YASUHIRO YOTSUMOTO
Yasuhiro Yotsumoto nació en 1959 en Osaka, Japón. Se crió principalmente en Hiroshima. Aunque ya escribía versos en su juventud, fue a partir de la emigración en los EE.UU. a mediados de los 80, cuando abrazó definitivamente la escrita en su lengua madre.
Su primer libro de poemas, La risa floja, salió de la imprenta en 1991. A este le siguieron otros nueve poemarios: El Congreso Mundial de los de Mediana Edad (2002), Tarde de las palabras prohibidas (2003) -que consiguió el prestigioso premio Hagiwara Sakutaro-, Hora Dorada (2004), A estribor de mi mujer (2006) Logos pirateado (2010) entre los individual, y Poesía contra Vida (2005) y El calendario embarrado (2008) firmados a dos manos con Masayo Koike y Inuo Taguchi respectivamente.
En su obra, Yotsumoto tanto hace un retrato de la sociedad japonesa en plena burbuja económica estructurándolo a través de teorías financieras, como poetiza la crisis de los cuarenta, la memoria de la infancia a través de los dibujos animados, la vida matrimonial, las dinámicas relaciones entre literatura y vida o entre lenguaje, conciencia y poesía.
Sus poemas se han traducido a más de 15 lenguas, incluyendo tres libros publicados en Australia, Serbia y Rumania.
Asimismo, es autor de ensayos, crítica literaria y traducciones al japonés de autores como Li Po, Dante, Rilke o Emily Dickinson entre otros. Su actividad como editor se reparte entre la sección japonesa del portal web Poetry International y la revista japonesa de poesía Beagle.
La habitación familiar
El padre ignora
que el hijo está fumando un Malboro en un claro en el bosque
solemne y ceremoniosamente
como un ritual entre los nativos.
El hijo ignora
que la hermana pasó más de una hora
frente el espejo de baño
como una princesa que se transformara en rana por arte de magia.
La hermana ignora
que el gato Sancho sintió algo más que dolor
cuando fue arrollado y sus intestinos color rosa brillante
estaban a la vista sobre el asfalto.
El gato ignora
que el roble del jardín estaba tratando de decirle
a la nube que se alejara del tejado
sacudiendo las hojas frenéticamente.
Pero la nube sabe
que un caimán blanco está creciendo lento y constante
demasiado profundo en el cuerpo y el alma
de la madre.
La madre ignora
cómo su rostro obstinado
trae un presagio
para los ojos de su marido.
En el nombre de las cartas del bisabuelo, de las leyes de Mendel
y del salmón ahumado se constituye una familia.
Los miembros se reúnen en una sala
sembrada de raspas de pescado y plumas de ave
y por un momento alcanza la inmortalidad a través de risas y peleas.
Ahora el gato Sancho
volvió a la vida, afilando sus garras
contémplalo.
Lo que Eva tiene que decir
Nadie me engatusó
o trató de convencerme.
Quería tomar un mordisco para mí.
Yo para mí y nadie más,
te digo.
Para empezar, la serpiente
ni siquiera dijo una mentira.
Sólo preguntó: "Usted no lo va a comer?"
y agregó: "Es deliciosa, señora,
le sacará la venda de los ojos. "
Yo no quería vivir ociosamente.
No tenía hambre de alimentos apetitosos.
Me parecía repugnante vivir una vida sólo para comer y aparearse,
con la eternidad volviéndoseme a la boca
y un hilo conductor atándome como un chorizo.
Así que tiré del paño.
Arranqué la redonda fruta del centro del universo
y le hice un agujero hasta el otro lado.
Lo que allí brotó fue el caos con un olor a azufre.
Lo que yo bebí era una gota de eternidad.
En ese momento,
Yo estaba de pie frente a un espejo en el que
mi cuerpo desnudo parecía una lejana tierra baldía.
Mi lugar de descanso final al remate del sueño llamado vida.
