JAVIER CLAURE COVARRUBIAS. Nació en Oruro, Bolivia, en 1961. Es miembro del Pen-Club Internacional, de la Unión Nacional de Poetas y Escritores de Oruro (UNPE) y de la Sociedad de Escritores Suecos. Ejerce el periodismo cultural. Tiene poemas y artículos dispersos en publicaciones de Suecia y Bolivia. Fue uno de los organizadores del Primer Encuentro de Poetas y Narradores Bolivianos en Europa (Estocolmo, 1991). Ha estudiado matemáticas e informática en la universidad de Estocolmo y de Uppsala. Además, es egresado de Pedagogía en Matemáticas de la Universidad de Estocolmo.
Formó parte de la redacción de las revistas literarias Contraluz y Noche literaria. Algunos de sus poemas han sido seleccionados para las siguientes antologías: El libro de todos (1999), La poesía en Oruro (2005) y Poesía boliviana en Suecia (2005).
Ha publicado Preámbulos y ausencias (2004), Con el fuego en la palabra (2006) y Extraño oficio (2010).
A mi escuela
(del poemario Preámbulos y ausencias)
Era mayo cuando derribaron
el árbol de pino
y los dos leones de cemento
Habría que volver hacia atrás
a la niñez de chocolate
de trompos multicolores
y juegos de guardapolvo blanco
Desde que vi algo encendido
me expuse al astro mayor
cogí números, letras y adjetivos
en idiomas que traducen silencios
bebí ilusiones de un solo trago
aprendí a rebobinar la mente
con fechas históricas
y a cantar pecho en alto
el himno nacional frente a la tricolor
mientras los opresores
degollaban la libertad y dignidad del pueblo
con chantajes de cinco estrellas
usando dentaduras impresionistas
por entre las escopetas
¡Qué engañado que fui en realidad!
tantos sueños aplastados
tantas dinamitas han detonado
bajo el socavón donde el Tío
perdió su sombra delatora
y los amantes
robaban un kilo de carne a la oscuridad
Recuerdo también
cuando la sala de música olía a muerte
los candelabros alzaban parafina barata
la ventanilla abierta gritaba su último adiós
y los rostros de formato A4
lloraban por la mudanza a doble espacio
Sin duda ya se fue
y para que el dolor no duela con fuerza
en las pizarras de la escuela
merodeaban leñadores subrayando
paisajes vagabundos
en pupilas de gatos salvajes
En esos largos velorios
en que los amigos oníricos
se peinaban pisando pétalos desgajados
cuya enfermedad no era otra cosa
que la tristeza y descontento
dramas mil veces repetidos
de pueblos aledaños
que aún protestan por el destino incierto.
Son las de ayer
Ayer, precisamente ayer
me dijeron te quiero
con una fantasía de Agatha Christie
con una sonrisa oculta entre los labios
y gloriosos juramentos de azúcar dorada
símbolo candente
que nos prometimos con buenos augurios
cuando los besos solían perderse
en el musgo de las canaletas
Ayer desde adentro
entre edificios, parques y orquestas vecinales
quemé nombres escritos en papel
con el único convencimiento
de brujo mirador de certeras cartas
por eso me fui de espaldas
al sitio donde quince minutos
son una eternidad
Ayer, precisamente ayer
yo también les dije que las quería
y las abracé sintiendo sus senos en mi pecho
les perdone cien veces
y me perdonaron mil veces
les enseñé a amar entre el 7 y el 9
entre incendios y girasoles
que giraban junto al fuego
Ayer desde el muelle
escuché aullar a las desesperadas lobas
en el instante que cargaban
sus cruces de salvación
y se fueron dragando por el mar
dispuestas a coser sus ombligos
con alambre oxidado
dispuestas a cruzar sus sexos
como fantasmas a medio vuelo
Ayer, precisamente ayer
las imaginé desnudas con la boca abierta
grité con voz tridimensional:
son las de ayer
y eso no es mortal
desde que soy cometa en el averno
ya no sé nada de ellas
menos de los demás
no sé a ciencia cierta
con cual mano comen
qué tono tienen sus sombras
no sé de sus caprichos femeninos
ni siquiera sé con exactitud
la medida de sus íntimas prendas
Ayer desde mi balcón
tracé el límite de lo invisible
por eso
las dibujé con punto cruz
las pinté a todas ellas color esmeralda
les puse aire acondicionado
y pecas de mil colores
les hice señas con mis manos de pianista
les canté por el micrófono de la plancha fría
y, finalmente, les llené de coraje
para que lloren con mis lágrimas.
