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lunes, 4 de marzo de 2013

GILBERT KEITH CHESTERTON [9431]


Young Chesterton.jpg


G. K. Chesterton
Gilbert Keith Chesterton  (Londres, 29 de mayo de 1874 - Beaconsfield, 14 de junio de 1936), escritor británico de inicios del siglo XX. Cultivó, entre otros géneros, el ensayo, la narración, la biografía, la lírica, el periodismo y el libro de viajes.
Se han referido a él como el «príncipe de las paradojas» Su personaje más famoso es el Padre Brown, un sacerdote católico de apariencia ingenua, cuya agudeza psicológica lo vuelve un formidable detective, y que aparece en más de cincuenta historias reunidas en cinco volúmenes, publicados entre 1911 y 1935.

Su familia

Arthur Chesterton fue padre de seis hijos, el mayor de ellos de nombre Edward, quien contrajo matrimonio con Marie Louise Grosjean. Los Chesterton tenían una agencia inmobiliaria y topográfica radicada en Kensington, a la cual estaba dedicado Edward, pero su inquietud era el arte y la literatura. Tras contraer matrimonio, los Chesterton Grosjean se mudaron a Sheffield Terrace, Kensington, donde concibieron a Beatrice y a Gilbert.
Gilbert Keith nació en Campden Hill, Londres, el 29 de mayo de 1874, en el seno de una familia de clase media. Chesterton da comienzo a su Autobiografía relatando el día, año y lugar de su nacimiento. La forma en la que ofrece esa información permite apreciar su fe en la tradición humana, ya que, en su opinión, sólo a través de ésta se pueden conocer muchas cosas que de otra forma no se podrían saber.
«Doblegado ante la autoridad y la tradición de mis mayores por una ciega credulidad habitual en mí y aceptando supersticiosamente una historia que no pude verificar en su momento mediante experimento ni juicio personal, estoy firmemente convencido de que nací el 29 de mayo de 1874, en Campden Hill, Kensington, y de que me bautizaron según el rito de la Iglesia anglicana en la pequeña iglesia de St. George…»

Autobiografía

A una edad no muy avanzada, Edward tuvo un problema cardiaco, por lo que debió abandonar el negocio familiar, pero continuaba percibiendo una renta de él. Fue entonces cuando se pudo dedicar tranquilamente a su jardín, a la literatura y al arte.
Tanto Edward como Marie Louis no eran devotos creyentes, y ambos aceptaron bautizar a Gilbert más que nada por una especie de presión social y tradición familiar, ya que ellos se podrían definir como «librepensadores» al estilo de la época victoriana. El bautismo tuvo lugar en una pequeña iglesia anglicana llamada St. George. Al respecto, Joseph Pearce señala: «La "mera autoridad" no era la de la Iglesia, sino la del convencionalismo»
Edward y Marie Louise tuvieron tres hijos. El biógrafo Pearce señala que Gilbert tuvo una hermana mayor llamada Beatrice, quien lamentablemente murió muy joven, y que en la casa de los Chesterton estaba prohibido hablar del tema. Ada Jones señala en su biografía de los hermanos, titulada «Los Chesterton», que el padre, Edward, a quien lo llamaban «Mister Ed», tenía prohibido hablar del tema, las fotos de Beatrice fueron sacadas de la casa y las que quedaron estaban mirando a la pared. El otro hijo se llamaba Cecil y nació poco después que Gilbert. G. K. cuenta que se alegró enormemente con el nacimiento de Cecil, ya que al fin iba a tener con quién discutir. Ada Jones, en su biografía, cuenta que un día, durante un paseo familiar, Gilbert y Cecil iniciaron un diálogo en medio de un jardín cuando empezó a llover y, a pesar de ello, continuaron la conversación hasta que la terminaron.

Juventud

Chesterton fue un hombre grande físicamente: medía 1 metro con 93 centímetros, y pesaba alrededor de 134 kilos. Ello dio paso a una anécdota famosa. Durante la Primera Guerra Mundial una mujer en Londres le preguntó por qué no estaba «afuera en el Frente», a lo que éste replicó: «Si usted da una vuelta hasta mi costado, podrá ver que sí lo estoy»4
Su educación se iniciaría en la preparatoria «Colet Court», en 1881; su enseñanza en aquel lugar duró hasta 1886, y en enero de 1887 ingresó a un colegio privado de nombre «St Paul» en Hammersmith Road. Gilbert describiría el sistema educativo, o mejor dicho, lo que él opinaba de este como «ser instruido por alguien que yo no conocía, acerca de algo que no quería saber»
Luego estudiaría dibujo y pintura en la «Slade School of Art» (1893-1896), se volvió diestro como dibujante y más adelante llegó a contribuir con ilustraciones tanto para sus propias obras, como es el caso de Barbagrís en escena, cuanto para los libros de su amigo Hilaire Belloc.
Durante esta época se interesó por el ocultismo. En su Autobiografía señala que dentro del grupo de los que realizaban espiritismo, ocultismo o «juegos con el demonio», él era el único de los presentes que realmente creía en el demonio. Lo señalaría de la siguiente forma:
«Me imagino que ellos no son casos raros. De todos modos, el punto está aquí que baje lo suficiente como para descubrir al diablo y, aún de algún débil modo, de reconocer al diablo.
Al menos nunca, aún en esta primera etapa vaga y escéptica, me complací muchísimo de los argumentos corrientes sobre la relatividad del mal o la irrealidad del pecado. Quizás, cuando eventualmente emergí como una especie de teórico, y fui descrito como un Optimista, fue debido a que yo era una de las pocas personas en aquel mundo de diabolismo que realmente creía en los diablos.»

