Salvador Gaete (CHILE, 1973) Poeta fundador colectivo Malasangre, Columnista del periódico CARAJO y editor de la revista INJURIAS & CALUMNIAS.
Ha publicado ISLA DESERTORES, colección Rieles Alianza editorial MAGO-CARAJO.-2007-
TAHUR
“De lo que se trata, es que basta una vuelta de la rueda,
para que todo cambie”
F. Dostoievski.
Sin tener más mano que ésta
Con que rasco mi propio cuerpo
Decidí ser tahúr y no poeta
(aquello sólo es un as bajo la manga).
Es tanta la compenetración en mi oficio
Que a veces me sorprendo
Lanzando miradas de falsa complicidad frente al espejo
Y como gitano
He visto en mi mano la miseria propia
Y sin vergüenza alguna la afronté como almirante
Sonriendo como si reinas lascivas me acariciaran los dedos
Si entras al bar de mala muerte
Verás al pianista atrapado por la noche
Es su sombra quien se sienta en la barra
Y él quien vuela tras ella como imitándola.
Su ex mano de carne no retiene ya las copas
Pero sus párpados conservan un abismo
Y dentro crece un murmullo tan sublime
Que le impide mudarse al otro mundo.
Estas extrañas visiones no son más que manifestaciones de la vida
Con todas sus ruletas y sus cartas marcadas
Ser tahúr es saber que hay detrás de cada máscara
Saber que un grito de violencia no es sino un grito de socorro
Y que el fracaso mismo tiene una carta bajo el brazo
Es por esto que sonrío con todo mi sudor
Toda apuesta es un abismo
Toda realidad una sorpresa
Cualquier certeza una falacia
Ni la muerte volteará todas mis cartas
Ni la vida me arruinará por completo
Los que me rodean dirán que lo he perdido todo
Y que mi oficio real es el fracaso
Pues bien
Apuesto un murmullo de piano
A que de la vida usurpé tan solo sus ganancias
Yo crecí mirándote a los ojos
Yo crecí mirándote a los ojos
primero tímidamente como se debe mirar a un padre
luego desafiante
como se debe amar a un padre
en silencio se fue forjando el hierro esperando la reprimenda
no señor, usted está equivocado
cuántas veces ensayé esa respuesta
sólo lograba mantener los ojos firmes
balbucear frases sin saliva
y callar
callara desdoblándome para mirarme hacia abajo
viéndome humillado por el silencio.
Yo crecí mirándote a los ojos
no renegué de mis errores sino que los cultivé
de la noche a la mañana adopté el lenguaje de los bares
en la oscuridad de las sombras los vientos chocaron
en mitad de una tormenta
tú aun eras terrible
terco como Ajab persiguiendo a la ballena
Yo Ismael viajaba a la deriva
Suelta las amarras bebí licores más fuertes
el mundo entero se abría para mí
por caminos de rosas y voluptuosidades
Me hacía invulnerable.
Yo crecí mirándote a los ojos
mi cabeza que daba tumbos
se afianzaba milagrosamente sobre los hombros
Entre muchas escogí a una mujer
tú amanecías radiante
mientras más me hacía hombre
más parecías enternecerte
dejabas de ser lo que eras
yo comenzaba a ser lo que dejabas
en este cambio de prendas me dijiste con los ojos
Anda, ve hijo mío
mi trabajo ha terminado.
Todos los niños son mesías
Todos alguna vez fuimos Mesías
horas y horas ensayando
palabras que sorprenderían al mundo
manías y gestos atrapados por un gran lente
que sólo a ti te seguía
al elegido
Donde tu estuvieras aparecía ese lente
que manejabas a tu antojo
editando los mejores pasajes de tu infancia
en el ir y venir
antes del bien y el mal
por mundos imaginarios
entre la falda de tu madre
y las autopistas de barro
algo tenías de ángel
algo tenías de santo
Sanabas las heridas con un beso
y a las piedras les diste el don del habla
nada sucedía si no era en tu presencia
La felicidad del mundo estaba en tus ojos
¿lo recuerdas?
