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sábado, 11 de mayo de 2013

ÁLVARO ALVES DE FARIA [9900]



Álvaro Alves de Faria
(São Paulo, BRASIL 1942) es uno de los más notables periodistas y poetas brasileños actuales. 



Rojo

Mi poema había de ser rojo
como la sangre roja
como la nube roja
como el crepúsculo
tenía que ser mi poema
y no
blanco como es,
que nada tiene que ver conmigo
ni con la poesía árida
de los días que me siguen.

Traducido del portugués por Myriam Rozenberg




Ha obtenido los premios más importantes de poesía del país iberoamericano, como el Nacional de Poesía. 

Salamanca, a través de su Ayuntamiento, le brindó un homenaje en el año 2007 en el marco del XI Encuentro de Poetas Iberoamericanos y le declaró Huésped Distinguido y publicó una antología de su obra bajo el título “Habitación de olvidos” (Edifsa, 2007)


Poemas traducidos por A. P. Alencart


37 AÑOS

Debí haberme matado a los 37 años.
De allá para acá poca cosa sucedió
que merezca ser recordada.
Tomé algunas fotografías,
hice algunos viajes imaginarios,
amé mujeres tristes
y compré dos relojes antiguos.
Hice mal
en no haberme matado a los 37 años.
De allá para acá
las cosas se repitieron
con la frecuencia de siempre.
Tuve dos puñales
y una espada japonesa.
Debí haberme matado a los 37 años.
De allá para acá sólo sucedieron
ausencias y distancias,
como un vaso que se rompe,
un jarrón de remembranzas
que no sé recordar.
Escribí algunos poemas
que después olvidé en algún lugar.
Es que debí haberme matado a los 37 años,
al abrir la ventana
para la que sería mi última mañana.
Tal vez un disparo en el corazón,
para no dañar el rostro.
Tal vez una tacita de veneno
que me hiciese adormecer.
Hice mucho mal a mí mismo
en no matarme a los 37 años.
No vería las cosas inútiles que vi
ni habría orado tanto para salvar mi alma.
De ella, nada sé
y ella nada sabe de mí.
Tampoco habría inventado
tantas historia para vivir
ese tiempo que finalmente
pasó sin que yo lo percibiese.
No habría sangrado tanto
si me hubiera matado a los 37 años.
Pido disculpas a los amigos
y a los tres ángeles que hoy viven conmigo
y conmigo hablan en silencio
en medio de las noches y de las tempestades.
Debí haberme matado a los 37 años.
De allá para acá fueron años que no conté,
sólo andé perdido de mí,
como si ya nunca existiese.







AL REVÉS

Cuando comencé a andar de espaldas
aun no sabía que ya había enloquecido.
Las cosas
comenzaron a andar hacia atrás,
pero todo me parecía normal.
Los relojes marcaban las horas al revés,
sólo porque comencé a andar de espaldas,
sin saber que había enloquecido.
Los días seguían, jueves – 15,
miércoles – 14,
martes -13,
lunes – 12.
domingo – 11.
El domingo 11 fui a misa,
pero llegué el sábado – 10
por la mañana.
El Dios que me esperaba
ya se había marchado hacia otro paraíso,
reprochándome al sacerdote,
que tampoco ya no estaba allí,
sólo porque comencé a andar de espaldas
sin saber que ya había enloquecido.
Las ventanas no se abrían más,
sólo se cerraban
por un viento contrario,
y la lluvia salía del suelo hacia lo alto,
arrancando los árboles enterrados
con flores de raíces en las copas.
Cuando comencé a andar de espaldas
los años fueron volviendo en el tiempo.
Mi rostro también cambió,
no era más el mío,
y el perro que me seguía siempre
todavía no había nacido.
La mujer libertina que me mató
tomaba hostias sagradas
frente a altares antiguos,
pero antes que me matase
dormí con ella siempre saliendo de ella
en una cama que aun no existía.
Después me puse esmalte en las uñas
y coloque un velo en la cara,
recé oraciones desesperadas,
busqué a los ángeles expulsados del cielo,
siempre andando hacia atrás,
al contrario de mí mismo,
con zapatos cambiados,
el derecho al lado izquierdo,
el izquierdo al lado derecho,
mis pies puestos hacia atrás,
viendo en mi sala
las pantallas que se apagarán.
Hasta que en la tarde del día 25 de abril de 1852,
que aún no había llegado,
yo desaparecí para siempre
con mi chaqueta abotonada en la espalda.