Luego de un periodo de autodescubrimiento, se retiró de la universidad sin alcanzar un título y comenzó a trabajar en diferentes periódicos. Trabajó como editor de literatura espiritista y teosofía, asistiendo a reuniones de ambos campos.

Del agnosticismo al anglicanismo

En su juventud se volvió agnóstico «militante». En 1901 contrajo matrimonio con Frances Blogg, anglicana practicante, quien ayudó en un principio a que G. K. se acercara al cristianismo. La inquietud de Chesterton se puede ver claramente en el siguiente artículo:
«No puedes evadir el tema de Dios, siendo que hables sobre cerdos, o sobre la teoría binominal estás, todavía, hablando sobre Él. Ahora, si el Cristianismo es… un fragmento de metafísica sin sentido inventado por unas pocas personas, entonces, por supuesto, defenderlo será simplemente hablar de metafísica sin sentido una y otra vez. Pero si el Cristianismo resultara ser verdadero – entonces, defenderlo podría significar hablar sobre cualquier cosa, o sobre todas las cosas. Hay cosas que pueden ser irrelevantes para la proposición sobre que el Cristianismo es falso, pero ninguna cosa puede ser irrelevante para la proposición sobre que el Cristianismo es verdadero»
Daily News
Luego, con el pasar de los años se acercó cada vez más al Cristianismo. Volvió a la religión de su infancia, al anglicanismo. A la idea del superhombre planteada por Nietzsche y seguida por Shaw y Wells respondió con un ensayo titulado ¿Por qué creo en el Cristianismo?:
Si un hombre se nos acerca (como muchos se nos acercarán muy pronto) a decir, "Yo soy una nueva especie de hombre. Yo soy el superhombre. He abandonado la piedad y la justicia"; nosotros debemos contestar: "Sin duda tú eres nuevo, pero no estás cerca de ser un hombre perfecto, porque él ya ha estado en la mente de Dios. Nosotros hemos caído con Adán y nosotros ascenderemos con Cristo, pero preferimos caer con Satán, que ascender contigo".
¿Por qué creo en el Cristianismo?

Conversión al catolicismo

Siguiendo con la defensa de su renovada creencia, cada vez se adentraba más y más en los escritos Patrísticos y otros por el estilo. Durante el año 1921 Chesterton no publicó ningún libro, pero si se dedicó mucho al periódico “The New Witness”. Durante esa época mantuvo una constante correspondencia con Maurice Baring, el Padre John O'Connor y el Padre Ronald Knox, quienes lo ayudaron mucho a ir de a poco cambiando su pensamiento anglo-católico hacia la fe que ellos, todos conversos a su vez al catolicismo, profesaban. Y terminó por convertirse a la Iglesia Católica Romana, en la cual ingresó en 1922.
En su búsqueda de la verdad se toparía con diversos obstáculos, pero siempre iría con una mentalidad abierta y no se detendría ante estos muros a no ser que estuviera convencido de que debía derribarlos para poder continuar con su búsqueda: Siempre antes de romper un muro, hay que preguntarse por qué lo han construido en primer lugar
Sobre las críticas al conservadurismo de la Iglesia Católica Chesterton diría que no quiere una Iglesia que se adapte a los tiempos, ya que el ser humano sigue siendo el mismo y necesita que lo guíen:
Nosotros realmente no queremos una religión que tenga razón cuando nosotros tenemos razón. Lo que nosotros queremos es una religión que tenga razón cuando nosotros estamos equivocados...

La Iglesia Católica y la Conversión

En un ensayo titulado "¿Por qué soy católico?" se refiere a la Iglesia de Roma de la siguiente forma:
No hay ningún otro caso de una continua institución inteligente que haya estado pensando sobre pensar durante dos mil años. Su experiencia naturalmente cubre casi todas las experiencias, y especialmente casi todos los errores. El resultado es un mapa en el que todos los callejones ciegos y malos caminos están claramente marcados, todos los caminos que han demostrado no valer la pena por la mejor de las evidencias; la evidencia de aquellos que los han recorrido.

"¿Por qué soy Católico?"

El influjo católico lo recibió por diferentes partes. Sir James Gunn pintó un cuadro en el que aparecen Chesterton, Hilaire Belloc y Maurice Baring (los tres amigos que comparten la mesa y también la filosofía y las creencias), al que tituló «The Conversation Piece» (La Pieza de Conversación). La mayor influencia se dio a través de un párroco llamado John O'Connor, en quien Chesterton se apoyó. Decía Chesterton que sabía que la Iglesia Romana tenía un conocimiento superior respecto del bien, pero jamás pensó que tuviera ese conocimiento respecto del mal, y fue el Padre O’Connor quien, en las largas caminatas que realizaban juntos, le demostró que él, conocía el bien tal cual como G.K. suponía, pero que además conocía la maldad, y estaba muy enterado de ella, principalmente gracias al Sacramento de la Penitencia, ya que allí escuchaba tanto cosas buenas cuanto cosas malas.
Siguiendo con la metáfora del mapa, plantea que la Iglesia Católica lleva una especie de mapa de la mente que se parece mucho a un mapa de un laberinto, pero que de hecho es una guía para el laberinto. Ha sido compilada por el conocimiento, que incluso considerándolo como conocimiento humano, no tiene ningún paralelo humano.
La conversión de Chesterton al catolicismo causó revuelo semejante a la del Cardenal John Henry Newman en su momento, y luego la de Ronald Knox (que casualmente pronunció más tarde la homilía en su Réquiem).