A ustedes que caminan por ahí
A ustedes que caminan por ahí
haciendo tanto ruido
a los políticos de doble cara
a las monjas hechiceras
a Doña Beatriz que nunca supo comprender
el secreto de lo infinito
el lado izquierdo de la P
y ahora se queja
porque lleva piedras ásperas y oscuras
en la espalda
Yo he llegado hasta aquí
besando tres veces la tierra
entre racimos que colgaban de los techos
y el arco iris muerto
como un corazón roto en el alma nocturna
del cielo las estrellas se desplomaron
del tiempo el dolor se desgarró
porque yo he visto llorar
a las prostitutas en el Prado
cuando mordían a chacales en sus regazos
y florecían soles negros a los pies de Cristo
También he visto
pájaros tragando árboles navideños
beatas comiendo su rosario
niñas y niños jugando al huracán perdido
y ancianos gritando
sus penas y alegrías al viento
rostros que se encogían
como las hojas de otoño
sin más aire que la propia noche
Después cayó el día de puntas
adolorido con su vientre deshabitado
con los ojos hinchados de pavor
con las piernas temblorosas
soportando la injusticia
en este maldito mundo
Y así me fui a comer
al mercado de los agachados
como aparapita frente a la pared
bastante perejil en mi plato
y pan duro que crujía entre mis dientes
Luego salí al encuentro de la tarde
y me encontré con seres
que adoraban a dioses mutilados
yo que nunca fui a la Universidad
ni a escuelas del dogmatismo
yo que jamás utilicé ropas de marca
ni automóviles sofisticados
sospeché entonces que el Viejo Antonio
había resucitado
sospeché que las infames tiranías eran historia
y no le di vida al adjetivo que nada dice
Pero yo, viejo yatiri de poncho multicolor
jamás creí en las uvas de Nochebuena
en querubines que custodian a los santos
y en sacerdotes de sotanas embrujadas
siempre he dicho
que la muñeca Barbie
es negra de nacimiento
que las leyes están hechas
para el que sabe burlarlas
que África es una mina de oro blanco
y que el eje del mal viene del Norte
atravesando el mundo
como un volcán en plena erupción.
Extraño oficio
Extractos
Secuencia recursiva
Un avión despega con muchos pasajeros,
los pasajeros van volando por el cielo de Nueva York,
el avión parece una nube de otro tiempo
Nueva York era una ciudad con dos torres gemelas,
las torres gemelas se transformaron en cero.
¿acaso el cero indica la no existencia?
La no existencia puede tomar forma de una muñeca,
la muñeca se orina en la cama
la existencia de un árbol es la escritura de la naturaleza.
La cama sirve para crear el amor
el amor se compone de dos personas
¿acaso un hombre y una mujer son Adán y Eva?
El hombre y la mujer hacen crecer un vientre,
el vientre da lugar a una nueva vida,
el hombre nace para morir
La nueva vida es un ser humano,
el ser humano contempla a un oso hormiguero.
¿Acaso el oso hormiguero no engulle a las moscas?
Las moscas suelen pasear por los pies de ciertas personas,
ciertas personas conectan cables de luz,
las moscas aterrizan en una sopa de lentejas
Los cables de luz están cargados de alta tensión
la alta tensión afecta a una manzana podrida
¿acaso la manzana podrida no genera gusanos?
Los gusanos comen el cadáver,
el cadáver está echado en las tablas,
los gusanos tienen ojos de espejo biselado.
Las tablas se pierden en la oscuridad,
la oscuridad es devorada por el tiempo
El tiempo traga al avión, a los pasajeros, a Nueva York,
a las torres gemelas, al cero y a lo no existente
El tiempo traga a la muñeca, a la cama, al amor, al hombre,
a la mujer y al vientre
El tiempo traga a la nueva vida, al ser humano, al oso hormiguero,
a las moscas, a ciertas personas y a los cables de luz
El tiempo traga la alta tensión, a la manzana podrida, a los gusanos,
al cadáver, a las tablas, a la oscuridad y al mismo tiempo.
