Sergio Mulet. (Marsella, 1942 / Rumania, 2007)
A pesar que al principio y al final de su camino figuran nombres de ciudades extranjeras, Sergio Mulet era más porteño que el Obelisco. Los azares que dispone el destino se llevaron a Mulet muy lejos de la calle Corrientes, quizás porque el mazo de su vida tenía muchas barajas para jugarse. Entre los años 1962 y 1968, formó parte de la gavilla literaria (junto a Reynaldo Mariani, Ruy Rodríguez, entre otros) que publicaba la revista “Opium”, quizás el único intento “beatnik” en la poesía argentina. Sintonizando con otros movimientos que simultáneamente afloraban en Europa, como el Grupo Pánico que lideraban el chileno Alejandro Jodorowsky y el español Fernando Arrabal, “Opium” se abrió camino en la jurisdicción de la “manzana loca”, delimitada por las calles Marcelo T. de Alvear, Leandro N. Alem, Maipú y la Avenida Córdoba, donde confluían sitios emblemáticos de la cultura alternativa de ese entonces como el Instituto Di Tella y el Bar Moderno.
“Asomados a la confusión de Baires, nuestro pan cotidiano, sintiendo todo el peso del hemisferio sur del caos, aparecemos nosotros y OPIUM; nosotros (sátiros-cínicos-borrachos-enamorados hijos de la decadencia de Occidente) gritando y cantando con los dedos manchados de nicotina apuntando; nosotros amigos hasta que dejemos de serlo (entretanto nos dedicaremos poemas); nosotros oliendo nuestro propio aliento alcohólico. Nosotros: OPIUM.
Nos conocimos en revistas, en bares, en confusas reuniones a las tres de la mañana. Nos conocimos orinando en baños donde leímos que Perón o Tarzán nos salvarían; nos miramos a los ojos y sonreímos: ninguno quería ser salvado”. Así rezaba el manifiesto redactado por los poetas de “Opium”; su prédica quedó como un síntoma preclaro de la época. Mulet escribió la novela Tiro de gracia que fue llevada al cine por Ricardo Becher. En el film, de nombre homónimo al de la novela, Mulet desempeña el papel protagónico, además escribió el guión en conjunto con Becher. Tiro de gracia representa fielmente los apetitos y la creatividad de un grupo de jóvenes que ejercían una fuerte resistencia cultural al clima represivo imperante durante buena parte de la década del sesenta; la música del film estuvo a cargo de un incipiente grupo “Manal” que más tarde se convertiría en uno de los referentes absolutos del rock nacional.
Luego de vivir largos años en España, donde prosiguió con su carrera cinematográfica, Sergio Mulet murió en Rumania en 2007. El 6 de abril de 2011, un grupo de amigos, entre los que se contaban Claudio Gabis y Poni Micharvegas, le rindieron un sentido homenaje con música y poemas en un boliche de la ciudad de Madrid.
dulce delirio pensar en la sangre de la bestia
dulce la calle el fruto la revancha
esos no querrán morir no sabrán hacerlo
habrá que vendarles los ojos
puede que ellos mismos se los tapen
llorarán en berridos de babuino
habrá que ir a sus casas
arrastrarlos como gallos degollados
señalar sus mujeres de dientes parejos
marcar las deudas una a una pagarán sus amores de gato sus piernas tiesas de palo
será su última mirada al sol a la tarde a la noche
de sus miradas partidas caerán las lenguas del frío-pánico
allí en la pared en las afueras en los cuartos donde gimieron
pensarán en el resumen
más tarde mucho más tarde
los míos lo de mi raza
tendrán la lucha pareja tendrán donde beber
volverán a la piel a los jadeos incontrolados
y el tiempo de los asesinos estará lejos
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