Fin de sus días

Maisie Ward, en su biografía de Chesterton, escribió que durante su última convalecencia, en sus sueños, en un estado semiconsciente, dijo: “El asunto está claro ahora. Está entre la luz y las sombras; cada uno debe elegir de qué lado está.”
El 12 de junio se encontraba con el E.C. Bentley, y más tarde llegó el párroco Monseñor Smith para ungirle con los santos óleos. Tras la partida de éste, apareció el reverendo Vincent McNabb, quien entonó el “Salve Regina” junto a la cama del convaleciente que se encontraba inconsciente. En su biografía, Joseph Pearce señala que el padre McNabb «…vio la pluma de Chesterton sobre la mesilla de noche y la cogió y la besó»
Frances, quien estuvo durante toda su convalecencia al lado de su marido, lo vio despertar por última vez, estando presentes ella y Dorothy, la hija adoptiva de ambos. Al reconocerlas, Chesterton dijo: «Hola, cariño». Luego, dándose cuenta de que Dorothy también estaba en el cuarto, añadió: «Hola, querida». Éstas fueron sus últimas palabras. Pearce continúa el relato diciendo que estas últimas palabras no son lo que muchos esperarían de uno de los más grandes escritores del siglo XX, y señala: «Aun así, sus palabras fueron sumamente apropiadas; en primer lugar, porque estaban dirigidas a las dos personas más importantes de su vida: su mujer y su hija adoptiva; y en segundo lugar, porque eran palabras de saludo y no de despedida, significaban un comienzo y no el final de su relación.»
Chesterton murió el 14 de junio de 1936, en su casa de Beaconsfield, Buckinghamshire, Inglaterra, luego de agonizar varios días postrado en su cama, al lado de su esposa Frances y de su hija Dorothy.

El padre Vincent McNabb relataría su último encuentro con Chesterton de la siguiente forma:
“Fui a verlo cuando murió. Pedí estar solo con el hombre moribundo. Allí aquel gran marco estaba en el calor de la muerte; la gran mente se preparaba, sin duda, a su propio modo, para la vista de Dios. Esto era el sábado, y pensé que quizás en otros mil años Gilbert Chesterton podría ser conocido como uno de los cantantes más dulces de aquella hija de Sion siempre bendita, María de Nazareth. Sabía que las calidades más finas de los Cruzados eran una de las dotaciones de su gran corazón, y luego recordé la canción de los Cruzados, el Salve Regina, que nosotros los Blackfriars cantamos cada noche a la Señora de nuestro amor. Dije a Gilbert Chesterton: "Usted oirá la canción de amor de su madre." Y canté a Gilbert Chesterton la canción del Cruzado: "Saludos, Reina Santa!"

En 1940, cuatro años después del deceso, Hilaire Belloc escribiría un ensayo titulado "Sobre el lugar de Gilbert Chesterton en las letras inglesas", que concluye de la siguiente manera:
Qué puesto podría tomar él conforme a ese pequeño estándar yo no puedo decirlo, porque muchos años deben pasar antes de que la posición de un hombre en la literatura de su país pueda ser llamada establecida con seguridad.
Nosotros somos muy cercanos como para poder decidir sobre esto. Pero, dado que estamos tan cercanos y como aquellos (tanto como yo, que escribo esto) que eran sus compañeros lo conocían por su ser mismo y no por su actividad externa, nosotros estamos en comunión con él. Así sea. Él está en el Cielo.

Distributismo

Gilbert Keith y Cecil Chesterton, junto con Hilaire Belloc, fueron los pioneros en el desarrollo del distributismo, una tercera vía económica, diferente al capitalismo y al socialismo, cuya base se encuentra en la doctrina social de la Iglesia, basada principalmente en la encíclica del Papa León XIII, Rerum Novarum.
En 1926 Chesterton y Belloc lograron por fin darle forma a un proyecto que venían ideando desde hacía bastante tiempo. La forma de este proyecto era una sociedad o, mejor dicho, una liga, a la cual llamaron “Liga Distribucionista”; los grandes ideólogos de ella fueron el escritor inglés y el franco-inglés más el padre Vincent McNabb. La principal vía de promoción de la liga se dio a través del periódico de Gilbert, intitulado G.K. Weekly (El semanario de G.K.). En la primera reunión de la liga Gilbert fue nombrado presidente, cargo que mantuvo hasta su muerte. Al poco tiempo, como señala Luis Seco en su biografía del autor: «…se abrieron secciones de la liga en Birmingham, Croydon, Oxford, Worthing, Bath y Londres»15
Posteriormente esta teoría siguió su desarrollo en manos de Dorothy Day y Peter Maurin, y su mayor defensor en los últimos tiempos fue E. F. Schumacher (1911-1977).