La poesía
La poesía no es materia bruta
la poesía es petróleo ardiendo en tu ventana
la poesía no es un coágulo de sangre en la cafetera
la poesía es un lienzo infinito de corales
la poesía no es una mortaja riéndose del desgraciado
la poesía es un coche rojo militando por las calles
la poesía no es una pelota congelada en la carretera
la poesía es mi hija andando con sus ojitos de sol
la poesía no es una máquina de calcular
la poesía es una integral entre el otoño y el verano
la poesía no es una flor desencajada en el espacio
la poesía es un tablero que pone en jaque a los corazones.
Clandestinidad
Escribo desde la clandestinidad
equipado de fusiles, turbinas y motores
porque a menudo me echan la culpa
de haber acuchillado
al círculo del mar
y a los últimos contornos de tu sombra;
me acusan además
de haber embrujado a dos mujeres
que posaron sus labios en los míos.
En esas ocasiones
que la vida me sedujo con su guadaña
junté la miseria, el hambre,
el dolor, la soledad,
a mis espaldas cargué con mi destino
y en mi jardín de refugio
sentí el olor de las paredes
después de la tempestad;
saqué las espinas
al tallo de una rosa ausente,
enterré las mentiras una por una
bajo un cántaro
y la intriga cayó
de bruces sobre un abedul
Pasó el tiempo del aire,
llegó una campana verde,
se supo de la soberbia
contra el intelecto
y sin hacer ruido un ancho camino
trazó el calendario
y hojarascas de vidrio molido
cortaron el alba en mil pedazos
Hoy día
aunque se corra el riesgo
de anunciar un delirio,
aunque mi cuerpo
se aleje de mis pulmones,
nacerá una isla
deliberadamente inclinada
para las madres
que aman su placenta
para sembrar
cereales y no ausencias
y nadie podrá maldecir
el armonioso flamear
de las banderas del mundo.
Negra blanca
Una mujer negra pasea por el boulevard
entra a una tienda, se maquilla
y sale blanca.
Una mujer blanca pasea por el boulevard
entra a la misma tienda
y sale negra.
La negra lleva una cartera
la blanca una sombrilla.
la primera se mide ropa interior
y su pierna se queda en el sofá
la segunda compra un chocolate
y su brazo se queda en el mostrador
Ambas se miran, no se hablan, pero se sonríen;
cada cual se desvía por su camino,
la negra de anchas caderas descansa en un banco
la blanca observa una vitrina
La pierna y el brazo se juntan
formando un cuadro blanco-negro,
la pierna obstruye el tráfico,
el brazo con amabilidad saluda;
la negra quiere su pierna,
la blanca su brazo;
las dos conversan con sus respectivos novios
sin cartera y sin sombrilla que les moleste.
Retama, pan y agua
Yo soy la retama,
me acaricia el viento sin tocarme;
mis labios son amarillos;
en mi terreno juego con insectos
y puedo dar salud, suerte y protección
A la una en punto de la tarde,
me riegan con algún líquido bendito,
así mi tallo ejerce la bondad de lo divino,
por eso me prenden como medalla
tras un portón, sin que vea el gato ni el ratón
Yo soy el agua
siempre la misma, siempre diferente
del cielo caigo a las extensas praderas,
y se alegran el maíz, el arroz y la cebada;
soy esa fuente de larga cabellera,
el mar bravío es la palma de mi mano
y a mis orillas nace hierba buena
A menudo me torturan en un cubo,
me ponen presión alta,
me venden como mercancía,
y me enojo desde los barcos;
me alejo, entonces, con la espuma en el lomo
y a nadie regalo mis vertientes
Soy el pan fresco
me amasan con levadura de pobres,
azafrán de cien colores;
de nada me quejo,
no tengo emblemas de grado,
soy la humilde señora
de sombrero dorado en las bandejas
Soy la madre de grandes poblaciones,
el pedestal que sostiene a la médula espinal;
yo, sí soy
esa eterna oración, ese misterio no pensado,
ese canto que va de boca en boca
He venido al mundo de muchas formas;
las migajas de mi cuerpo
son para las aves
el perfil de mi cintura
que no tiene frecuencia modulada;
hago alianza con los niños, la pasión y la armonía
y vuelvo a renacer
para ser pan fresco en las bandejas.
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