Alfredo Pérez Alencart y Álvaro Alves de Faria en Salamanca


AQUEL HOMBRE

Soy aquel hombre que no volvió,
que al amanecer salió de su casa
y se perdió para siempre.
Soy aquel hombre de la fotografía en la pared
de la casa cerrada por dentro.
Soy aquel hombre que inventó la tarde,
pero no vio el anochecer.
Soy aquel hombre que se perdió sin saber.
Aquel que no supo nunca,
soy aquel que no supo.
Soy aquel hombre que desapareció,
aquel que creyó,
y al ausentarse de sí mismo
sintió el vacío absoluto de todas las cosas.
Soy aquel hombre que se fue
y que cuando pensó en volver
ya no tenía tiempo
pues sera demasiado tarde.
Soy aquel hombre que se deshizo
después de enloquecer
y que, enloquecido,
intentó rehacer su destino.
Soy aquel que se tragó
un río
y se ahogó adormecido.
Aquel que habló solito
delante del espejo
viéndose del revés.
Soy aquel hombre que hablaba
con las piedras
palabras desesperadas
que saltaban de la boca
como langostas enfermas.
Aquel hombre que conversaba
con los santos
en una iglesia sin puertas
y que decía silencios
en sílabas de yeso.
Soy aquel hombre
que se metió un puñal en el corazón,
como un poeta romántico del siglo 18
Soy aquel hombre casi lírico
que llamaba a los pájaros
para una cena de semillas.
Aquel hombre que oraba
con los ángeles expulsados del cielo,
sin saber que yo estaba
expulsado de mí.
Soy aquel hombre que amó 30 mujeres
y 29 veces se mató por amor.
Soy aquel hombre que al jugar ajedrez
huyó con la Reina
hacia un castillo medieval.
Aquel que deleante de Dios
pidió ser destruido,
pero como castigo me dejó vivir más.
Soy aquel hombre que amó
mujeres de porcelana,
con sexo de porcelana,
boca de porcelana,
beso de porcelana,
lengua de porcelana.
Soy aquel hombre de porcelana
que se quiebra como una taza
que cae de la mesa.
Soy aquel hombre hombre que salió
para dar una vuelta
y se olvidó de regresar.
(Leído por Alfredo Pérez Alencart)
EL HAMBRE
El hambre duele en el estómago
como una cuchillada en medio de la vida.
El hambre come el propio sueño
y se desvanece en  las bocas perdidas.
El hambre se forma en un cimiento
y construye un edificio
de treinta y tres pisos.
Cuando el hambre explota en la garganta
los dedos aprietan el gatillo
y la noticia se va del periódico.







LA ESTRELLA

El corazón en la tierra,
la taza de las angustias
donde se bebe las gotas del sudor.
La flor más marchita,
un pez que se agita a la orilla del río,
venas, arterias,
el cuchillo, atravesado cuchillo
cortando invocaciones
y las horas del crepúsculo,
cuando las horas se retiran
y el cielo se cubre de negro.
Es muy simple morir de pronto
con las manos apretando la garganta,
los ojos quietos en el aire:
mientras,
ha de quedar la estrella y su brillo
donde la tiniebla permanece inmóvil,
debajo de la lengua.
El corazón
dentro de la tierra,
una serpiente que engaña y traga la paloma
y permanece escondida
detrás de las cajas
donde descansan los temores.








