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martes, 11 de diciembre de 2012

FRANCISCO CARRASQUER [8863]



Francisco Carrasquer
Francisco Carrasquer Launed (Albalate de Cinca, 1915 - Tárrega, 7 de agosto de 2012 ) fue un poeta, ensayista y una figura emblemática del libre pensamiento en España.

Su infancia transcurrió en Albalate de Cinca (Aragón). Participó en la Guerra Civil Española en primera línea, en la Columna de Buenaventura Durruti. Sus hermanos también fueron destacados militantes anarcosindicalistas. Al terminar la guerra, pasó siete meses en un campo de concentración en Francia. En 1943 regresó a España clandestinamente hasta que fue detenido en Sort, encarcelado por su militancia y enviado como soldado a África durante tres años.
En 1948 publicó su primera novela, Manda el corazón. Un año después decidió abandonar el país y se exilió, primero en Francia, donde se licenció en Psicología por la Universidad de la Sorbona, y, después, los Países Bajos. Durante su estancia en el extranjero se doctoró en Lengua y Literatura Hispánicas. Regresó del exilio en 1985 y se instaló en la ciudad de Tárrega.
Durante su vida ha ejercido como profesor universitario, traductor (ha publicado más de un centenar de libros) y escritor. Aparte de ser un gran estudioso de la obra de Ramón J. Sender, también ha sido responsable de varias antologías de poesía neerlandesa.
En 2006 fue distinguido con el Premio de las Letras Aragonesas que concede el gobierno autonómico de Aragón.

OBRAS:

Manda el corazón Barcelona: Bruguera, 1948
Baladas del alba bala Santander: La Isla de los Ratones, 1960 (2a. ed.: Madrid: Bartleby, 2001)
Víspera Barcelona: Saturno, 1969
Felipe Aláiz. Estudio y Antología del primer anarquista español, 1961
Imán y la novela histórica de Sender London: Tamesis Books, 1970
La verdad de Ramón J. Sender Leiden: Cinca, 1982
Nada más realista que el anarquismo Móstoles: Madre Tierra, 1991
El grito del sentido común Madrid: Libertarias, 1994
La integral de ambos mundos: Sender Zaragoza: Prensas Universitarias, 1994
Holanda al español Madrid: Libertarias, 1995
Palabra bajo protesta (antología poética) Huesca: Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1999
Ramón J. Sender, el escritor del siglo XX Lleida: Milenio, 2001
Sender en su siglo: antología de textos críticos sobre Ramón J. Sender Huesca: Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2001
Acaso y Zaragoza, dos pérdidas: la pérdida Zaragoza: Alcaraván, 2003
El altruísmo del superviviente Zaragoza: Centro del Libro de Aragón, 2007
Pondera, ¡que algo queda! Zaragoza: Alcaraván, 2007
Servet, Spinoza y Sender: miradas de eternidad Zaragoza: Prensas Universitarias, 2007





Auto de fe y de exilio

Vivimos en un domingo estéril.
El mundo es espectáculo
sin ser nosotros público.
Somos un rico y triste álbum sobado
que quemaríamos a gusto
por ser un montoncito
de ceniza salada
en nuestra tierra,
un puñado de abono
que bien pudo haber sido
un instante solar
de día laborable.

“Cantos Rodados”, Ámsterdam, 1956




Requisito de ilusión

No nos mata
saber que moriremos,
sino creerlo.

No hay otra espuela
que aguije a nuestra vida
que el saberse mortal.

Mas no es posible
creerse uno mortal
si no es en la agonía.

Hay anticipos.

Un segundo
que nos pinta la Nada
y nos hundimos
en el vacío.

¿De qué color?
Tan blanco como negro:
blanco en los nervios,
negro en el corazón.

Sabemos
que no somos nada
solos;
creemos
que lo somos todo
juntos: eternos.

“Vísperas”, 1969








DE “BALADAS DEL ALBA BALA”
(Bartleby, 2001)



I

Frío puro del alba.
Entre el impuro frío de la noche
y el diurno calor del corazón
hay un filo de hora
que corta en dos la lente de razón:
medio disco de Dios, medio del hombre.

Medios discos no ruedan.
O son cálices, o lámparas, o barcas;
o son cuernos, o son hachas, o son balas.

Todo es posible en el alba:
esa hora del blanco frío,
en que el sonrojo aún no asalta
y se ha retirado el luto.

El fofo algodón del alba
embebe el cruento escándalo,
languidece el ojo horrible
y ensordece los disparos.

Parece hora de sonámbulos
y es la hora en que más despiertos
se crispan los sentenciados.
Luego, les llega el dormir
con los trigales por manta
y una amapola en los labios.

Los aullidos de Caín
los despiertan de alba en alba.



II

Millares de pies desbotados
se acercaban por los corredores
y se calzaban para dar el puntapié
a las pesadas puertas descorrido el cerrojo

millares de manos impacientes
por agarrar el manojo de alambres
tensados por el miedo
y galvanizados por la rabia

millares de alambres esperando el corte
de la tenaza que va a apretar el alba

no más voz ni temblores
la mano del alba y su tenaza

un insípido vaho en la bocaza
un olor nauseabundo en los calzones
una siniestra gota irónica de semen
un crujido de tablas
un chasquido de botas
un clic de algún resorte
un saco que se aplasta sordamente
y un choque seco de una calabaza

y con los alambres
sueltos van a hacer nido las garzas

y todos los pajarillos
se ponen a alborotar
contra las máscaras que andan
hacia el día hacia la luz
que les va a volver la cara.





III

Saldrá el sol
y será demasiado tarde
porque habrá pasado ya
el cuarto de hora secante
que enjugará la tinta
y copiará la palabra del revés
y para leerla
habrá que echarse boca arriba

a menos que no se tenga un cuerpo
duro frío y bruñido
contra un alma de azogue

saldrá el sol
y será demasiado tarde
porque la luna ya se habrá fundido
como un helado de nata en esa mano
del asesino que habrá ya blanqueado
el escenario la cruz y los sepulcros

saldrá el sol
y será demasiado tarde
porque su heraldo pálido
lo habrá pasado ya a cuchillo
y en todo el horizonte chorreando
se habrán perdido ya sus huellas dactilares

y el inspector y el juez dormidos.


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