Sí, la serpiente tenía razón.
Yo sobreviví a mi marido y ahora estoy sola.
A veces humedezco el desierto reprimido.
Pero no me arrepiento
porque todavía puedo sentir en la punta de mi lengua reseca
el sabor de la ...
Me marcho!
Mi hijo, que fue a la guardería por la mañana
regresó a casa por la noche hecho un hombre de 35 años.
Llegas tarde, le dije.
Sí, mirando el reloj de cuco con ternura
respondió con voz grave de hombre.
¿Qué has estado haciendo hasta tan tarde, le preguntó mi esposa.
Bueno, sacó esa sonrisa tan suya y dijo que
Había estado casado tres años, trabajando como ingeniero espacial,
resumiendo su vida del mismo modo en que una vez que yo hice..
!Eh¡, no os parece bastante encanecido ya?!
Me parecía raro que mi copa de sake la rellenase mi hijo, que tenía la misma edad que yo,
y murmuré "gracias, así está bien".
Mi esposa nos escrutaba, comparando mi cara con la de él, la suya con la mía,
cuando empezaba él a contarnos sobre el planeta dentro de 30 años, lo cual
nos golpeó duro a los dos con horror y sorpresa.
Y cómo sobreviviste en un mundo tan terrible!
Catástrofe ambiental, la explosión demográfica, armas nucleares,
terrorismo y la xenofobia.
Por supuesto, puedo ver las semillas de los problemas hoy y aquí,
y este aquí y hoy de algún modo se convirtieron en el pasado irrevocable
para mi hijo y su familia en el futuro, por confuso que pueda parecer,
lo único que está claro es que terminaron en el peor de los escenarios posibles.
Digo: ¿Y qué pasa si mamá y yo tratamos de cambiar las cosas a partir de ahora?
Bueno, yo no lo sé, papá, una vez que está hecho está hecho.
Mi esposa lo agarró de la manga y le rogó que se quedase en casa
de una manera extrañamente teatral.
Entiendo su punto de vista, sería ir en contra de la providencia.
Todo es culpa nuestra
pero mi hijo no dice ni una sola palabra de reproche.
¿Será porque ya estoy fuera de su mundo?
Tengo una leve curiosidad al respecto
pero sin duda no importa en cualquier caso.
"No te preocupes por nosotros. Si tenemos suerte podremos ganar
el sorteo para la inmigración lunar”.
Con una mano en la cadera,
y con la otra estrechó mi mano, besó a mi mujer
en la mejilla como un extranjero occidental.
Mientras la oscuridad de la medianoche se abatía detrás de él,
dijo:
!me marcho! con una voz de 5 años de edad.
Poemas de Yasuhiro Yotsumoto. Extraído del libro “BABELIA EN GALEGO”. Coordinación, traducción e introducción a cargo de Yolanda Castaño.
Los poemas traducidos al castellano han sido transcritos desde el trabajo de Yolanda, con el grato recuerdo de los recitales de poetas dinversos, en la ciudad de A Coruña.
http://mamaquchanayay.blogspot.com.es/
O cuarto familiar
O pai ignora
que o fillo está fumando un Malboro nun claro do bosque
solemne e cerimoniosamente
coma se dun ritual entre nativos se tratase.
O fillo ignora
que a irmá botou máis dunha hora
fronte ao espello do baño
coma una princesa que se tivese tansformado nunha ra por arte de maxia.
A irmá ignora
que o gato Sancho sentiu algo máis ca dor
cando foi atropelado e o seu brillante rosado intestino
quedou á vista na calzada.
O gato ignora
que o carballo do xardín estaba intentando dicirlle
á nube que se afastase do tellado
axitando as súas follas frenéticamente.
Pero a nube sabe
que un caimán branco está medrando lenta e progresivamente
moi fondo dentro do corpo e da alma
da nai.
A nai ignora
cómo o teimudo do seu rostro
trae un presaxio
para os ollos do seu home.