DESEO

Yo quería escribir
el poema con letras blancas,
paloma girando en el aire,
llevando un insecto en su pico,
volando
detrás de las torres
donde están las casas.
Yo quería escribir la palabra,
lo que resta de todas las frases,
de los ojos que recorren el techo
sin cerrar el párpado
tapa de un caja antigua
donde se depositan los sueños.
Yo quería ver la marcha
delante de la catedral,
llenando todas las plazas.
Yo quería escribir el calendario
de todos estos días que no pasan,
que se perdieran los números
y se hagan en silencio,
grito que la garganta enmudece,
cochera donde quedan los gemidos,
los cadáveres esposados.






SE BUSCA

Se busca a un hombre
que desapareció el día 14.
Llevaba zapatos negros
y vestía una especie de tristeza,
de esas que hay en cualquier lugar.
Acostumbra hablar solo,
especialmente cuando camina.
Cuando desapareció
cargaba una bolsa
con algunos poemas sin palabras
y ciertos gestos suicidas.
Comía mangos
cuando desapareció.
También cargaba
dos estrellas muertas
en el bolsillo izquierdo
de la camisa.
Decía que no tenía nombre,
pero era por olvido.
Se busca a ese hombre
que se marchó con algunos secretos.
Dijo que iba a hablar con las piedras
y desapareció el día 14.
Quien tuviese noticia alguna
de su paradero
se ruega
no informar a nadie.






RECETA

Una tacita de veneno
es mucho más que un vaso de vino.
Sino, comprobemos:
una tacita de veneno adormece para siempre,
mientras el vino
sólo acalla ciertos momentos.
Una tacita de veneno tiene sabor de anís,
mientras el vino agrio se asemeja al vinagre
sorbido en cucharas de sobremesa.
Una tacita de veneno
es mucho más que una vaso de vino.
Con ajo, el veneno se multiplica
y no produce dolor alguno.
El vino engaña a la mente
y torna lentos los reflejos
para levantarse al inicio de la tarde.
Una tacita de veneno
es mucho más que un vaso de vino.
Mezclado en el café
el veneno parece té
y modifica la luz en una noche sin salida.
Una tacita de veneno
Es mucho más que el césped y que el tiempo.
Es tan dulce
como un vaso de vino tinto
que la gente rompe y derrama en la mesa.




MI PADRE

En la figura de ese pastor mirando la tarde
veo a mi padre.
Nada sé de él que esté guardado
sólo algunas palabras en un poema
de esos que pueblan el tiempo
que no se transforma.
Al anochecer siempre me llegan esas imágenes
como un caudaloso río corriendo detrás de la casa.
En esas aguas
siento a esa figura que está en las fotografías
algún rostro difuminado en los pliegues del papel
aquel gesto lento
en la clara imagen del día.
En la figura de ese hombre
que frente a mí acaricia una oveja
y que canta al presentir la tarde
en ese pastor que mira el verdor de las montañas
y camina despacio hablando solito
en la figura de ese hombre
andando por los páramos de Portugal
veo a mi padre
pastor caminando en el campo
descifrando los días venideros
y las noches por vivir.









ÁLVARO ALVES DE FARIA
De 
TRAJETÓRIA POÉTICA
São Paulo: Escrituras, 2003



NOITE

Melhor é ter um cão
com quem se possa conversar,
especialmente à noite.

Melhor é ter um cão
para em silêncio ser ouvido,
como se palavras não existissem
nem conversas,
nem dizeres.

Com um cão as palavras
são desnecessárias.

Nesta sala vivemos quietos
diante da janela
e isto nos basta.





DESTINO

Meus sapatos
caminham
sobressaltos.






SAPATOS


Sapatos longínquos
como nuvens
tantas voltas dão
em torno de si.

Num mesmo círculo
inertes por ruas incertas
pisam poças derradeiras.