Obras

Chesterton escribió alrededor de 80 libros, varios cientos de poemas, alrededor de 200 cuentos e innumerables artículos, ensayos y obras menores.
Al comienzo de su carrera se hizo conocido por sus artículos periodísticos, y dio un gran salto cuando publicó su primera novela El Napoleón de Notting Hill (1904), la cual inspiró a Michael Collins en su defensa irlandesa ante los ingleses. A ésta le siguieron otros libros de crítica, como "Dickens" (1906) y "G.B. Shaw" (1909).
Iba perfilando así sus opiniones, que exponía con un aire acentuadamente polémico y no exento de humor. Combatía todo lo que consideraba errores modernos: al racionalismo y al cientificismo oponía el sentido común y la fe; a la crueldad de la civilización industrial y capitalista, el ideal social de la Edad Media.
Tras las huellas de una obra titulada "Herejes" (1905), Chesterton publicó tres años después "Ortodoxia" (1908), que refleja la historia de su evolución espiritual (que más tarde lo llevaría al seno de la Iglesia Católica). Su actitud apologética se refleja en otra obra de esos años, titulada "La Esfera y la Cruz" (1910).
Su actitud ante los problemas sociales la definió en "Qué está mal en el mundo" (1910). De 1908 data su novela más conocida, El hombre que fue Jueves, una alegoría sobre el mal y el libre albedrío.
En 1912 compone "La Balada del Caballo Blanco", extenso poema épico sobre el rey Alfredo el Grande y su defensa de Danes en 878, y del cual C. S. Lewis sabía muchos versos.
J. R. R. Tolkien, que en su juventud lo consideraba excelente, en una carta a su hijo comenta que lamentablemente G. K. Chesterton, con toda la admiración que le merecía, no conocía nada sobre lo nórdico.
De 1925 es El hombre eterno, que versa sobre la Historia del mundo, y está divido en dos partes, la primera trata sobre la humanidad hasta el año 0 y la segunda desde ese año en adelante. Este libro nació como reacción a uno publicado por H.G. Wells sobre la Historia de la Humanidad, al cual, tanto Chesterton como Belloc, le criticaban que de sus cientos de páginas, las dedicadas a Jesús eran ínfimas. Algunos afirmaron que El hombre eterno fue su libro más trascendente a causa de su influencia en literatos como C.S. Lewis y Evelyn Waugh.
Sus obras son frecuentemente editadas en otros idiomas. En la Argentina su pensamiento ha adquirido un auge todavía mayor desde finales del siglo XX, dadas las constantes reediciones y la aparición de obras desconocidas para el público de habla hispana: "La Iglesia Católica y la conversión", "De todo un poco", "La Tierra de los Colores", "La Nueva Jerusalén", "Cien años después".

El Padre Brown

En el primer relato (La cruz azul) del primer libro, Chesterton describe al Padre Brown visto desde los ojos del detective Valentine.
”El pequeño sacerdote era la esencia misma de aquellas llanuras Orientales; tenía una cara redonda y embotada como un buñuelo de Norfolk; tenía unos ojos tan vacíos como el Mar del Norte, y llevaba varios paquetes de papel de estraza que no conseguía mantener juntos.”

La Cruz Azul

La popularidad a mayor escala la consiguió con una serie de relatos policíacos en los que un sacerdote católico, el Padre Brown, personaje de aspecto humilde, descuidado e inofensivo, acompañado siempre de un gigantesco paraguas, suele resolver los crímenes más enigmáticos, atroces e inexplicables gracias a su conocimiento de la naturaleza humana antes que por medio de piruetas lógicas o grandes deducciones.
La habilidad del autor consiste en sugerir que la explicación "irracional" es la única y la más racional, para después develar la sencilla respuesta al misterio. O dicho de modo diferente, en casos donde se invoca la presencia de lo sobrenatural y otros se convencen rápidamente de la obra de un milagro o de la intervención de Dios, el Padre Brown, a pesar de su devoción, es hábil para encontrar de inmediato la explicación más natural y perfectamente ordinaria a un problema en apariencia insoluble.
Chesterton compuso alrededor de una cincuentena de relatos con este personaje publicados originalmente entre 1910 y 1935 en revistas británicas y estadounidenses. Luego se recopilaron en cinco libros (El candor del Padre Brown, La sagacidad del Padre Brown, La incredulidad del Padre Brown, El secreto del Padre Brown y El escándalo del padre Brown). Tres cuentos fueron publicados más tarde: "La vampiresa del pueblo", "El caso Donnington", descubierto en 1981, y "La máscara de Midas", terminado poco antes de la muerte del autor y hallado en 1991.
La traducción más reciente y completa de todos ellos es Los relatos del padre Brown (Acantilado), por Miguel Temprano García, en 2008.
El personaje del Padre Brown fue llevado numerosas veces a la pantalla; entre las más sonadas, figuran las adaptaciones de Edward Sedgwick (1934), Robert Hamer (1954, con Alec Guinness en el papel principal) y la serie televisiva inglesa de 1974 protagonizada por Kenneth More.