No nome das cartas do bisavó, das leis de Mendel e do salmón afumado
se constitúe una familia. Os seus membros reúnense
nunha sala sementada de raspas de peixe e plumas de ave
e momentáneamente acadan a inmortalidades a través de risos e rifas.
Agora o gato Sancho
volveu á vida, afiando as súas poutas,
contémplao.
O que Eva ten que decir
Ninguén me engaratuxou
ou tratou de convencerme.
Eu quería ter una trabada para min.
Eu para min, e para ninguén máis,
che digo.
Para empezar, a serpe
nin sequera dixo una mentira.
Só preguntou: “Non vai comelo?”
e engadiu: “É deliciosa, señora,
sacaralle a venda dos ollos.”
Eu non quería vivir ociosamente.
Non tiña fame de comida gorentosa.
Parecíame aborrecible vivir una vida só para comer e aparearse,
coa eternidade volvéndoseme á boca
e un fío conductor atándome como un chourizo.
Así que tirei da rolla.
Arrinquei a redonda froita do centro do universo
e fixénlle un burato ata o outro lado.
O que alí brotou foi o caos cun cheiro xofre.
O que eu bebín foi una pinga de eternidade.
Ao momento,
eu estaba de pé fronte a un espello no que
o meu corpo espido semellaba una baldía terra afastada.
O meu lugar de descanso final ao remate da ilusión chamada vida.
Sí, a serpe tiña razón.
Sobrevivín o meu home e agora estou soa.
Ás veces humedezo o deserto incontinente.
Pero non me arrepinto
porque aínda podo sentir na punta da miña lingua reseca
o sabor da…
Marcho!
o meu fillo que saíu para o xardín de infancia pola mañá
volveu para casa de noite feito un home de 35 anos.
Chegas tarde, dixen.
Si, mirando para o reloxo de cuco con cariño
respondeu cunha voz grave de home.
Que estiveches facendo ata tan tarde, preguntou a miña muller.
Ben, botou ese sorriso del e dixo que
estivera casado tres anos, traballando como enxeñeiro espacial,
resumindo a súa vida do mesmo xeito en que una vez o fixen eu.
Ei, non o atopades bastante cano xa?!
Pareceume raro que a miña copa de shake ma reenchese meu fillo que tiña a mesma idade que eu, e
murmurei “grazas, así está ben”.
A miña muller fitaba para nós, comparando a miña cara coa del, a súa coa miña,
mentres el comenzaba a contarnos sobre o planeta dentro de 30 anos, o cal
nos petou duro aos dous con horror e sorpresa.
E como sobreviviches nun mundo tan terrible!
Catástrofe ambiental, explosión demográfica, armas nucleares,
terrorismo e xenofobia.
Claro, podo ver as sementes dos problemas agora e aquí mesmo,
e este aquí e agorad algún xeito volvéronse o pasado irrrevogable
para o meu fillo e a súa familia no futuro, por confuso que poida parecer,
o único que está claro é que acabaron no peor dos escenarios posibles.
Digo: e que pasa se mamá mais eu tentamos cambiar as cousas a partir de agora?
Pois non o sei, papá, una vez que está feito está feito.
Miña muller agarrouno da manga e pregoulle que quedase na casa
dun xeito extrañamente teatral.
Podo entender o seu punto de vista, sería ir contra a providencia.
É todo culpa nosa
con todo meu fillo non di nin una soa palabra de reproche.
Será porque eu xa estou fora do seu mundo?
Teño una lixeira curiosidade sobre iso,
mais de certo non importa en calquera caso.
“Non te preocupes por nós. Se temos sorte, podremos gañar
o sorteo para a inmigración lunar”.
Cunha man nos cadrís,
estreitoume a man coa outra, bicou a miña muller
na meixela coma un estranxeiro occidental.
Mentres a escuridade da medianoite ía caendo tras del,
dixo,
marcho!, cunha voz de 5 anos de idade.
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