse renacer entre sábanas ajenas,
pero blancas,
dota de alas a un alma condenada.
Salivas curanderas de heridas profundas,
lengua sanadora de incurables pesadillas.
Medicina ilegal que adicción crea.
No me la raciones tanto
que soy mujer de paz
conocedora de  que el amor es secundario,
prescindible,
inútil como protección.
Sólo equipo mi cuerpo con una armadura:
la del deseo.



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