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jueves, 21 de febrero de 2013

GERARDO MADRIGAL SÁNCHEZ [9401]







Gerardo Madrigal Sánchez

Nació el 17 de agosto de 1960 en Costa Rica, en la provincia de Heredia. Realizó sus estudios de Educación Primaria en la Escuela Cleto González Víquez. Obtuvo su Bachillerato en Letras en el Colegio Nocturno de Barva de Heredia y en la Universidad Nacional el Bachillerato en Literatura y Lingüística con Énfasis en el Español y el Bachillerato en la Enseñanza de Español. Participó durante once años en las reuniones del Círculo de Poetas Costarricenses, liderado por el poeta Laureano Albán.

En la actualidad es parte de Grupo Poiesis coordinado por el poeta Ronald Bonilla.

Obras publicadas:
-Memoriales del agua [2006]

Obras inéditas:
-Al Sur de Mi Sombra
-Evangelios del Deseo
-Salmos del Instante"




La persistencia de la memoria
   
          Homenaje a Salvador Dalí.






Auguraron que mi semblante,
más que huellas, era tinta.

Pero yo vine
por la senda de todos,
por los estruendos y los versos,
por estos puentes que seguimos siendo
en los ignotos dioses
de cada año que se suicida,
para que el hombre
tenga hermandad con el fuego
y con las aguas
y que no haya más continente
que el delirio.

Y es apenas la vida
este miércoles indefenso
en la piel del mundo,
en mis cristales rotos,
en los segunderos incesantes
de cada una de mis canas.

La memoria de la luz
está escrita en mis ojos,
en este hombre que transita en la brizna,
en esta persistencia del aire:
nenúfar sobre mi almohada
en la que viajo dos días, dos meses,
y desaparezco y renazco
en los lienzos del lenguaje
y en las islas de mis próximas muertes.

Todo se precipita.
El reloj ha perdido su freno,
ha naufragado en la sed
y hasta las redes sucumben:
se atascan en los colores morenos
y en el delirio de los minuteros.

El reloj pregunta conmigo
si esta persistencia de la memoria
es la poesía de la piedra,
o  si es el polvo recordando todos los barrios
que son las crónicas del viento
en estas voces de Dios,
o si es  el pincel que se desviste
en la rosa de las edades
y olvida su puerto
su verso y su herrumbre
cuando orienta al fantasma
o al pintor, o al poeta,
en cada chispa del leve milagro
de la exhalación.







El Cristo de San Juan de la Cruz
   
                      Homenaje a Salvador Dalí.





¿Adónde escaparé
mi Cristo?

Únicamente se ha quedado
tu gemido en mi encuentro
y como parvada interminable de silencio
ya no tengo más mejillas que darte.

Habiéndome herido,
salgo en pos del último clavo
que me adeudas.

Allá la ciudad
disputa el postrero alarido
de mi sangre
y en la madera
sólo las madres confiesan
su reiterada vocación
de convocar los bosques.

No ores por mi Cristo,
que esta muerte
también es parte
del refugio de tus delirios
que es cada clavel de mi costado.

Me desangro
en el verso terrible del abandono,
y no puedo llevar tus verbos
para que acallen las delicias
de mi sed.

Si por ventura
mis brazos y mis piernas
no fueron demasiadas lluvias para ti,
mi amor sí lo fue.

Amo este pecado de mi sangre,
la escarcha de ira
de mi cruz de sotos
en los renglones que nacen
con el punto final
en cada trueno.

¿Adónde escaparé, Cristo, con mi muerte?
¡Ay!, ¿Quién liberará el clavo final
de la estrofa impávida
en cada reloj de mis arenas?

¡Ay!, ¿A quién encomendar mi espíritu
si hasta tu Padre
fallece conmigo en mi costado
en esta elevación de la caída?






Guernica

          Homenaje a Pablo Picasso
          y al heroico pueblo de Guernica.






El caballo de la noche se ahoga
en su alarido de cadenas,
y las bombas son infantes desgarrados
entre los pezones del fuego,
y las crines inundan
con sangre
todo padrenuestro de escombros.

La tierra sólo cosecha cadáveres
para siempre muertos,
para siempre vivos
en la ciudades del espanto
que aún sangran
las pesadillas del latido.

¡Qué coces da la soledad
de los muertos!
¡Qué coces liberan las madres
desde su pupila!
Y el grito sigue siendo
todos los gritos:
¡Guernica! ¡Guernica!.
Aún los monstruos
son anónimos hasta en sus sombras;
aún en el fuego y el escombro
agonizan abuelos desvelados.

El potro de la niebla
acuna a los niños que no nacieron
y que arden todavía en la noche,
en la noche hecha piedra,
en la Guernica de cascos
y aviones o fieras,
en las hostias blasfemadas
hasta en el llanto:
anónima calumnia
de los nombres.

   





Óxido

Encuentro mi rostro
en el poema de tu blusa trasnochada
sobre la yerba del silencio,
tan libre en tu nombre
que aún no alcanzo con mi sombra.

Nazco para ti
en cada recodo en desbanda
desde mis ojos a tu barbilla,
y en cada historia del laberinto
mis arrugas conmemoran
el óxido de tus canas.

El poeta envejece
en la caricia de cada metáfora,
en la tarde de nuestro cabello,
en la eternidad del eco
que soy cuando invades
los pocos hombres que me restan.

Y sin embargo, este hombre que soy
persigue su duda inconclusa
en los cabellos que lo abandonan
hacia los refranes del peine;
luz noctámbula
que reitera y reitera
las canciones de tu ducha,
hacia la rejilla de los sueños
que gota a gota
escriben los versos del drenaje.

En la yerba del silencio
mi rostro es el rocío y el polvo
y hasta tu próxima puerta entreabierta
para que nadie entre,
para que nadie salga...
y para que en la grietas de mi rostro
se liberen tus oleajes
en este martes
de inacabables encuentros en las sienes de Dios.

1 comentario:

Unknown dijo...

Exquisitos y geniales versos!