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miércoles, 28 de noviembre de 2012

PILAR FRAILE AMADOR [8684]




Pilar Fraile Amador (Salamanca, 1975). Es profesora de Filosofía; actualmente se dedica a la labor editorial. Fue Premio de Poesía de la Universidad de Zaragoza en 2005. Accésit de Poesía en el Certamen de Jóvenes Creadores del Ayuntamiento de Madrid en el año 2004 y 2005. Ha publicado los libros de poemas La pecera subterránea (Amargord Ediciones, 2011), El limite de la ceniza (Prensas Universitarias de Zaragoza, 2006); y dos plaquettes: Antídoto (La República de la imaginación, Ed. Legados, Madrid 2009) y La disección de los insectos (Pánica 2, Ed. Delirio, Salamanca, 2006). Poemas suyos han sido publicados en diversas revistas como Hache, Alhucema o las electrónicas: 7de7, Pata de gallo o La dama duende.  Actualmente coordina las actividades de difusión de la poesía de la asociación Indómita (www.redindomita.blogspot.com). Parte de su obra inédita ha sido traducida al inglés por el poeta Forrest Gander y ha aparecido en la revista de la universidad de Houston Gulf Coast Magazine. En 2010 codirigió, junto a los poetas Esther Ramón y Alejandro Céspedes el programa de radio de poesía Definición de Savia en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Actualmente cursa su doctorado en Literatura en la Universidad Complutense de Madrid e imparte clases de escritura creativa.





Poemas

Debajo de la concha rosácea de molusco brillante, de puntas escabrosas, debajo de la suave y venenosa escama de lagarto, debajo de la beatífica gris y púrpura llena de ácaros , debajo de la viscosa y dulce transparente, del talco enmohecido, de la grasa animal, ahí
brota mi sangre.
Sucia y resplandeciente.

Padre obrero de las fábricas de la paciencia
padre en cuyos ojos crecen las flores del invierno

en mi retina duerme un millón de cadáveres. Vientres abiertos debajo de la tierra ansiosos de grasa y pan. Y el anhelo de soñar con caballos.

Subo sobre su grupa invisible. No galopo.



13

Dejamos los objetos ordenados cada noche. Sobre
las mantas agujereadas de pelo refractario.
De día volvemos a colocar ladrillos transparentes. De
nuevo construimos la pared traslúcida.
La pared es también una malla. Una red de innumerables
nudos. Se alza por encima de nosotros. Y también es el suelo
y el horizonte.

Exhaustos recorremos con los ojos su inexplicable geometría.




20

Bajo lámparas de acero. Toda la luz es acero en el solar
donde trabajamos para dar placer a los vivos.
Con los músculos trabajamos, con las partes más blandas
del alma y tiramos de ellas sumergiéndolas en orina y en
piedad.




23

Los vivos son los dueños de las luces. Cubren su piel lacada
y pura con telas venidas de paraísos a los que sueñan con ir
de vacaciones.
Los vivos tienen piel y son reacios a las definiciones.
Oyen el sutil rumor de los acantilados, oyen la transparencia
de las avenidas, oyen el vértigo de la edad.

Los vivos, superficie lacada y pura.




25

Encendemos una pira con los nombres
sus llamas no queman
su ceniza no alcanza a llenar el hueco de una mano.




29

Donde debía estar mi alma hay un pedazo de hielo. Donde
dice alma poner necesidad. Donde dice hielo, hielo. Donde
dice necesidad poner hambre, donde dice hambre, ceguera.
Donde dice ceguera, escombro.




36

Crecemos sobre nuestras patas insecto para dar de comer
a los pequeños reptiles, a las crías de los vivos. Crecemos
sobre nuestras patas de insecto, sin hambre ni memoria.
Limpios de corazón y de grasa bajo la carne.
Crecemos entre los juncos metálicos, entre los plásticos
visionarios.

Nuestras oraciones son idénticas al murmullo de los amantes
electrónicos.

De La pecera subterránea (Amargord ediciones, 2011)




los cazadores aparecen en los días más fríos del invierno. huellas de barro en la entrada de la casa. cuerpos de pieles grisáceas que cuelgan de los ganchos oxidados en la pared de la cocina. cercos rojizos en la mesa de madera que gotean por las rendijas y alcanzan el suelo. dibujos de estrellas. dibujos de monstruos marinos que hemos visto en sueños. esa misma noche.
las mujeres se mueven deprisa y en silencio. los cazadores se han sentado junto al fuego y miran con unos ojos que no hemos visto nunca. hay algo rojo también en sus miradas. algo que gotea y duele.
las mujeres arrancan las pieles. cuelgan de nuevo los animales en los ganchos y se encierran allí con todos los ojos negros desprovistos de luz y en el suelo las sombras de los pequeños cuerpos.
los cazadores empiezan a levantarse a emitir sonidos guturales a tocarse con deleite algunas zonas del cuerpo.
entonces corremos a escondernos en la cocina. entre sus
paredes agrias cubiertas de grasa y moho donde las mujeres vuelven a hacer de la muerte algo comestible

De Cerca.




caen las lonas verdes como gasas nupciales. detrás de sus ojos el comezón naranja y los sembrados de cuerpos. ha vuelto a ver los fogonazos el cereal oscuro sobre los edificios. el hormigón se desploma y forma figuras humanas. el lecho naranja las camillas flotantes.
hay una papilla nocturna que se derrama sobre las manos y los encendedores. corren los anaqueles y las bisagras no dejan de gritar desde sus cofres diminutos. espirales abiertas en su sábana naranja. abre una puerta para que el aire pase y limpie pero la puerta abre sus manos. un resplandor oscuro llena las pantallas

(hay niños dorados detrás de las ventanas haciendo gestos)


De Falta.

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