Todos alguna vez fuimos mesías
¿o tu soñaste que lo eras?
antes que el Gólgota apareciera
antes que los aviones bombardearan todas
las calles de tu infancia
Tú eras el Mesías
pero enfermaste
el miedo derrumbó todas las puertas de tu templo
el lente atrapó algunas últimas
imágenes borrosas:
Un niño buscando el alma para besarla
una manta cubriendo un rostro
luego silencio
más silencio
y un Getzemaní que aun por las noches
nos persigue
Ángel de la prudencia
Te devuelvo la música
Antología de tu espléndida voz
Que tiene el sabor de los vientos que atraviesan la Costa
La largo de mí junto con esta carta
A ella debiera secundarla la mismísima Lhasa
Aquella canadiense que un día me presentaste
Como uno de tantos discos francamente inencontrables
No lo entendí por cierto a cabalidad hasta justamente ahora
Que yace imprudentemente extraviado
En casa tal vez de un viejo conocido
Todo es un desorden en mi regreso a tu impugnable ausencia
Trataré de compensarte
Permíteme continuar con un verso de Rilke:
“todo ángel es terrible”
Y retroceder ante él y ante ti
Como una misma belleza que sólo podría mutilarnos
A nosotros los que aprendimos a vivir la vida como quien prefiere perderla
Jamás aprendí la prudencia
Muestra de aquello es haber intentado tenerla
Y que imprudente resulta acercarse a tus labios
En horas que se pueden topar con la hora del té
La del descanso o la de salvar a la patria
Toda belleza se paga
Al igual que el amor otro cretino imprudente
Pero por piedad a mi oficio
Que el costo sea el abismo
Menos que eso puede ser impagable.
Ofelia
Triste Ofelia que cree que solamente es agua
Que ese sonido vibrante es a lo más el lenguaje de las piedras
Música tal vez para una danza transparente
A una de tus risas retroceden las tormentas
A la segunda la misma noche te responde: prenden las estrellas
Canta Ofelia en este río de babas y aliento entrecortado
Ya no es la vieja Dinamarca
Y Shakespeare está muerto y no por esto se enfría la tragedia
Huye Ofelia de todo el amor sincero
Coloquios como el fuego
Huye y corre
No bebas mariposas cruza en las esquinas
No hables con poetas
Huye Ofelia de este río de babas y aliento entrecortado
Ya no es la vieja Dinamarca
Aunque la locura misma se detenga en tu sonrisa seca
Luego seguirá torrente
Tonta Ofelia muerta
El amor no fue hecho para ingenuas
Ahora bien sabes que no es solamente agua
Y que ese sonido vibrante no es para nada el lenguaje de las piedras
Informe social
Sueño con asistentes sociales
me hacen visitas a la cama
trepan por las sábanas como en una película de Drácula
Siempre es la misma la que dispara la lámpara
Ud. señor no nos conoce y si nos conoce no nos recuerda
despierta carajo me dice otra mientras remece mi cuerpo
la luz de la lámpara parece un ojo gigante que escrutina mis gestos
Creemos que usted ha dormido demasiado
usted tiene extraordinarias capacidades pero despierte
entonces bostezo y ellas desaparecen
siempre desaparecen mi modorra las espanta pero vuelven
a veces bebo de sus pezones
la caridad me calienta
juego que soy un niño durmiendo en el vientre de mi madre
me acarician el cabello
beba señor beba no se preocupe
pero nosotras no somos ni queremos ser su madre
dicen ellas mientras anotan mi vida en sus carpetas
su madre es la que aparece en estos dibujos
es la que está cosiendo en esa máquina la que no duerme
unida por una flecha a su padre que es éste
el que se parece a usted cuando usted no está durmiendo
pero yo cierro los ojos me dejo llevar por la inmovilidad de las sábanas
y sueño un sueño sin voces sin lámparas
sin madres.
Asistente social visita a Diógenes el perro
Ella levantaba a los descarriados de las calles
y daba de beber a los sedientos
¿Quién tapa el sol con un dedo?
Se preguntó Diógenes cuando la tuvo de frente
la chica no tenía más de treinta años
y hablaba con propiedad de las cosas que se deben
¿Es verdad que vives en un tonel?
Preguntó la muchacha
mi casa es en vedad mucho más amplia
respondió el sabio mientras se rascaba frenéticamente
No es bueno estar solo y hambriento
insistió ella con los ojos rebosantes de caridad sincera
¿Quién te espera Diógenes, para quien vives?
El perro entonces se abalanzó sobre su presa
la tomó por los cabellos
y le hizo el amor como sólo los perros saben hacerlo
ante la mirada indiferente de Atenas que ya despertaba
luego de un descanso se marchó lamiendo el horizonte
La chica se quedó con el corazón hecho trizas
su vida se vestía de harapos
y no sabía más que gemir por la calles
se le vio con una lámpara encendida a plena luz del día
busco un hombre gritaba con los ojos extraviados
la ciudad está llena de hombres
le respondían burlones los hombres del mercado
y estallaban las risas
busco uno de verdad, uno que no necesita a nadie
espetaba la muchacha consiguiendo silencio
busco a Diógenes el perro
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