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domingo, 24 de marzo de 2013

ANTONIO ARRAÍZ [9656]



Antonio Arraíz (n. en Barquisimeto el 27 de marzo de 1903 y fallecido en Westport, Estados Unidos el 16 de septiembre de 1962) fue un poeta, novelista, cuentista y ensayista venezolano.

De 1912 a 1916 se educa en el Colegio Católico Alemán. En 1919, con dieciséis años, viaja a los Estados Unidos, donde quería cumplir su sueño de ser actor y aviador. En 1922 regresó a Venezuela, y comenzó a practicar varios deportes.(anos)
Participó en las protestas estudiantiles de 1928 contra la dictadura de Juan Vicente Gómez y fue encarcelado en La Rotunda y en su ciudad natal (1928-1933). Se refugió en Ecuador y Colombia; regresó al país en abril de 1936.
Como poeta no se lo puede ligar ni a la llamada "Generación del 18" ni a la "Vanguardia de 1928", aunque estuvo más cercano a esta última.
Escribió el libro Los lunares de la Virreina desde la prisión, ya que estuvo encarcelado siete años (desde 1928 hasta 1935) durante la tiranía de Juan Vicente Gómez.
En 1924 había publicado Áspero, su primer poemario, que es, junto com Puros hombres (1938) y los cuentos de ''Tío Tigre y Tío Conejo'' (1945), su obra más leída. En 1932 se publicó en Argentina su poemario ''Parsimonia''.
En 1935 es liberado, y comienza a trabajar el diario El Heraldo, de Barquisimeto. Es nuevamente apresado y desterrado, y vive en Ecuador y Colombia hasta su regreso en 1936 a Venezuela, con el gobierno de Eleazar López Contreras, donde ocupó varios cargos públicos, como secretario de la Gobernación del estado Carabobo y en la delegación venezolana ante la ONU.
En 1943 ocupa el cargo de Director del periódico El Nacional, hasta 1948.
También se desempeñó como periodista en el diario Ahora y en la revista Élite, de la que fue jefe de redacción.
En 1948 se establece definitivamente en los Estados Unidos, exiliado tras el derrocamiento del gobierno de Rómulo Gallegos, donde finalmente fallece. En Estados Unidos trabajó en el departamento de publicaciones de las Naciones Unidas.
En 1966 el INCIBA publicó su 'Suma Poética'. Otras obras relevantes son Damas Velásquez (1943) -reeditado el 1950 con el título El mar es un potro. Todos iban desorientados (1951) y El diablo que perdió su alma (1954). En 1943 participó en la fundación del diario caraqueño 'El Nacional'. Se instaló definitivamente en Estados Unidos en 1949, y trabajó en la ONU hasta su muerte, que se produjo en Nueva York el 6 de septiembre de 1962.

Obra

Su primer libro (Áspero) fue novedoso porque rompió las tendencias literarias de la época, el Romanticismo y el Nativismo.
Áspero (1924, poemario).
Los lunares de la Virreina (1931, novela).
Este Congreso debe disolverse (1936, ensayo).
Puros hombres (1938, novela).
Cinco sinfonías (1939, poemas).
Culto bolivariano (1940, ensayo).
Dámaso Velásquez (1943, novela).
Cuentos de Tío Tigre y Tío Conejo (1945, cuentos).
Escribió también libros de texto, de historia y geografía venezolana, para la enseñanza en colegios primarios y secundarios.

Premios

1931 Primer premio del concurso del diario La Prensa (Argentina), por Los lunares de la Virreina.







La reina india, de Áspero

En la siesta implacable, 
salado de sudor, 
yo lanzaré mi lanza vibradora, 
mi lanza aérea y larga. 
Es fiero el tigre 
de hermosa piel. 
Y pondré la piel ante sus pies pequeños. 
Otra vez 
asaltaré la guarida del ratifica, 
se crisparán mis dedos en su garganta seca. 






América, de Áspero

Canto mi América virgen, 
canto mi América india 
sin españoles y sin cristianismo. 
Canto mi triste América. 
Tambores de cuero retumban 
por los reyes muertos. 
Tambores de cuero resuenan. 
Tambores que fueron de guerra. 
Los musgos, las yerbas silvestres, 
retoñan sus manchas alegres 
sobre negras ruinas 
de viejas, gloriosas ciudades. 
América de ritos antiguos. 
América milagrosa. 
Canto mi América tropical. 
En cuyas selvas espesas, 
en cuyos Andes, bajo el cielo infinito, 
en cuyos ríos venerables, 
en cuyos amplios llanos luminosos 
quizás se escondió Pan. 





Canto a la rebeldía

Yo era un hombre cuando cierto día
encontré a mi padre parado en mi vía.

Alto como torre, duro como bloque, 
firme como prócer, fuerte como padre. 

- Apártate, padre - yo le dije entonces. 
- Apártate, padre. Yo ya soy un hombre. 
En efecto lo era. Él no lo creía. 

Apártate, padre. Voy a mi deber. 
Él no comprendía. No le vi ceder. 

- Apártate, Padre, - le grité de nuevo. 
- Mucha prisa llevo. Mucha fuerza llevo. 
- Mucha vida llevo. No te tengo miedo. 

Él estaba inmóvil como de basalto. 
Me le abalancé las manos en alto, 
y en la angosta vía rudo fue el asalto. 

¡Oh, qué fuerte era! Nunca lo supuse. 
No encontrara antes tan fuerte enemigo. 
Todo mi vigor en la luche puse, 
hasta que mi padre dio en tierra consigo. 

Y cuando jadeante por la libre vía, 
lleno de entusiasmo continuar quería, 
mi padre, en la tierra, se alzó como pudo, 
y con gran orgullo, ¡oh qué orgullo el suyo!, 
me gritó: 

Hijo mío: ¡Sigue! ¡Sigue! ¡Sigue!







Montañas (I)

Con el vaso en la mano, mirando las montañas, 
le acaricio el lomo a mi perro. 

Estas montañas nuestras 
del interior, 
casi olvidadas de tan familiares, 
casi invisibles de tan vistas, 
no es seguro siquiera que no sean 
enseres en un sueño. 

Estas montañas hoscas 
que se adelgazan, 
que se ensimisman en nosotros. 

Ya sólo acaso una manera 
de la voz, 
del paso, 
del gesto.








Montañas (II)

Me gusta acariciarlas siguiendo con los ojos 
morosamente 
sus líneas abruptas, 
mientras en sus dorsos la luz 
de modo imperceptible 
va del verde al azul 
al violeta. 

Me gusta acariciarlas con los ojos, 
como acaricio 
el lomo de mi perro con la mano 
libre.






Ofrenda

A los grandes muertos,
al linaje glorioso, 
a los que ven más allá de la muerte, 
ofrendo.

Sitting Bull, águila. 
Moctezuma, príncipe. 
Netzahualcoyotl, poeta.. 
Cuauhtemoctzin, tigre. 
Caupolicán. Manco Capac, 
a los grandes muertos, 
a todos ellos
a los que no conozco, a los muertos oscuros
al alma de la raza,
ofrendo.

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