Alfonso Brezmes (Madrid, 1966) sitúa su trabajo muy próximo a los territorios de ficción y al juego implícito, dibujando una poesía visual que nos habla a través de imágenes sutiles que logran penetrar en nuestros sueños más profundos. A través de distintos medios, se las arregla para construir castillos delicados siempre próximos a derrumbarse. El aire de ensoñación que llena cada obra tiene quizás que ver con la sugestión, pero la verdad es que parece que en cada ocasión una nueva fábula nos es susurrada al oído.
Encontramos aquí un contador de historias que nos conduce de la mano a un universo en el que cada uno de nosotros es el llamado a tener un papel principal: las historias apenas están comenzadas, dispuestas para aquél que se atreva a entrar en ellas...(Brezmes expone habitualmente su obra en España y diversos países de Europa, además de participar en numerosas ferias internacionales de arte.)
Sólo lo frágil permanece
Mirada-s
La delgada línea roja
Teoría del caos
Un leve aleteo de tus pestañas
en medio de la noche
provoca una imperceptible grieta
en mi vaso de ginebra.
Érase una vez
Entendimos después que nada es eterno.
Pero qué importaba la eternidad entonces
si lo bueno de los cuentos
es que de ellos nunca se vuelve
para contarlo.
Tres tristes versos
Procura no olvidar el peso de mis labios
avanzando como un triste tigre
por el oscuro trigal de tu deseo.
A través del espejo
El bosque de la noche
Alicia
Jardin d´hiver
Mémoirs du voyage
Sin noticias del paraíso
Terra mítica
Malos tiempos para la lírica
Usted se equivoca
-susurró en mi oído mientras la besaba,
al tiempo que intentaba deslizarle
un poema en el bolsillo
de su largo abrigo rojo-.
Yo nunca hablo con poetas
ni con asesinos...
La isla misteriosa
Desde el principio de los tiempos
el mundo se divide en dos.
Los que siempre han entendido
qué significan las Ítacas
y los que confiesan abiertamente
que no tienen ni puñetera idea
de lo que quiso decir el poeta.
Desconfía de los primeros.
Nada que declarar
Dejó a un lado el bolso y el paraguas
y todos sus objetos personales,
pero siguió sonando, insistente,
el detector de metales.
Nunca se puede esconder del todo,
señora,
un corazón blindado.
Fucking-brain
La habitación del artista
La gramática del amor
Yo lo sé.
Tú lo sabes.
Nosotros lo sabemos.
Ellos no lo saben.
Fe de erratas
Pasé el corrector gramatical
y, lentamente,
desaparecí.
Amor y gastronomía
Para cuándo, para cuándo,
dices mientras clavas
tus uñas rojas en mi camiseta azul.
Para pronto, para pronto,
respondo mientras acabo de poner la mesa:
mi cena, cariño, eres tú...
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