Su estilo

Siempre se caracterizó por sus paradojas, el hecho de comenzar sus escritos con alguna afirmación que parece de lo más normal, y haciendo ver que las cosas no son lo que parecen, y que muchos dichos se dicen sin pensarlos a fondo, cabe destacar que siempre se apoyaba en la argumentación que en su denominación latina es llamada reductio ad absurdum:
"He aquí una frase que oí el otro día a una persona muy agradable e inteligente, y que cientos de veces he oído a cientos de personas. Una joven madre me dijo: «No quiero enseñarle ninguna religión a mi hijo. No quiero influir sobre él; quiero que la elija por sí mismo cuando sea mayor.» Ése es un ejemplo muy común de un argumento corriente, que frecuentemente se repite, y que, sin embargo, nunca se aplica verdaderamente".
Charlas, II, Acerca de las nuevas ideas 17
Su amistad con George Bernard Shaw lo llevó a mantener una larga correspondencia y a juntarse a tratar sobre los temas más diversos, al igual que debatir abiertamente en los periódicos de la época, así también hacia con otros personajes intelectuales como H.G. Wells.
En 1928 Shaw se juntó con Chesterton y Hilaire Belloc para debatir en público en un auditorio, el título del debate era ¿Estamos de Acuerdo? Algo que todos sabían que su respuesta era… no. Luego de la introducción al debate por parte de Belloc, Shaw comienza su argumentación haciendo una comparación entre los escritos de ambos, en la cual se puede apreciar la descripción del estilo literario de las novelas detectivescas de Chesterton por parte de un escritor, ganador del Premio Nobel y de un Oscar al Mejor Guion Adaptado:
"El Sr. Chesterton cuenta e imprime las más extravagantes mentiras. Toma sucesos ordinarios de la vida humana- del hombre común de la clase media- y les da un monstruoso, extraño y gigantesco contorno. Llena jardines suburbanos con los homicidios más imposibles, y no sólo inventa los homicidios, sino que también triunfa en descubrir al homicida que nunca cometió los homicidios. Yo hago una cosa muy parecida. Yo promulgo mentiras en la forma de obras; pero mientras el Sr. Chesterton toma eventos que ustedes considerarían ordinarios y los hace gigantes y colosales para revelar su esencia milagrosa, yo estoy más inclinado a tomar estas cosas en sus completos lugares comunes, y entonces introducir entre ellos escandalosas ideas que escandalizan a los ordinarios espectadores (de la obra) y los envía preguntándose si acaso él había estado parado sobre su cabeza toda su vida, o si acaso yo estaba parado en la mía.
¿Estamos de Acuerdo?
Su estilo, fundado en la paradoja y la parábola o relato simbólico, lo acerca según Jorge Luis Borges, un profundo admirador suyo, a uno de sus contemporáneos: Franz Kafka.
Chesterton, en sus novelas del Padre Brown cuenta historias donde se esboza la idea de un hombre asesinado por sus sirvientes mecánicos ("El hombre invisible"); de un libro que produce la muerte de quien lo lea ("El maligno influjo del libro"); o de un extraño aristócrata que muere en su castillo donde lo acompañaba un criado retardado, que es el único que lo ha visto los últimos años y no quiere decir que ha sucedido con todo el oro que misteriosamente ha desaparecido sin dejar rastro, especialmente en imágenes religiosas que: "no están simplemente sucias ni han sido rasguñadas o rayadas por ocio infantil o por celo protestante, sino que han sido estropeadas muy cuidadosamente y de un modo muy sospechoso. Donde quiera que aparecía en las antiguas miniaturas el antiguo nombre de Dios, ha sido raspado laboriosamente. Y sólo otra cosa ha sido raspada: el halo en torno a la cabeza del niño Jesús..." u otras donde una muchacha rica aparece muerta al caer por el hueco de un ascensor y lo que parece un simple accidente deja de serlo al aparecer una extraña nueva secta de la cual ella formaba parte y que adora al sol ("El ojo de Apolo"). En otra, un héroe histórico es mostrado bajo un perfil extraño y aterrador al descubrir el padre Brown la verdad oculta tras el mito ("La muestra de la espada rota").
Otra de las más notables antologías del autor es El hombre que sabía demasiado, donde el investigador Horne Fisher resuelve crímenes, más por su profundo conocimiento de las intimidades de los involucrados en cada caso que por sus conocimientos acerca de todas las ramas del saber humano.

Influencias

El hombre eterno contribuyó a que C. S. Lewis se convirtiera al cristianismo. En una carta a Sheldon Vanauken (14 de diciembre de 1950)19 Lewis llama al libro "el mejor y más popular libro sobre apologética que conozco" y a Rhonda Bodle escribió (31 de diciembre de 1947)20 "La mejor y más popular defensa de la posición del Cristianismo que conozco es El hombre eterno de G.K. Chesterton" El libro también fue citado en la lista de los 10 libros que “formaron mi vocación y mi actitud hacia la filosofía21
La biografía de Charles Dickens tuvo una gran influencia en el renacimiento de la popularidad de las obras de Dickens al igual que una seria reconsideración de sus obras por los estudiosos. Considerada por T.S. Eliot, Peter Ackroyd, y otros, el mejor libro escrito sobre Dickens
La novela The Napoleón of Notting Hill era una de las favoritas de Michael Collins quien luego seria uno de los líderes del movimiento independentista de Irlanda.22
El libro Ortodoxia de Chesterton es considerado por muchos como un clásico de la literatura religiosa. Philip Yancey dijo que si a él lo mandaran a "una isla desierta … y eligiera sólo un libro aparte de la Biblia, yo podría muy bien elegir la propia travesía espiritual de Chesteton, Ortodoxia."23
El escritor Neil Gaiman ha declarado que The Napoleon of Notting Hill tuvo una gran influencia en su libro Neverwhere. Gaiman también baso a su pesonaje Gilbert, de su historieta The Sandman, en Chesterton, e incluyó una cita de "The Man who was October", un libro que Chesterton escribió solamente en sus "sueños", al final de Season of Mists. La novela de Gaiman Good Omens, escrita junto a Terry Pratchett está dedicada a "la memoria de G.K. Chesterton: Un hombre que sabía lo que estaba sucediendo."
Su apariencia física y, aparentemente, algunas de sus formas de actuar, fueron la inspiración directa para el personaje del Dr. Gideon Fell, un conocido detective creado a principios de los años 1930 por el escritor de misterios anglo-estadounidense John Dickson Carr.
Las obras de Chesterton han inspirado a artistas como Daniel Amos y Terry Scott Taylor de 1970s hasta 2000. Daniel Amos mencionó a Chesterton por su nombre en la canción del 2001 titulada Mr. Buechner's Dream.
Algunos conservadores han sido influenciados por su apoyo al distributismo
La Inocencia del Padre Brown es citada por Guillermo Martínez como una de sus inspiradoras para su novela Crímenes imperceptibles. Martínez explícitamente cita a Chesterton en el Capítulo 25 de su novela.
Las obras de Chesterton han sido elogiadas por autores como Ernest Hemingway, Graham Greene, Frederick Buechner, Evelyn Waugh, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Fernando Savater, Karel Čapek, Paul Claudel, Dorothy L. Sayers, Agatha Christie, Julio Cortazar, Sigrid Undset, Ronald Knox, Kingsley Amis, W. H. Auden, Anthony Burgess, E. F. Schumacher, Orson Welles, Dorothy Day, Franz Kafka, Gene Wolfe y Juan Manuel de Prada.
Ingmar Bergman considera la pequeña obra de teatro "Magic" una de sus favoritas. Bergman señala que se inspiró en esta obra para su película The Magician, de 1958, pero no deben compararse ambas, ya que si bien la temática es la misma, se abordan de dos puntos de vista distintos.
El videojuego Deus Ex tiene extractos de El hombre que fue Jueves
La banda de heavy metal Iron Maiden usa el comienzo de un poema de Chesterton en el comienzo de su canción Revelations de su disco Piece of Mind de 1983
La Universidad Seton Hall en el "South Orange" de "New Jersey" tiene un instituto teológico nombrado en honor a G. K. Chesterton.
En España existen varias asociaciones y blogueros que se dedican a la difusión de su pensamiento.