Sapatos de leve aparato
que por guardarem pés sem rumo
rodopiam noites nos saltos
e amarram cadarços antigos.

Saltam de si estes sapatos
pulam olhares
e se perdem 
para sempre.

Sapatos de caminhos
decorados
entre a residência e o acaso.







ANDAMENTO

Um corpo
que integre
e a mão
que aparente.

Um dorso
que não se faça
e se acrescente.

Um verso
que não se escreva
nem se sinta.

Um ser 
que não se perca
que não se ache
não se pense
que não exista.








VAGAS LEMBRANÇAS

24

Por dentro de mim
onde
não existo mais.
Por dentro
onde não me caibo.
Tão fundo
como se não fosse.







NÃO – 5

Não foi o que vi
antes que a tarde engolisse
o pressentimento.

Os casais na minha mesa
derretem sentimentos.

Beijos loucos alucinam
quartos escuros
nos hotéis que habito
como se fugisse de mim.

Eu não fujo de mim
como me faço parecer.
Eu fujo de meu ser
como me faço sentir.

Comovida é a ave
que morre ávida de si.
Como se morrer comovesse
a sombra que morte significa.







DESTINO

Pior de tudo
é que sempre acreditei
que iria comigo
até o fim do mundo,
ao inferno,
se fosse preciso.

Mas ao lhe pergunta
o que faria no caso de minha morte,
respondeu-me seco e sem comentário
que no dia seguinte
viajaria para Salvador. 







ÁLVARO ALVES DE FARIA

De
BABEL
 São Paulo: Escrituras, 2007







POEMA 2

Nasce como que palavra aguda
faca que dilacera
corta o corte
o grito corta a palavra
como se fosse assim
nesta manhã ausente.

Como se não fosse essa boca
dentes de esmalte
o lábio louça que se parte.

Nascem como se pulassem da vida
essas imagens de olhos perdidos
essas escamas de peixes imaginários.

Nasce o pensamento nasce o pensamento
nasce o pensamento nasce:
cabeças que não sabem
e percorrem a paisagem do dia.






POEMA 10

O poema atravessa o tempo
como lança que mata
e desfigura a poesia que morre.

O poema é nada
dele nada resta que se possa guardar.

De tantas inutilidades
a poesia e o poema
desaparecem dos livros
esses que mortos
permanecem nas prateleiras inertes
folhas antigas
palavras que se perderam
para sempre se perderam
essas palavras gastas nos poemas
na inutilidade da poesia






POEMA 35

Alguns poetas de digladiam
por um copo de vinho
outros expõem a vaidade num varal
sórdida palavra esta deste poema
a festa segue com cheiro de féretro
das flores que murcham
com o passar das horas.

Se a poesia fosse
não seria essa faca de dois lados
nem o corte seria da ferida
que é o poema
árida elaboração do inútil.




FINAL

Não basta o meu silêncio de um cemitério inteiro.
Fizerem um monumento, esqueceram o nome.
Só.





Álvaro Alves de Faria
De
Álvaro Alves de Faria
MULHERES DO SHOPPING. 
São Paulo: Global, 1988.  
ISBN  85-260-0208-2


A palavra

O LÁPIS escreve as palavras
esquecidas,
esquecidas as palavras
se negam viver.
O papel se desvenda
em seu mistério de tantos momentos
à espera de uma imagem.
A poesia é bem diferente.




Guarda-roupa

UM TERNO azul vai à festa,
mas amanhã assistirá a um enterro.
Camisas ausentes dormem 
em cabides invisíveis.
Gravatas antigas derramam flores
em gavetas distantes.
Palavras não há no guarda-roupa
senão as frases derradeiras
do último dia de escritório. 




Os poetas Antonio Miranda, Eunice Arruda e Álvaro Alves de Faria
 encontram-se na Casa da Rosas, São Paulo (20/3/2010).







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