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martes, 24 de abril de 2012

6734.- FÉLIX FRANCISCO CASANOVA




Félix Francisco Casanova
Nacido en la isla de La Palma, Canarias, era hijo del médico y poeta Félix Casanova de Ayala. Muy pronto llegó a la isla de Tenerife, donde se dedicaba a devorar compulsivamente sus muy seleccionadas lecturas (Rimbaud, Pessoa, Whitman, Breton, Eluard, Aragon, Joyce, Camus, Hesse...) y, sobre todo, a escuchar música, su auténtica pasión. Tal es así que no tardó en fundar un grupo de rock alternativo, Hovno (mierda en checo), bastante adelantado a su contexto (las Islas Canarias del tardofranquismo). Félix Francisco Casanova estudiaba el tercer curso de Filología Hispánica en la Universidad de La Laguna cuando falleció; en esos tres intensos años tuvo tiempo de mezclarse con la vieja y la nueva intelectualidad de la isla, como los filósofos José Luis Escohotado o Javier Muguerza, los poetas Carlos Pinto Grote o Arturo Maccanti, los escritores Agustín Díaz Pacheco o Luis Alemany, el catedrático de arte Fernando Gabriel Martín, etc. Según la versión oficial, su muerte se debió a un escape de gas mientras se bañaba en su domicilio.

OBRA
Félix Francisco Casanova, a pesar de la brevedad de su vida, tuvo tiempo para dejar una obra intensa, original y extraña, plasmada en logros de una asombrosa madurez en el campo de la poesía y la prosa experimental. A los diecisiete años consiguió con El invernadero (1973) el principal premio de poesía de Canarias, el Julio Tovar. A los dieciocho años ganó el Pérez Armas de novela con El don de Vorace (1974), una divertida parodia -a la par que desconcertante- de El túnel, de Ernesto Sabato, tal y como él mismo señaló en alguna ocasión. En una breve nota biográfica para la contraportada del libro, Casanova se definió en estos términos: Yo soy mi propio abuelo viendo a mi infancia jugar. A los diecinueve, un mes antes de su muerte, obtuvo otro premio, otorgado por el periódico La Tarde al poemario Una maleta llena de hojas, que constituye la segunda parte de La memoria olvidada (póstumo, 1980), una de sus más notables aportaciones en el campo de la poesía. Otros poemarios de Félix Francisco Casanova son: Espacio de hipnosis (1971), El sumidero (1972), Nueve suites y una antisuite (1972), Invalido las reglas (1973) y Ocioso en los amaneceres (1973). Con parte de este material, su padre, el poeta Félix Casanova de Ayala, confeccionó tres títulos: Cuello de botella (póstumo, 1976), Estampido del gato acorralado (póstumo, 1979) y Los botones de la piel (póstumo, 1986). Una buena parte de los versos de Félix Francisco Casanova está recogido en el volumen La memoria olvidada. Poesía, 1973-1976, publicado por la editorial Hiperión en 1990. Félix Francisco Casanova es también autor de un interesante diario, Yo hubiera o hubiese amado, escrito a lo largo del año 1974 y públicado en 1983; aquí reproducimos un extracto del mismo: Estos días oigo mucha música, mucha. Siempre estoy naciendo en la música, es inagotable mi sed y también su fuente es inagotable. Y me amansa y me derrama como un cántaro de sangre de montaña, y su amor me toca y soy lo más vulnerable a sus palabras, y mis heridas, mis llagas revenan como un árbol cortado, como el primer día en que amé o leí a Tagore. En la actualidad, su influencia en todo el ámbito español es creciente, tal y como demuestra que el poeta Francisco Javier Irazoki le dedicase el poemario Árgoma. Asimismo, el cantautor Jabier Muguruza puso música a un poema de Casanova (A veces, cuando la noche me aprisiona) en el disco Fiordoan. Uno de los premios literarios más importantes convocados en Canarias y dedicado al descubrimiento de nuevos creadores lleva el nombre de este poeta.

La editorial madrileña Demipage ha adquirido los derechos para publicar todas las obras del escritor canario.


POEMAS DE LA MEMORIA OLVIDADA, de Félix Francisco Casanova







¡Qué alivio!..
Eres un árbol y
no puedes seguirme

2-7-74.



Las cosas que dan placer
seguro vienen por el río
y en la cascada se lanzan
como ramos de flores
en una procesión,
y yo qué sé, afanarse
en recogerlas como un avaro
tiende su capa ante
las monedas de oro,
es, imagino, un error.
Mejor tomarlas como la lluvia
que moja sin querer,
al igual que el viento se lleva
las hojas de otoño,
alegremente

3-7-74



(Síndrome no 1)

Siempre tengo nostalgia
de lo que no he vivido,
la ventana se abre al frío
del ángel exterminador
y el año se llama invierno,
la sombra de mi cuerpo
flota como un cadáver.

25-5-74



No hay instrumentos para esta música
ni un bello rostro que usar como careta,
hoy sentado entre dos sueños
soy como un secreto en el arcón.
El jinete se duerme en su caballo
que es a la vez un sueño del jinete,
los muñecos bostezan cada noche
y su aliento de fieltro dura un año.
¿Y qué significan esas lápidas
y estas partidas de nacimiento?
si somos velos transparentes
superponiéndonos,
una maleta llena de hojas
de mano en mano
por un largo corredor.

13-12-74



(A Jesús Cabrera Vidal)

De más allá del mar
vienes a contarme tu derrota
y esperas que yo te arrulle
y te preste un poco de viento.
Hoy, día de la carne abierta,
con tu olor a subterráneo
y tu pálida huella en las cosas,
amigo, urge saltar del tren
y dejar un disfraz vacío
velando el asiento:
así verás que eres tú el túnel
por donde los demás corremos.


3-74



El autobús de medianoche
pasará por aquí, frente a tu casa.
Sonará tres veces el claxon
y oirás las risas contagiosas
de sus pasajeros.
Tú morderás la cortina de la ventana
y aferrándote a los muebles
romperás a llorar.
Justo la noche en que decidas marchar.
Si faltara a la cita.

20-9-74.



La brisa mantiene
la pluma en el aire,
el ave, furiosa, escarba
en la arena, sus alas
dormidas, la sangre pesando
dentro de su cuerpo, el peso
de su cuerpo dentro del zarzal,
y la pluma subiendo
y la pluma subiendo...


1-75


A veces, cuando la noche me aprisiona,
suelo sentarme frente a una cabina
telefónica
y contemplo las bocas que hablan
para lejanos oídos.
Y cuando el hielo de la soledad
me ha desvelado, los barrenderos moros
canturrean tristemente
y las estrellas ocupan su lugar,
yo acaricio el teléfono
y le susurro sin usar monedas.

1-75.

Nota: Estos poemas fueron publicados en Fablas, revista de arte y literatura, nº 69, Las Palmas de Gran Canaria, junio de 1977.




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