El converso. 
The convert

Después de un instante, cuando incliné mi cabeza
Todo el mundo cambió y se enderezó,
Emergí donde el viejo camino brilló en su blancura,
Caminé las calles y oí lo que todos los hombres dijeron,
Bosques de lenguas, como las hojas de otoño sin caer,
Indignas de amar pero extrañas y ligeras;
Viejos enigmas y nuevos credos, sencillos,
Como hombres que sonríen por un muerto.

Los sabios tienen cien mapas que ofrecer,
Señal que su cosmos arrastra como un árbol,
Y nublan tanto su razón, igual que un tamiz
Que conserva la arena y permite que el oro, libre, huya:
Y todas estas cosas son para mí menos que el polvo
Pues mi nombre es Lázaro y estoy vivo.






El esqueleto. 
The skeleton

El pinzón que balbucea y la brisa
No son más felices que yo;
Aquí yazco entre flores
Con mi eterna sonrisa.
No; para nada cómodamente;
Aunque por cierto, amigos, por pensar de prisa
No imaginé la muerte, que el buen rey
Ocultó como broma… cuidadosamente.








El mito de Arturo.
The myth of Arthur

¡Ah! hombre educado que nunca aprendiste a aprender,
Y que evitas deducir mediante diminutos y tímidos pasos,
Como el alto vapor que el fuego jamás podrá consumir
Y los grandes relatos de hombres que nunca fueron grandes.
¿Has pensado de qué clase de hombre se trata?
¿De quién dicen los hombres que "podría derribar gigantes"?
O qué hondos recuerdos en el abismo del tiempo
Aburren el boato de Camelot y de la corona.
Y por qué un estandarte tapiza todo el fondo,
Más allá de las cabalgatas, de innumerables lanzas,
Y en virtud de qué brujería, en las colinas occidentales,
Un trono ha permanecido vacío mil años.
Quién ejecuta, con tal desproporción, este inmenso laberinto,
La historia inmortal de un pecado mortal;
Menos fábula humana que hecho histórico
Que asesina mitos como polillas y se bate con un alfiler.
Consuélate; el resto no es difícil.
Jamás un mito serás, te lo prometo.






Lepanto.
Lepanto

Blancos los surtidores en los patios del sol;
El Sultán de Estambul se ríe mientras juegan.
Como las fuentes es la risa de esa cara que todos temen,
Y agita la boscosa oscuridad, la oscuridad de su barba,
Y enarca la media luna sangrienta, la media luna de sus labios,
Porque al más íntimo de los mares del mundo lo sacuden sus barcos.
Han desafiado las repúblicas blancas por los cabos de Italia,
Han arrojado sobre el León del Mar el Adriático,
Y la agonía y la perdición abrieron los brazos del Papa,
Que pide espadas a los reyes cristianos para rodear la Cruz.
La fría Reina de Inglaterra se mira en el espejo;
La sombra de los Valois bosteza en la Misa;
De las irreales islas del ocaso retumban los cañones de España,
Y el Señor del Cuerno de Oro se está riendo en pleno sol.
Laten vagos tambores, amortiguados por las montañas,
Y sólo un príncipe sin corona, se ha movido en un trono sin nombre,
Y abandonando su dudoso trono e infamado sitial,
El último caballero de Europa toma las armas,
El último rezagado trovador que oyó el canto del pájaro,
Que otrora fue cantando hacia el sur, cuando el mundo entero era joven.
En ese vasto silencio, diminuto y sin miedo
Sube por la senda sinuosa el ruido de la Cruzada.
Mugen los fuertes gongs y los cañones retumban,
Don Juan de Austria se va a la guerra.
Forcejean tiesas banderas en las frías ráfagas de la noche,
Oscura púrpura en la sombra, oro viejo en la luz,
Carmesí de las antorchas en los atabales de cobre.
Las clarinadas, los clarines, los cañones y aquí está él.
Ríe Don Juan en la gallarda barba rizada.
Rechaza, estribando fuerte, todos los tronos del mundo,
Yergue la cabeza como bandera de los libres.
Luz de amor para España ¡hurrá!
Luz de muerte para África ¡hurrá!
Don Juan de Austria
Cabalga hacia el mar.
Mahoma está en su paraíso sobre la estrella de la tarde
(Don Juan de Austria va a la guerra.)
Mueve el enorme turbante en el regazo de la hurí inmortal,
Su turbante que tejieron los mares y los ponientes.
Sacude los jardines de pavos reales al despertar de la siesta,
Y camina entre los árboles y es más alto que los árboles,
Y a través de todo el jardín la voz es un trueno que llama
A Azrael el Negro y a Ariel y al vuelo de Ammon:
Genios y Gigantes,
Múltiples de alas y de ojos,
Cuya fuerte obediencia partió el cielo
Cuando Salomón era rey.
Desde las rojas nubes de la mañana, en rojo y en morado se precipitan,
Desde los templos donde cierran los ojos los desdeñosos dioses amarillos;
Ataviados de verde suben rugiendo de los infiernos verdes del mar
Donde hay cielos caídos, y colores malvados y seres sin ojos;
Sobre ellos se amontonan los moluscos y se encrespan los bosques grises del
mar,
Salpicados de una espléndida enfermedad, la enfermedad de la perla;
Surgen en humaredas de zafiro por las azules grietas del suelo,
Se agolpan y se maravillan y rinden culto a Mahoma.
Y él dice: Haced pedazos los montes donde los ermitaños se ocultan,
Y cernid las arenas blancas y rojas para que no quede un hueso de santo
Y no déis tregua a los rumíes de día ni de noche,
Pues aquello que fue nuestra aflicción vuelve del Occidente.
Hemos puesto el sello de Salomón en todas las cosas bajo el sol
De sabiduría y de pena y de sufrimiento de lo consumado,
Pero hay un ruido en las montañas, en las montañas y reconozco
La voz que sacudió nuestros palacios -hace ya cuatro siglos:
¡Es el que no dice "Kismet"; es el que no conoce el Destino,
Es Ricardo, es Raimundo, es Godofredo que llama!
Es aquel que arriesga y que pierde y que se ríe cuando pierde;
Ponedlo bajo vuestros pies, para que sea nuestra paz en la tierra.
Porque oyó redoblar de tambores y trepidar de cañones.
(Don Juan de Austria va a la guerra)
Callado y brusco -¡hurrá!
Rayo de Iberia
Don Juan de Austria
Sale de Alcalá.
En los caminos marineros del norte, San Miguel está en su montaña.
(Don Juan de Austria, pertrechado, ya parte)
Donde los mares grises relumbran y las filosas marcas se cortan
Y los hombres del mar trabajan y las rojas velas se van.
Blande su lanza de hierro, bate sus alas de piedra;
El fragor atraviesa la Normandía; el fragor está solo;
Llenan el Norte cosas enredadas y textos y doloridos ojos
Y ha muerto la inocencia de la ira y de la sorpresa,
Y el cristiano mata al cristiano en un cuarto encerrado
Y el cristiano teme a Jesús que lo mira con otra cara fatal
Y el cristiano abomina de María que Dios besó en Galilea.
Pero Don Juan de Austria va cabalgando hacia el mar,
Don Juan que grita bajo la fulminación y el eclipse,
Que grita con la trompeta, con la trompeta de sus labios,
Trompeta que dice ¡ah!
¡Domino Gloria!
Don Juan de Austria
Les está gritando a las naves.
El rey Felipe está en su celda con el Toisón al cuello
(Don Juan de Austria está armado en la cubierta)
Terciopelo negro y blando como el pecado tapiza los muros
Y hay enanos que se asoman y hay enanos que se escurren.
Tiene en la mano un pomo de cristal con los colores de la luna,
Lo toca y vibra y se echa a temblar
Y su cara es como un hongo de un blanco leproso y gris
Como plantas de una casa donde no entra la luz del día,
Y en ese filtro está la muerte y el fin de todo noble esfuerzo,
Pero Don Juan de Austria ha disparado sobre el turco.
Don Juan está de caza y han ladrado sus lebreles-
El rumor de su asalto recorre la tierra de Italia.
Cañón sobre cañón, ¡ah, ah!
Cañón sobre cañón, ¡hurrá!
Don Juan de Austria
Ha desatado el cañoneo.
En su capilla estaba el Papa antes que el día o la batalla rompieran.
(Don Juan está invisible en el humo)
En aquel oculto aposento donde Dios mora todo el año,
Ante la ventana por donde el mundo parece pequeño y precioso.
Ve como en un espejo en el monstruoso mar del crepúsculo
La media luna de las crueles naves cuyo nombre es misterio.
Sus vastas sombras caen sobre el enemigo y oscurecen la Cruz y el Castillo
Y velan los altos leones alados en las galeras de San Marcos;
Y sobre los navíos hay palacios de morenos emires de barba negra;
Y bajo los navíos hay prisiones, donde con innumerables dolores,
Gimen enfermos y sin sol los cautivos cristianos
Como una raza de ciudades hundidas, como una nación en las ruinas,
Son como los esclavos rendidos que en el cielo de la mañana
Escalonaron pirámides para dioses cuando la opresión era joven;
Son incontables, mudos, desesperados como los que han caído o los que huyen
De los altos caballos de los Reyes en la piedra de Babilonia.
Y más de uno se ha enloquecido en su tranquila pieza del infierno
Donde por la ventana de su celda una amarilla cara lo espía,
Y no se acuerda de su Dios, y no espera un signo-
(¡Pero Don Juan de Austria ha roto la línea de batalla!)
Cañonea Don Juan desde el puente pintado de matanza.
Enrojece todo el océano como la ensangrentada chalupa de un pirata,
El rojo corre sobre la plata y el oro.
Rompen las escotillas y abren las bodegas,
Surgen los miles que bajo el mar se afanaban
Blancos de dicha y ciegos de sol y alelados de libertad.
¡Vivat Hispania!
¡Domino Gloria!
¡Don Juan de Austria
Ha dado libertad a su pueblo!
Cervantes en su galera envaina la espada
(Don Juan de Austria regresa con un lauro)
Y ve sobre una tierra fatigada un camino roto en España,
Por el que eternamente cabalga en vano un insensato caballero flaco,
Y sonríe (pero no como los Sultanes), y envaina el acero...
(Pero Don Juan de Austria vuelve de la Cruzada.)







Una Plegaria en la Oscuridad.
A prayer in the darkness

Debo agitarlo, Oh Cielo, estremecer esta Tierra en un delirio.
Tened piedad de mí, pero permitid que el Mundo se alimente;
Si, en mi locura, hasta que sienta mi propia muerte,
Hasta que se escuche a la hierba crecer sobre mi tumba.

Si me atrevo a gruñir entre el sol y el césped,
A gimotear en un clamor, dadme la gracia de poseer,
Bajo esta lluvia luminosa, bajo las frutas lozanas,
El resplandeciente silencio del desprecio de Dios.

Agradezco al Cielo que las estrellas brillen lejos,
Ya que peregrino en una noche de Ira;
Agradezco que mis lágrimas no perturben a la mariposa,
Ni ser maldecido por el oprobio de cortar una flor.

Los hombres dicen que el sol se ha oscurecido,
Sin embargo, creo que nunca más ha brillado
Como durante aquella tarde del Calvario,
Donde Aquel que fue colgado del Árbol de la Tortura,
Escuchó el eco de los grillos cantando, y se alegró.


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El aristócrata

El Diablo es un caballero: pide que nos quedemos
En su pequeño lugar, Cualquiera-que-sea-su-nombre (no está lejos). 
Dicen que practica un espléndido deporte; siempre tiene algo nuevo,
Con escenas de hadas y hechos temibles que sólo 
él puede maniobrar; 
Él puede disparar a querubines emplumados 
si sobrevuelan su terreno, 
O pesca para el Padre Neptuno usando sirenas 
como cebo;
Y descascara las estrellas en el cielo que así 
se tambalean en el precipicio;
Tocó su trompeta en el cielo —y sobrevivió al dominio
De la corona estrellada del mismo Dios— 
y la arrumbó en el estante;
Pero el Diablo un caballero es y no lo presume.

Sus ojos deslumbran, su corazón estremece 
y con su mano te ataja desde lejos, 
Y estropea tu amor y afeita tu cabeza;
pero no va a quedarse en 
Su pequeño lugar, Cualquiera-que-sea-su-nombre, donde la gente es rica y lista; 
Dorada y graciosa casa donde las cosas siempre van 
de mal en peor; 
Hay cosas que no necesitas saber, aunque vivas 
y mueras en vano, 
Hay almas más enfermas de placer de lo que él mismo está enfermo de dolor; 
Hay alguien que juega al Necio de Abril y toca 
la puerta 
En la que los tontos siempre permanecen y abril 
no llega nunca más,
Y donde el esplendor de la luz del día crece aún más triste que la oscuridad, 
Y las caídas de la vida gustan de un buitre que alguna vez fue una alondra: 
Y ése es el Diablo Azul que alguna vez fue un Pájaro Azul; 
Pero el Diablo es un caballero y nunca su palabra honra.






The aristocrat

The Devil is a gentleman, and asks you down to stay
At his little place at What'sitsname (it isn't far away).
They say the sport is splendid; there is always something new,
And fairy scenes, and fearful feats that none but
he can do;
He can shoot the feathered cherubs if they fly 
on the estate,
Or fish for Father Neptune with the mermaids 
for a bait;
He scaled amid the staggering stars that precipice, 
the sky,
And blew his trumpet above heaven, and got
by mastery
The starry crown of God Himself, and shoved 
it on the shelf;
But the Devil is a gentleman, and doesn't brag himself.

O blind your eyes and break your heart and hack your hand away,
And lose your love and shave your head; 
but do not go to stay
At the little place in What'sitsname where folks 
are rich and clever;
The golden and the goodly house, where things grow worse for ever;
There are things you need not know of, though
you live and die in vain,
There are souls more sick of pleasure than 
you are sick of pain;
There is a game of April Fool that's played behind its door,
Where the fool remains for ever and the April 
comes no more,
Where the splendour of the daylight grows drearier than the dark,
And life droops like a vulture that once was such 
a lark:
And that is the Blue Devil that once was the Blue Bird;
For the Devil is a gentleman, and doesn't keep his word.






Al guerrero desconocido 

Tú, a quien saludaron los reyes; quien no se negó
Al gran placer de innobles días,
Fama sin nombre y gloria sin murmuraciones,
Y a quien ningún biógrafo profanó con alabanza.

¿Quién te llamó "Derrotado"? En la oscuridad,
La trinchera a donde nunca llega la luz del foco,
Ni el gran tambor del show de Barnum puede retumbar,
Inquietante vibración después de tantos tambores.

Aunque llegará el tiempo en que cada circo yanqui
Pueda valerse de nuestros soldados para hacer sandwiches humanos,
Como quien al flautista paga por tocar una melodía.
Tú ya no bailarás. No te moverás de nuevo.

No marcharás para Fatty Arbuckle,
Aunque todavía tiene buena prensa,
San Francis es tan tierno como San Francisco
O como los ángeles son a Los Ángeles.

No atacarán el último reducto,
Del castillo solitario y libre,
Morada del guerrero desconocido e invicto.
Eso sólo la Publicidad lo avasalló.




To the unknown warrior

You whom the kings saluted; who refused not
The one great pleasure of ignoble days,
Fame without name and glory without gossip,
Whom no biographer befouls with praise.


Who said of you "Defeated"? In the darkness
The dug-out where the limelight never comes,
Nor the big drum of Barnum's show can shatter
That vibrant stillness after all the drums.

Though the time comes when every Yankee circus
Can use our soldiers for its sandwich-men,
When those that pay the piper call the tune,
You will not dance. You will not move again.

You will not march for Fatty Arbuckle,
Though he have yet a favourable press,
Tender as San Francisco to St. Francis
Or all the angels of Los Angeles.

They shall not storm the last unfallen fortress,
The lonely castle where uncowed and free,
Dwells the unknown and undefeated warrior
That did alone defeat Publicity.



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